Día 1 después de la primera
aparición de la Brigada 731.
-…
a quien deberías de odiar es a mí por meterlos a una guerra que al principio no
era suya, pero por favor… te necesito.- Kotetsu vio a los ojos del rubio con
esperanza y comprensión, Ryan soltó un pesado suspiro y asintió después de unos
segundos.
-De
acuerdo, viejo, tú ganas. Pero si este asunto se vuelve demasiado peligroso,
ella se retira ¿Está claro?-
-Está
claro que no. Ya habíamos hablado de esto, Ryan.- interrumpió Anaksha con
particular molestia en su voz, callando la respuesta que fuera a salir de los
labios del moreno.
-Annie,
por favor… entiende. Esto no es a lo que la Primera Liga se debería de
enfrentar.- decía el príncipe de la gravedad errante, con esperanza de hacer a
la semi pelirroja hacer comprender sus razones. La chica suavizó sus expresiones
y se hincó para quedar a la altura del rubio, quien hasta hace un par de
minutos seguía sobre el pasto del jardín asestando golpes varios a su compañero
de Apollon Media; limpió con su dedo un poco de la sangre que escurría del
labio de su novio y le tomó del rostro.
-Pero
es para esto para lo que deberíamos estar preparados… juré mi vida a esto.-
-También
juraste permanecer a mi lado.- al rubio se le quebró la voz.- Estar juntos toda
una vida…-
-¿A
qué vida aspiramos, mi amor, si sólo nos quedamos aquí sentados a esperar
cuando la Brigada entre por nuestra puerta y nos asesine? Estoy consciente de
que esto aumentará las posibilidades de morir más rápido, pero no puedo
quedarme sentada viendo cómo la gente a la que juré proteger es exterminada por
aquellos fanáticos religiosos. Si tengo que morir, así será. Pero si caigo yo,
medio Ouroboros caerá conmigo. También sé que te hice una promesa, una que
pienso cumplir el resto de mi vida; y es por eso por lo que voy a luchar, por
una vida digna contigo, no una donde sólo pueda sobrevivir llena de
incertidumbre.- dijo la chica de los ojos púrpura y acto seguido dio a su novio
uno de los más sinceros besos que haya dado jamás.
-Ivan…
¿quieres hacer esto?- preguntó el monarca al zorro albino, éste se le quedó
viendo con una expresión llena de incertidumbre.
-Claro
que quiero, quiero luchar por esto. Ya sea larga o corta, pero una vida digna
vale esta lucha… ¿o es que acaso tu no piensas igual?- los ojos de Ivan se
llenaron de un sentimiento de preocupación; el Rey le devolvió la mirada llena
de calma y serenidad. Le tomó por el rostro y le dio un pequeño beso en los
labios.
-Por
supuesto que pienso igual, incluso sé que no podría haberlo dicho mejor: Si mi
vida es larga o corta será digna, pero temo por ti… eres lo más importante que
pudiera perder.- Keith le tomó por los hombros y lo abrazó posesivamente,
mientras su rostro reflejaba una muy imperceptible tensión de estrés, sus ojos
soltaron unas cuantas lágrimas al imaginarse al águila sin su zorro.
-Keith,
yo…- decía el joven cuando sus labios se vieron ocupados al estar atendiendo
los del monarca, quien le había robado un beso en un pequeño descuido; los
brazos de Ivan se aferraron a la espalda del Rey y de sus ojos también brotaron
algunas lágrimas.
-…
¿chicos?- preguntó Karina con algo de extrañeza en su voz y una expresión
incrédula. Los demás héroes se habían congelado al ver la escena, no sabían qué
decir o cómo reaccionar.- ¿Ustedes también?- el rostro de Ivan adoptó el mismo
color que un tomate.
-¿Alguna
otra cosa que hayan olvidado mencionar?- preguntó Antonio, confundido al igual
que el resto.
-¡Tú
no puedes decir nada, Tonio!- reprochó Karina.- No sé qué asuntos llevas con
Nate, pero se puede notar que van por el mismo camino.- el héroe de fuego respingó
sobresaltado, soltando de momento el brazo del moreno que hasta ahora abrazaba.
-¡Whoa!
A ver si entiendo… ¿Keith e Ivan están saliendo? ¿Y tú y Nathan igual?-
preguntó incrédulo Kotetsu a su amigo moreno.
-No
estamos saliendo…- respondió el toro, cabizbajo.
-¿No
lo estamos?- preguntó Nate, sintió como si algo dentro de él se hubiera roto.-
¿Y entonces qué era lo que querías decirme ayer en el espectáculo?-
-No
quería que llegásemos a esto, Nate…-
-¿No
querías? ¿De verdad? Si sabías que yo iba en serio… ¡¿por qué no me
detuviste?!- los ojos del héroe de fuego empezaron a aguar.
-¡Fue
lo que intenté decirte! ¡No hubo oportunidad! No estoy listo, Nate…- el toro se
pasó una mano por la cabeza, intentando despejarse un poco. No sabía que ver
llorar al otro le produjera tanto malestar.- El compromiso… me aterra todo en
este momento, por favor, compréndeme.-
-¡Chicos!
De verdad, odio tener que ser inoportuno justo ahora, pero necesitamos
concentrarnos en lo que nos está pisando los talones. ¿Creen que puedan hablar
de esto después?- interrumpió Kotetsu, sintiéndose un poco mal por hacerlo.
-Está
bien, Tiger. Yo ya no tengo nada más que decir.- bramó Nathan, mientras se
secaba las últimas lágrimas y su expresión se tornaba dura; el toro sólo soltó
un pesado suspiro y no volvió a mirar al otro a los ojos.
Todos
se enfriaron, intentando comprender y digerir lo que se había dicho, sin
embargo sabían que debían espabilarse un poco y concentrarse en cómo derrotar
al enemigo; salieron de la mansión de los Goldsmith-Kjolsrud para dirigirse a
Hero TV donde Barnaby y Agnes los esperaban, y vaya que la tensión podía
palparse en el aire durante el trayecto.
…………………………………………………….
Ocho.
Había
ocho cadáveres en el centro de la solitaria avenida.
La
gente no quería salir desde lo sucedido la noche anterior, por eso ninguna
persona había gritado o avisado de la macabra y sangrienta escena; sin embargo,
ahí había ocho cadáveres de hombres y mujeres alrededor de lo que parecían ser
restos de una novena persona. Barnaby y Agnes no tenían la menor idea de lo que
había sucedido en aquel lugar, pero estaban decididos a saber aun cuando no
quisieran dada la naturaleza del acto.
-Quédate
aquí y cuida de Mary Rose, iré a ver qué sucedió.- susurró el rubio desde la
relativa seguridad del callejón trasero del edificio de Hero TV, haciendo
levemente para atrás a Agnes con su brazo derecho mientras se cercioraba que la
calle estuviese vacía.
-Claro
que no, Barnaby. Iré contigo.- dijo Agnes en el mismo tono de voz, con esa
seguridad característica de ella, aunque también estaba profundamente asustada;
momentos antes se había asegurado de que Orlando atendiera a su subordinada. El
conejo ciertamente no quería exponer a la mujer a ningún peligro, pero también
sabía que era inútil tratar de convencerla de lo contrario a lo que ella
quería, así que sólo suspiró.
-Pero
si hay algún peligro quiero que corras y regreses lo más rápido que te sea
posible. ¿De acuerdo? Y eso no lo voy a negociar.-
-…
de acuerdo.- la castaña asintió, se colocó por detrás del héroe y salieron del
callejón.
El
día estaba frío y gris, la niebla bajaba al pavimento cubriéndolo con una fina
capa de sí misma y el cantar de los pajarillos no sonaba hermoso, sino
perturbador; Barnaby y Agnes con el rubio por delante caminaron entre dos de
los cadáveres, intentando analizar y mantenerse lo más objetivos posibles. Los
ocho cuerpos tenían en sus rostros una expresión amarga y varios de ellos
adoptaron posición fetal mientras que los demás habían fallecido con los brazos
alrededor de sus vientres, y justo por el medio de todos, el noveno cuerpo… ya
no se le podía llamar tal; había sangre color marrón que manchaba la superficie
de manera sucia y salvaje, y por lo único que podrían saber que se trataba de
un humano era por un hueso fémur y la parte baja de la mandíbula que reposaban
sobre lo que parecía ser carne desgarrada. No había nada más, era abrumador…
aterrador de ver, y sin embargo se hicieron de valor para hacer esa sensación
de lado y analizar lo más objetivamente posible. El rubio sintió un escalofrío
recorrer su espina, el olor a decadencia inundó su olfato y de la nada se
intensificó el nudo de su estómago, a pesar de la naturaleza de la situación
supo que algo iba terriblemente mal.
-¿Doctor
Saito? ¿Me escucha?- preguntó el conejo mientras trataba de establecer
comunicación con su brazalete, queriendo comunicarse con un especialista,
esperanzado de que sus terribles sospechas se quedaran sólo en eso.
-Estamos
incomunicados, Barnaby.- reprochó Agnes. -¿Qué pasa?-
-Es
que esto no es normal…-
-¿Y
qué lo es justo ahora? ¡Tan sólo observa en dónde estamos parados! Justo a un
lado de alguien completamente destazado y quién sabe por qué.- la castaña
recogió su cabello en señal de desesperación. La esencia de muerte y decrepitud
inundaba el área media de su rostro y si no vomitaba, estaba segura que estaría
a punto de desmayarse.
-Sólo…
fíjate en sus posiciones. Todos se concentran en su parte central, como si
tuvieran una especie de dolor de estómago.- Agnes pasó su mirada fugazmente,
más por obligación que por otra cosa. Si ver ocho cadáveres ya era impactante,
ver esa mezcla de huesos, carne y sangre era ciertamente de terror… la vista,
el olor, qué zozobra.
-¿Habrán
sido ellos...? ¿La Brigada?- preguntó temerosa.
-No
lo sé, pero si tan sólo pud…- Barnaby dejó de hablar repentinamente al fijar
sus ojos sobre uno de los cuerpos y con la mirada casi desorbitada se inclinó
para mover ligeramente la cabeza del occiso.- ... mira sus bocas.- entonces la
castaña miró y logró notar lo que el rubio vio con horror en esos ojos verdes…
la misma tonalidad de sangre que había alrededor de la carne y los huesos del
noveno pintaba también los labios y barbillas de los ocho finados. Retrocedió
un poco, empezó a llorar sordamente casi paralizada del miedo al caer en cuenta
del contexto de la situación.- Ellos… se lo comieron.-
-...
por cada día…-
-¿Escuchaste
eso?- Agnes hizo una pausa a su agitada respiración e irguió la cabeza,
intentando escuchar con claridad la tenue voz que creyó oír.
-Sí…
lo escuché.- contestó Barnaby, levantándose alerta de cualquier peligro.
-...
por cada día…-
-¡Ahí
está de nuevo!- exclamó Agnes, el rubio hizo una seña para que bajara la voz y
empezó a buscar vestigios de alguien por donde provenía el sonido de la voz.
Volvió a hacer una seña a la castaña para que ahora guardase silencio.
-¿Estás
bien? ¿Cuál es tu nombre?- preguntó sin obtener respuesta.- ¿Puedes venir con
nosotros? Te pondremos a salvo.- decía el rubio, esperando a que el origen de
la voz revelara su posición.
-...
por cada día…- una joven pelirroja de aproximadamente 17 años salió de entre
las sombras del callejón contiguo, caminaba muy lento hacia el conejo,
cabizbaja y las manos ligeramente levantadas en cuencas, como si rogara a una
deidad.
-Regresa
al edificio y prepara una sala de juntas. Voy a hacerle un pequeño interrogatorio.-
susurró el rubio a la mujer mientras mantenía fija su vista en la joven que
poco a poco se acercaba a él.
-No
voy a dejarte solo, Barnaby…- reprochó la castaña quien tampoco dejaba de ver a
la chica.- Además… hay algo en ella…-
-...
por cada día…-
-...
algo que no me termina de convencer.- la castaña dio un par de pasos hacia
atrás.
-Sí,
algo está definitivamente mal.-
-...
por cada día…- la joven se detuvo repentinamente a la mitad del camino y bajó
un poco más su cabeza.
-¿Te
encuentras bien? ¿Te lastimaron?- preguntó cálidamente el conejo, aunque al
mismo tiempo con cautela. Ahora era él quien se acercaba con recelo.
-Barnaby…
mira sus manos…- dijo la castaña con horror en su mirada. El rubio fijó su
vista y con ayuda de la luz pudo notar que la punta de los dedos de la chica
estaban rebosantes en la misma sangre marrón de los restos.
-...
por cada día de resistencia... diez de nosotros moriremos.- dijo finalmente y
la joven se desvaneció suavemente, cayendo de costado sobre el piso nebuloso.
Barnaby corrió para auxiliarla, la tomó entre sus brazos y retiró el cabello de
su rostro. La chica de ojos grandes y cansados tenía manchado el mentón y los
labios al igual que los otros cadáveres, entonces supo que ella también se había
alimentado del noveno.
-¡Hey!
¿Me escuchas?- dijo mientras tomaba su rostro y lo sacudía con moderada
brusquedad intentando hacer que la chica reaccionara. Ésta abrió ligeramente
sus ojos y habló en un tono de voz apenas audible, expulsando aquel aire vital
de sus pulmones una última vez.
-...
y se obligarán a que sea su última cena… porque un impuro se convierte en
hereje cuando prueba la carne de su hermano… conozcan a su creador ahora…-
…………………………………………………….
-Maestro,
he traído a Lunatic.- decía Jason con una leve sonrisa asomándose entre sus
duros rasgos, abriendo la puerta del despacho principal en el tercer nivel de
las instalaciones subterráneas de Ouroboros. Yuri entró en su habitual traje,
sólo usando la máscara para no perder el respeto de los demás militantes
mientras atravesaban El Vínculo. El hombre castaño le empujó bruscamente hacia
el interior de la oficina haciendo que el vigilante trastabillara de manera
breve, éste se irguió y habló con una voz profunda pero suave y cordial a la
vez:
-Por
favor, no me vuelvas a tocar. Ten un poco de clase, esto no es una pelea de
bar.- la leve sonrisa del castaño se volvió una mueca de ira, viéndoselo
dispuesto a asestar un golpe completo.
-Jason,
por favor. Contrólate.- indicó el líder de Ouroboros, Frank Martínez, la mueca
de ira de Keyes se hizo más obvia, sin embargo hizo lo que se le indicó.
Lunatic se retiró la máscara al estar en la privacidad de los pilares de la
organización y la reclinó sobre el escritorio del moreno de los ojos color
oro.- Explícame una cosa, Yuri. Jason dijo que te vio abandonar la casa de Wild
Tiger hoy en la mañana. Me conoces, sabes que usualmente dejo que la evidencia
hable por sí misma, pero dada tu posición, me encantaría escuchar tu versión.-
decía Frank con un tono de voz un tanto sarcástico o escéptico, había una
mezcla de emociones en su voz en aquel momento.
Yuri
vio directamente a los dorados ojos del moreno, con determinación, después
volteó a los ojos de Jason detrás de su líder, con la mirada más oscura que se
le hubiera visto, profundamente molesto e irritado.
-Te
guste o no, tengo que seguir con mis deberes jurídicos. Dado el historial de
citatorios de Kotetsu T. Kaburagi en la Cámara de Justicia, me veo obligado a
visitarlo en su domicilio cada semana para un exhaustivo análisis de
facultades; hago un reporte que consiste en evaluar si está capacitado para
seguir fungiendo como servidor público. Estoy tan ansioso como tú para dejar de
hacerlo y si el plan sigue su curso, ésta fue la última visita.- bramó
dirigiéndose al castaño. No era la primera vez que Jason le seguía, siempre
había estado consciente de la sombra que le antecedía, sin embargo esta fue la
primera vez que había bajado la guardia y guiado al enemigo a la puerta de los
aliados, y eso le molestaba sobremanera.- No me levantes acusaciones si no
tienes fundamentos con qué sustentarlas.- El castaño hizo una mueca y apretó
los dientes, borrándose así la expresión burlona que hasta ahora sostenía.
-¿Lo
ves, Jason? ¿No te lo dije? Yuri jamás nos traicionaría, él es fiel a nuestra
causa desde hace casi veinte años. Enviando las almas con Thanatos desde antes
de conocer nuestros planes.- exclamó Frank aliviado y soltó un suspiro al
finalizar, una sonrisa se escapó de sus labios y se recargó en su respaldo.
Volteó a ver a su primer asistente con una mirada expectante, exhortándolo sin
palabras; Keyes soltó aire, pesadamente y mal disimulado.
-Te
pido una disculpa, Lunatic.- la hipocresía en sus palabras era obvia, pero por
ahora era lo mejor que podía ofrecer.- Seguro entenderás que dada tu relación
con los héroes, me fue casi imposible no sospechar.-
-Lo
entiendo, Jason.- dijo con un gesto soberbio mientras se acomodaba la corbata,
se colocó su máscara y se puso de pie.- Sin embargo lo que yo te pido, es que
ya sea a mí o a cualquier otro NEXT bajo el yugo de Frank, no se le vuelva a
levantar una acusación sin evidencia. Eso es tan humano y mundano, estamos por
encima de esto.- Petrov notó una sonrisa más obvia por parte del líder de
Ouroboros.
-Estoy
de acuerdo. No podemos permitir que esos comportamientos humanos trasciendan a
la nueva era. Por el momento sólo quedas advertido, pero quien cometa esta
falta de nuevo, seas tú o alguno de mis militantes, sufrirá las consecuencias.
¿Está claro?- el castaño asintió, derrotado ante las palabras de su líder y
furibundo para con el primer oficial.
-De
acuerdo, si me disculpas, Frank, tengo que regresar a la Oficina de Justicia,
todos están un poco paranoicos por allá. Si consigo información útil, te lo
haré saber de inmediato.- Martínez asintió con agradecimiento mientras Yuri se
daba media vuelta y salía del despacho principal.
-… debes llenar estos formatos
todos los días y entregarlo al Control de Almacén a las dos en punto.- Lunatic
escuchó una voz familiar cerca de él y al asomar la cabeza pudo ver a Deino
señalando unos papeles sobre su tabla, explicando cada detalle de los mismos.
-¿Y el formato de lavandería va
para Joseph, cierto?- Yuri distinguió otra voz particularmente conocida.
-Así es. ¿Ves? Lo harás bien,
sólo es cuestión de tener todo el papeleo a tiempo.- sonrió el platinado.
-¿Deino?- preguntó Yuri a lo que
entraba a la oficina en donde estaba el muchacho y, para su sorpresa, Kaede.-
¿Qué haces aquí, Kae? No tienes permitido el acceso al tercer nivel, si te ven
por aquí, te castigarán.- Si Yuri no tuviera la máscara puesta, los chicos habrían
visto cómo empalidecía a pesar de su tono natural de piel, sólo de pensar el
escarmiento de la chica.
-Kae se hará cargo de mis deberes
ahora, Lunatic.- decía el chico con una sonrisa triste.
-¿Y qué harán contigo?- preguntó
el vigilante con escepticismo, al ver que los chicos no dijeron palabra alguna
y se miraron cabizbajos, Yuri asintió.- Vamos afuera.-
-¿Por qué no dijiste nada,
Deino?- preguntó molesto el Juez, tan sólo imaginar la presión a la que Frank
quería someter al chico.
-Usted debería saberlo, si me
negaba con cualquier excusa, la muerte o el exilio eran mis opciones. Y sabe
cómo acaban los exiliados.-
-Deino, ¿acaso sabes el origen de
tus poderes?- el vigilante se dirigió al muchacho, tomándolo del hombro,
intentando reconfortarlo a su manera.
-Son de nacimiento, señor.-
-Me refiero a que si tienes idea
qué es lo que potencia a tus células NEXT a darte las habilidades que tienes.-
el chico negó con la cabeza, a lo que Yuri le explicó.- En los archivos que se
recuperaron de la base Sword leí sobre la clasificación de tus poderes, Deino.
La capacidad que tienes de crear naturaleza se debe a que en efecto, tienes una
conexión con el núcleo de la tierra; este núcleo te permite malear las
moléculas en la atmósfera para crear lo mismo que él, en pequeñas cantidades.
Sin embargo, para crear minerales, como los son piedras y metales, la atmósfera
de la superficie no es lo suficientemente apta para eso. Mencionaste que cada
vez que creas metales y piedras experimentas mucha fatiga y dolor en cierto
punto, eso se debe a que los minerales que faltan en la atmósfera… se compensan
con los de tu esqueleto. Cada vez que creas algo así, degeneras la composición
mineral de tu sistema óseo para completar la de tu resultado final.-
-Entonces no estaba tan
equivocado cuando pensé que a la larga me mataría… ¿cierto?-
-¡Tenemos que hacer algo! Frank
lo matará antes de que los Héroes puedan hacer algo.- exclamó Kaede, demandando
una respuesta del vigilante.
-No temas, princesa. Le pediré
cada día al Maestro que me sane para no sufrir daños. Por cierto, acabo de
recordar que los formatos que dejamos sobre el escritorio se tienen que
archivar. ¿Te importaría hacerlo? Iré contigo en un momento.- la chica miró al
platinado con incertidumbre, pero al final asintió y caminó rápidamente hacia
El Vínculo.
-Deino, sabes que Frank nunca
sana a un NEXT más de una vez, y contigo lo hizo cuando te encontró.-
-Lo sé… una vez dijo usted que
sin Kaede era imposible ganar esta guerra. Sé que muchas veces mi bonhomía me
impide ver las cosas como realmente son, pero nunca he visto más claro algo en
mi vida. Amo a Kaede, amo su valor, amo el brillo de esperanza en sus ojos, y
sé que ella está enamorada de mí, no sé si tanto como yo. Lo que sí sé, es que
si se distrae conmigo, perderemos antes de que la verdadera batalla comience…
la Brigada 731 ya está sobre los héroes, y necesitan todo el apoyo que se les
pueda brindar.- Lunatic infló el pecho al escuchar las palabras del chico,
conmovido por la valentía y las razones que lo orillaban a querer sacrificarse,
no tanto por la humanidad en sí, sino por la hija de Wild Tiger.- Por cierto, ¿recuerdas
la mujer que proveía a la organización? Su nombre es Anick Lomawien.-
-Entonces parece que tenemos al
enemigo más cerca de lo que creíamos.- Deino lo miró confundido.- Es la CEO de la
Corporación SkullBunny, jefa de Anaksha Kjolsrud. El problema será advertirles
de esto, Jason me ha estado siguiendo y ya sospecha de mí, hará lo que sea para
buscar pruebas que me delaten, y no puedo llamar a los héroes porque la Brigada
731 tiene intervenidas todas las comunicaciones.-
-No las postales ¿o sí?- Deino
miró a Yuri con cierta complicidad, esbozando una pequeña sonrisa.
-¿Una carta, sugieres? El
servicio postal no funciona desde la aparición de la Brigada, y no podré
acercarme a la casa de ningún héroe sin que Jason esté molestando.-
-Usted no, pero tal vez yo pueda.
Dejaré la carta en el buzón de Wild Tiger, y para asegurarnos que tomen la información
como verdadera, Kaede la escribirá, reconocerán la caligrafía de inmediato.
Convenceré al Maestro de que me deje pasar la noche con ella antes de que me
encierren e iremos a dejar la carta.- Deino notó la incertidumbre del
vigilante, aun cuando éste tenía la máscara puesta.- Por favor, Lunatic. Será
lo último que pueda hacer.-
-Es un buen plan… Deino, no
dejaré que te conviertas en un mártir. Tienes mi palabra, haré todo lo posible
para sacarte de ese encierro lo más rápido que pueda. Pero tienes que
prometerme algo a cambio.-
-¿Qué cosa?-
-Resiste.-
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