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martes, 21 de abril de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 10: Confrontaciones pre-destinadas, parte II.

Había pasado ya una semana desde el incidente en la mansión Goldsmith, Annie y Ryan se mantuvieron extrañamente de un muy buen humor aquellos días, muy probablemente porque los destrozos en la fachada y el césped horrendamente quemado por las llamas de Lunatic, les dieron bastantes más excusas de pasar el tiempo juntos. En dos o tres ocasiones Tiger, Bunny y los demás héroes (exceptuando Ivan y Keith) fueron a ofrecerles ayuda con lo sucedido.
Hero TV (o mejor dicho, Agnes Joubert) no quiso perder ninguna oportunidad de relatar lo sucedido (guardando a regañadientes algunos detalles que podían revelar la identidad de los héroes):
"¡Y éste es el recuento de los sucesos más importantes de la semana! Después del inicio de temporada de Hero TV, los Héroes fueron atacados. Se desconoce la ubicación exacta en donde sucedió el atentado, pero el Rey de los Héroes de la temporada pasada, Sky High, salió herido en combate. ¡No podemos afirmar nada todavía, pero seguiremos investigando!".
Keith estaba mejorando rápidamente, un ritmo de recuperación que habría de esperarse dada su calidad de vida, Ivan seguía atendiéndolo lo mejor que podía y paseaba a John dos veces al día durante una hora.

Por otra parte, Agnes, muchos más ejecutivos de las distintas empresas y patrocinadores estaban algo molestos con sus empleados NEXT, ya que se realizaron tareas de investigación y rastreo necesarias para poder ubicar a toda la gente que estuvo en la fiesta de Ryan aquel día, hacerlas firmar un contrato de confidencialidad sobre lo sucedido ahí ofreciéndoles una (generosa) compensación monetaria.
Pero ellos no eran los únicos molestos: Kaede se encontraba nuevamente enojada porque su padre hubiera roto la promesa de ir a visitarla junto con Barnaby.

-Me odia...-
-No es verdad, sólo está molesta, y a decir verdad yo en su lugar también lo estaría.- dijo Barnaby.
-¡Pero no mentí! ¡De verdad no pudimos ir!-
-Yo lo se, pero ella no.- las cosas en Sternbild no habían estado nada sencillas para los héroes desde aquel día. Tenían en todas las compañías a un ala de informáticos y hackers investigando todo el día en toda la red por si Frank decidía hacer públicas las identidades de los héroes; así también intentando cancelar definitivamente la cuenta de Albert Maverick en el sistema de archivos de Hero TV, pero era demasiado complicado, ya que era una cuenta nivel ejecutiva.- Escucha... las cosas no parecen que vayan a cambiar a corto plazo, pero supongo que podemos tomarnos el día de mañana para ir a visitar a tu hija. Frank y Jason han de estar planeando como fortalecer Ouroboros, pero no tenemos idea de donde puedan estar ni pistas para empezar a buscarlos; por más que odie decirlo, estamos a su merced. No podemos hacer nada hasta que ellos ataquen primero.-
-Supongo que tienes razón... llamaré a Kaede y le diré que iremos mañana.- dijo Kotetsu, tomando el teléfono de la mesa.
-Será mejor que no lo hagas. Si vamos, será una linda sorpresa, pero si por alguna razón no podemos, no se decepcionará.-
Tiger se sorprendió de lo consciente que era el rubio, inclusive con su hija; tomó la blanca mano de Bunny y le dio un suave beso en el dorso.
-Gracias, Barnaby...- dijo mirando fijamente y con mucha seriedad a los verdes ojos de su pareja.
El conejo por su parte, sintió un calor recorrer su cuerpo y encender sus mejillas al escuchar su nombre completo pronunciado por Kotetsu, así que soltó una pequeña risa acompañada de una leve sonrisa.
-No te pongas sentimental, viejo.- dijo y se levantó hasta desaparecer en la intimidad de la habitación del tigre.
-¿Qué? ¿Por qué? ¡Bunny...!- el también soltó una pequeña risa, y con cierta mirada lasciva, se adentró a la habitación.
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Estaba a punto de amanecer cuando ambos hombres se despertaron, ducharon y alistaron para conducir algunas horas hasta el pueblo natal de Kotetsu. La camioneta del tigre era lo suficientemente rendidora como para aguantar dicho viaje (y más cómoda para dormir que el deportivo de Barnaby). Bunny conducía, mientras Kotetsu se perdía en Morfeo en el asiento de atrás, musitando algunas palabras entre sueños.
-...etsu... Hey... ¡Kotetsu!- se escuchaba una voz a lo lejos, acercarse poco a poco.- Ya hemos llegado, Kotetsu.- decía Barnaby con su ademán irritado de siempre, aunque reprimía una pequeña sonrisa que quería escapársele.
Tiger se talló un poco los ojos al reincorporarse, se estiró un poco y saltó fuera de la camioneta.
-Bueno... aquí estamos.- dijo mirando a su alrededor. Estacionaron la camioneta en un lugar vacío a tan sólo un par de decenas de metros de la casa de la señora Anju Kaburagi.
Caminaron un poco y cuando se encontraron frente a la puerta del hogar de la madre, hermano e hija de Tiger, llamaron.
-¡Kotetsu! ¿Qué haces aquí? ¡No te esperábamos!- dijo con sorpresa la madre del héroe veterano al abrir la entrada.- ¿Vienes solo...? ¡Oh, Barnaby! ¡Bienvenido! Kaede se pondrá tan contenta... pasen, pasen.- dijo feliz mientras abría la puerta con más energía. Ambos hombres se retiraron los zapatos en la entrada, y aunque ese gesto fue un poco inusual para Bunny, comprendió que por los orígenes de Kotetsu, esto era una cortesía.

-¡Abuela!- se escuchó desde dentro de la casa.- ¿Quién llegó, abuela?- dijo la niña/adolescente para luego asomar su castaña cabeza por detrás de una pared. Después de darse cuenta de quién estaba tomando el té con un ademán demasiado elegante por naturaleza, acompañado de su padre, su tío Muramasa y la abuela... los ojos casi se le salían de las cuencas. Si bien era cierto que no era la primera vez que estaba cerca o hablaba con Barnaby, realmente era una sensación de ensueño cada vez que podía tener contacto de cualquier tipo con él.- ¡Barnaby!- dijo para correr a abrazarlo una vez que el hombre dejó la taza en la pequeña mesa que había delante de él.
-¡¿Eh?! ¿Y yo qué? ¿No extrañas a papá?- preguntó Kotetsu con una sonrisa animosa mientras estiraba los brazos esperando a que si hija lo abrazase.
-¿Por qué no me dijiste que vendrían? ¡Pude haberme arreglado mejor!- rezongó.
-Te quisimos dar una sorpresa, fue idea de tu padre.- dijo Barnaby en un tono reconfortante.
-¿De verdad? ¡Oh, gracias!- dijo al rubio, mientras se acercaba con recelo a su padre, quien la miraba desconcertado a su vez que ella le daba un gélido beso en la mejilla.
-Kaede, hija... ¿nos podrías dar un momento? Tenemos que hablar de algunas cosas con tu abuela y tu tío, ya te llamaremos cuando sea prudente ¿De acuerdo?- dijo con una pequeña sonrisa, una que se plasmaba en su rostro con un poco de felicidad y otro poco de nervios.
-Iré a asearme un poco, sólo no se vayan.- dijo mirando a Bunny gentilmente antes de desaparecer detrás del pasillo. Cuando Muramasa se aseguró que efectivamente, la chica no estuviera escuchando, se aproximó a la sala de nuevo.
-¿Es mi imaginación o Kaede se ha vuelto más... difícil?- preguntó el preocupado padre.
-Así es. Desde la última vez que fue a Sternbild hasta ahora, su carácter ya no es el usual. Al principio le desesperaba un poco no poder controlar sus poderes porque eso implicaba no poder abrazar o tocar suavemente a cualquier persona. Me siento un poco aliviada de que ahora tenga el poder de Barnaby y el tuyo, que es básicamente el mismo, porque hasta hace poco había copiado los poderes de algún NEXT que escupía ácido (y era toda una molestia a la hora de comer o cepillarse los dientes). En fin, creo que ella está pasando por los estragos de la adolescencia...-
-Ya veo...-
-¿Qué hacen aquí? No es que no sea agradable recibirlos, pero me llama la atención que hayan decidido venir ambos. ¿Qué pasa?- preguntó muy serio el hermano mayor de los Kaburagi.
-Hemos venido ambos porque tenemos algo muy importante que decirles...- dijo Barnaby, disimulando perfectamente su nerviosismo, dando el último trago al té verde y preparándose para lo que venía.
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-Déjame ver si entendí... ¿Me están diciendo que están saliendo... como pareja amorosa?- decía la noble señora Anju, abriendo los ojos tanto como podía, mientras Muramasa sólo se limitaba a hacer una leve mueca de sorpresa y se sonrojaba por todo lo alto.
-¿Estás molesta?- preguntó un tanto cabizbajo el tigre.
-Estoy sorprendida... nunca te imaginé "del otro lado".-
-¡Hey! ¡No soy gay! Bueno, da la casualidad de que... me enamoré de Bunny... ¡Pero de ahí en fuera, no me gustan los hombres!-
-¿Que hay de ti, Barnaby?- preguntó Anju muy seria, fijando su ahora enérgica mirada sobre las esmeraldas del rubio.
-Yo tampoco puedo considerarme homosexual, señora Kaburagi. Nunca me había encontrado en una situación así con otro hombre mas que con Kotetsu.-
-¡Oh, vaya! No sé que decirles, chicos.- dijo un tanto apenada la madre de los Kaburagi.
-¿Van en serio? ¿Realmente en serio?- preguntó Muramasa, ahora con un semblante enfocado.
-Por supuesto.- se apresuró a decir el tigre, casi arrebatando las palabras de los labios del conejo. La madre de Kotetsu soltó un pesado suspiro.
-No soy quién para decirles qué hacer o no con sus vidas; ya son unos adultos hechos y derechos. Los que sí puedo decirte, hijo, es que sé bien que tu difunta esposa hubiera querido que siguieras con tu vida con quien fuese que te hiciera feliz, y si esa persona es éste chico, sólo me queda darles mi aprobación. Se que se cuidarán uno al otro.- dijo con una pequeña sonrisa.
-¿Qué le van a decir a Kaede?- preguntó Muramasa con un semblante preocupado.
-Pues esto mismo. ¿Quieres que le oculte que Bunny y yo estamos juntos o algo así?-

-¿Qué quieres decir con que "están juntos", papá?- preguntó Kaede mientras se acercaba por detrás de la pared, al escuchar accidentalmente la conversación. Su expresión facial denotaba una mezcla se sorpresa, enojo, frustración, disgusto y tristeza. -¿Te refieres a que son algo así como... amantes?-
-¡Kaede...!- exclamó Kotetsu, levantándose violentamente del piso en donde estaba y la miró. Los ojos de la chica se empezaban a llenar de lágrimas y eso le rompió totalmente el corazón a su padre.
-¡Respóndeme, papá!- le exigía, mientras su expresión se tornaba oscura.
-Lo que dice tu padre es verdad, Kaede. El y yo... estamos envueltos en una relación amorosa.- admitió con cierta pesadez el rubio; esa pesadez que pensó que jamás sentiría, porque el hecho de estar junto a alguien que lo hacía feliz le parecía algo de lo que nunca tendría que avergonzarse.
-No... ¿por qué, Barnaby? Yo... sé que nunca te lo dije, pero si sabías que estaba enamorada de ti.... sé que soy muy chica todavía ¡pero sólo tenías que esperarme unos años! ¡¿Por qué, papá?! ¿Por qué me traicionaste de esta manera tan... descarada?-
-Kaede, espera...- dijo Muramasa.
-¡Nunca te cansas de lastimarme! Rompes tus promesas, eres mentiroso, nunca vienes a verme y ahora me has robado la oportunidad que yo más quería... ¡La oportunidad de estar con Barnaby!-
-¡Kaede, detente!- gritó la abuela.
-¿Pero sabes qué? ¡¿Sabes qué?! ¡Te odio! ¡Te odio y espero no verte nunca jamás...!-
-¡KAEDE, ES SUFICIENTE!- gritó Kotetsu en un tono que jamás nunca nadie había escuchado salir de su garganta, un tono desesperado y opresor. Barnaby sentía también la sangre hervir, pero se controló, ya que él consideraba que no tenía autoridad moral alguna para reprocharle cualquier cosa a la castaña; ella se limpió las lágrimas, pero aún con los ojos acuosos se acercó lentamente hasta quedar frente a frente con su padre, confrontándolo con el rostro. Su expresión seguía furibunda, temblaba de coraje mientras algunas nuevas lágrimas se seguían escapando de sus ojos, recorriéndole las mejillas. En un tono casi susurrado y con las mandíbulas apretadas a más no poder, dijo algo que su padre jamás podría olvidar:
-Estás muerto a mis ojos...-

La mano de Anju hizo un gran escándalo cuando se estrello contra la mejilla de la niña, interrumpiendo alguna otra cosa que estuviera por decir; la chica volteó con una expresión estupefacta: nunca se hubiera podido imaginar que su abuela levantara la mano en contra de ella. Su abuela... su propia abuela que la había criado en lugar de su padre y madre.... ¡De verdad la había golpeado!
-No voy a permitir que le hables así a tu padre. ¡Discúlpate con él!- reprochó Anju.
-No... ¡No lo voy a hacer! ¿Escucharon? ¡No me voy a disculpar por pensar como lo hago!- dijo mientras lloraba a cántaros y salía huyendo de la sala de estar para encerrarse en lo más profundo y recóndito de su habitación.
-Bueno... eso no salió muy bien.- dijo Muramasa rompiendo el silencio.
-Muchas gracias por el té, mamá. Creo que nos marcharemos ya... te llamaré al llegar.- Kotetsu no hacía contacto visual con nadie, sólo se limitó a disimular un poco el temblor de sus manos al meterlas a sus bolsillos.
-Lo entiendo, hijo. Cuídense mucho, chicos.- respondió la señora Kaburagi con un tono de voz muy desanimado.
-Lamento dejarte con el desastre que causé, te dejaré en la mesa del recibidor lo de este mes.- dijo, cuando sacó por un momento una de sus manos para indicar una despedida hacia su hermano y salir. Barnaby hizo una pequeña reverencia y salió detrás del tigre, quien dejó un sobre bastante inflado de dinero sobre una pequeña mesa en la entrada de la casa.
El tigre se adelantó algunos bastantes metros del conejo caminando a paso rápido, buscando con desespero su vehículo, cuando Bunny preocupado corrió a alcanzarlo, tomándolo por el brazo y obligándolo a voltear y darle la cara.
-¿Kotet...?- no terminó de preguntar cuando Tiger recargó su cabeza en el hombro del rubio y rompió a llorar.

Kotetsu T. Kaburagi, aquel hombre que Barnaby consideraba con cierta templanza emocional, que incluso en las situaciones más delicadas mostraba siempre una buena cara y actitud optimista, había perdido todo el sentido de discreción y estaba siendo arrasado por la tristeza y la impotencia.
-¡La he perdido, Barnaby! ¡La he perdido!- exclamaba mientras las lágrimas mojaban su rostro y la chaqueta blanca del conejo por montones, su voz se entrecortaba porque se empezaba a hiperventilar un poco debido a la desesperación que empezaba a inundar su cuerpo. Barnaby realmente no supo qué hacer, todo su lado analítico y lleno de protocolos de acción se quedó en blanco; lo único que acertó a hacer, fue guardar silencio, abrazar con recelo y cariño la cabeza de su amante y esperar a que éste terminara de llorar todo lo que tenía que llorar.
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Nathan se encontraba sentado en la barra del Hero Bar, tomando un cóctel Cosmopolitan (con un poco más de zumo de arándanos y tanto menos vodka del usual) mientras esperaba al héroe toro; Nate había citado a Antonio en el establecimiento para hablar de algunas cosas. Últimamente no podía dejar de pensar en lo que había pasado en la fiesta de Ryan Goldsmith, le parecía bastante extraño... no había sido la primera vez que alguno de sus amigos le salvaba la vida, aquella vez cuando se vio combatiendo con aquel sujeto en el exoesqueleto robótico de Ouroboros junto a Wild Tiger, ambos se apoyaron y se cubrieron las espaldas uno al otro. Y básicamente, cuando Johnny Wong, aquel villano NEXT lo había puesto a dormir y recordar todos sus miedos, impotencias, frustraciones y complejos a revivir de nuevo una y otra vez, ahí estuvieron sus amigos; apaciguando las flamas que desprendía inconscientemente y dándole palabras de aliento, esperando con angustia a que despertara.

-¡Nate! ¿Qué pasa?- preguntó Antonio en un saludo animoso, palmeándole la espalda con más delicadeza de la usual.
-Hola, Tonio.- correspondió el saludo llamando al moreno con un apodo con el que hasta hace poco lo había nombrado.
-¿Qué pasa, hombre? Te ves muy serio.- preguntó mientras se acomodaba en un lugar al lado del héroe de fuego y pedía un tarro de cerveza.
-He estado pensando un poco.... y pues me he dado cuenta de que nunca te agradecí por haberme salvado la vida.-
-¡Ah, eso! Nate, yo sé que si hubieras estado en mi lugar hubieras hecho lo mismo. Para eso estoy yo y todos nosotros, para cuidarnos.-
-Y... hablando con total honestidad, tengo que decirte que he estado pensando mucho en ti. No ha habido otra cosa en los últimos días en mi mente mas que tu rostro...- dijo un poco sonrojado, pero siguió viendo a los aceitunados ojos del hispano en todo momento.
-Nathan... ¿qué me estás tratando de decir?- preguntó Antonio al dar un gran sorbo de cerveza.
-Ni yo sé... pensé que si te veía y hablaba contigo un poco mis pensamientos se pondrían en claro, pero creo que no estaba en lo correcto...- dijo al darse un poco la vuelta, pero la gran mano de su amigo, aquella que era por mucho, más grande y tosca, sujetó su hombro con firmeza, mas no brusquedad.
-No hemos hablado lo suficiente... Mira, ¿qué tal si te pides otra de esta cosa roja o rosa y la bebes mientras charlamos un rato? ¿Te apetece?- preguntó entusiasta el hispano mientras señalaba el Cosmopolitan de Fire Emblem, quien se sonrió y aceptó con gusto la oferta que le proponían.- ¡Eso es!- exclamó Antonio cuando se terminó a una buena velocidad el líquido del contenedor y ordenaba una ronda más para ambos.

El hombre de las llamas no quería embriagarse, ya que aún recordaba con un poco de vergüenza que en la última borrachera que se permitió, casi lo asesinaban; pero no quería quedarse atrás. Antonio traía particularmente un muy buen humor aquel día y bebía tarro tras tarro de cerveza, a Nate le costaba mantener el ritmo del toro.... hasta que ambos terminaron ebrios, definitivamente no tan ebrios como en la mansión de Ryan, pero sí un tanto desorientados.
Cuando salieron del Hero Bar, ya se recargaban uno en el otro para poder caminar con cierto equilibrio, por supuesto que ninguno de los dos estaba en condiciones como para conducir, así que al salir, se dirigieron a la parada del transporte público para cada quién pedir un taxi que los llevara a sus respectivos domicilios.
No pasó mucho tiempo cuando la avenida cobró la vitalidad de la noche y se escuchaba el barullo de los automóviles que pasaban incesantemente, aunque cosa curiosa, aquella parada de transporte se encontraría vacía en ese momento de no ser por los morenos; se veía un taxi vacío a lo lejos, esperando a que el semáforo en rojo cambiara y le permitiera avanzar hasta llegar a los hombres, Antonio lo vio, y dadas las circunstancias de lo que habían platicado en el bar y de su condición "alegre", empezó a decir:
-Hey, Nate... ¿recuerdas que me dijiste que querías poner tus pensamientos en claro?-
-¿Qué con eso?- respondió con una ligera sonrisa.
-Creo que... voy a hacer algo que puede aclararte las cosas o complicártelas más ¿de acuerdo?-
-... de acuerdo.- accedió el moreno, y cuando Tonio dio la instrucción de que cerrara los ojos y Nathan obedeció... lo que sintió fue hermoso y devastador al mismo tiempo.

Los firmes y toscos labios del toro se habían plasmado con mucha delicadeza sobre los de Nate, pero una punzada en el corazón del héroe de fuego se dio prisa en hacerse notar. Seymore no tardó mas de seis o siete segundos en reaccionar, cuando con un poco de fuerza empujó a López, apartándolo bruscamente de él.
-¿Crees que estoy jugando, Antonio? ¿Crees que esto es un juego para mi? ¿Acaso crees que lo que estoy empezando a sentir por ti es una broma?- reclamaba evidentemente enojado, con cierta furia escapándose de sus rosados iris.
-¿Nathan...?-
-Estoy bien, me largo. Iré caminando a casa.- dijo cuando se dio media vuelta con el ceño fruncido.
-¡Espera! Deja que te acompañe...-
-Sé cuidarme solo, aunque no lo parezca.- se abrazó para cubrirse un poco del aire y empezó a caminar en línea recta hasta su hogar; Antonio no supo que hacer, así que cuando el taxi se acercó por fin y le indicó que quería usar el servicio de transporte, le hizo una seña de que esperara, rápidamente se acercó por detrás de Nate y cubrió los delicados hombros de Seymore con su chaqueta, para después regresar al vehículo y marcarse. Nathan se asomó por encima de su hombro aún con la mirada molesta, para después permitirse soltar una diminuta lágrima y continuar su camino.

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