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lunes, 30 de noviembre de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 16. Reunión, el preludio.

-¡¿Ouroboros?!-gritaron los dos originales del Apollon Dúo al unísono. Claro que Frank Martínez ya les había anunciado que la sociedad perduraba... pero ¿Kaede dentro de ella? ¿Acaso su enojo era tal que se había enlistado en las filas enemigas? Kotetsu pensaba eso y también se convencía que así hiciera lo imposible, su hija no lo perdonaría.
-No se las razones que la orillaron a infiltrarse, pero...- decía Lunatic para ser interrumpido por Barnaby.
-Espera... ¿infiltrada?- preguntó haciendo énfasis en aquella palabra.
-En realidad... es un poco más complicado que eso.- Lunatic empezó a narrar como Kaede había llegado, el primer contacto con Deino, cuando el centinela los vio y todo lo consiguiente.- ... ella me hizo cambiar de parecer. Cambió mi modo de ver las cosas... tiene una pasión por la vida que no se iguala con nadie; Thanatos habla con la verdad, y habla a través de tu hija. Así que Deino y yo decidimos ayudarla...- le dijo también acerca de la maravillosa habilidad de la chica para copiar dos poderes a la vez y el traje protector que aislaba sus células para evitar que la descubrieran.
-No lo entiendo... ¿por qué la estás ayudando? ¿Cómo podemos saber que no se trata de una trampa? Básicamente, nos has confesado que eres un miembro de la organización... ¡y quién sabe por cuánto tiempo lo fuiste! Creo que una cosa que siempre te reconocí era que tu posición era imparcial: ni de nuestro lado ni del suyo.- reclamó Barnaby con mucha incertidumbre.
-No puedo excusarme, puedo asegurar que yo no sabía de Ouroboros sino hasta el incidente de Jake, pero a esta altura supongo que da igual si me creen o no. Lo que sí es verdad y ustedes han podido ver es que la organización ha resurgido y el líder no es menos peligroso que su hermano menor.- el rubio dio un paso adelante reprimiendo una rabieta al escuchar los nombres de sus némesis, pero el veterano le detuvo con un brazo.-Escuchen... en realidad no sabría decirles qué fue lo que cambió en mí, sin embargo de Deino sí puedo asegurar que está completamente enamorado de tu hija. Tendrán que conformarse con mi palabra, es lo único que aún me queda con honor. He faltado a la promesa que hace tiempo le hice a Frank...-
-¡¿Enamorado de Kaede?! No, no, no, no y definitivamente no. ¡Ella está aún muy pequeña para esas tonterías de muchachos y demás cosas...!- reclamaba molesto el veterano.
-Kotetsu, concéntrate.- regañó Barnaby por lo bajo mientras Tiger sólo fruncía el ceño en señal de desagrado.- ¿Estarán bien? ¿Podemos ver a Kaede para asegurarnos?-
-Les prometo que la mantendré a salvo, el mundo no puede privarse de su existencia. En cuando a lo otro, será difícil. Puedo ideármelas para concertarles una reunión mañana por la noche en este mismo lugar. Tendremos que ser lo más breves posibles para no levantar sospechas ¿de acuerdo?- ambos héroes asintieron, un poco más tranquilos pero no menos preocupados y un tanto escépticos aún.- Sólo no olviden que usa el rostro de alguien más, pero estoy más que seguro que sabrán que se trata de ella, una vez que estemos en una zona segura podrá volver a su rostro original, lejos de los ojos de cualquier persona; eviten a toda costa tocar su cara y prácticamente toda su cabeza con la piel desnuda ya que son sus únicos puntos vulnerables, o de lo contrario toda nuestra coartada se desvanecerá.-

Lunatic se retiró del lugar, había dicho lo que tenía que decir, nada más y nada menos. El vigilante se sentía nervioso, recordaba aquellas palabras que había dicho: "He faltado a la promesa que hace tiempo le hice a Frank..." Por supuesto que entraba en debates consigo mismo; Martínez fue su salvador, su guía, su impulso a seguir con la obra de Thanatos. Pero en todo este tiempo... ¡qué tan errado había sido interpretado su voluntad! Las palabras de su Dios llegaban con tanta claridad a su alma, sólo para distorsionarse con sus más íntimos deseos, los más sutiles y los más perversos. Y esta pequeña niña, hija de uno de los seres que menos compaginaban con su manera de ser y de pensar, ésta que vino a poner su vida de cabeza y que le provocara hacer labor de meditación para reconsiderar su vida entera. Por fin Thanatos le había puesto ante sus ojos su fiera voluntad, sin distracciones ni malos entendidos: Lo que fuese que el Dios quisiera, Kaede lo expresaría claramente.
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-... y hoy por la noche tendremos que regresar al lugar. Sólo espero que no sea una trampa.- explicaba Barnaby a Ryan y Annie. Los héroes se reunieron al día siguiente en el gimnasio privado de Hero TV; y más específicamente, el original Apollon Dúo se encontraba entrenando un par de horas extras en castigo por no haber sumado puntos en el marcador (impuesto por la [molesta] dueña y el director de dicha compañía).
-Los cubriremos desde lejos, además, Lunatic no les especificó que tenían que ir solos ¿no? Supongo que con ser discretos y guardar distancia bastará.- dijo Annie.
-Nos pospusieron la entrevista de hoy en la noche hasta el fin de semana. Así que no tenemos nada que hacer...- dijo Ryan con un aire de ironía mientras asentía a las palabras de la joven, claro que nunca aceptaría en voz alta que él mismo le había pedido a Agnes la reagendación de dicha entrevista para poder ayudar a sus compañeros de Apollon. Se sentía genuinamente preocupado por ellos después de avistar al "tipejo del fuego azul", pero era demasiado orgulloso como para admitirlo.
-No podremos llevar las armaduras. Son localizables y quiero mantener esto entre nosotros, si esto llegara a saberse entre los peces grandes y directivos, pondremos a mi hija en riesgo. Nos pedirán atacar de inmediato... y todavía no estamos listos para ello.- dijo Kotetsu con preocupación.
-Los demás héroes ya saben de la situación... pero queremos involucrarlos lo menos posible.- agregó Barnaby.
-Por ahora, tengo que hacer lo más complicado hasta el momento: hablar con mi madre al respecto.- dijo Tiger, soltando un pesado suspiro.
-¿Estarán bien? Me refiero también a que tu madre ya está lo suficientemente asustada... ¿Crees que sea buena idea contarle que tu hija se infiltró en la organización criminal NEXT más peligrosa de nuestros tiempos?- preguntó Bunny.
-Vaya... ya que lo pones así...- el veterano rascó su nuca y respiró.- Aún así, ella merece saber lo que pasa y lo que podrá pasar...-

Kotetsu se alejó un momento y subió a la terraza para hablar por teléfono; el tigre sentía un nudo en el estómago y seca la garganta. Era verdad, su madre se había hecho cargo de su hija durante muchos años en su ausencia, había sido no solo su progenitora o abuela de la niña, había sido también como la segunda madre de Kaede. Anju Kaburagi conocía muchas más cosas de su hija que él mismo y aunque siempre sentía culpa por ello, nunca dejó de concentrase en hacer su papel de héroe, haciendo del mundo un lugar mejor para su pequeña... utilizando sus poderes para el bien de la gente. Con una profunda bocanada de aire tomó el valor necesario para buscar el número telefónico en la agenda de su teléfono celular y presionó "LLAMAR".
::¡¿Kotetsu?! ¡¿Has sabido algo de Kaede?!:: contestó su madre con una voz un tanto demasiado preocupada.
-Hola, mamá... Barnaby y yo... la encontramos.-
::¡Oh, Kotetsu!:: dijo y rompió a llorar.:: ¡Lo has hecho! ¡Gracias, hijo!::
-Mamá... no es... no se cómo decirlo.-
::¿Cuándo la enviarás a casa?::
-Escucha, necesito decirte algo, pero tienes que calmarte ¿De acuerdo?-
::¿...qué pasa? ¿Está bien?:: preguntó en un tono más calmado, pero ciertamente más temeroso.
-Kaede... ella... se involucró en algo muy serio. ¿Recuerdas lo que escribió en la nota que dejó? ¿Que básicamente quería compensar las cosas? Ella... se fue a lo extremo, mamá.-
Kotetsu empezó a relatar toda la historia que Lunatic le había dicho, desde el momento en el que el tal chico Deino la recogió de la estación de trenes hasta cuando el mismo Frank Martínez la acogió oficialmente dentro de Ouroboros en perfil bajo (también, la capacidad de la chica para imitar dos poderes al mismo tiempo) y la mencionada reunión de aquella misma noche.
::No la puedes dejar ahí... ¿La sacarás de esa... esa secta o lo que sea que Ouroboros es, verdad?::
-No puedo mamá, si intento acercarme a ella lo único que conseguiré es hacerle daño.-
::Pero... ¿no podrías llevártela cuando la veas hoy?::
-Si no vuelve a la base de Ouroboros sólo apresuraremos el tiempo en que los NEXT rebeldes ataquen... no sabemos qué tan armados estén o lo peligrosos que sean. Cualquier movimiento en falso y miles o hasta millones pagarán el precio.-
::¡¡No me importan esos miles o millones, Kotetsu!! ¡¡Me importa Kaede...!!:: dijo Anju para de nuevo romper a llorar.
-Mamá... no puedo sacrificar a nadie... no puedo...- Tiger se hincó haciéndose un ovillo mientras sobaba su cabeza y contenía el llanto con una voz demasiado quebrada.
::... lo se... eres demasiado noble, hijo. Sólo... tráela a salvo. Es lo único que pido, no dejes que le hagan daño.::
-Eso te lo prometo. Sobre mi vida.-
::Kotetsu... sin importar lo que pase... siempre estaré orgullosa de ustedes dos. Kaede es una excelente niña...::
-¿... mamá?-
::... porque tiene un excelente padre.::
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Ivan terminaba de asearse en los vestidores, había sido un poco extraño regresar al trabajo después de haber estado inactivo por varios días. Sin embargo, a Keith le parecía maravilloso poder volver a desempeñar su papel de vigía. El chico ciertamente había pensado mucho en lo que el Rey le había dicho el día en el que... bueno, ya no sabría describirlo como "beso", puesto que sólo había sido un leve roce de labios, sin embargo aún existía la duda de las razones del monarca tendría para haber hecho semejante cosa. Sacudió todo pensamiento de él, ya estaba un tanto abrumado de repasar una y otra vez lo mismo, necesitaba un pequeño descanso mental; pero en ése momento en el que el chico casi terminaba de vaciar a Keith de su mente, el Rey emergió vestido con sus habituales ropas por detrás de los casilleros. Ivan estaba en proceso de colocarse la ropa interior, así que cuando se percató de la presencia del monarca, un ligero sonrojo se elevó a sus mejillas; le dio la espalda a Keith para ocultar su desnudez y el color rosa de sus mejillas (el cual le parecía más vergonzoso que su desnudez misma).
-¡Ivan! ¡Buen trabajo hoy!- le felicitó el mayor de los rubios con una sonrisa de oreja a oreja, aunque el menor no pudo percatarse de ello, lo imaginó.
-Igualmente, Keith. Me alegra que ya esté en forma de nuevo...- respondió un poco cabizbajo.
-¿Tienes algo que hacer más en la noche?- preguntó Keith, aunque si Origami hubiera puesto un poco más de atención hubiera notado el atisbo de esperanza que salía de la garganta de Sky High.

Ivan logró deducir a qué olía el asunto... le iba a invitar a salir. Recordaba lo que el Rey le había dicho aquél día, que quería pasar tiempo con él porque así lo deseara, no impulsado por la culpa. Sin embargo, ahora sentía ese atisbo de remordimiento por ser Keith quien lo buscara y no Ivan. Pero podía voltear un poco las cosas, tal vez podía salvar el momento de una manera inteligente para hacer que Sky High se sintiera el invitado, y no al revés.
-No, en realidad no tenía nada planeado. Pero si usted también está libre tal vez... podríamos... ir a cenar o algo parecido.- los ojos de Keith se llenaron de una luz demasiado luminosa como para ser simple emoción. Al ver los ojos del Rey, Ivan se llenó de tranquilidad; le producía paz poder hacer al monarca feliz.
-¡Estupendo! ¿Tienes alguna sugerencia?- preguntó entusiasmado.
-Usted decida, Keith. Va por mi cuenta.- el Rey se quedó pensativo un par de segundos.
-Vayamos a tu restaurante favorito. Quiero probar tus gustos. Los míos no son nada complicados... en realidad lo que huela delicioso está bien para mí.- confesó en un todo entre despreocupado y apenado.
-De acuerdo... espero le agrade la comida japonesa.-
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Al terminar una peculiar y deliciosa cena a base de pescado crudo, arroz, algunas frituras cuyos nombres eran un poco difíciles para el Rey de recordar, y un poco de sake, ambos rubios arribaron a la casa del monarca. Los hombres se encontraban felices, el destilado había hecho de las suyas, sin embargo no estaban ebrios; simplemente les había puesto en un ambiente alegre.
Ivan jugaba con John, el labrador se retorcía entre sus manos buscando caricias para después tumbarse panza arriba para que le rascara, moviendo su pata posterior derecha en señal de cosquillas y la cola en señal de felicidad; Keith sacó un par de cervezas de su refrigerador, abrió una bolsa de botanas para vaciarlas en un recipiente hondo y llevarlas a la mesa de la sala. Prendió la televisión que estaba sintonizada en el canal de Hero TV, donde anunciaban que la entrevista de lo que ahora la gente llamaba "Golden Xiaji" (haciendo un juego de palabras entre los nombres de los héroes para representar en una sola palabra a la pareja) se pospondría al fin de semana debido a la "apretada agenda de los héroes".
-Al parecer todos están cayendo en esto del amor ¿no crees? Lo de Tiger y Barnaby me tomó por sorpresa, pero lo están llevando bastante bien... inclusive con lo del asunto de su pequeña niña.- dijo el Rey, expresando lo último con preocupación.
-Estaremos ahí para ellos cuando lo necesiten. Por ahora no podemos hacer nada sin que ellos nos lo pidan, podríamos hacer más mal que bien.- el Rey asintió a la afirmación de Ivan, le dio un pequeño sorbo a la lata y luego le sonrió.
-Me he puesto a pensar sobre ésos dos... creo que nuestra sociedad siempre estará dañada, pero no por los terroristas o malhechores contra los que luchamos, sino por ésta misma. Hay muchos prejuicios allá fuera, y estoy seguro de que ambos han considerado cómo podría repercutir en sus carreras si esto sale a la luz. Pero... ¿por qué dejar que alguien más decida por ti mismo cuando uno es dueño de su propio destino?-
-¿Keith...?-
-A lo que quiero llegar Ivan, es que no quiero que nadie me diga qué es correcto y qué no para poder vivir mi vida felizmente. Por ejemplo... Tiger y Barnaby nos dijeron que no eran homosexuales, a pesar de haberse enamorado. Creo que de cierta forma entiendo el sentimiento, no veo a los hombres en general como objetos de deseo, pero creo que si la persona ideal... mi media naranja llegara dentro de un cuerpo masculino... no me importaría en lo absoluto. No lo dejaría ir por nada del mundo, a no ser de que fuese él quien me lo pidiera.- dijo con una sonrisa.
-No lo había considerado nunca de esa manera...- Ivan lo dijo sinceramente, nunca había sentido repulsión ni nada por el estilo hacia la comunidad gay-lésbica, sin embargo tampoco había indagado mucho en el tema. Era más bien un pensamiento similar a "cada quién en su asunto". Pero lo que sí había estado pensando fue en aquello del otro día en casa de Keith, en ese mismo sillón donde ahora conversaban. Era ahora o nunca, tenía que preguntar las razones de ello, de aquel "beso"; aunque probablemente el Rey estaba tan cansado en ese momento que era muy seguro que lo hubiese olvidado, o recordar que tan siquiera lo hizo.

-La vez pasada que le dieron de alta... bueno, probablemente no lo recuerde... pero....- Keith fijó la vista en el chico con una expresión muy atenta, arqueando la ceja de una manera bastante atractiva, una que Ivan no pudo interpretar muy bien.- Usted... me besó.- admitió por fin, con las mejillas un tanto ruborizadas.
-Sí. Lo hice.- admitió también el Rey, con la ceja todavía arqueada en una expresión indescifrable y la voz firme, como si quisiera apegarse a cada palabra que pronunciaba.
-¿Puedo preguntar... porqué?-
-¿Alguna vez te han dicho que pareces un zorro albino?-
-¿Qué?- preguntó el chico evidentemente desorientado por el rumbo que tomaba la conversación.
-Nunca he sido un hombre religioso o supersticioso, sin embargo creo firmemente en que aunque nosotros forjamos nuestro destino, el universo tiene cosas preparadas para cada uno de nosotros, no importa cuánto lo queramos cambiar, evitar o posponer.- dijo Keith con una suave sonrisa, casi ronroneando con su voz. Ivan siguió el nuevo camino de la charla sin rechistar, sintiendo parecer que el tema conllevaba a uno más conciso.
-¿Lo has descubierto? ¿Qué es lo que esperas de tu destino?-
-Sí. Hace muchos años cuando apenas era un adolescente de doce años, una gitana me leyó la palma de la mano derecha, diciéndome que mi destino me estaba augurando un evento lejano. Me dijo que algún día me convertiría en un águila y me enamoraría de un zorro blanco que me protegería más de lo que yo a él. Claro que en aquel entonces me lo tomé de forma literal y estaba aterrado de volverme un animal. Tres años después aparecieron mis poderes, y otros años después me contrataron como héroe. Cuando mi compañía me proporcionó el equipo para nivelar mi vuelo, comprendí entonces que la gitana hablaba en sentido figurado: que yo era aquella águila. Y terminé de convencerme seis meses después cuando un egresado de la Academia de Héroes se unió a la Primera Liga.- la voz del Rey se volvió mucho más grave, pero no perdió ese toque casi aterciopelado que emanaba de su garganta. Se acercó cada vez un poco más al chico delante suyo.
-¿Ke...ith...?- preguntó Ivan un poco más disperso, mientras involuntariamente se acercaba al rostro del monarca. Sus labios estaban entreabiertos y dejó escapar un poco de aire entre ellos, permitiéndole al mayor de los rubios aspirar su cálido aliento.
-Y entonces me di cuenta de que podrías ser tu... pero no fue sino hasta ahora que me pude dar cuenta. De que siempre fuiste tu.-
Y entonces pasó... ahora fue de verdad. Se acercaron uno al otro cerrando los ojos inconscientemente, dejándose llevar por aquel destino. Los labios de los rubios se unieron en un cálido beso en el que se podían sentir unas discretas lágrimas provenientes de ambos pares de ojos. No hubo objeción alguna, si Ivan era el zorro blanco, aquel zorro albino, lo sería y estaría ahí para defender al águila desde su elemento terrenal.
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Ciertamente sentía un nudo en el estómago, incluso pensó que su propio padre no la reconocería por llevar otro rostro. Kaede no pudo conciliar el sueño la noche anterior, deseaba ver a su padre y por primera vez en mucho tiempo abrazarle como nunca; sin embargo no podría hacerlo con el entusiasmo con el que lo deseaba por temor a perder sus dos habilidades y que su coartada se desvaneciera. El plan no era tan complejo: se verían dentro de unas horas, Lunatic les llevaría a ella y a Deino a la construcción donde el centinela y el dúo original de Apollon habían conversado la noche anterior y una vez en el lugar y de asegurarse que la zona estaba despejada, ella podría volver por un instante a su rostro original.
-¿Kae...?- el chico rubio casi platino le dedicó una suave mirada.- ¿Te encuentras bien?- Deino sostenía una tabla de madera con algunos papeles sostenidos en ella y un lápiz con el que hacía anotaciones.
-Sí... solo estoy un poco nerviosa.- asintió tristemente mientras terminaba de doblar la última sábana del lote. Sus tareas hasta ahora eran sencillas, doblar la ropa limpia que salía de la lavandería para colocarlas en el almacén situado en el primer nivel nivel subterráneo.

La estructura de la base de Ouroboros era una mera fachada por fuera: la fábrica de calzado al oeste de la ciudad era muy grande, pero estaba terriblemente gastada por el exterior; el interior era simplemente el nivel de piso, nada adicional construido sobre la estructura o dentro de ella. Aquel interior servía no sólo de fachada, sino que también era lo que los NEXTs rebeldes llamaban "El vínculo" ya que era el camino que los conectaba hacia el nuevo mundo, el nuevo régimen de los que ellos decían que reinaría, el siguiente paso a la evolución.
Siguiendo al fondo de la explanada, habían unas escaleras escondidas tras una puerta oxidada y vieja que contribuía a la imagen de una frágil estructura; bajando por estos escalones se llegaba a los niveles subterráneos que eran por mucho, más modernos y sofisticados que lo que dejaba ver el exterior. Inclusive los acabados parecían de un hotel cuatro estrellas, paredes blancas y lámparas de luz fría.
En el primer nivel subterráneo se encontraban la lavandería y los diversos almacenes (de ropas y textiles, comida, provisiones varias, artículos de limpieza, entre otros). En el segundo, la cocina de casi un tamaño industrial y el comedor para todos los refugiados. El tercero albergaba algo más interesante, ahí estaban distribuidos los archivos físicos de la organización, también el área de inteligencia con varios individuos que antes de ser reclutados se dedicaban a la investigación pública y privada; al fondo, la oficina del líder Frank Martínez y de su mano derecha, Jason Keyes, dentro de la misma oficina, los dormitorios de ambas personalidades. Finalmente, los dormitorios generales, vestidores y duchas ocupaban toda la extensión del cuarto al octavo nivel (cabe mencionar que una enfermería estaba de más dado que el líder de la organización era quien les curaba de todo mal).
Sólo a los que trabajaban en el área de inteligencia, Deino y a Lunatic se les permitía el acceso al tercer nivel, Kaede se sintió un poco frustrada al no poder ver por sí misma aquel piso, tan sólo tenía que conformarse con una mirada rápida y despistada de la primera vez que le llevaron ante Frank, sin embargo, también sentía el alivio de poder contar con los ojos de Deino dentro de las oficinas principales. El chico le contaba a detalle cada pequeña experiencia que tenía dentro del nivel; aprovechaban cada momento que tenían juntos, ya que ella con sus tareas dentro de los almacenes y el trabajo del chico al coordinar las actividades de todos los refugiados, les dejaba escaso tiempo que compartir por la noche.

-Quiero mostrarte algo... ven conmigo.- dijo Deino con una pequeña sonrisa, mientras le tendía la mano a la chica, que por el momento era peliblanca. Ella le dedicó una sonrisa triste y se aferró a la mano que le era ofrecida. Esperarían a Lunatic en los contenedores donde se habían encontrado por primera vez, lo suficientemente lejos de la fábrica, aunque ya había sonado el toque de queda para todos los demás (ciertamente, ser el segundo asistente de Frank y coordinador de actividades internas de Ouroboros le daba a Deino algunos privilegios para saltarse el toque).
-La vista es hermosa.- dijo Kaede con los ojos abiertos cuales platos al contemplar el cielo despejado, la luna llena y la imponente estatua de la Diosa que se veía a la distancia.
El muchacho platinado se le acercó, pero consciente de que no podría tocar su rostro, tomó la mano de la chica; hizo que la colocara sobre su mejilla, así Kaede parecía que se tocaba el rostro, pero la intención era más profunda.
Deino se sonrojó un poco más de la cuenta pero sus ojos se veían firmes y decididos, el platinado besó el dorso de su mano, simulando que en realidad lo recibiera en el rostro. Kaede adoptó el mismo color que tintó el rostro del otro, y lo miró con la misma dulzura con la que éste la miraba.
Pasaron el rato en silencio, diciéndose mil palabras cruzando sus miradas hasta que llegó el centinela... entonces era tiempo de concentrarse en otro asunto.

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