Día 3 después de la primera aparición de la Brigada 731.
-… ino. Deino… ¿me escuchas?- a la distancia se escuchaba el sonido de una angelical voz, un delicado bálsamo… ¿acaso así se sentía tocar el paraíso? La sensación recorría su cuerpo inundándolo de serenidad, inclusive podía oler con claridad cómo un suave pero embriagador aroma a caramelo se impregnaba en la refrescante brisa que chocaba contra su rostro.
-Soy yo, Creador.- respondió el chico, con una leve y genuina sonrisa. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lograba vislumbrar una luz y el rostro de su amada, la sangre que escapaba de su nariz goteaba en el piso con un sonido hermoso y relajante. Alzó levemente su mano y estiró la punta de sus ya muy escarmentados dedos, como si quisiera alcanzar algo; con una voz suplicante llena de esperanza y dicha, hizo su petición.- ¿Podrías… llevarme con ella?-
El desayuno que Kaede le había llevado al platinado quedó esparcido sobre la bandeja en el piso de la habitación en el momento en que se abalanzó a socorrerlo, encontró a Deino semi consiente, delirando palabras sin sentido con la mirada perdida en las luces que colgaban del techo. La chica intentaba sin éxito que se reincorporara, y así como cuando ella misma experimentaba ocasionalmente ataques de ansiedad, hizo lo que su abuela Anju hacía para relajarla con la esperanza de que funcionara; daba palmadas gentiles a las mejillas del muchacho y soplaba a la altura de los ojos y nariz. El semblante de Deino se compuso, pero aun no recobraba la conciencia.
-Por favor, cariño… respóndeme.- suplicaba alarmada la chica, mientras seguía palmeando y soplando sin éxito, sus propias lágrimas empezaban a humedecer el rostro que reposaba incoherente en su regazo. Vio que los rasgados ojos grises del muchacho empezaban a cerrarse cada vez más en una cálida pero cansada expresión de paz.- No… no, no, no, no me hagas esto ¡Por favor! ¡Despierta!- la chica abrazó con recelo y desesperación la cabeza del platinado, meciéndose hacia atrás y adelante pensando en mil cosas y a la vez en ninguna, la impotencia se apoderaba de ella.
-¿Qué está pasando aquí?- una gélida voz resonó con estruendo, los pasos del hombre se escuchaban firmes con cada desplante. Kaede se heló, la voz había penetrado sus oídos de manera violenta y una sensación de temor le empezó a inundar.
-Jason… traje el desayuno para Deino pero lo encontré en este estado y…- explicaba con la expresión angustiada de una joven Origa Petrov, pero el segundo al mando de Ouroboros (quien ni siquiera había hecho contacto visual con ella) la interrumpió dirigiéndose exclusivamente al chico.
-¿Crees que esto es aceptable, Deino? El Maestro me envió para hacer un conteo del nuevo tipo de cambio, pero esto...- recriminó mientras se acercaba al contenedor más cercano, hundió su mano entre las brillantes y casi cegadoras monedas sólo para hacer un conteo aproximado.- Esto es inaceptable. Llevas desde ayer cumpliendo una única función y no has fabricado ni cien monedas. ¿Qué explicación esperas que le dé al Maestro sobre tu mediocre desempeño?- la voz de la chica sonó por lo bajo por detrás de él, temerosa de hablar.
-Jason, creo que es mejor si…- la mano del castaño tomó impulso desde su lugar y se dirigió perniciosa hasta la mejilla de Kaede, quien con veloces reflejos alcanzó a cubrir su rosto con ambas manos, evitando a toda costa el contacto de la mano desnuda del NEXT que la violentaba aunque el impacto dolió de igual manera.
-Es mejor si te callas y te limitas a tus actividades. No creas que tienes el derecho a opinar sólo por haberte ofrecido como una furcia con él.- bramó con desprecio mientras señalaba al chico, aún convaleciente.- No sé cómo es que te convertiste en el pequeño proyecto personal de Lunatic, pero escúchame bien: Si Deino no cumple con su deber en tiempo y forma, me voy a asegurar de que el Maestro les entierre a ambos una de sus espinas venenosas en lo más profundo de ese asqueroso e ingenuo saco de células que tienen por corazón. Muy romántico ¿cierto?- Kaede estaba paralizada sin saber qué hacer, el miedo recorría cada centímetro de su cuerpo y sólo pudo atinar a asentir levemente; Jason se volteó con paso firme hacia el cuerpo de Deino quien batallaba por espabilarse, y tomando el impulso suficiente, la espinilla del castaño golpeó con malicia hacia la boca del estómago del platinado.
Se escuchó un terrible crujido y el dolor hizo que Deino recobrara la conciencia mientras se retorcía de dolor a causa de una costilla fácilmente rota. La chica simplemente apartó la mirada, incapaz de ver al muchacho sufrir pero los gritos le parecían ensordecedores. Ahogó su llanto lo más que pudo hasta que los alaridos cesaron, entonces se acercó a Deino y lo ayudó a que tomara asiento de nuevo mientras él le sonreía agradeciéndole con la mirada.
-Reciban esta nueva era que favorece a los fuertes, o mueran igual de indignos que los débiles. ¡Pónganse a trabajar!- finalizó el castaño marchándose y azotando la puerta tras de si.
-Lamento que hayas tenido que pasar por eso, princesa. ¿Estás bien?- preguntaba Deino entre murmullos.
-No te preocupes por mí. Sólo sigue resistiendo, ¿de acuerdo? Te prometo…- decía con ferviente enojo.- … que esto se terminará muy pronto.-
……………
Dos horas habían pasado desde lo sucedido, el medio día no lucía radiante sino más bien frío y sombrío desde la fábrica abandonada al oeste de Sternbild. Kaede se encontraba más tranquila pero no menos furiosa, mientras hacía sus deberes repasaba mentalmente una y otra vez las opciones con las que contaba para poder acabar con la organización lo más pronto posible, pero todas eran demasiado arriesgadas. Pero si no se arriesga, no se gana ¿cierto? Después de todo, ese mismo sentimiento fue lo que la llevó a infiltrarse tras las líneas enemigas y descubrir al enemigo antes que los héroes mismos. Tal vez tomar un riesgo era la mejor opción… la única opción para desbaratar al enemigo desde dentro. La chica sabía muy bien que la Brigada 731 tenía acorralada a la ciudad y a los héroes paralizados, así como sabía que si los héroes contaran con información precisa y de primera mano sobre estos paramilitares NEXT sabrían cómo atacar.
Frank Martínez, líder de Ouroboros tenía toda la información que necesitaba la Primera Liga, ¿pero cómo conseguirla sin levantar sospechas? Además, todos los días en punto de las 12:30 del día el autoproclamado NEXT supremo daba un sermón obligatorio a sus feligreses/militantes. Kaede estaría ocupada verificando la lista de asistencia con más de 1.600 personas veinticinco minutos antes de iniciar cada sermón. Deino había hecho este proceso mucho más sencillo al integrar cada 20 personas a un grupo con el nombre de una letra del alfabeto radiofónico acompañado de un número; este sistema también servía para clasificar a los NEXT que participarían en las filas de combate primarias, secundarias, terciarias y de apoyo. Por ejemplo, Lunatic y Jason pertenecían al grupo Alfa 1, los NEXTs con capacidad destructiva considerable estaban repartidos entre los grupos Bravo, Charlie, Delta y Echo; Deino y Kaede en cambio, fueron asignados a Whiskey 3, junto con Joseph de Lavandería y Carl de Vigilancia.
La pequeña Kaburagi miró su reloj de pulsera, la hora para empezar a cotejar a los asistentes se aproximaba por un par de minutos. Se dirigió a la puerta del acceso subterráneo, donde los militantes sabían de antemano que debían de organizarse en sus respectivos grupos, ya que la asistencia se tomaba en consideración siempre y cuando el grupo estuviera completo.
-¿Alfa 3? Uno, dos tres…- la castaña contaba a las personas con mucha concentración.- … diecinueve y veinte. Adelante. ¿Bravo 1?- procedió mientras palomeaba en la lista al equipo anterior, el grupo avanzaba con velocidad para tomar su lugar correspondiente dentro del Vínculo. Kaede era muy rápida y observadora en esta labor a pesar de ser su segundo día como asistente general. Sólo le tomó veinticuatro minutos de los veinticinco habituales hacer la toma de asistencia. Sabía que tenía poco tiempo antes de que apareciera en escena el NEXT supremo acompañado de su fiel esbirro, aprovechó el movimiento de gente y rápidamente bajó por las escaleras; pasó la lavandería y los almacenes del primer nivel, siguió por el comedor en el segundo, hasta llegar a la zona prohibida para la mayoría de los integrantes de Ouroboros: el tercer nivel donde se encontraba la división de investigación y la oficina central.
Caminó con cautela aunque decidida hacia la oficina de Frank Martínez, pero a dos escasos metros de quedar frente a la puerta vio cómo el picaporte giraba y la puerta se abría lentamente. Kaede sin embargo, mantuvo la compostura y entró sigilosamente a la habitación que estaba inmediatamente cercana ella, dándose cuenta que se refugiaba dentro del ala de investigación; afortunadamente estaba vacía y sin ninguna alma, ya que todos esperaban impacientes el sermón de su Maestro en El Vínculo. Escuchó algunas risas y uno que otro murmuro, la chica pegó su oreja a la puerta para oír con claridad.
-… lo juro, sólo estoy esperando que se empiecen a matar entre ellos, Jason.-
-Los acorraló brillantemente, Maestro.-
-Lo sé, creen que estar atrincherados en el edificio de HeroTV les va a comprar tiempo, pero con Vaako pisándoles los talones, es cuestión de un par de días para que se entreguen.-
-La moral de la organización crece con cada día que pasa. Su victoria ya está asegurada, Señor.-
-Así es, mi buen amigo. Creo que hoy me saldré del discurso y alentaré a nuestros seguidores con algo motivador previo a nuestra inminente victoria…-
Las inconfundibles voces de Frank y Jason fueron atenuándose gradualmente y Kaede comprendió que el tercer nivel estaba despejado; antes de salir del ala de investigación, recordó que el día anterior programó en la mensajería una entrega de un paquete a esta área, algo que tal vez le resultaría muy útil en esos momentos. Vio la pequeña caja que afortunadamente ya estaba abierta (y así no levantar sospechas), tomó una memoria USB completamente nueva y salió discretamente de la habitación.
Fijándose que no hubiera nadie en las proximidades, se dirigió con extremo sigilo a la puerta de Frank; se percató que en la parte superior del marco de la puerta de la oficina central había una especie de dispositivo con una tenue luz clara, pero al ver que cuando abrió la puerta no sonó ningún tipo de alarma o pasó algo siquiera, no le dio importancia. Quizás sólo era un sensor de movimiento para activar la luz al entrar, eso sonaba más lógico considerando que eso sucedió… sus pensamientos entintados con paranoia no estaban ayudando mucho en el momento. Se sacudió un instante y se concentró en lo que tenía que buscar: la información sobre la Brigada 731. Había muchos documentos sobre el escritorio de Frank, y aunque pensó que le tomaría una eternidad revisar cada uno para encontrar lo que necesitaba, había un expediente que estaba marcado con un color verde fluorescente. Imperdible. Nombre del archivo: “CONFIDENCIAL: Perfiles B731”.
Kaede estaba perpleja, no lo podía creer. Mientras revisaba superficialmente el documento, se percató de que tenía en sus manos el expediente con la biografía de cada integrante de la Brigada 731 (la versión extraída por las investigaciones de la Interpol y la versión “real” del investigador de Ouroboros) y su clasificación en DR (Danger Rate - La tasa de peligrosidad). ¡Tenía en sus manos el poder de acabar con esto de una vez por todas! Salvar a la humanidad, a su padre, a Deino… Un sentimiento arrasador de esperanza inundó completamente su cuerpo y se puso manos a la obra. Tomó el expediente y lo puso directamente sobre el escáner de la oficina de Frank, conectó la memoria USB al puerto de la máquina e hizo una sencilla configuración. De ese modo, mientras el documento se escaneaba, se guardaba automáticamente en el pendrive.
El documento se escaneó y guardó completamente en pocos segundos, la chica guardó la memoria USB y se aseguró de dejar el expediente tal y como lo encontró en primer lugar. Tomó su tabla de anotaciones, cuando se dispuso a abandonar la oficina central, optó por esconderse rápida y sigilosamente al notar que el picaporte estaba girando y la puerta tenía intenciones de dejar a alguien entrar. Se arrastró debajo del escritorio principal, intentando tranquilizarse… en el peor momento estaba empezando a sufrir un ataque de ansiedad por lo que comenzaba a hiperventilar. Llevó sus temblorosas manos hacia su rostro, haciendo presión en su boca y nariz, ahogando el ruido que quería escapar y conteniendo las lágrimas. No podían descubrirla, no ahora, no con la clave para terminar la guerra.
-Dijo que la taza de té estaba sobre el escritorio…- se decía Jason, mientras buscaba con la mirada sobre el escritorio.- ¡Ah! ¡Aquí está!- tomó con indiferencia el recipiente y sin más se dio la vuelta. Kaede se relajó, creía que la habían descubierto cuando en realidad, Keyes únicamente bajó a la oficina central por la taza de Frank, casi era gracioso. Pero soltó un sutil suspiro de alivio antes de tiempo.- ¿Qué fue eso?- preguntó Jason al aire, mientras volteaba indignado y con evidente furia en su voz. Sus ojos eran los de un maniático.
Como un balde de agua fría, la chica cayó en cuenta de su falta error y volvió aprisionarse el rostro con ambas manos. Jason buscaba con acecho en la mirada y lanzó una terrible amenaza:
-Si no te muestras en tres segundos, usaré mis campos de fuerza para reventar cada uno de tus órganos y lo que reste de tu cuerpo sólo podrá ser comparado con comida para perros. ¡Uno!- comenzó a contar, su voz era atronadora y siniestra.
::¿Qué demonios voy a hacer ahora? No puedo entregarme…:: pensaba la chica, quien batallaba por mantenerse oculta y en silencio, pero el miedo la carcomía violentamente.
-¡Dos!- Jason se empezó a iluminar en su azul fluorescente característico y se sintió la energía recorrer la habitación. Aquello no iba de farol.
::… pero si me entrego mi castigo será aún peor, me asesinará y no podré darle la USB a los héroes, a mi padre…:: la chica temblaba violentamente.
-¡Tres!- gritó finalmente el castaño.
::Papá…- Kaede cerró sus ojos y esperó el trágico desenlace.
Pasaron unos segundos, todo estaba en calma… “¿Así se siente morir?” pensó la chica. Se preguntó a sí misma si estaría en el cielo o en algún tipo de vida después de la muerte, pero confirmó que no era así cuando volvió a escuchar la voz de Jason Keyes, asegurándose de que estaba más que viva y al parecer, intacta. Abrió los ojos dándose cuenta que seguía escondida debajo del escritorio de Frank.
-Creo que fue una falsa alarma.- la voz del esbirro sonaba mucho más tranquila, aunque igual de indiferente que al principio. Paso firme atravesó la puerta de la oficina, regresando con premura junto a su Maestro. Kaede quitó sus manos del rostro y dejó caer sus hombros, inhaló fuertemente y lloró como nunca lo había hecho en su vida.
………..
-¿En dónde carajo estabas, Kae?- preguntó Jason con disgusto en la mirada a la chica cuando ésta se incorporó siete minutos tarde al sermón de Frank en el Vínculo, tomando su lugar como asistente junto al castaño y supuestamente a Lunatic, quien no se había presentado al ser el único militante que tenía permitida la inasistencia.
-Fui con Deino para saber si necesitaba algo.- respondió la chica, con evidente desdén, desafiante y de mala gana. Se supondría que mantendría una personalidad complaciente y de bajo perfil para no comprometer su fachada, pero lo único que deseaba en ese momento y desde la mañana, era tirar un par de dientes de la horrible sonrisa de Jason. El rostro de la joven madre de Lunatic portado por la joven Kaburagi estaba tenso y asqueado.- Le estoy llevando un suplemento mineral para que no se agote y cumpla con su deber. ¿Preferirías que no lo hiciera?- el castaño hizo una mueca bastante difícil de descifrar, pero el comentario ya estaba hecho, no había vuelta atrás.
-Veo que te estás armando de carácter. Eso me agrada, he de confesar que incluso me excita un poco.- dijo con una media sonrisa, mientras arqueaba escéptico una ceja. Con esa misma expresión se agachó llevando su rostro frente al de ella en una incómoda y poco apropiada distancia; pasó su mirada por el mentón de la chica, después por sus labios y hasta llegar a sus ojos. Kaede se sintió terriblemente intimidada, la mirada lasciva de Jason era una que nunca antes había visto, sin embargo ella no se doblegó y mantuvo el desafío en su mirada.- Pero si vuelves a hablarme de esa manera, voy a hacer algo más que darte sólo una advertencia.- la mano del castaño rozó suavemente la cadera de la chica, y aun así no cedió ante la intimidación muy a pesar de que quería explotar en llanto.
-¿Estás consciente que sólo tengo catorce años y tú más de veinticinco?- Kaede golpeó la mano de Jason al contacto; replicó sarcástica, asqueada, profundamente asustada y ecuánime en su expresión.
-Veintisiete, de hecho. Además, ya eres lo suficientemente mayor, y si Deino ya te mereció ¿por qué yo no habría de hacerlo?- dijo el esbirro con una sonrisa malsana pintada en su rostro.
-Porque te odio.- fue lo último que la chica atinó a decir. Reincorporó su postura, ignorando la mirada del hombre quien soltó un muy desagradable suspiro.
-Pronto te mostraré que es así como se siente mejor.- finalizó con una breve y malévola risa.
……………
El reloj estaba por marcar las 6 de la tarde, faltaban sólo tres minutos para que sonara el toque de queda. Qué día tan más largo y abrumador… definitivamente el peor día que la chica había pasada dentro de Ouroboros, aun considerando la muerte proyectada en vivo el día de la aparición de la Brigada 731. Kaede sabía que tenía que ser fuerte, sólo tenía que salir rápida y sigilosamente de la fábrica para buscar a su padre y darle la USB. Gracias a Frank ahora sabía en dónde se refugiaba, esperando que aun así hubiera podido recibir la carta que le había dejado unos días antes.
Disponía únicamente de una hora, ya que a las 7 la cena se servía y debía tomar de nuevo la asistencia, además de llevar alimento al confinamiento de Deino. Pensar en su estado actual le preocupaba sobremanera, pero esa era precisamente la motivación para acabar con esto de una vez por todas. El toque de queda sonó, el personal de vigilancia en las puertas les indicaba a todos los que estaban en los alrededores de la fábrica que tenían que regresar, y mientras todos entraban vieron a Kaede salir, sin embargo no le prestaron mucha atención ya que como asistente general, tenía permitido saltarse el toque. Aunque sí era obligatorio que les dijera con qué propósito saldría, uno de los vigías la llamó con la mirada.
-Hola, Carl.- Kaede saludó muy amable a aquel de quien había copiado uno de sus poderes. El hombre asintió devolviendo el saludo, sacó una licorera de su gabardina y le dio un buen trago para después ofrecérsela a la chica, quien la rechazó educadamente.- Voy a dar un paseo por los contenedores, tal vez me quede por allá un rato. Regresaré para la cena ¿de acuerdo?- Carl sólo agitó su mano con indiferencia y se sentó en su habitual puesto de vigilancia, junto a un bote que desprendía fuego para iluminar.
Una vez que se aseguró que no había cámaras o gente cerca, transformó su rostro al de una chica que vio en un cartel de goma de mascar y con paso firme tomó camino al edificio de Hero TV; al caminar, simultáneamente contaba en su mente del uno al cien, y cada vez que llegaba a la centena volteaba hacia alguno de los espectaculares que iluminaban el atardecer de la ciudad, encontraba algún rostro y lo cambiaba. Supuso que de esa forma las cámaras intervenidas no podrían rastrear su movimiento tan fácilmente.
La entrada de HeroTV no se veía heroica en lo absoluto, había indicios de quemaduras en el suelo y restos de vidrio y papel. Una barrera de corpulentos hombres impedía el paso hacia la recepción del edificio, en cuanto la chica se acercó uno de ellos alzó un brazo y colocó su mano a la altura del rostro de la chica.
-No hay acceso al público. Haga el favor de dar media vuelta y retirarse.- bramó bruscamente.
-Necesito hablar con los héroes, es urgente.- pedía la chica con ojos suplicantes.
-¿No escuchó, señorita? ¡Lárguese!- dijo mientras acercaba su imponente cuerpo a Kaede, quien retrocedió sintiéndose levemente amenazada y tropezó con algún escombro cayendo sobre sus cuartos traseros.
-¡Hey! ¿Qué le haces, hombre? Sólo es una niña. ¿Te encuentras bien?- una voz familiar sonó por detrás de la barrera de guardias, abriéndose paso entre los cuerpos que salvaguardaban el acceso al edificio. La figura se acercó a ella, agazapándose para tenderle la mano y ayudarla a levantarse del pavimento.- Me llamo Annie, pero aquí me conocen como Black Xiaji. ¿Y tú?-
Kaede recordó haber visto a esta mujer que tan amablemente la ayudaba a levantarse en los programas de Hero TV, no la había conocido en persona sino hasta ese momento, pero la última vez que vio a su padre en aquella reunión organizada por Lunatic éste dijo que ella y Golden Ryan tenían su absoluta confianza. Lunatic incluso consintió que se les revelara su identidad como Yuri Petrov. Confiando ciegamente en esta chica alta y de cabello bicolor, buscó rápidamente el pendrive en su bolsillo y se lo dio a la heroína.
-No tengo mucho tiempo, tengo que regresar. Por favor, toma esta información y acaben con la guerra.- dijo mientras depositaba en las manos de la heroína el dispositivo y las presionaba con sus propias manos enguantadas.
-No lo entiendo… ¿Quién eres?- preguntó Anaksha confundida. Kaede transformó por un brevísimo instante su rostro al verdadero.
-Soy Kaede Kaburagi.- Annie no necesitó más pruebas. En el par de segundos en el rostro de la niña se reveló, pudo ver claramente el mismo espíritu que veía en Kotetsu. No dudó por un instante que se trataba en carne propia de su hija.
-Espera… tenemos tantas preguntas. ¿Por qué no entras y saludas a tu padre? Estoy segura que se aliviará al verte sana y salva.- decía la semipelirroja, con una mezcla de sentimientos encontrados, entre los que destacaban la emoción y los nervios de por fin conocer a la pequeña Kaburagi. Por su parte, Kaede sabía que eso era lo que más quería hacer en el mundo, correr a los brazos de su padre, abrazarlo y decirle hasta el cansancio cuánto lo amaba, pero debía regresar o todo por lo que se había arriesgado se perdería. Revisó su reloj con tristeza.
-Tengo que regresar. Necesitan atacar ya, nos estamos quedando sin tiempo… me estoy quedando sin tiempo.-
-¿A qué te refieres?- pregunto la Leona Siniestra evidentemente preocupada.
-Deino se muere con cada minuto que pasa y Jason…- la chica suspiró pesadamente, intentando no decir nada que provocara que su padre fuera a buscarla en un impulso.- Por favor, Annie, dile de mi parte que lo extraño y que lo amo con todo el corazón.-
Kaede dio la media vuelta y corrió de vuelta a la fábrica, el tiempo no era su aliado en ese momento; contaba del uno al cien, cambiaba de rostro, corría más rápido. Quería deshacerse a toda costa de la sensación que le provocó Jason, ese contacto de la mano del esbirro en la cadera de la chica era repugnante, sus ojos mirándola con un asqueroso deseo desnudándola con la mirada, la joven Kaburagi sollozaba en un desesperado intento de olvidarse de la amenaza que el castaño había lanzado en su contra, hasta que una fría sensación vino a ella: ¿Amenaza o sentencia? Jason… quería violarla.
-¿Kae?- la chica venía inmersa en sus pensamientos, que no se dio cuenta que ya había llegado a la zona de contenedores, muy cerca de la fábrica. La voz que la llamaba era suave y protectora.- ¿Te encuentras bien? ¿Por qué tienes otro rostro? Si no fuera por el traje, debajo de tu ropa, no te hubiera reconocido.- Kaede cayó en cuenta que no había regresado al rostro de Origa Petrov, así que se concentró y lo hizo.
-Lunatic… yo….- la chica inhaló y suspiró profundamente, tomando valor.- Necesito contarte sobre hoy… todo lo que sucedió.- dijo, y al fin, rompió en llanto.