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jueves, 21 de noviembre de 2013

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 18.

NDA: Este capítulo va a ser un One Shot. Voy a explicar aquí la relación que llevan Hiyama Kiyoteru y VY2 Yüma. (Y va a ser muuuy largo xD)
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Me vi reflejado en aquellos ojos verdes... y entonces supe que era el. Él y nadie más.
Mi nombre es Kiyoteru, y cuando lo conocí, teníamos la inocente edad de nueve años.

Mi padre era abogado, mi mamá murió cuando yo nací, así que realmente nunca la conocí. Mi papá siempre trató de darme lo que necesitaba, pero por lo mismo casi nunca pasé tiempo con el, así que podría decirse que crecí solo... Bueno, solo no, pero sin el muy presente en mi vida.
Cuando cumplí los ocho años y medio nos mudamos a un lindo vecindario, calles limpias, vecinos agradables. De hecho, vivíamos junto a la casa del comandante de la policía de la ciudad.
Así que teníamos la sensación de seguridad.

Cuando por fin comenzó el ciclo escolar, evidentemente me encontraba nervioso. Intentas que no te importe demasiado, pero siempre buscas aceptación social de algún modo. Así que haciendo toda inseguridad de lado subí al autobús, donde todos los lugares se encontraban ocupados, a excepción de uno hasta el fondo.
Me senté ahí y comencé a observar. Todos los demás niños se apretujaban acosando a un muchacho de mi edad, y aparentemente de mi curso. No supe en ése momento porqué le armaban a aquel chico tal jaleo, sino hasta en la hora del almuerzo en el comedor.
Los niños se volvieron a juntar alrededor de aquel muchacho, tenía los ojos verdes más intensos que jamás hubiera visto, cabello brillosamente rosado y la expresión más fuerte y firme como para pertenecer a un niño de mi edad.
Resultó que su padre era el comandante de la policía, así que me enteré indirectamente, que era mi vecino.

Como era de esperarse, el era muy popular y raramente lo dejaban solo. Pero aún así, sus ojos intensos revelaban mucha soledad. Que sus "amigos" sólo estaban con el por mera conveniencia.
Pasaron algunos meses y aunque me moría por hablarle, la multitud siempre me echaba del lugar. Fue sino hasta un día que regresábamos a nuestras casas en el autobús, que pude acercarme, mientras el se dirigía a su puerta.
-¡Hola! ¿Te llamas Yüma, cierto?- me miró con incredulidad, incluso con cierta inseguridad, pero me respondió con otra pregunta.
-¿Quién eres tu?-
-Me llamo Kiyoteru, pero aveces me llaman Yotu. Soy de tu curso y tu vecino... espero algún día ser tu amigo.-
-Yo no tengo amigos.- dijo mientras me daba la espalda y cerraba la puerta de su hogar en mis narices.

Normalmente eso me hubiera bastado para terminar con mis intentos de ser su amigo, pero había algo en esos ojos, algo que no pude dejar pasar.
Tenía que estar a su lado para apoyarlo, llámenlo como quieran, pero no podía abandonarlo. A pesar de estar todo el tiempo rodeado de personas y ser el más popular, estaba en una constante soledad.
Me dí la vuelta, dispuesto a volver a mi casa, pero la puerta que se me había cerrado en la cara volvió a abrirse, y se asomó con inseguridad aquel muchacho.
-¿Quieres pasar? Mamá cocinó estofado de pollo...- me preguntó cabizbajo, pero el inseguro ahora era yo.
-¿De verdad quieres que pase?-
-¿Tienes otra cosa que hacer?- me pareció ver un brote de desilusión.
-No, para nada, pero acabas de...-
-Lo siento, no quise ofenderte. Sólo... lo siento.-
-De acuerdo.- sonreí y me acerqué a el. Entonces abrió la puerta aún más para que pudiera pasar.

Su casa era muy parecida a la mía, nada muy extravagante. Lo único que me llamó la atención era que en el centro de la sala, justo por encima de la chimenea, había un retrato muy grande de un señor no muy viejo. pero tampoco tan joven. De cabello rosado igualmente y los ojos verdes también, pero inexpresivo, en extremo.
Me quedé admirando la pintura y Yüma empezó a explicarme.
-El es Hanasaki Yümiya. Mi abuelo. El era comandante de la policía, como mi padre... y algún día yo igual lo seré. ¿Y tus padres, Yotu?-
-Mi padre es abogado, y yo también quiero serlo algún día. Mi madre murió cuando yo nací.-
-Lo lamento...-
-No importa, no puedo lamentar a una persona que nunca conocí, aunque me hubiera gustado crecer con mi mamá. Papá dice que la vida te pone ciertas pruebas para probarte, y que si las superamos, podemos hacernos llamar hombres de valor.-
-Eso suena muy bien cuando lo dices.-
-Amo a papá, aunque rara vez lo veo, trabaja todo el día... Por cierto ¿porqué dices que no tienes amigos? Te veo con muchos siempre.-
-Te explicaré eso después de comer, ven.-

Después de haber comido, nos dirigimos a su cuarto a jugar videojuegos. Mi padre no llegaría sino hasta en la noche, así que todavía tenía tiempo de sobra.
-Verás, como mi padre es policía todos quieren que les de visto bueno para favores, así que por eso estoy rodeado constantemente de personas hipócritas.-
-Entiendo, pero debes de saber que yo de verdad quiero ser tu amigo.-
-¿Y por qué?- esta vez me miró muy serio. Había en sus ojos un reflejo desafiante, así que tenía que cuidar mis siguientes palabras.
-Porque... de verdad así lo siento.- no salieron más palabras que aquellas. Era lo único que tenía para decir.
-De acuerdo.- me dijo en un tono más amable y sincero.
Dejamos la tarde ahí y yo regresé a casa, tenía muchas ganas de contarle a papá lo que había sucedido ese día, pero como siempre, llegó muy cansado, me dio un beso en la frente y sin quitarse de encima el traje se durmió sobre la cama. Sólo le quité los zapatos, le dí otro beso en la mejilla y lo arropé con las sábanas.
-Gracias, papá.-

Así fueron los siguientes tres años, Yüma y yo siendo muy amigos, nuestros padres dejando el alma en el trabajo y divirtiéndonos y conociéndonos cada vez más después de la escuela.
Todo era muy tranquilo, una rutina muy linda y divertida. Hasta que un día pasó lo inimaginable, algo que cambiaría nuestras vidas, pero la suya sobre todo.
El narcotráfico de la ciudad estaba en ascenso, y por supuesto, el jefe de la policía tenía los ojos bien puestos en eso. Nunca supe muy bien qué pasaba con ese asunto, pero de lo que si me enteré bien, era de que el padre de Yüma, Hanasaki Yümio, tenía en su poder pruebas irrefutables del manejo y comercio ilícito de sustancias adictivas en contra de la líder del clan yakuza Yowane... pruebas que manejaba de forma confidencial. Al menos eso memoricé de lo que tanto repetía mi padre (Que trabajaba en la fiscalía del ayuntamiento. No trabajaba en el caso, pero su superior era el responsable).
Las pruebas nunca se revelaron.
El día en que enjuiciaban las actividades ilícitas de Yowane Haku, el jefe Hanasaki no apareció, a pesar de haber salido de su casa la mañana de aquel día.
Pasaron nueve días sin que nadie supiera nada del jefe, la madre de Yüma y él mismo, se encontraban desesperados, sin saber nada acerca de su familia. Hasta que el décimo día, un oficial llamó a su puerta. Yo observaba todo desde mi ventana, ya que mi amigo no quería salir ni hablar con nadie hasta que no supiera de su padre, así que cuando la madre de Yüma atendió y éste se quitó la gorra para hacer una reverencia con un semblante triste... ella supo que el jefe Yümio ya no volvería.

Por falta de pruebas en contra de la líder yakuza Yowane Haku, fue absuelta de todos los cargos. Aunque todo mundo sabía que ella era el cerebro detrás de la violencia, las adicciones y las muertes de muchas personas, no había evidencia de que ella fuera la responsable.
Mi padre y yo fuimos al funeral del jefe. Recuerdo que Yüma no me dirigió ni la palabra ni la mirada aquel día, pero me sostuvo fuertemente de la mano mientras lloraba con ahogo, y con su otra mano, sostenía a su madre. Ella le acarició la cabeza y miró hacia el cielo, como despidiéndose de su difunto esposo, pero sin derramar una lágrima.
Se dio lugar a la lectura de testamento, y ahí decía que el jefe había dejado un paquete para Yüma. Que era su deber abrirlo en cuanto cumpliera la mayoría de edad, así que por mientras, aquel maletín lo iba a guardar el mejor amigo de Hanasaki Yümio: su asesor legal y un hombre de su entera confianza. Nadie sabía su nombre, pero le llamaban "Big Al".
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Tres años pasaron desde aquel evento, nosotros estábamos en la cumbre de la adolescencia y nuestros padres (su madre y mi padre) decidieron casarse. Nunca supe en qué momento empezaron a salir, pero la madre de Yüma siempre fue muy cariñosa conmigo, y mi padre y mi nuevo hermanastro parecían tolerarse bastante bien.
Así que continuamos nuestra vida escolar, siendo los mejores amigos y ahora hermanos. Pero nunca voy a olvidar aquel día especial, en que unos amigos del instituto nos invitaron a tomar unos tragos.
Si, claro, apenas éramos unos chavales, pero queríamos sentir aquella adrenalina de portarnos como chicos malos. Así que ése día después de la jornada escolar, avisamos en nuestra casa que no regresaríamos sino hasta en la noche por un "proyecto de último momento".
Llegamos a casa de un amigo nuestro, toda la escuela sabía que en la casa de Utatane Piko se hacían las mejores fiestas de la colonia. Y así era, sus padres casi nunca estaban y trataban de compensarlo siendo extremadamente permisivos con el. Así que por motivo de su decimoséptimo cumpleaños, nos invitó incluso a nosotros (que para entonces, éramos dos años menor que el y el resto de sus amigos).

La música sonaba por lo alto, chicos bailando y emborrachándose por doquier, las mujeres enseñando sus atributos... y nosotros sólo viendo. Piko se nos acercó (evidentemente ebrio) con un par de cervezas, Yüma tomó la suya y se volteó a hablar con una chica... creo que su nombre era Mizki. Ella era un año mayor que nosotros, pero todo el mundo sabía que estaba enamorada de mi hermanastro.
No supe porqué. pero pude sentir una pequeña punzada en el estómago cuando ella le acarició la mejilla... Yo me volví molesto a hablar con Piko y a aceptarle la cerveza que me tendía, pero en vez de eso, alejó la botella de mi y me susurró al oído "Acércate."
Por simple instinto o curiosidad, no sé bien cuál de ellas fue, obedecí. Me tomó por la cintura y me abrazó, con su otra mano tomó la botella de cerveza y la acercó a mis labios. La bebida pasaba por mi boca con mucha gentileza, y se sentían bien sus atenciones... pero algo no estaba bien.
-No la tomes toda, tienes que compartir.-
No entendí a qué se refería, pero empecé a tener una idea de lo que hablaba cuando devoraba mis labios frenéticamente. Quise liberarme del abrazo y del beso, pero nunca fui muy fuerte y en cambio el era un atleta (Mariscal de campo del equipo de fútbol americano de la escuela).
-Piko... espera... detente.-
-Vamos, Yotu: lo deseas. El cuarto de mis padres es caliente y hace frío... ¿Por qué no me das un masaje?-
-P-pero yo...-
-¿Me vas a decir que es tu primera vez?- no supe qué contestarle. Sólo me quedé helado y pensando... realmente sería mi primera vez. Ni siquiera había dado mi primer beso oficial (por supuesto que el que acababa de recibir no contaba), incluso había una chica en el colegio que me gustaba, pero no me atraía sexualmente ni nada. Creo que sólo era mi mejor amiga.

Sólo había una persona que podía hacerme sentir verdaderamente especial, y era el... mi hermanastro.
Desde ciertos puntos de vista, podría considerarse enfermizo puesto que somos hombres y "hermanos" sobre todo, pero aunque no quería reconocerlo, Yüma es mi primer amor, primero y único.
-¡¿Qué demonios estás haciendo con mi hermano?! ¡Suéltalo!- gritó el y al mismo tiempo retiraba el aprehensivo brazo de Piko de mi alrededor.
-Tranquilízate, viejo... No le haré nada al pequeñín. Puedo acostarme con quien yo quiera por menos de esto.- se giró y se fue riendo con sus amigos, igualmente ebrios.
Yüma dejó a la chica hablando sola, me tomó del brazo y me dirigió a una de las habitaciones de la casa de Utatane. Había unos chicos besándose ahí, pero la mirada tan gélida de mi hermanastro los ahuyentó. Habiéndose marchado, cerró la puerta con seguro, dejó la cerveza sobre una de las mesas de noche y me abrazó fuertemente, después de algunos minutos de silencio, me dijo:
-¿Sabes? Mañana se cumplen tres años desde que mi padre murió...-
-Lo siento, Yüma.-
-Desde aquella vez en la que me hablaste, he dejado de sentirme solo... Y no sé porque no puedo si quiera tolerar la idea de que alguien te toque.-
-Déjalo así, está ebrio...-
-No sólo es eso, sino que... no quiero que nadie te toque mas que yo. Lo sé, sueno como una novia celosa, pero me repugna la idea de que estés con alguien más, sea hombre o mujer. Y lo que voy a hacer a continuación, tienes todo el derecho de golpearme y no volverme a hablar jamás...-
-¿Pero de qué hablas?-
-Hablo de que te quiero sólo para mi, Yotu.- y fue justo cuando sus hermosos y rosados labios se unieron a los míos, mientras deslizaba sus dedos entre mi castaño cabello, desaliñándolo por completo. Yo solo llevé mi mano junto a la suya y la tomé.
-¿Quiere decir que no te repugno?- me preguntó algo temeroso.
-Creo que esperabas que te rechazara, y que te dijera que lo que hacemos es enfermo...-
-Si, era remotamente cerca de lo que esperaba...-
-Pero lo que no sabes, es que yo ansío esto. No podré ser muy brillante, o experimentado... o nada. Pero sé que lo que siento por ti es más que un amor de amigos o fraternal. Lo supe desde el primer momento en el que te vi, a pesar de que sólo éramos unos niños.-

Yüma, abrió los ojos tanto como pudo, se sentó al filo de la cama y me miró detenidamente. Yo me senté junto a el y tomó mi mano.
-Por más que odie esto, tenemos que mantenerlo en secreto...-
-Lo sé, nadie puede saber. Por lo menos no ahora, y como creo que van a ser las cosas, no tan pronto.-
-Pero yo sé que algún día podremos ser libres... pero promete que me esperarás.-
-¿Esperar qué?-
-Cuando cumpla la mayoría de edad, Big Al me va a dar el maletín que dejó mi padre. Yo sé que lo dejó por algún motivo, y quiero dedicar todas mis fuerzas a eso. Por eso necesito que me digas que me esperarás, a que termine lo que mi padre dejó pendiente.-
-Lo haré, te lo prometo.-
Después de hacerle esa promesa, volví a unir mis labios a los suyos. Ahora que me había confesado sus sentimientos y yo a el, no planeaba dejarlo ir por un segundo. Sería hasta aquel momento en el que pusiera su vida en el paquete de Big Al, que me resignaría a esperarlo el tiempo que fuera necesario.
Creo que en ese momento, todas nuestras emociones y sentimientos empezaron a brotar por cada poro de nuestra piel, y nuestra corta vida se hizo más larga en ese momento.
Ambos nos despedimos de nuestra virginidad ese día, en la cama de Piko... y no podríamos haber estado más felices por ello.
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Sabía que el momento era inevitable. No había nada que pudiera hacer para convencerlo de lo contrario, así que ni lo intenté...
Cumplimos los dieciocho años, y fuimos a la universidad. Yo fui becado a una de las mejores universidades del país a comenzar mis estudios en derecho y abogacía, y Yüma a la Academia de Policía Estatal, justo como su padre y su abuelo.
Antes de partir a nuestros respectivos destinos nos hicimos la promesa de no estar con nadie, aunque fueran algunos años, no estaríamos con absolutamente nadie más (claro que lo vería una semana o dos cuando fuera navidad y vacaciones). Eso y que nos enviaríamos correos electrónicos cada semana.
Una vez instalado en mi cuarto, dentro de la universidad, me llegó su primera carta:

"Yotu,
Espero que ya hayas desempacado todo y hayas conocido a tus compañeros de cuarto. La verdad es que estoy muy preocupado por ti, ya que no quiero que te pase nada o que se propasen contigo.
Como sea, cualquier cosa que te incomoda, házmelo saber de inmediato, por favor.
Por mi parte, ya estoy bien instalado en la academia. Resulta que algunos de mis compañeros de la primaria también están inscritos en mi curso, y uno de ellos es mi compañero de cuarto.
Te escribo más bien con motivo de platicarte algo que tiene un tanto intranquilo. Ayer me encontré con Big Al en la oficina del rector. ¿Recuerdas que cuando cumpliera la mayoría de edad, el tendría que darme un maletín que dejó mi padre antes de desaparecer? Me prometió que me lo daría una vez que me graduara, porque considera que es prematuro dármelo ahora. Confío en su juicio porque mi padre lo hacía... después de todo eran mejores amigos por algo.
Así que me esforzaré en graduarme lo más rápido posible. He consultado este tema con el rector de la academia y dice que puedo graduarme en dos años en vez de cuatro si tomo los cursos de ambos turnos. Estoy consciente de que va a ser muy demandante, pero tengo que lograrlo. Sé que puedo hacerlo.
Aún así, encontraré el tiempo necesario para escribir y leer las cartas electrónicas que nos prometimos. Mi carta cada semana no faltará.
Sólo llevo un poco más de una semana sin verte y te extraño demasiado, Kiyoteru... pero la próxima vez que te vea será hasta las fiestas, la verdad es que por una parte no quiero nada de esto, porque no quiero estar alejado de ti, pero debo de terminar esto.
Hay una cosa que nunca te dije... el día en que me enteré que mi padre había muerto le juré a mi madre y a mi mismo que cuando llegara el momento, iría tras Yowane Haku y la haría pagar no sólo por mi padre, sino por todas las personas a las que dañó. Nunca te mencioné esto porque sabía que te preocuparías mucho, pero yo sé que me comprendes y que tu harías lo mismo. Así que lamento haberte ocultado eso.
Te escribiré sin falta la próxima semana.
Te ama,
Yüma."

Le respondí, diciéndole que lo apoyaba en la decisión que tomara, y que yo también lo amaba. Que le informaría de lo que sea que pasara y que se cuidara, ya que yo haría lo mismo. Que sabía yo también que lograría terminar el entrenamiento policial en dos años. Confiaba en eso.
Pero en realidad, me encontraba destrozado por dentro... estaba muerto de miedo. Yowane Haku, la yakuza mas temible de nuestra época había prácticamente reducido a nada el cuerpo del jefe Hanasaki Yümio. Identificaron su cuerpo incinerado por una huella dactilar de su mano derecha.
¿Y si mi hermanastro (que también es mi único y primer amor) terminaba igual? No quería si quiera pensarlo, pero no podía evitarlo.
Mi carrera tendría una duración de tres años y medio, pero con mi conocimiento previo en leyes, gracias a mi padre, yo también podría acabar en dos años. Y así, si Yüma planeaba arriesgarse buscando a Yowane Haku, no lo haría sólo. Tendría a su lado a un abogado dispuesto en convertirse en militar por él.
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Gracias a un esfuerzo sobrehumano por parte de los dos, logramos terminar nuestras respectivas carreras en dos años (y curiosamente, casi al mismo tiempo nos graduamos).
Yüma se graduó como Detective (le dieron un arma y su placa "VY2"), pasando directamente al ayuntamiento de la ciudad, y yo como Abogado con especialidad en derecho penal. Planeaba entrar a la fiscalía, al igual que mi progenitor, pero se me presentó una oportunidad un tanto más lucrativa.
Mis profesores, encantados de mi manera de aprender y aprobar, me recomendaron a un tal Señor Fujimori. Estaba involucrado de alguna manera al mundo del espectáculo, pero dejé esa oferta pendiente hasta que el asunto de la yakuza se solucionara.

Yüma y yo nos encontrábamos en el despacho de Big Al, ya que ahora que ambos estábamos graduados, podía darle el maletín. Yo sólo me encontraba ahí como abogado de mi hermanastro, sólo para formalizar la entrega del paquete y terminar con el asunto legal del testamento del Jefe Yümio; así que una vez terminadas las formalidades administrativas, Big Al nos dio el visto bueno para abrir el maletín. Pero antes de que pudiera llevar la mano al paquete, nos detuvo.
-Esperen.-
-Al, llevo ocho años esperando.- dijo Yüma.
-Y podrás esperar un poco más. Necesito decirte algo importante antes de que abras ese maletín... El día en que tu padre desapareció, justo el día del juicio en contra de Yowane, no fue una coincidencia.-
-¡Explícate!- gritó mi hermanastro y se puso de pie.
-Lo que tienes ahí- dijo señalando el maletín- son las pruebas en contra de Yowane Haku. Las mismas que tu padre iba a presentar el día en que desapareció... La noche anterior, Haku lo contactó. Le dijo que si el presentaba esas pruebas, tu madre y tu morirían entonces; le ordenó que se entregara a sus hombres junto con las pruebas que tenía en contra de ella. Prácticamente, le exigió su vida a cambio de la seguridad de ustedes dos. Pero Yümio no iba a dejar las cosas así, así que tomó todas las pruebas que tenía: Documentos, fotos, grabaciones y demás, y sacó una réplica exacta de absolutamente todo, guardando los originales en este maletín. Así fue con Yowane, le presentó lo que ella quería ver y cerraron el trato. Su vida, a cambio de la seguridad de las suyas...-
Yüma estaba temblando, tenía los ojos desorbitados, el peso le ganó y cayó en el sillón sin creer lo que escuchaba... su padre se había sacrificado para salvarlos. Pero el jefe era inteligente. Engañó a la yakuza, haciéndole creer que tenía las pruebas originales en su poder. Fue cuando me atreví a hablar.
-¿Eso significa que con esas pruebas, Yüma podría llevar a juicio a Yowane? ¿Eso es lo que quería el jefe? ¿Por eso tenías que darle el maletín a Yüma cuando cumpliera la mayoría de edad?-
-Así es. Pero no lo hice en ese momento, porque quería que primero se graduara Detective y trabajara el caso en el ayuntamiento con ayuda de la fiscalía. Pero sino mal recuerdo, tu te graduaste como mejor de tu generación en derecho penal, así que podrías asistirlo en todo el procedimiento... Pero eso implica arriesgar su propia vida, y tal vez la de sus padres de igual manera.-
-¡No! ¡Esta vez esa perra no se va a salir con la suya! Esta vez... ¡¡Va a pagar todo!!- gritó mi hermanastro, tomándome de la mano fuertemente. Justo como aquel día, en el funeral de su padre.
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Planeamos todo pulcramente. Saliendo del despacho de Big Al, fuimos a casa de nuestros padres y les explicamos la situación. Les dijimos que debían irse, que se debían de ocultar hasta que todo pasara. Al les reservó un vuelo a Mombasa para esa misma noche. Obviamente, la madre de Yúma se opuso al principio, la noticia la golpeó igual de fuerte a ella, así que quería estar en todo momento junto a su hijo, pero pudo ver toda la ira a través de los ojos de mi hermanastro y comprendió que esto era algo que tenía que hacer el solo.
Empacaron rápidamente todo y les explicamos que una vez llegando a Kenya, tendrían que usar nombres falsos y sólo dinero en efectivo. Big Al contactó a Protección a Testigos y les proporcionaron identidades temporales en sus pasaportes y visas. No había manera posible que Yowane Haku pudiera localizarlos, y así nosotros no tendríamos talón de Aquiles. Nos despedimos de ellos en el aeropuerto, fue un momento muy sentimental para todos, porque sabíamos muy bien que tal vez esa fuera la última vez que nos viéramos si las cosas salían mal.

Al día siguiente, empezamos todo formalmente. Los cargos fueron hechos y se citó nuevamente a la yakuza a declarar.
Entramos a la sala donde se iba a juzgar a Yowane, Yüma presentando las pruebas y yo en representación de la fiscalía. Había reporteros por todos lados, claro que era noticia del siglo el segundo juicio por los mismos cargos de aquella mujer; ella estaba sentada en la mesa a nuestra izquierda, con la sonrisa más burlona del mundo. Estoy seguro que pensaba que no tendríamos nada en contra de ella, ya que las pruebas que ella había visto se habían quemado junto al cuerpo del jefe Yümio.
El abogado de aquella mujer se nos acercó y le tendió una nota a Yüma:
-Lo envía la señorita Yowane.-
La tomó y la abrió con curiosidad, para sólo maldecirla por lo bajo.
-Tenemos que destrozarla, Kiyoteru... Tenemos que hacerlo.- dijo y me tendió la nota a mi.
¡Maldita mujer! ¡Era el colmo del cinismo! La nota decía: "Te pareces mucho a tu padre."

El juicio comenzó y no demoramos mucho. Fui directo al grano exponiendo los actos macabros y faltos de humanidad de la mujer, los documentos tenían cuentas de transacciones ilícitas, las grabaciones tenían crudas imágenes de cómo se deleitaba mientras torturaban a las personas frente a ella, entre otras cosas. El jurado no dudó en declararla culpable y sentenciarla a cadena perpetua.
Cuando los oficiales se acercaron para arrestarla, ella gritó:
-No me van a detener... ¡Ahora!-
Y las personas que presenciaban el juicio desde atrás, se levantaron de sus asientos y sacaron de sus ropas pistolas para disparar a matar. Las personas se tiraban al suelo evitando los disparos, y unas caían porque los habían alcanzado. Policías entraron a la sala y comenzó un verdadero tiroteo. Yüma tiró la mesa que estaba delante nuestro, la aventó contra una esquina, me tomó del brazo y nos refugiamos detrás. El sacó su arma y la recargó.
-Yotu, por favor no mires.- me dijo mientras me daba un tierno beso.
Asomó la cabeza por encima de la mesa y empezó a disparar.  Empezaron a entrar más y más policías hasta que superaron en número a los matones. Haku se vio atrapada y sacó un revólver de entre su vestido. Yüma, desde nuestra posición le gritó:
-¡Suelta el arma y entrégate!-
-¡No me van a encerrar!- gritó y le apuntó a mi hermanastro. Yo estaba viendo todo desde un costado de la mesa.- Creo que Yümiya, Yümio y Yüma van a compartir tumba después de todo...-
La mujer disparó con mala puntería (afortunadamente) pero hirió a mi hermanastro en el hombro izquierdo. Lo siguiente que ocurrió me lo contó Yüma, ya que yo no recuerdo nada (me dijo el médico que entré en una especie de shock).
Me dijo que empecé a temblar y se me formó un semblante duro y hasta macabro, no lo dudo.... después de todo, la maldita lo había herido. Dijo que tomé la pistola y que le disparé directo en las manos, repetidas veces; tantas que prácticamente se las destruí. Actualmente vive en la prisión estatal femenil con muñones en vez de manos.

Ya después todo salió bien: a Yüma sólo le retiraron la bala y le cosieron la herida, nuestros padres se enamoraron de Kenya y decidieron vivir ahí permanentemente, todos los hombres de Yowane fueron aprisionados igualmente, disolvimos un peligroso clan yakuza y fuimos los héroes de la ciudad algunos meses. A el lo ascendieron de Detective, a Comandante con licencia de Detective en el departamento de Homicidios y a mi me contrató aquel Señor Fujimori para ser su asesor legar privado (con un sueldo bastante generoso) y como abogado de emergencia para los integrantes de su grupo musical "Vocaloid".

-Yotu...-
-¿Si, Yüma?-
-Gracias por todo.-
-Gracias por existir... Te amo.-
-Yo también te amo.-

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