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viernes, 2 de junio de 2017

Los tres crisantemos dorados. - One Shot.

Hola, shabos locos :v
YA SÉ QUE NO HE ACABADO EL TAIBANI PERO ESTOY EN ELLO, LO JURO XD
Peeero, les comparto una historia que hice para una tarea de la Universidad, espero les guste.

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-¡Yo no lo hice! ¡Por favor!- gritó la joven Angyalka mientras luchaba contra el agarre de los proclamados Centinelas Imperiales.
-¿Niegas entonces haber cortado tres crisantemos del jardín del Emperador?- preguntó con desdén otro de los centinelas. La chica bajó la cabeza mientras una lágrima se deslizaba sobre su mejilla, incapaz de mentir.- Eso pensé. Llévensela, tendrá un justo juicio por su atroz crimen.-

La madre naturaleza guarda muchas sorpresas, y la que más tomó desprevenida a la humanidad fue lo que por mucho tiempo los entonces llamados “fanáticos ecologistas”, difundían como la “Teoría Gaia”. Ésta predecía el más terrible y monstruoso desastre natural jamás habido; tsunamis que sobrepasaban al rascacielos más alto, terremotos tan violentos que se abrirían brechas kilométricas entre los suelos, ciclones, monzones, tornados, tormentas, todo al mismo tiempo; la tierra se curaría a sí misma de la más grande y destructiva plaga: los seres humanos.
Muchos pensaron que el día no llegaría, y que si lo hacía sería en un futuro más lejano. Sin embargo, en el año de 2020 cuando la humanidad se encontraba al borde de la tercera guerra mundial y la naturaleza había absorbido la mayoría del daño colateral, fue entonces que sucedió. El desastre natural más atroz que alguna vez se hubiera visto; edificios desprendidos del suelo como si de flores se tratase, megaestructuras despedazadas cual papel, ciudades inundadas, pueblos arrasados, países deshechos. Para 2022 que volvió a hacerse un censo mundial se descubrió el aterrador precio: 93% de la población mundial había perecido en el siniestro; aquel día, la humanidad recibió un triste recordatorio: El de que vivían con miedo de la verdadera fuerza de la naturaleza y hundidos en la deshonra de haber sido quienes desataron la furia de la misma.
Desde entonces, la población, dedicó todo esfuerzo a reconstruir causando el menor daño posible, cuidando cada recurso utilizado, designando áreas de vivienda específicas, prohibiendo a toda costa la violencia hacia la madre naturaleza: La nueva deidad del 7% de gente restante.
Un nuevo orden se había establecido y para el año 2030, el autoproclamado Emperador de la Coalición Gaia era el principal predicador de la Teoría homónima, la pasión que desprendía al hablar sobre el castigo de “Gaia” (refiriéndose a la tierra con el nombre griego de la diosa de la tierra) convencía a sus seguidores, quienes habían sido sobrevivientes del castigo supremo y ahora dedicarían su vida entera a retribuir y agradecer haber sido de los “elegidos” para continuar viviendo de la diosa.

-”Aquí viene el sol…”- dijo el juez Corvo a los presentes en la audiencia, desde el centro y lo alto de su silla en el Magisterio de Justicia.
-”… la estrella más brillante de todas.”- respondieron absolutamente todas las personas en la sala.
-Y que Gaia nos juzgue, hermanos.- dijo con una sonrisa y tomó asiento. Su expresión se endureció y miró fijamente a la chica, que permanecía de pie en el centro del salón, sintiendo cómo las miradas de los espectadores alrededor la juzgaban cruelmente.- Ibolya Angyalka, el día de hoy se encuentra en este tribunal acusada de violencia contra la Gaia, además de que profanó el sagrado jardín del Emperador, en donde mantiene conexiones espirituales con la diosa misma. Se le acusa de haber arrancado cruelmente y sin consideración alguna hacia la Gaia o sus colegas sobrevivientes humanos, tres crisantemos dorados.- el público de la audiencia se exaltó ante la declaración del juez.
-No tengo nada que alegar en mi defensa, Señor. A nadie le importa las razones por las que lo hice, sólo importa mi crimen… ¡esto no es un juicio, esto es una proclamación de sentencia!- Angyalka soltaba lágrimas al analizar las palabras que habían salido de su boca, sin embargo, eran ciertas. Los crímenes contra la Gaia nunca tenían un verdadero juicio, sólo una condena, y su caso no sería la excepción.
-Señorita Angyalka, en eso concordamos todos. Ningún ser humano puede permitirse el lujo de dañar a la Madre Suprema de nuevo, no podemos después de que la Gaia nos permitió sobrevivir. Sus acciones podrían desencadenar otro castigo supremo. Perderemos el sueño y pasaremos hambre si es necesario, pero la humanidad es escasa ahora, y si no respetamos los deseos de la Madre Suprema, nos recordará lo débiles que somos bajo su yugo. ¿Entiende?- el juez Corvo tenía un semblante dulce, como si estuviera explicándole algo a un niño pequeño.
-Si mi castigo es la muerte, como imagino que será… ¿puedo ver a mi madre una última vez?- preguntó la chica, con la voz quebrada pero la frente en alto.
-De acuerdo. Ibolya Angyalka, se le condena a muerte por el crimen de violencia contra la Gaia. Su ejecución será programada para mañana al amanecer. Como lo solicita, podrá ver una vez más a su madre, dos centinelas imperiales la escoltarán durante el trayecto y deberá volver a su celda antes de la puesta de sol para esperar su ejecución. Es todo, se levanta la sesión y que Gaia nos juzgue, hermanos.-

-¿Mamá? ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo?- decía la joven mientras acariciaba el cabello de su anciana madre, blanco como la nieve y suave como la seda.
-¡Oh, Angyalka! ¡Has vuelto!- exclamó con una entusiasmada pero débil voz, abría los ojos poco a poco, recuperándose del profundo sueño en el que se encontraba mientras su hija tocaba su frente.
-Veo que la fiebre desapareció, el té de crisantemos hizo lo suyo. Duerme un poco más y estarás como nueva, Yo tengo que irme, mamá.-
-¿Volverás pronto?- Angyalka ahogó sus lágrimas y depositó un beso en la frente arrugada de su madre, quien volvía a quedarse profundamente dormida. La chica se incorporó y salió donde los Centinelas Imperiales la esperaban.

El tiempo que transcurrió entre la puesta de sol y el amanecer fue mucho más corto de lo que Ibolya Angyalka esperaba.
La soga que el verdugo apretaba alrededor de su cuello era aún más suave de lo que Ibolya Angyalka esperaba.
La silla desde donde estaba de pie estaba más cerca del piso de lo que Ibolya Angyalka esperaba.
El amanecer se veía aún más hermoso de lo que Ibolya Angyalka esperaba.
Sonó una campana, y el dolor que experimentó fue más gentil de lo que Ibolya Angyalka esperaba.

‘Y en voz alta contarán hasta diez. Aquí viene el sol, la estrella más brillante de todas…”