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lunes, 11 de julio de 2022

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 38: Salto de fe

 Día 3 después de la primera aparición de la Brigada 731.


El olor, ese penetrante olor a carne quemada y cenizas que había inundado la explanada del Vínculo era perturbador. El mensaje que Frank quería enviar había sido claro, la advertencia era inequívoca y escalofriante: Los traidores sufrirán la ira del NEXT Supremo mediante el ejecutor de su visión.

Kaede no podía terminar de asimilar el horror que presenció, y pudo sentir la zozobra de Lunatic a pesar del despliegue tan impresionante de poder que justo había acontecido. Veía a Jason mirarla a los ojos mientras decía algo, seguramente otra de sus amenazas, pero la chica no la había escuchado; sus acuosos ojos permanecieron abiertos y estáticos, sus manos cubrían su rostro, sin embargo, su expresión era catatónica e inerte.


Kaede oía sin escuchar, todo le parecía ruido sin sentido y lo percibía como muy lejano, una voz se abrió paso entre todo ese barullo y tomaba forma lentamente.

-¿… estás escuchando? Kae, reacciona por favor.- sintió un par de brazos sacudiéndola de manera firme pero gentil.- ¡Hey! ¿Me escuchas? Necesito que espabiles.- la chica se obligó a devolverse a la realidad, respiró un par de veces con pesadez y asintió.- Aún tienes cosas por hacer, coordina el regreso de todos los grupos a sus dormitorios y ve con Deino, pasa la noche en su cámara y no salgas de ahí ¿Entendido?- indicó Lunatic, la chica permaneció en silencio un par de segundos más, contemplando un poco sus alrededores.

-¿Acaso… sufrieron?- murmuró con lágrimas en sus hinchados ojos. El vigilante suspiró.

-Muy poco, lo prometo.- respondió mirándola a esos familiares ojos grises, sumamente avergonzado y arrepentido. La chica asintió nuevamente y se dio media vuelta para ponerse manos a la obra.


Los rostros ardiendo y derritiéndose de Joseph Hex y Carl Briyam aparecían intermitentes en la mente del vigilante, acechando sus pensamientos e intentando evitar que pensara con lucidez. Yuri espabiló y se irguió con pesadez, su traje de Lunatic le resultaba molesto y de una sensación sumamente desagradable. Los militantes más jóvenes desviaban la mirada para no verle a los ojos de su imponente máscara, agachaban la cabeza y esperaban a que Kae llamara por su grupo para poder retirarse del Vínculo. Los infantes temblaban nerviosamente y se tomaban de las manos, temerosos de la presencia del vigilante. Algo se quebró dentro de Yuri, aquello que latía dentro de su pecho estaba lastimado y arrepentido. “Thanatos, mi señor… ¿qué he hecho?” se repetía una y otra vez para sus adentros. Aquella sensación le laceraba y se reprochaba su propia existencia.


-Yuri, ven a mi despacho. Tenemos que hablar.- dijo una voz satisfecha y aterciopelada. Frank Martínez hizo una seña para que el vigilante caminara a su lado, mientras eran escoltados al tercer nivel por un todavía malherido Jason Keyes, quien cerró la puerta tras de sí al llegar al despacho del NEXT Supremo.- ¿Sabes? El Creador tiene formas muy extrañas de manifestarnos sus divinos mensajes, pero afortunadamente yo sé escuchar, y sé cuándo quiere que haga su voluntad. A pesar de los acontecimientos recientes, creo firmemente que estamos listos para finalizar esto de una vez por todas.- decía el moreno con determinación.

-¿A qué te refieres, Frank?- preguntó con disimulado temor, el recién nombrado Ejecutor Supremo.

-Es momento Yuri.- dijo sonriente para después dirigirse a Jason al fondo.- Quiero aquí los planos de los grupos de combate y llama a Vaako, dile que se aliste. Esta noche prepararemos nuestra estrategia ofensiva, porque mañana a esta hora estaremos reclamando esta tierra para la raza superior.-

-Sí, Maestro.- asintió Jason con una sonrisa sádica en el rostro.

-¿De verdad crees que es buena idea atacar ahora?- preguntó Yuri, quien palideció al escuchar la determinación de Frank.- Presiento que los héroes no lo van a hacer fácil para nosotros.-

-Contigo y la Brigada de Vaako de nuestro lado, somos imparables, mi amigo. Hoy hicimos de los traidores un ejemplo para Ouroboros, mañana, haremos de los héroes de Sternbild un ejemplo para el mundo.-


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Por su lado, los Héroes de la Primera Liga de Sternbild, junto con Agnes Joubert se encontraban estupefactos ante el documento que visualizaban mediante el proyector de la sala segura. Una mezcla de rencor y empatía con dolor les inundaba. El número tan obsceno de víctimas que la Brigada 731 había dejado (niños incluidos) con apenas tres días de operación, era demasiado como para ser ignorado, sin embargo, la lealtad que los brigadistas se tenían unos con otros, y con su gente, los tales llamados Sun On Yee, era de admirarse.


El expediente titulado “CONFIDENCIAL: Perfiles B731” que Kaede les había entregado hace una hora contenía absolutamente todo lo que no habían podido conseguir de la Base Militar de Sternbild y mucho más. Su contenido era valioso sin dudas, pero muy doloroso de leer; el sufrimiento y sacrificio personal de cada uno de los afiliados a esta organización paramilitar era profundamente triste.

-Por eso es que están dispuestos a todo. Son familia.- dijo Antonio, amargamente. -Con razón no hay registro de los poderes de su líder en ningún lado, porque su habilidad es convertir a otros.-

-Si Vaako Kovalevskaya creció en Beijing, era de esperarse que su triada se extendiera por Hong Kong y el resto de China.- asintió Anaksha.- ¿Recuerdan que PaoLin y yo les contamos sobre los Sun On Yee y cómo en realidad no son gente violenta? Todo lo que hace es para protegerlos.-

-Aun así, la combinación de los poderes de todos y la precisión con la que se desempeñan es el más grande peligro que tenemos ahora.- bramó Agnes con cierta desesperación.

-Aquí dice que la Brigada obedece a Ouroboros a cambio de no ser entregada a Lunatic.- decía Kotetsu con intriga en su voz.

-¿Lunatic no era de los nuestros?- preguntó Nathan.

-Así es, y dado que nunca nos dijo nada de esto…- decía Barnaby.

-¿Crees que nos haya traicionado?- preguntó Ryan molesto.

-No lo creo, sinceramente mi mejor suposición es que él no sabía ni de Vaako o de la Brigada. Estoy seguro que fue una amenaza de Frank Martínez para mantenerlos subyugados. Sabe que sin ellos no puede ganar.- respondió el conejo con seguridad en su voz, una seguridad a la que Kotetsu se aferraba.

-Tenemos que borrarlos de la ecuación.- decía Ryan intentando idear un plan para erradicar su principal amenaza.

-Muy a mi pesar, he de admitir que nuestra formación y entrenamiento es para fines comerciales.- decía el actual Rey de los Héroes. Ivan lo miró expectante.- Como decía Agnes, sus poderes en conjunto junto con su entrenamiento los hacen la amenaza más fuerte a la que nos hemos enfrentado, y sinceramente, no creo que podamos hacerles frente solos. No por lo menos sin la ayuda de otra Liga de Héroes, y dado que las comunicaciones están fritas…-

Todos en la habitación sintieron un extraño escalofrío recorrerles la columna, si el Rey de los Héroes, el Monarca de la Primera Liga y (sobraba decir) el más optimista de todos, había llegado a esa conclusión, cabía preguntarse “¿De verdad, todo se acaba aquí?”. Una inocente voz se abrió paso entre aquel malestar colectivo.

-Tengo una idea, pero no sé qué tan buena sea…- dijo dulcemente PaoLin desde el fondo, se levantó de su asiento y miró a Agnes con aquello que sólo podía describirse como esperanza.- ¿Y si hablamos con ellos?-

-¿Y decirles qué?- preguntó Karina con sarcasmo.- ¿Qué Lunatic en realidad es nuestro aliado y no corren peligro? Y de una vez les pedimos que se unan a nosotros ¿no?- Blue Rose de repente cobró conciencia de lo que había dicho, a lo que PaoLin asintió.

-Justo eso. A pesar de lo que han hecho, creo que no son malas personas, sólo sirven a alguien que sí lo es.- respondió la chica dragón con una sonrisa triste dibujada en su rostro.


Agnes se levantó de golpe después de considerar sus opciones por un momento, los demás la miraban expectantes mientras caminaba en círculos por un par de segundos. Se frenó en seco y volteó a ver a los héroes.

-Espero que esto funcione.- dijo con pesadez, salió de la habitación segura para cruzar el pasillo hacia otra sala de juntas, tomó el teléfono y levantó el auricular, cuando escuchó el tono procedió.- Sé que me escuchan. Quiero hablar con ustedes, lleguemos a un acuerdo.-

-¿Qué haces, Agnes?- preguntó el héroe tigre desde la puerta de la habitación, acompañado de un Barnaby lleno de incertidumbre.

-PaoLin tiene razón.- la castaña miró directamente a los ojos cafés del héroe veterano y suspiró triste.- Esta es nuestra única esperanza, bien sabes que de otra forma no tenemos oportunidad.- Kotetsu se pasmó un momento y asintió con impotencia.


::Si esta llamada no es para tratar los términos de su rendición, pierdes mi tiempo y el tuyo.:: la voz de Vaako Kovalevskaya resonó en la totalidad de la habitación, su gélido rostro se transmitía a través del proyector de la sala de juntas.

-Quiero reunirme contigo primero. Hablemos en persona.- dijo Agnes, con un porte sumamente elegante, altiva y orgullosa.

::No.:: espetó secamente el ruso.

-Lo que tengo que decir, te interesa.-

::Lo dudo bastante. ¿Qué podrías decirme que me importe? Además de la rendición de tus héroes, claro está.::

-Es sobre ti, sobre tu familia, los Sun On Yee.- la voz de Agnes ahora era dulce y sonaba genuinamente preocupada. Kovalevskaya en pantalla se paralizó un momento y abrió los ojos en señal de asombro.

::¿Cómo sabes de los Sun On Yee?::

-Lo sé todo, “Dai Lo”. Por eso quiero hablar contigo, y para que veas que no tengo intenciones ocultas, iré sola. Únicamente tú y yo, sólo por esta ocasión ¿Qué dices?- Agnes miraba la pantalla esperando una respuesta, el rostro del ruso no mostraba expresión cosa que inquietó bastante a la castaña.

::Reúnete conmigo en la entrada de la estación subterránea Sinoviet. Sola como prometiste, en 20 minutos.::

-Ahí estaré.- asintió y la transmisión se cortó. Agnes volteó a ver a Kotetsu y a Barnaby, visiblemente nerviosa.- Andando.- se puso de pie y salió hacia la sala segura para informar a todos y tomar camino a la abandonada estación Sinoviet, en la parte más oscura, descuidada y peligrosa de la ciudad.


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Sternbild en general era una ciudad moderna, con buenos recursos urbanos y de infraestructura, pero había algunos barrios sumamente descuidados y con una alta tasa de delincuencia. La Segunda Liga de Héroes de Sternbild hacía todo lo que podía para bajar los índices de violencia y criminalidad junto con la policía de la megalópolis, sin embargo, el factor político era el principal impedimento para lograrlo. Los políticos y su sistema dejaban de destinar recursos a estas áreas para mantenerlas marginadas y de bajo costo. Así la población vulnerable y de escasos recursos tendría un lugar para vivir, excluida de las amenidades de la ciudad, y a cambio de salarios precarios para aquellos que contaban con empleos formales, manteniendo así barata la mano de obra.

La estación Sinoviet era precisamente un claro ejemplo de ello. Una estación del subterráneo que conectaba aquella zona con el resto de la ciudad, que en su momento, poco a poco se desgastaba por la cantidad de gente que transportaba al día hacia la ciudad. Permaneció sin mantenimiento por tantos años que cuando representó un riesgo colapso sobre sus propios cimientos, el Ministerio Urbano simplemente decidió cerrarla, sin importarle cómo afectaría esto a las miles de personas que se trasladaban diariamente en aquellos trenes, obligándolas a desplazarse con métodos más caros y mantenerse alejadas.


-No entiendo por qué te citaría aquí. Un paso en falso y las paredes se nos derrumbarán encima.- dijo Kotetsu, cauteloso de sus pisadas. Barnaby y él habían decidido llevar a Agnes hasta aquel punto de la megalópolis a su reunión con el líder de los brigadistas.

-Tengo la sospecha de que la Brigada opera muy cerca de aquí, su escondite debe de estar cerca.-

-Lo más lógico sería que operaran desde la fábrica de calzado con el resto de Ouroboros.- contestó el héroe veterano.

-Ellos funcionan como un organismo aparte de Ouroboros, por eso nadie sabía de ellos hasta ahora. Aunque están afiliados a la organización, los Sun On Yee son diferentes al resto…- contestó Agnes, convencida de lo que decía. Barnaby por su lado, estaba muy escéptico del plan y de las intenciones de Vaako.

-¿Estarás bien? Podemos quedarnos para protegerte si las cosas salen mal.- el rubio tomó a la castaña por el brazo para que pudiera pasar sobre los escombros.

-Si los ven aquí, las cosas saldrán mal desde el principio. Estaré bien… espero.- la castaña miró su reloj de pulsera.- Váyanse ya, en cualquier momento puede llegar Kovalevskaya. Los veré en la calle donde estacionamos la van, ¿de acuerdo?- Barnaby y Kotetsu asintieron a regañadientes y se marcharon.


-Esto no está bien, no deberíamos dejarla sola.- refunfuñaba el héroe conejo mientras volteaba a ver a su jefa a la distancia.

-Sé que nos dijo que nos fuéramos, pero… ¿si nos quedamos cerca? Sólo para asegurarnos que no le hagan daño.- sugirió un preocupado Kotetsu. Barnaby lo pensó unos segundos y asintió.

-Tendremos que ser discretos y sumamente silenciosos. De ninguna manera pueden enterarse que estamos aquí.-


Ambos hombres asintieron y tomaron cobertura tras un contenedor de basura, sigilosamente a unos cuantos metros de la entrada a la abandonada estación Sinoviet. Atentos a sus alrededores, esperaron.


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Un gentil viento levantó unas cuantas hojas de árbol secas, se paseaban gentil y silenciosamente por la brisa, juguetearon por un momento alrededor del cabello castaño de Agnes, quien se sacudió un poco para quitárselas de encima, giró su cabeza para espabilarse los nervios y dio un pequeño salto al ver que Vaako la observaba silenciosamente, sentado en un pedazo de concreto roto a la entrada a la estación Sinoviet.

-¡Ah! Me espantaste.- exclamó llevándose una mano al corazón.

-Tranquila, no voy a hacerte daño. Mi pelea no es contigo.- respondió el imponente ruso, con una voz dura pero gentil.- Aunque he de confesar que estoy intrigado con la información que tienes, supongo que es lo que vienes a decirme.- Vaako se levantó y caminó con paso lento hacia Agnes, quien a pesar de lo corpulento del hombre y su imponente presencia, no retrocedió.

-Mis héroes tampoco quieren hacerte daño, y aunque no lo creas, nuestra pelea tampoco es contigo… Dai Lo.- afirmó la castaña, viendo directo a los ojos del ruso, quien la rebasaba por poco más de treinta centímetros y estaba muy cerca de ella, peligrosamente cerca.

-Eso lo encuentro difícil de creer, tengo la mala fortuna de crearme enemigos con motivos muy personales.- el moreno suspiró y Agnes pudo respirar de aquello, extrañamente eso la tranquilizó mucho.- He de ser muy sincero contigo, cuando mencionaste a mi triada, a mi familia… me sentí como si estuviera desnudo y vulnerable. Además, tienes una manera muy peculiar de llamarme por mi apodo. Se siente bien.-

-Escucha, sé quién eres y cómo conociste a cada uno de tus brigadistas. Pienso que sólo son víctimas de las desafortunadas circunstancias en las que se encontraban.-

-Nosotros no somos víctimas, Marié, somos los victimarios.-

-No me llames así, por favor.- rezongó Agnes un poco molesta.- Sé que sabes todo el trasfondo de ese nombre, te pido el mismo respeto que te estoy dando.- Vaako asintió.

-Tienes razón, lo lamento, Agnes.- el corpulento ruso se dio la vuelta y volvió a tomar asiento.- ¿Entonces? ¿Qué tanto es lo que sabes?-

-Sé de ti, de tu infancia, del desafortunado momento en el que te asociaste con Ouroboros, y de cómo salvaste la vida de tu equipo.-

-No les salvé de nada, les condené a esta vida.-

-¿Quieres que te demuestre lo contrario?- sacó de su chaqueta una libreta de mano pequeña y buscó entre sus páginas las anotaciones pertinentes. Con nervios perfectamente bien disimulados, prosiguió.- Empecemos por Nico, su tío le dejó en la miseria sin un solo centavo. Tú le diste un hogar y una familia después de que perdió a la suya. A Susie la sacaste de la vida callejera y la curaste de sus adicciones. A Valtteri le enseñaste cómo controlar su ansiedad, y por consiguiente, sus habilidades NEXT.-

-Detente…- decía Vaako con la cabeza baja, inundado de una sensación de vergüenza y desasosiego.

-Daniil, después de perder a su esposa e hijos, le acogiste en su peor momento. En Sebastian viste una luz que merecía ser salvada. A Romain le diste lo que más anhelaba, una familia.-

-Por favor, sólo… detente.-

-Simona sólo era una niña cuando decidiste criarla, la salvaste de sus padres. A Kimi le diste un nuevo propósito en la vida después de perderlo todo. Y a Jean Eric lo rescataste de un montón de sicarios.-

-¡Suficiente!- exclamó Vaako con desesperación, lágrimas salían vehementes de sus ojos al escuchar las palabras de Agnes, quien estaba sumamente confundida al respecto.- ¡Yo no los salvé! ¡Los saqué de su miseria para meterlos en una peor! Soy un criminal, Agnes. Un maldito criminal a quien sus errores ya le alcanzaron, ya no puedo dar marcha atrás. Tengo que acabar con esto antes de que Lunatic venga a por mi gente, mi familia. ¿No lo entiendes? Si no obedezco y hago lo necesario, lo último que verá mi gente es fuego azul consumiéndolos por culpa mía…-

-Eso es precisamente lo que necesito decirte.- dijo la castaña, mientras colocaba una de sus manos en la espalda del moreno de manera reconfortante. Vaako tomaba su rostro entre sus manos, sollozando ahogadamente.- Tu gente no corre peligro.-

-¿Qué es lo que dices…?-


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-¿Alcanzas a escuchar algo? El eco de este maldito contenedor no me deja escuchar nada.- dijo Kotetsu por lo bajo, molesto.

-No tanto como quisiera, Agnes le está hablando de la Brigada, pero no distingo muy bien lo que dice.- contestó el conejo, concentrándose en descifrar los pedazos de palabras que escuchaba.

-Veré si puedo acercarme un poco más…- decía el tigre mientras buscaba una superficie estable para avanzar. Señaló una columna lo suficientemente cercana a Agnes y Kovalevskaya.- ¡Ahí!-

-Kotetsu, no te muevas de aquí.- dijo el conejo tomando por el brazo al moreno, quien le sonrió.

-No te preocupes, seré muy discreto y silen…- decía al mismo tiempo que pisaba una roca y caía sobre un montón de tubos metálicos, haciendo todo el ruido posible y delatando su ubicación de manera estrepitosa.


Vaako y Agnes se levantaron de golpe, asustados por el escándalo repentino. Vieron a Wild Tiger intentando levantarse sin éxito alguno, los tubos le dificultaban su propia estabilidad.

-Me mentiste, Agnes. Dijiste que sólo estaríamos tú y yo.- Vaako retrocedió, visiblemente ofendido.

-¡Kotetsu, te dije que te fueras!- bramó la castaña molesta.

-No queríamos dejarte sola, ¡Lo siento!-

-¿“Queríamos”? ¿Con quién estás?- Barnaby por detrás del contenedor salió para escudar al moreno con su cuerpo, quien aún no lograba levantarse.

-Únicamente somos nosotros, estamos aquí sólo para proteger a Agnes, no tenemos ninguna otra intención.- dijo el rubio con las manos en alto. El semblante de Vaako ahora era duro y visiblemente molesto.

-Por un momento te creí, Agnes. Pero ahora veo que todo fue parte de tu plan, una emboscada.- bramó el ruso y silbó al aire. Cinco segundos más tarde, el resto de la Brigada emergió de la entrada de la estación Sinoviet, rodeando a la castaña y a los héroes.

-No, Vaako, esto es un malentendido…- decía Agnes desesperada, intentando convencer al líder de los brigadistas.


-Escucha, esto no tiene que acabar mal.- decía el héroe veterano, recién incorporado.- Tú y yo, mano a mano sin usar nuestros poderes. Nadie más tiene que salir lastimado.-

-¡Cállate, Kotetsu!- exclamó Agnes, fastidiada por la situación.

-No tienes oportunidad, Kaburagi.- dijo el ruso.

-Si gano yo, nos vamos a sentar y vas a escuchar el resto de lo que Agnes vino a decirte. ¿De acuerdo?- preguntó el tigre.

-De acuerdo.- asintió Vaako.- Pero si gano yo, le llevaré tu cabeza a Frank Martínez.-

-¡Hey!- exclamó Barnaby.- Eso no es justo.-

-No somos niños, y estamos en guerra.- bramó el ruso.- Esos son mis términos para que el resto de mi equipo no los haga trizas en este momento. Tómalo o déjalo.- Kotetsu asintió nervioso.

-Muy bien, si gano, nos calmamos, si ganas, me matas.-


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Si bien Kotetsu tenía vasta experiencia en el combate cuerpo a cuerpo, seguía siendo un hombre delgado y de estatura promedio. Vaako cargaba con él, sus imponentes casi dos metros de altura y 120 kilos a cuestas, su historia de vida le había llevado a aprender y dominar varias técnicas de lucha, sumado a que, para alguien de su complexión, era alguien sumamente ágil y rápido aún sin sus habilidades NEXT activas. Incluso entrenaba junto a Sebastian Vettel, quien era un experto maestro del Muay Thai.

Era cierto, Kotetsu no tendría oportunidad, pero… tenía que intentarlo. Había demasiado en juego, y no se podía permitir que la Brigada 731 siguiera asociada a Frank Martínez. La única oportunidad que les quedaba era convencer a su enemigo de cambiar de bando.

Los nueve brigadistas restantes se colocaron alrededor de ellos en posición defensiva, formando un círculo que delimitaba el área de pelea y observando que Barnaby o Agnes se mantuvieran al margen.

Vaako se quitó la chaqueta que usaba para quedarse sólo en camiseta interior. Los brazos del líder de los brigadistas eran enormes y cubiertos en su totalidad por tatuajes.

Kotetsu sólo se quitó la corbata, se la tendió a Barnaby, aflojó los primeros botones alrededor de su cuello para estar más cómodo y arremangó su camisa.

-Si esto sale mal, prométeme que vas a cuidar de Kaede.- dijo muy seriamente, viendo a los ojos color esmeralda de su compañero.

-No va a salir mal, no puedes permitir que salga mal.- respondió el conejo, impotente ante la situación.

-Pero en caso de que sí… prométemelo. No dejes, bajo ninguna circunstancia, que le hagan daño.- la mirada del moreno era demandante y profunda, a lo que el rubio sólo pudo asentir.- Bien, bien… aquí voy.- el tigre suspiró y se dio la vuelta, listo para encarar al imponente ruso.

-Kotetsu…- dijo Barnaby por lo bajo, pero el moreno le escuchó perfectamente.- Te amo.-

-¿Qué dijiste?- preguntó el tigre por encima del hombro, estupefacto por lo que acababa de escuchar.

-Que te amo, gran tonto. Así que véncelo y regresa con tu hija, y conmigo.- respondió Barnaby seguro de cada palabra que decía, Kotetsu asintió con una leve sonrisa y avanzó hacia un amenazante Vaako, quien lo miraba casi con sed de violencia.

Vaako en realidad no quería pelear, pero hacer méritos con Frank era asegurar que su triada viviera un día más, y vaya méritos que conseguiría postrando el inerte cuerpo de Wild Tiger ante los pies del autoproclamado NEXT Supremo.

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