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miércoles, 5 de marzo de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 24.

-Empieza el día despertando junto a Namine, desayunan en casa y el la lleva al hospital. De ahí, va al centro, al edificio del Banco Aberdeen y hace trabajo de escritorio durante tres horas. Toma el almuerzo y sale a fumar durante siete minutos a su terraza personal y atiende a varios ejecutivos en la sala de conferencias. Básicamente, la mitad del día trabaja en papeleo y la otra mitad en juntas. Sale de la oficina, sube al auto y pasa por su esposa al Allenworth. Se van juntos a casa y no vuelven a salir (a no ser que Namine tenga un paciente urgente). Lo único variado es el domingo, este día no tienen rutina estable. Tiene una vida demasiado tranquila para ser millonario. No viaja, no va a conferencias en otros países ni nada. Siempre manda a alguien que lo represente. Le gusta mantener un perfil bajo, de hecho, muy pocas personas lo conocen físicamente. Tuvo una invitación a una revista de negocios debido a su gran poder adquisitivo, pero rechazó la sesión de fotos y sólo dio la entrevista por teléfono.-
Luke, Mikuo y Caeles habían quedado en un bar al sur de la ciudad, el detective pasaría el informe completo de Leon Aberdeen.

Habían pasado ya dos semanas desde que Kaito había superado su coma. Luke ya tenía planes, y aunque de verdad podía hacer todo él solo, encontraba en Hatsune la sensación de seguridad, como si nada fuera a salir mal siempre y cuando estuvieran juntos.
Pero Mikuo era otra historia. La presencia de Luke empezaba a parecerle... indispensable. Cuando Megurine lo dejaba solo, empezaba a sentir un vacío interior, como si no estuviera completo hasta que estuviera junto a él, nuevamente.
Pero era distinto, con Luka... simplemente no era así. Sólo sentía esa necesidad de amarle, de estar con ella. Pero con Luke... empezaba a necesitarlo, o más bien, QUERÍA necesitarlo.

-Eso es todo.- dijo Caeles en un tono propiamente serio y se levantó de la pequeña mesa que compartían. Luke hizo lo mismo, se acercó al detective y acarició su mejilla.
-Gracias, cariño. Si necesito algo más, te lo haré saber.- Caeles tomó la mano de Luke con delicadeza pero a la vez, con mucha frialdad. En su papel serio e imperturbable, asintió, hizo una pequeña reverencia a Mikuo (quién parecía notoriamente molesto) y salió del lugar.
Megurine volvió a tomar asiento y notó que Hatsune lo miraba con reprobación.
-¿Qué?-
-¿Cuál es tu problema? Insinuándote sin ningún recato...-
-¿Te molesta? ¿Es porqué nunca te me he insinuado "sin ningún recato"?- dijo 
-... ¡Claro que no! Sólo... que no apruebo que las personas se vayan ofreciendo sin ningún pudor.- aún recordando que justo fue así como "conoció íntimamente" a Luka. Quizás habían celos despertando por lo bajo... pero no podía ser posible. Eso implicaba que sentía "algo" y más aparte, por un chico. Y no sólo un chico, si no el hermano de su enamorada.- Mira, no tengo cabeza para cosas tan estúpidas como estas. Empecemos cuánto antes y terminemos con esto.-
Luke se levantó tomando entre brazos el reporte del banquero, se acercó peligrosamente a la cara de Hatsune, y le dio un pícaro beso en la punta de la nariz.
-Vamos, pues.- dijo en un brinquito y se dio la vuelta.
-Maldita sea...-
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-¿Tienes un ocho?-
-No. ¿Tienes un tres?.-
-Tampoco... esto es demasiado aburrido,  Akaito.- dijo el azulado, aventando su mano de cartas a un lado y recargó su cabeza sobre su mano. Kaito se veía un tanto demacrado, estaba pálido y tenía bolsas en los ojos tan grandes, que incluso pesaban; se podría decir que se veía hasta moribundo.
El ambiente de hospital se estaba haciendo demasiado tedioso y sobre todo la silla donde se tenía que sentar diariamente para esa maldita semi-quimio, al principio no era tan malo, todo mundo atendiéndolo y teniendo atenciones... pero ya era demasiado. Extrañaba sobremanera su departamento, llegar y quitarse los zapatos, ir a la habitación... y que ahí ya lo estuviera esperando aquel hombre de cabello largo y púrpura.
Después de dos semanas de ya haber despertado, ya no estaba tan enojado con Gakupo, aún sentido, si. El dolor del medicamento le recordaba constantemente el rencor que sentía hacia el samurai, y sobre todo el color del líquido que goteaba incesantemente de la bolsa a sus venas.
-¿Dónde... dónde está?-
-En donde siempre: justo aquí afuera de la habitación. ¿Cierto?- ambos voltearon a la entrada del cuarto, y observaron como una mano se asomaba en señal de hacer alusión a su presencia.
-Ven, por favor.- dijo Kaito, con una voz apenas audible. Claro que al samurai no se le dificultaba oír aquel volumen, y mucho menos si se trataba de la melodiosa voz de su amor. Gakupo entró con la cabeza un poco baja, pero sin perder su elegante y varonil porte, Akaito le tocó la espalda en señal de relevo y tomó asiento frente al azulado.

-¿Necesitas algo?- preguntó el samurai.
-En realidad... no. Sólo quería estar contigo.-
-De acuerdo.-
-¿Sabes? Ya no... no estoy molesto. Sólo un poco sentido, y el dolor de esta porquería no me está haciendo más fáciles las cosas. Me mantiene con un humor muy malo estos días.-
-Lo sé. Y de verdad, me castigo cada día por haberte hecho sufrir esto.-
-Ya no lo hagas, en algunas de mis pláticas con Akaito he podido darme cuenta de varias cosas. Muchas parejas son eso y ya. Claro, los une el amor y las cosas en común y viven sus historias juntos. Pero ¿cada cuánto son celebridades como nosotros? ¿y cada cuándo tienen anécdotas tan interesantes para contar como esta? Lo he estado pensando de esta manera... y cuando seamos viejos podemos tratar esto como un mal chiste, soltaremos una risa nerviosa y rápidamente cambiaremos de tema.- dijo el azulado, sonriendo por lo bajo.
-Supongo que si... gracias.- dijo también sonriendo por lo bajo. El cuello de la camisa de Kamui dejaba ver una cicatriz con una peculiar historia.
Una de esas malas noches en Edo, los clanes enemigos querían acabar con el arma principal del Chôshû, así que mientras Gakupo dormía, quisieron rebanarle el cuello. Afortunadamente reaccionó rápido, y aunque el corte fue un poco profundo y largo, los "médicos" del clan intervinieron rápido.
Kaito se acercó para acariciarla (si hubiese sido alguien más, se habría llevado una reacción demasiado violenta por parte de Kamui), repasó sus dedos por toda la longitud, mientras el otro sólo se estremecía con el contacto, disfrutando cada milímetro que era tocado.
-Ayúdame con esto ¿quieres?- dijo el azulado refiriéndose a la intravenosa.

Se levantó del sillón con mucho cuidado, le dolía el cuerpo, pero estar con su amor hacía todo más tolerable. Se recostó en la cama, y Gakupo puso el perchero que traía colgando el medicamento a un lado.
Una vez bien acomodado sobre el lecho, hizo una seña para que el hombre se acercara y le propinara un delicado y profundo beso.
-Cierra la puerta.- así lo hizo el samurai y volvió a acercarse. -¿Sabes que es lo único bueno de las batas de hospital? Que se pueden quitar fácilmente, así que ayúdame un poco.-
Gakupo se sorprendió.... el azulado permitiría contacto. Aún con lo estupefacto y feliz que se encontraba, obedeció sin rechistar, y con extrema delicadeza despojó al hombre de sus prendas; admirando esa hermosa desnudez que no sólo extrañaba, sino que añoraba con ansias.
Con la mano que tenía libre de agujas, Kaito empezó a desabotonar la camisa de Gakupo, botón por botón, dejando a relucir ese pecho tan bien formado que era digno de competir con los dioses griegos. Una vez esa prenda fuera, el azulado empezó a explorar con la mirada y su mano cada rincón de aquel bien formado pecho, bajando al abdomen, acariciando cada cicatriz marcada.

Con Shion todo era diferente. En los momentos íntimos que Gakupo tuvo alguna vez con Luka, y ella hacía lo mismo, él sólo alejaba sus femeninas manos a otro lado. Se sentía demasiado incómodo cuando ella pasaba sus dedos sobre aquellas viejas heridas de guerra, pero con él... incluso lo disfrutaba.
Un contacto cálido y amable del hombre al que amaba no podía ser despreciado por nada del mundo. La sensación era abrumadora, y hacía que todas esas imágenes de muerte y violencia se desaparecieran y en su lugar quedara un suave bálsamo para remendar su alma.

Cuando ambos se encontraron totalmente desnudos uno frente al otro, Gakupo se acerco a la hermosa curvatura del cuello de Kaito besándola, mientras éste acariciaba la espalda de su hombre con suavidad y ternura. Así el samurai bajaba, besando y lamiendo cada centímetro de la hermosa perlada piel del azulado, pasando por el pecho, el abdomen, sujetando las bellas caderas de su amante, para por fin llegar a lo que deseaba probar; Kaito tomó la cabeza de Gakupo, enterrando sus dedos por entre los cabellos del samurai, haciéndole saber que lo que estaba haciendo lo disfrutaba. Ahogando un gemido en su garganta, recordaba las veces tan magníficas e inolvidables en las cuales los dos amantes disfrutaban de sus cuerpos con pasión, amor y lascivia.

-Kaito... déjame amarte de nuevo.-
-Con toda seguridad... te amo.-
Gakupo se acercó para depositar un suave beso en los labios del azulado, quien sintió como una lágrima del samurai caía directo en sus mejillas y escurría directo a aquellas sábanas que iban a ser testigo de su amor.
Una vez posicionado, Kamui entró en el cuerpo del otro, con mucho cuidado y esperando un poco para no lastimar a su amado y que éste se acostumbrara un poco a la invasión.
Comenzó a moverse poco a poco, el ritmo se fue incrementando progresivamente, hasta llegar a la abrumadora intensidad propia del samurai; ambos sostenían atorados en la garganta aquellos gemidos, ahogándolos en besos desesperados. Gakupo empezaba a moverse más rápido, se aferró a su amante con cuidado y cuando Kaito sintió sus sentidos falsear ante él, el otro hombre soltó un brusco gemido, haciendo evidente que había terminado.

Se recostó a un lado del azulado, sosteniendo su mano y mirándose muy tiernamente, Kaito se acercó y hundió su cabeza bajo el cuello de Kamui, descansando un poco de lo que acababan de hacer. Placentero como nunca, pero aún así el medicamento lo agotaba demasiado; así igualmente hizo caso omiso del dolor que le provocaba. Estaba tan ocupado en su amante, que no sentía el desgaste físico. Sin saber a qué hora, Kaito se quedó dormido, minutos después, Gakupo hizo lo mismo y ambos viajaron en Morfeo.
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-¿Cuánto tiempo ya llevan ahí?- preguntó Teto a Akaito, quienes esperaban en la cafetería del hospital.
-Unas tres horas... Kaito le estaba diciendo cómo se sentía al respecto. Sólo espero que su plática se haya quedado en eso y no se haya salido de control. Mejor vayamos a ver.-
La joven Kasane asintió, se levantaron, se dirigieron al quinto piso y fueron directamente a la habitación 515.
La doctora Namine también se dirigía para allá, en sus manos cargaba otra bolsa del medicamento púrpura, pensando en que ya era hora de hacer el cambio cuando se encontraron los tres en el pasillo, justo en la puerta de Kaito.
-Ritsu ¿vas a cambiar la bolsa?-
-Así es, ya es tiempo... ¿Gakupo está dentro?- dijo mientras alzaba la vista por el pasillo y no vio señales de Kamui.
-Si, llevan unas tres horas dentro.- dijo Teto
-Veníamos a ver si no habían discutido, porque estaban teniendo una plática un poco seria.-el pelirrojo se rascó la cabeza en señal de duda.
-Bueno, entraré y si veo que están discutiendo, les avisaré.-
-Gracias.- dijeron los prometidos.

Ritsu puso la mano en la perilla de la puerta, la giró con calma y entró cerrándola nuevamente detrás de sí.
-Kaito, el medic... ¡¡!!- dijo sin despertar a los durmientes. O mejor dicho, a los COMPLETAMENTE DESNUDOS durmientes. Tomó un respiro al filo de la entrada, intentó desviar la mirada hacia otro lado, pero tenía dos "grandes" distracciones frente a ella. Aún siendo médico y conocer el cuerpo humano a profundidad, estaba sufriendo un ataque de pena dado a que eran sus amigos los que estaban ahí. El pudor la sobrellevaba. Lo único que atinó a hacer fue tapar sus ojos con una de sus manos.- ¡P-por favor, d-despierten!-
Gakupo abrió los ojos poco a poco, llevaba algunos días sin dormir, así que estaba evidentemente agotado y cayó fácilmente en sueños. Tardó un poco en darse cuenta de la situación, pero cuando por fin pudo distinguir a Ritsu, pegada a la puerta, roja como un tomate y tapándose los ojos... pues, reaccionó.
Primero, su cara se tornó del mismo color que la de la doctora, tomó la bata de hospital y se la puso a Kaito de nuevo (quien difícilmente iba a despertar, ya que realmente estaba cansado), tomó rápidamente su ropa interior del piso junto con sus pantalones, y se vistió.
-Ya puedes mirar, Ritsu... disculp...- decía el samurai cuando fue interrumpido bruscamente.
-¿Estás loco? ¡Kaito no puede hacer tanto esfuerzo! Ya me imaginaba la relación de ustedes dos ¡pero no quería atestiguarla! ¿En qué demonios estabas pensando? Aunque el cuarto de Shion sea sólo para él, esto sigue siendo un hospital, no un hotel ¡Es un espacio público!- recriminaba con la cara roja, sonrojada violentamente y sin hacer contacto visual.
-El no se movió, todo el trabajo lo hice yo, te lo juro.- decía un tanto avergonzado el hombre.
-Bueno... supongo, que no afectará su condición si todo lo hiciste tu... ¡pero aún así! Este no es el lugar.-
-Lo siento. no volverá a suceder.-
-Eso espero. Yo... sólo venía a cambiar la bolsa.- dicho esto, se apresuró a hacer el cambio de medicamento y salió (todavía un poco colorada de las mejillas).

De nuevo, cuando salió cerró la puerta tras de sí, evitando que la gente pudiera ver como Gakupo buscaba su camisa por todos lados.
-¿Y qué tal?- preguntó Akaito. Ritsu se recargó en la puerta, como indicando que no pasaran a la habitación.
-Eh... Bien, todo... tengo que... paciente... ya saben.. yo... doctora.-estaba tan nerviosa y colorada que balbuceaba lo que intentaba decir con palabras.
-¿Te sientes bien, Ritsu?-
-¿Yo? ¡De maravilla! Eh... yo... me tengo que ir.- dijo finalmente y huyó de las miradas acosadoras de los prometidos tan rápido como pudo.
-Eso fue extraño... ¿No crees?- dijo el hombre a su mujer. Pero Teto era un poco más intuitiva. "Intuición femenina" podríamos llamarle.
-¿Notaste como tartamudeaba y lo sonrojada que estaba?-
-Si... ¿qué habrá pasado allá dentro?-
-No lo captas aún ¿verdad? Es obvio que los encontró ahí dentro subidos de tono.-
-¿A qué te refieres?- Akaito Shion podría ser el más brillante o el más ingenuo, Teto rodó los ojos y le susurró la palabra "sexo" en el oído. El otro se escandalizó en su interior y abrió de un portazo la habitación 515 (con tal ruido que Kaito despertó). Miró a Gakupo abotonándose apenas la camisa, si no hubiese sido porque Kasane lo sostuvo, Akaito se le hubiera ido encima.- ¿Qué te crees, pervertido? ¿Te follas a mi hermano en pleno hospital? ¡¿Y en su estado?!-
-No hagas tanto drama, ni que hubiera hecho algo que yo no quisiera.- dijo el azulado, recuperándose de su sueño.
-Tu ni me hables, maldita pasiva.- dijo el pelirrojo en un puchero mientras cruzaba los brazos.
-Tranquilízate, ya sabías de esto.-
-Si, pero...-
-Sólo cálmate ¿de acuerdo?- dijo con una breve risa ("Jaja, pasiva" pensaba).
-Como si nosotros dos nunca lo hubiéramos hecho aquí, amor. Y tienes que admitir que una habitación es un ambiente mucho más cómodo que un baño.- dijo Teto, el rojo de los Shion soltó un suspiro pesado, encogió los hombros y soltó una risa breve.
-Supongo que tienes razón.- decía mientras tomaba a la mujer en brazos besándola.
Gakupo tomó la mano de Kaito, y ellos compartieron un beso igualmente. Las cosas estaban tomando orden nuevamente, todo se estaba arreglando y ya nada podía salir mal.
Todo iba a salir bien.
Ya nadie los iba a detener...

...Al menos, eso creían ellos.

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