Día 1 después de la primera aparición de la Brigada 731.
Un nuevo día había envuelto a la megalópolis, pero a
decir verdad, ésta no estaba lista para recibirlo; Deino se encontraba nervioso
al observar la ciudad desde lo alto de una pila de contenedores. Se había
levantado muy temprano, no porque tuviera muchas cosas que hacer dentro de la
organización, aunque de hecho ese fuera el caso. La confesión de Ouroboros a
las masas ciertamente había despertado la curiosidad de NEXTs emergentes que
buscaban una salida rápida a sus problemas del diario; habían también filas y
filas de personas ésta estirpe, gente que había sido rechazada de la Academia
de Héroes, algunos no porque sus habilidades no estuvieran a la altura de la
institución misma, sino que el número de aspirantes excedía por mucho la
capacidad de estudiantes que la Academia podía albergar.
El día estaba particularmente nublado, los humanos por lo general no salían de sus hogares, el comercio dentro de la ciudad y las actividades diarias se habían suspendido por orden de la Oficina de Justicia ante la inminente, letal y perturbadoramente desconocida amenaza que representaba la Brigada 731; como ésta última había advertido, los muelles y embarcaciones fueron destruidas, el aeropuerto fue cerrado y las aeronaves (tanto de índole civil como militar) habían sido despojadas de sus motores y fuentes de energía. Los puentes que conectaban a Sternbild con los pueblos en las zonas conurbadas habían sido incendiados hasta dejar hechos cenizas los cimientos, prácticamente habían aislado la ciudad en su propia desesperación.
El día estaba particularmente nublado, los humanos por lo general no salían de sus hogares, el comercio dentro de la ciudad y las actividades diarias se habían suspendido por orden de la Oficina de Justicia ante la inminente, letal y perturbadoramente desconocida amenaza que representaba la Brigada 731; como ésta última había advertido, los muelles y embarcaciones fueron destruidas, el aeropuerto fue cerrado y las aeronaves (tanto de índole civil como militar) habían sido despojadas de sus motores y fuentes de energía. Los puentes que conectaban a Sternbild con los pueblos en las zonas conurbadas habían sido incendiados hasta dejar hechos cenizas los cimientos, prácticamente habían aislado la ciudad en su propia desesperación.
Deino observaba los alrededores, cómo las pocas personas
que se paseaban por la calle se veían con desconfianza e incluso miedo; la
gente no se acercaba una a la otra, se observaban mutuamente con recelo, tenían
la mirada característica de alguien que se sabe en peligro y está preparado
para atacar o huir a la primera provocación, dependiendo de la persona. Era muy
temprano, la primera hora de actividades del día ni siquiera había llegado,
pero él ya estaba más que espabilado; su cabeza daba vueltas y vueltas sobre
los acontecimientos del día anterior. Cuando se unió a la organización lo hizo
con un impulso de odio nublándole el juicio, sus padres le habían abandonado a
una tierna edad al considerarlo “uno de esos fenómenos aberraciones de la
creación”, palabras que siempre recordaría salir de los labios de su madre a
pesar de haberlas escuchado a pocos años de haber venido al mundo. Sobrevivió bajo
el ala de un NEXT viejo y malhumorado que lo trataba casi como a un esclavo, le
hacía atenderlo, recoger pedidos y hacer mandados, y si tan sólo fallaba en un
diminuto y casi imperceptible aspecto de cualquier asunto que el viejo le
ordenara, su castigo era irse a la cama sin cenar, bebiendo tan sólo un litro
de agua. Aun así agradecía que aunque fuese en estas condiciones, el viejo NEXT
telépata no le dejara a su suerte; pero todos tenemos un final y cuando su
“protector” le hizo frente y se dejó llevar por la muerte misma, se sintió tan
vulnerable como hacía tantos años no se sentía.
“… uno de esos fenómenos aberraciones de la creación”, cuando llegó a Ouroboros y le compartió esta frase martirizante al Maestro, aquella que casi se había vuelto su mantra personal, Frank no pudo estar más en desacuerdo. Ambos sí coincidieron en que los poderes de Deino no eran los más eficientes o destructivos como para usarse en un campo de batalla, pero lo que sí pudo apreciar el líder de la organización fue que el muchacho era increíblemente sistematizado en sus acciones, era ordenado y eficaz, nadie haría un trabajo administrativo con la misma dedicación como él podía.
“… uno de esos fenómenos aberraciones de la creación”, cuando llegó a Ouroboros y le compartió esta frase martirizante al Maestro, aquella que casi se había vuelto su mantra personal, Frank no pudo estar más en desacuerdo. Ambos sí coincidieron en que los poderes de Deino no eran los más eficientes o destructivos como para usarse en un campo de batalla, pero lo que sí pudo apreciar el líder de la organización fue que el muchacho era increíblemente sistematizado en sus acciones, era ordenado y eficaz, nadie haría un trabajo administrativo con la misma dedicación como él podía.
Frank Martínez le explicó desde un principio lo que
Ouroboros estaba destinada a hacer, a depurar el mundo del pariente menos
evolucionado de los NEXTs a voluntad del Creador: “Cuando la muerte y
destrucción que tendremos que causar sea mayor que la vida que permitamos
perdurar, serás tú quien con tus dones, convencerá a la madre naturaleza para
darnos la oportunidad de regresarle la pureza que necesita. Tú no eres una
aberración de la creación, hijo… eres parte de la obra maestra del Señor del
todo.”
El Maestro le había dado el propósito a su vida que nunca tuvo, la razón de ser y de existir; ahora entendía que aunque tuvo el infortunio de que todos los humanos con los que había cruzado camino resultaran malas personas, no era un rasgo característico de la raza. También existían NEXTs malvados, individuos que independientemente si poseían el gen mutante o no, eran viles por naturaleza o simplemente como él, aquellos que habían sido direccionados al camino equivocado. Kaede se lo había mostrado, los humanos con quienes había vivido, su familia humana no le había hecho lo que a él sus progenitores; inclusive la señora Kaburagi al darse cuenta del poder de Wild Tiger, no le despreció, sino que le apoyó como se supone que debería ser.
El Maestro le había dado el propósito a su vida que nunca tuvo, la razón de ser y de existir; ahora entendía que aunque tuvo el infortunio de que todos los humanos con los que había cruzado camino resultaran malas personas, no era un rasgo característico de la raza. También existían NEXTs malvados, individuos que independientemente si poseían el gen mutante o no, eran viles por naturaleza o simplemente como él, aquellos que habían sido direccionados al camino equivocado. Kaede se lo había mostrado, los humanos con quienes había vivido, su familia humana no le había hecho lo que a él sus progenitores; inclusive la señora Kaburagi al darse cuenta del poder de Wild Tiger, no le despreció, sino que le apoyó como se supone que debería ser.
Vaya que el día se sentía abrumador, la falta de luz
solar debido a las nubes que impedían los rayos llegar a la superficie remarcaba
lo maquiavélico de la ciudad, parecía que Sternbild había muerto y lo que se
observaba parecían los escombros de la gran megalópolis después de una revuelta
civil. Deino miró su reloj, las 7.55 de la mañana. Jason le había dicho el día
anterior que lo esperaba en el tercer nivel a primera hora, justo cuando casi
le descubre la posesión de un teléfono celular sumamente prohibido; algo
escuchó hablar a Frank y Keyes de que uno de los integrantes de la paramilitar
Brigada 731, tenía el don de “hacerse uno con la tecnología actual”. El
brigadista podía interceptar comunicaciones, hackear servidores, intervenir
líneas… rastrear números telefónicos; supuso que el celular que tenían ahora
resultaba increíblemente delator, así que Lunatic optó por destruirlo al
instante.
El chico bajó casi a regañadientes del contenedor, se
alisó la ropa y se encaminó hacia la fábrica, cuando llegó a las escaleras y
comenzó a descenderlas, vio a Kaede haciendo sus deberes en el primer nivel,
Joseph tenía una mirada perdida pero feliz a causa de los efectos de la salvia,
la de la peliblanca era igual carente de presencia, pero sus ojos desbordaban
una profunda tristeza y resignación… inaceptable. Después de lo que sea que
tuviera que hablar con Jason, la buscaría para rescatar esa intensidad por la
vida que le había hecho cambiar de bando a Lunatic y a él mismo, ella era clave
para esta nueva guerra, y si ella se extinguía, la única esperanza lo haría con
ella.
Deino se encontró frente a la puerta del despacho
principal del actual Ouroboros, el pasillo blanco y frío se notaba aún más
gélido y solitario que de costumbre, alzó un brazo y cerró el puño dispuesto a
llamar, pero éste le pesaba sobremanera… ¿qué había hecho para encontrarse en
esta situación? No sólo frente a la oficina de Frank, sino a todo el asunto de
Ouroboros; su vida había sido un carrusel de malas decisiones combinadas con
una pésima suerte.
Eran las 7 de la mañana con 59 minutos y 45 segundos,
todavía podía pensar otros quince segundos antes de enfrentarse a lo que sea
que lo estuviera esperando del otro lado, pero Jason no le dio oportunidad y
abrió la puerta de golpe, sorprendido de encontrar al chico ahí, inmóvil.
-¿Qué estás haciendo…? ¿Sabes qué? Olvídalo, pensé que
habías olvidado que te mandé llamar e iba a buscarte. Entra.- bramó irritado,
se hizo a un lado y Deino entró al despacho; encontró a Frank mirando unos
reportes con una ligera sonrisa en el rostro, pero cuando el Maestro fijó la
mirada en el chico, aquella leve curvatura de felicidad de labios se desvaneció
y adoptó una mirada seria y hasta cierto punto, decepcionada. El chico ahora sí
que estaba confundido.
Su líder no hizo ninguna invitación al platinado de que tomara asiento, sólo lo mantuvo de pie frente a él mientras hacía un contacto visual particularmente largo e incómodo.
Su líder no hizo ninguna invitación al platinado de que tomara asiento, sólo lo mantuvo de pie frente a él mientras hacía un contacto visual particularmente largo e incómodo.
-Deino… ¿sabes por qué Jason te ha citado aquí?- preguntó
muy suavemente, pero su voz no le transmitía la tranquilidad que esperaría, los
ojos de Frank no se despegaban de los del chico y parpadeaban muy
ocasionalmente.
-Pienso que es por lo que sucedió ayer antes de su gran
anuncio, Maestro.- respondió intentando no desviar la mirada.
-¿Y me puedes decir qué fue lo que sucedió?- esta vez
Deino tragó saliva, se sentía nervioso, pero podría jurar que ocultó el
teléfono con suma precaución… ¿no podría ser eso, o sí? Porque si lo
descubrían, Kaede, Lunatic, él mismo y los héroes junto con su plan (si es que
ya tenían alguno) podrían darse por muertos.
-Le obsequié un topacio azul a Kae, señor. Jason me vio
dándoselo, pero pensé que se trataba de alguien más y cuando me preguntó por
él, lo oculté. Cuando me di cuenta de quién se trataba se lo mostré.- Frank
suspiró con pesadez y se levantó lentamente de su asiento, rodeó su escritorio,
caminó hasta el muchacho y colocó una de sus manos sobre el hombro del
platinado.
-Deino, mi muchacho. ¿Sabes qué es lo que me ha
molestado…?-
-¿… señor?-
De un momento a otro, al platinado le dolía mucho la
parte derecha del rostro y se encontraba contemplando el techo mientras un par
de hilos rojos corrían fuera de su boca y nariz respectivamente, su cuerpo
había azotado duramente contra el nivel de la oficina principal; sentía cómo unas
manos lo levantaban del frío piso y le ayudaban a no desplomarse, sin embargo,
al mismo tiempo le obligaban a dar de frente al Maestro cuya expresión se había
vuelto obscura. Aún con la desorientación que gobernaba el cuerpo de Deino,
bien se pudo dar cuenta que Frank sólo quería hacerle daño… y no lo podía
comprender.
No tuvo más tiempo para pensar, el puño del
autoproclamado NEXT Supremo se estrelló ahora contra el lado izquierdo de su
rostro con gran dureza y velocidad; la fuerza le abandonó y su cuerpo quiso
desvanecerse de nuevo pero las manos que lo habían sujetado aún lo
aprisionaban, tratándose de Jason con toda seguridad. Su cuerpo se sostenía
gracias a la fuerza del castaño quien aplicaba campos de fuerza alrededor de
sus brazos, asegurándose de que el chico permaneciera en donde lo querían en
aquel momento, Frank se volteó a ver la débil figura del muchacho semiconsciente,
quien apenas podía enfocar la vista en su Maestro.
-Lo que me enfada, Deino, es que me mientan. No hay nada
peor que una mentira, eso ofende al Creador, y por lo tanto, a mí.- decía
lentamente, con la mandíbula apretada.
-… yo nunca, señor…- balbuceaba el pobre chico, pero
recibió un fuerte golpe en una de sus ya hinchadas mejillas que lo calló
enseguida; continuaban propinándole puñetazos en torno a la caja torácica, el
estómago, la parte superior del pecho y por último, una patada justo en la
parte izquierda del pelvis. Ésta última fue tan intensa, llena de odio y enojo,
que le quebró en varios pedazos el hueso, el muchacho gritó de dolor mientras sentía
que se desmayaba al no poder sobrellevar la agonía, aunque para su desgracia no
fue así y estuvo consciente al momento en el que una espina del quebrado sistema
óseo le perforaba algún órgano interno. Sintió una punzada terriblemente
dolorosa y de su boca comenzaba a salir espuma, el shock estaba iniciando;
cuando Frank se dio cuenta de que la sustancia se tornaba de un color rojo
sucio, señal de muerte inminente, continuó:
-Ocultar información es una forma me mentir, chico. Te
encuentras pecando no de palabra, sino de omisión.- Deino alzó débilmente la
mirada y tragó saliva, quizás moriría ahí, pero si esperaban que fuera un
delator, tendrían entonces que matarlo mil veces más. Respiró y cerró los ojos esperando
el desenlace, sin embargo, lo que sintió fue totalmente distinto: otro par de
manos lo sujetaron por el rostro y el dolor empezó a mitigar rápidamente,
sentía sus fuerzas volver a él. La sensación de hinchazón se desvaneció y el
sabor y olor a sangre habían desaparecido, todo en un par de segundos. Las
manos que lo mantenían de pie lo habían soltado y tuvo la fortaleza usual para
sostenerse por sí mismo.- Quiero que consideres lo que ha pasado aquí para futuras
ocasiones, mi muchacho. De verdad, no hay cosa que me enfurezca más que alguien
me mienta. El Creador no permite la entrada al paraíso a los mentirosos, y por
lo tanto, no hay cabida entre sus filas para la escoria de la ponzoña
embustera.- Deino abrió los ojos mientras Frank le decía aquello, el líder se
acomodó el cabello para atrás y volvió a su asiento detrás del escritorio.
-No lo entiendo, yo…- decía el platinado, al verse
completamente sano e intacto de los golpes que había recibido hace poco.
-¿Por qué nunca me dijiste que podías crear ese tipo de
recursos?- preguntó mucho más tranquilo el líder, ahora sí con un tono
reconfortante. Deino lo entendió todo de golpe y realmente agradeció no haber
dicho nada que pudiera comprometer a alguien de sus aliados.
-Nunca le vi caso, señor. No era algo que considerara
realmente importante. Le juro que no lo oculté, maestro, simplemente no lo
recordaba. Es un aspecto de mi poder que pienso banal.- confesó con sinceridad,
aún sorprendido del cambio tan repentino en la situación. Frank gruñó por lo
bajo y a pesar de haber sido una expresión de frustración, el chico se sintió
acongojado; el moreno recargó la cabeza sobre su mano, se quedó en silencio
durante algunos largos segundos y le hizo un gesto a Jason. El castaño se
levantó de su lugar y abrió la puerta.
-Ven, muchacho. Vayamos a caminar.- indicó Frank mientras
caminaba hacia la puerta y desaparecía de la oficina, Jason le dedicó una
mirada furiosa al platinado y éste avanzó corriendo para alcanzar a Frank
Martínez.
Deino vislumbraba muy lejano el día en el que su Maestro
saliera a caminar por mero gusto, pero al parecer había estado equivocado como
en casi todo lo que pensaba próximo o cercano.
Frank le sorprendió al subir las escaleras del tercer nivel con Jason caminando cautelosamente detrás de él, cruzó El Vínculo y salió a respirar con frescura el moribundo aire que inundaba a la ciudad.
Frank le sorprendió al subir las escaleras del tercer nivel con Jason caminando cautelosamente detrás de él, cruzó El Vínculo y salió a respirar con frescura el moribundo aire que inundaba a la ciudad.
Tomó camino y rápidamente se encontraron andando a lo
largo del carril vehicular intermedio de una de las avenidas principales en el
ala oeste de Sternbild; aquella avenida conectaba al final de su extensión a
las demás calles, bulevares, prolongaciones y avenidas principales de todas las
zonas de la ciudad, y gracias a ello se podía llegar al centro (tanto comercial
como económico) en cuestión de minutos, pasando por casi todas las áreas de
interés que ofrecía la urbe. Era de esperarse que la avenida estuviera en plena
hora pico, automóviles y transporte de carga sonando las bocinas, los peatones
cruzando de un lado a otro sin cesar, los grandes establecimientos lanzando
propaganda y los espectaculares aturdiendo desde temprano con sus majestuosas
iluminaciones e imponente tamaño; claro que no era así. La calle estaba
desolada, los lamentos se escuchaban por todas partes, gritos desesperados,
llamados de auxilio… todo en vano. Frank se ensalzaba de la situación, el aire
con un sutil olor a ceniza era simplemente delicioso, las calles grises,
destrozadas, vandalizadas, corrompidas por el miedo, ese delicioso miedo que se
podía inhalar como aquella droga de fino polvo blanco, ese olor que podría
hacerse igual de adictivo que la sustancia misma.
Los humanos más extremistas se dejaron perder por el pánico, soltando la esperanza desde el momento en el que la Brigada se anunció; Frank disfrutaba los suicidios colectivos, pero los que no tenían nada que ver con el poder del brigadista Valtteri Bottas y eran meramente señales de sumisión, oh, vaya… ésos sí que le llevaban casi al éxtasis
Los humanos más extremistas se dejaron perder por el pánico, soltando la esperanza desde el momento en el que la Brigada se anunció; Frank disfrutaba los suicidios colectivos, pero los que no tenían nada que ver con el poder del brigadista Valtteri Bottas y eran meramente señales de sumisión, oh, vaya… ésos sí que le llevaban casi al éxtasis
-¿Qué es lo que ves, mi muchacho?- dijo casi en un
suspiro, sonriendo al aire. El platinado lo pensó un poco antes de responder,
pero no supo atinar a otra respuesta.
-Nada, señor.-
-Hazlo de nuevo, y esta vez, observa, no sólo mires.-
volvió a suspirar. Deino miró alrededor, vio cada detalle que su vista le
permitía de la decadente ciudad, hizo lo que Frank, inhaló y exhaló
profundamente y dijo lo que su mente pensó, sin reconsiderar.
-Veo miseria, Maestro. Apesta a muerte.- dijo
tranquilamente antes de pasmarse al escuchar sus palabras. Frank abrió los ojos
en señal de sorpresa y le dedicó una mirada con una expresión increíblemente
difícil de descifrar. Después se sonrió y se permitió una leve y genuina risa.
-Exacto, Deino. Este podrido mundo tiene que morir para
abrirle paso al siguiente, a la evolución del creador. Este es tu papel aquí,
muchacho. Tú fertilizarás esto nuevamente, y no sólo me refiero a que
reforestes la destrucción, sino que tú serás quien marque los nuevos regímenes
económicos del nuevo mundo.- Frank disfrutaba cada palabra que sentía, emanaba
excitación al ver a la distancia e imaginarse su ideal de mundo perfecto; Deino
se encontraba aún más confuso, su papel en la reforestación del planeta era
claro, pero… ¿régimen económico?
-No lo comprendo, señor.-
-Me molesté hace un momento porque además de que omitiste
información, me di cuenta de que si nos hubieras proveído de piedras y metales
preciosos, mis reuniones con Anick Lomawien para sostener Ouroboros nunca
hubieran sucedido… aborrezco a esa mujer.- el moreno dejó escapar un sonoro
suspiro y después se sacudió, como deshaciéndose de una sensación asquerosa.-
Pero lo pasado, pasado. Ahora que Sternbild va en ruta directa a la perdición,
el resto del mundo será tan fácil de tomar… restableceremos el cambio actual
por nuestra propia marca, una aleación de oro blanco, plata y titanio hecha
moneda que deje claro el nuevo rumbo del planeta. ¿Será un problema, Deino?- su
expresión cambió de una suave y emocionada, a una que denotaba clara presión
sobre el platinado.
“Pero Maestro, crear metales o piedras de manera regular
me desgasta mucho, me duelen los huesos hasta el punto de agonizar. No puedo
hacerlo… a la larga moriré.”
-Ningún problema, señor. Lo haré.- contestó el muchacho,
al contrario de lo que pensaba.
No veía caso dar excusas, Frank odiaba las excusas tanto
como a los débiles, y una excusa era señal de debilidad. Tampoco era como si
pudiera decir simplemente que no quería hacerlo, era una orden directa del NEXT
Supremo y desafiarla era como desafiar al Creador mismo; el castigo por la
insubordinación era el exilio. El único problema era que el exilio y la
deserción se pagaban ambas con la vida, reglas de Ouroboros vigentes desde sus
orígenes.
-No esperaba menos de ti, muchacho. – dijo esbozando una
leve sonrisa, con una mirada llena de malicia que a Deino le resultó
particularmente extraña y ciertamente perturbadora.- Empezarás a primea hora de
mañana, y a partir de eso, será tu única actividad dentro de la organización
hasta que tengas que curar al planeta.-
-¿Y mis tareas administrativas, señor?- preguntó con
interés, uno que disfrazaba su temor de imaginarse produciendo “el nuevo tipo
de cambio”. Si tan sólo haber creado el topacio azul para Kaede le había hecho
sentir débil y adolorido de las costillas… era peor teniendo que formar
metales, y no sólo eso, sino tener que alear tres tipos diferentes de éstos. La
idea le producía náuseas.
-Tendrás todo el día de hoy para capacitar a la persona
de tu elección para desempeñar tus actividades. Todos ganamos, mi muchacho; tú te
afianzarás como pilar de la evolución y a quien elijas subirá de rango. No es
algo que suceda a menudo, así que es su día de suerte ¿no te parece?-
Deino asintió con una ligera sonrisa, disimulando
perfectamente la angustia que sentía al firmar lo que muy seguramente sería su
sentencia de muerte.
…………………………………………………………………………….
-¡No! ¡Tienes que decirle que no!- decía Kaede, llorando
con zozobra mientras tomaba entre sus salvaguardadas manos las del muchacho y
las apretaba con cierto desespero.
-Lo lamento, princesa… tengo que hacerlo, sino pondré en
riesgo todo nuestro plan.- decía con pesadez, pero aun así se esforzaba por
mantener en su rostro una sonrisa para que la chica no se alterara más, si eso
era posible; la peliblanca había prácticamente obligado al platinado a que le
dijera lo que había sucedido en la mañana con Frank, y necesitó más de veinte
minutos de ruego de parte del chico para que Kaede no saliera a “partirle la
cara” al líder de Ouroboros.
-¿Cuál plan, Deino? ¡No hay ningún maldito plan!-
-No todavía… no pierdas la fe, Kae.- la voz del chico
sonaba tan tranquila que la peliblanca no lo resistió, comenzó a llorar
desconsoladamente y sus piernas flaquearon, se arrodilló en el piso mientras
sostenía su rostro, tratando de acallar su llanto. Deino se arrodilló frente a
ella, apartó sus manos de su húmedo rostro, tomo la palma de la zurda de la
chica y la colocó sobre su boca y la besó. Sabía mejor que nadie que no podía
besarla como él quisiera, pero si pudiera elegir morir a manos del veneno del
NEXT supremo a cambio de un beso de ella, lo haría sin pensar. Cortó el roce de
sus labios contra esa maldita tela y fijó sus ojos en los vidriosos de la chica
frente a él y con mucha dulzura acarició su propio rostro con los dedos de
ella.- Necesito que tomes mi lugar, hoy voy a enseñarte qué cosas hago aquí y
cómo. Este puesto te dará más libertad, quiero que la uses para comunicarte con
tu padre y los demás y organicen un plan. No nos podemos permitir que Ouroboros
viva un día más.-
-No quiero perderte, Deino. No a ti… - la chica estaba
sorprendida por aquel desplante de afecto, no sabía cómo reaccionar y eso le
parecía ridículo. Estaba hecha un mar de emociones pero tenía que mantenerse
objetiva ante la situación, podría resumirse a que el futuro de un mundo con o
sin humanos dependía en buena parte de ella.- De acuerdo… enséñame.- suspiró
pesadamente con una expresión amarga plasmada en el rostro de la joven Origa
Petrov.
-Pero antes, ¿recuerdas que Frank mencionó algo acerca de
que una mujer solventaba los gastos de la organización?-
-Sí, que la manipulaba a su favor… sujeto despreciable.-
la chica calló por unos segundos, frunció el ceño y continuó con curiosidad.-
¿Qué con eso?-
-¿Te suena de algo el nombre Anick Lomawien?-
-En algún lugar lo he escuchado, pero no logro recordar
en dónde fue… estoy segura que fue en televisión.-
-Yo tampoco lo recuerdo, pero sé que algo tiene que ver
con la farándula, o por lo menos con Hero TV.-
-Entonces crees que los héroes sepan de quién se trata.-
asintió la chica, ahora con mucha seriedad, concentrándose en la problemática
actual.
-Sólo ellos nos lo podrán decir…-