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jueves, 7 de abril de 2016

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 20: Ansiedad.

-Tengo que admitir... a pesar de mi desidia por atender a nuestras reuniones mensuales, siempre me encuentro un tanto sorprendido por la cantidad de esmero que pones a cada detalle. La cena siempre es particularmente deliciosa.- decía Frank, sentado al extremo contrario de la larga mesa sosteniendo entre sus dedos con un ademán extremadamente elegante una copa de Château Margaux de 1787, su vino favorito. El más caro del mundo, pero por Frank, Anick estaba dispuesta a comprar las últimas seis botellas restantes en el mundo, gastándose ahí una pequeña fortuna.
-Me alegro que te haya gustado, contraté a un chef que venía con varias recomendaciones de mis amistades de alcurnia.- decía sonriendo la rubia, al otro extremo de comedor. Sostenía también una copa de vino, pero no la bebía; principalmente porque el fermentado de uvas no era de su agrado. Dejó la bebida a un lado, haciendo que el mayordomo les atendiera y proveyera de cualquier cosa que pidieran.
La casa de Anick Lomawien era, al igual que su corporación, de tema gótico-alternativo; las sillas parecían más tronos con detalles medievales, había esculturas y pinturas de dragones y escenas de batallas de las épocas principales representativas del medievo. Toda su casa contemplaba tonos negros, grises obscuro, rojo carmín, escarlata y morados tipo uva, borgoña y púrpuras intensos. La estructura sin embargo no era tan grande como se lo esperaría de la mujer, sino que tenía el tamaño de dos casas medianas juntas.
-¿Alcurnia, dices? Un montón de burócratas exigiendo reconocimientos sentados desde sus torres sin hacer nada ni creer en nada. ¿Cómo ir por la vida con pensamientos tan vanos como el dinero y poder individual? ¿Con qué fin? ¿Engrandecimiento personal? ¡Qué banalidad tan más ridícula...!- exclamó molesto frunciendo el ceño de una manera un tanto atractiva, cosa que no pasó desapercibida por Anick, quien no hizo mas que cruzar las piernas y morderse sutilmente el labio inferior. La rubia de verdad que estaba locamente enamorada del mayor de los Martínez, con todo y su mal genio que ella consideraba una personalidad mística e incomprensible para las mentes inferiores, aunque era un poco más simple que eso; Frank la odiaba y odiaba estar con ella, sin embargo aquello no lo terminaría de entender nunca la mujer. Pero a pesar de todas las cosas, lo que más enamoraba a la CEO era la constitución anatómica de Frank; la piel tan blanca que casi parecía el más fino mármol, su ligeramente desaliñado cabello negro como la noche que caía sobre sus hombros resaltando lo intenso de su personalidad... y aquellos penetrantes ojos dorados situados encima de ojeras de aspecto macabro. Parecía todo un caballero de la noche, casi como un vampiro al acecho, más aún con su estilo renacentista moderno, tipo steampunk con un traje sastre negro desordenado y una camisa blanca abierta hasta el fin del pecho, aquello que dejaba mostrar más de su hermosa piel.
-Bueno, cada quién tiene sus defectos.- decía riendo con nerviosismo, intentando desviar la conversación a un tema que el Maestro encontrara más agradable.
-Los humanos son quienes tienen defectos. Los seres NEXT somos perfectos, estamos por delante de la cadena evolutiva. Los héroes por ejemplo, son la clara muestra de que incluso la naturaleza comete errores... ¡cómo les es posible vivir rezagados al deseo de su pariente menos evolucionado! Pero nosotros que sí tenemos nuestras ideas claras y la guía del Creador, vamos a depurar esta Sodoma y Gomorra contemporánea.- el porte de Frank se hizo presente, irguiéndose a medida que hablaba luciendo con una imponente clase y elegancia.
-Eso no está a discusión.- decía Anick por lo bajo, en un tono insinuador.- Tú eres más que perfecto...- dijo para morderse el labio, esta vez con menos disimulo mientras veía directamente a los ojos dorados de Martínez.
-Al parecer ya estás ansiosa por iniciar; habrá que comenzar el desenlace de nuestra reunión. Supongo que no me queda más que saciar tus deseos de fornicación.- espetó el moreno de una manera gélida pero intensa a la vez. La rubia se sonrió con lascivia y siguió con la conversación creyendo que se trataba de algún tipo de juego previo.
-¡Oh, vaya! ¿Tan impaciente estás de hacerme el amor?-
-Estoy impaciente por irme de aquí y no volverte a ver sino hasta que sea necesario, no te confundas.- Anick volvió a sonreírse, verdaderamente convencida de que la actitud de Frank hacia ella era algún tipo de juego de seducción y no el desprecio que en realidad sentía.
-Aunque vaya que te tomas tu tiempo... eres como dicen; de carrera larga.- dijo con un sonrojo en las mejillas, cruzando las piernas aún más en señal del casi incontrolable deseo. Frank suspiró irritado.
-Ser yo tiene sus ventajas unas veces y desventajas otras tantas...-


-¿No te quedas un rato más?- preguntaba la rubia mientras se cubría el pecho con las sábanas.
-Veo que sigues sin entender que tengo asuntos más importantes que atender.- decía el moreno mientras subía sus pantalones y buscaba su camisa con la mirada. La rubia se descubrió, tomó la prenda de un lado de la cama y se la tendió.
-Bueno, el nuevo mundo no se puede crear sin ti.- dijo Anick mientras Frank le arrebataba un tanto brusco la camisa de sus manos.
-¿Anaksha Kjolsrud te ha dicho algo útil?- preguntó el Maestro, a la mujer se le hirvió la sangre sólo de escuchar aquel nombre.
-Nada, siempre es muy reservada a la hora de hablar de sus relaciones personales.- dijo la mujer apretando los dientes y frunciendo el ceño.
-Entonces me estás diciendo que el plan de contratarla en tu compañía para espiar a los héroes fue un rotundo fracaso.- espetó con frialdad.
-Bueno, tanto así no porque...-
-Fue un fracaso desde un principio. Ni siquiera te diste a la tarea de investigar si tenía alguna conexión con los héroes antes de contratarla, y resulta que nuestra "informante" salía con un Apollon y tiene una deuda de honor con otro. ¡Vaya que eres inútil!-
-Pero lo bueno de ella es que le está brindando muchos ingresos a la empresa y con eso puedo proveer a tu Organización.- decía desesperada de que Frank viera el lado bueno de la situación.- Además, ¡no creí que estuviera saliendo con Golden Ryan! Me refiero a que... ¿Las has visto? Ése hombre se fijó en ella por pura lástima.- de repente la rubia sintió una gran mano haciendo fuerza alrededor de su cuello, mientras intentaba respirar vio unos ojos dorados mirarla fijamente con enojo.
-Si no estuviera del lado de mis enemigos, ella sería perfecta. Tanto como una aliada de valor como por sus atributos físicos. Soy yo quien está aquí por pura lástima, que no se te olvide.-
-¿Ahora resulta que te gusta?- decía enojada, mientras trataba de quitarse la mano de Frank de la garganta para poder respirar.
-Anaksha Kjolsrud es una mujer hermosa, pero mi misión en la tierra trasciende los deseos físicos. Ella y los héroes son de mi especie, les daré una muerte digna porque yo soy el NEXT supremo. Lo que no voy a permitir es que una mundana humana como tú insulte a mi estirpe, ya sean mis militantes o no.- dijo mientras arrojaba a Anick a la cama como si se tratara de cualquier cosa. La mujer tosía al recuperar el aire de golpe.- El fin de tu raza está cerca, y si quieres sobrevivir en esta nueva era, te aconsejo que aprendas tu lugar.-
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Al día siguiente, el mayor de los Martínez recibió el día como cualquier otro, pero se sentía particularmente diferente. Hacía sus actividades cotidianas dentro de la Organización, pero en cada cosa que hacía o veía podía sentir algún tipo de energía especial, una que nunca había estado ahí antes. Finalmente asumió que aquello no podía ser simple coincidencia y decidió tomar cartas en el asunto.
-¿Sabes, Jason? He estado pensando toda la mañana, siento que el Creador me ha enviado a lo largo del día... señales. Personalmente, creo que las he interpretado de la manera correcta, hay veces en las que su voluntad me sobrelleva, pero si es su deseo así lo haré. Tendrá que ser hoy, Jason. Será hoy.- decía Frank, con la mirada perdida del lugar presente, pero concentrada en otra cosa.
-¿Maestro...?- preguntó el castaño asistente con curiosidad.
-Una de esas señales fue un anuncio que vi en televisión hace unos momentos: La Compañía Circense Nacional va a reaparecer dando una presentación en el Auditorio Principal, y también lo televisarán en vivo. Eso significa que cada alma de Sternbild va a estar viendo el espectáculo. Usaremos eso a nuestro favor, es hora de gritar al mundo que estamos listos... llama a Kovalevskaya, dile que se comunique a mi línea privada en cinco minutos minutos y que encripte la línea. Tráeme a Deino.- Keyes hizo una reverencia y salió del despacho principal, pasaron un par de minutos cuando la puerta de éste se abrió con delicadeza.
-¿En qué le puedo servir hoy, Maestro?- preguntó con amabilidad un servicial chico de cabello platinado.
-¡Ah, Deino! ¡Mi muchacho! Necesito que reúnas a los encargados de cada brigada de la base, diles que haré un anuncio muy importante esta noche y que quiero que reúnan a su gente en El Vínculo. A absolutamente todos a la hora del toque de queda. También ve con los del ala técnica, que instalen el proyector, bocinas y un micrófono para que todos puedan ver y escuchar lo que anunciaré.-
-Así lo haré, señor. ¿Necesita algo más?- decía el chico mientras hacía algunas anotaciones de importancia en su tabla. El teléfono de su escritorio sonó, Martínez lo descolgó y le dijo al muchacho:
-Nada. Puedes retirarte.- esperó un poco a que el chico se marchara y atendió.- Vaako, necesito que lo hagas hoy.-
::¿Dónde y a qué hora?::
-En la noche se va a transmitir el espectáculo de la Compañía Circense Nacional, es muy probable que casi toda Sternbild lo vea. Escúchame bien, quiero que sea especial... lo más dramático que sea posible.-
::¿El especialista en cuchillos?::
-Exacto. Sabes qué hacer.-
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Los niveles subterráneos de Ouroboros estaban intranquilos, todos los encargados habían avisado que había que hacer preparaciones técnicas y acabar todo el trabajo para antes del toque de queda a causa de un anuncio especial por parte del Maestro. Había mucho movimiento por parte de todos, también mucho trabajo que hacer y hasta a los más perezosos les tocó hacer su parte; se requería enviar un equipo de limpieza a asear El Vínculo y reforzar la seguridad para que los ojos curiosos voltearan a otro lugar mientras el evento tomaba lugar.
Kaede hacía sus labores en la lavandería cubriendo unos minutos a Joseph, que desde hacía algunos días se tomaba un descanso para salir a fumar algo de salvia.
-Eso... es todo, Kae. Yo me encargo.- decía el hombre, sumamente calmado y hasta sonriente, caminaba con un poco de torpeza y sostenía la tabla del itinerario al revés.
-Gracias, Joe.- decía la chica tratándolo con dulzura y aguantándose la risa.- Iré a ver qué es lo que tiene para mí el encargado de mi brigada.-
Kaede salió de la lavandería del primer nivel y bajó al séptimo, donde Deino seguía organizando a algunos rezagados del deber. El chico la vio y se sonrió ampliamente, indicó a los otros NEXTs que se marcharan, aunque no sin antes hacer algunos sonidos y ruidos burlones a los dos.
-Hola, princesa.- dijo el platinado, con un brillo particular en los ojos. La chica se sonrojó, sonrió con timidez y devolvió el saludo.- ¿Qué necesitas?-
-Hoy es el día, pero no podremos reunirnos con ellos esta noche. Al parecer ahora sí el toque de queda es inviolable. Necesito el teléfono.-
-Sí, lo tengo por aquí. Espera un momento.- dijo el muchacho mientras le tendía la tabla con el registro de actividades para que ella la sostuviera y se volteaba a su cama para buscar por una abertura en el colchón.
-Ser el segundo asistente tiene sus ventajas, el encargado de la brigada registra mis cosas cada noche.- el chico se rió levemente y encontró el celular, intercambiaron cosas y la chica le sonrió.- Gracias, ahora le llamaré al Juez.-
-¿Por qué no le hablas a tu padre o a su novio?- la chica se sintió un poco rara con el último comentario pero aún así lo pasó por alto.
-Si nos descubren, puedo decir que le hablaba a Lunatic. Es más fácil que explicar por que le llamaba al Apollon Dúo... Oh, Juez. Soy yo. Hoy Frank hará un anuncio muy importante en la noche, a la hora del toque de queda y no podremos faltar.... sí, nadie. No, no tengo idea de qué podría ser. ¿Podría pedirle que le avise a mi padre que no podré verlo hoy pero que estoy bien...? Sí, exacto, por eso le llamé a usted directamente. Muchas gracias, juez. Nos veremos.- terminó de decir la chica, finalizó la llamada y suspiró mientras observaba el teléfono en sus manos con cierta nostalgia. El muchacho junto a ella se percató de ello.
-¿Te encuentras bien?- dijo Deino, se dio la vuelta y dejó su tabla de anotaciones encima de su cama para después tomar las manos enguantadas de la chica que se aferraban al dispositivo.
-Es sólo que me sigo preguntando si estoy haciendo más daño que bien...- respondió la peliblanca con la voz quebrada.
-Escucha, si no hubieras venido probablemente el Juez estaría dirigiendo más operaciones aquí y sería mucho más peligroso, yo también estaría obedeciendo con fe ciega creyendo que no hay más mundo que lo que tengo entre estas paredes y los héroes no sabrían lo que estaría por venir... el Maestro piensa que va a cambiar el mundo, pero serás tú quien lo haga.- el chico apretó más sus manos, veía fijamente a los ojos de la chica.
-Deino, yo...-

-¿Qué hacen aquí? Se supone que deberían de estar en El Vínculo ayudando con las tareas.- preguntó Jason con expresión gélida cuando Deino tomó el teléfono cubriéndolo con la totalidad de sus manos y quiso esconderlo detrás de él, sus nervios fueron un tanto notorios que lo hizo con torpeza.- ¿Qué tratas de esconder?- esta vez el castaño alzó la voz y frunció el ceño sintiéndose ofendido, se acercó con paso firme hacia los dos adolescentes.
El chico volteó rápidamente por su tabla y cubriendo la acción con su propio cuerpo, ocultó el teléfono con mucha tranquilidad y discreción bajo unas cuantas páginas, después le dio los documentos a Kaede quien estaba paralizada al no saber qué hacer; cuando Jason estaba apunto de tomar el brazo del chico, éste extendió la mano y dejó ver una pequeña piedra de color azul brillante.
-Perdona por ocultarlo, creí que eras otra persona y me sentí nervioso...- dijo el platinado con mucha calma y la expresión de culpa más convincente que pudo lograr.
-¿Qué es eso?- la expresión de Keyes no cambió, se mantuvo gélida y escéptica.
-Es un topacio azul.-
-¿De dónde lo sacaste?-
-Bueno... yo lo hice. Estas piedras se forman naturalmente, así que puedo crearlas.- Jason alzó la cabeza, aun con esa expresión amarga; el ambiente permaneció en silencio unos cuantos segundos.
-Te quiero en el tercer nivel mañana a primera hora. Por ahora, termina de organizar a los encargados de brigada y al equipo de limpieza.-  Deino asintió, Jason fijó su mirada en la chica.- Y en cuanto a ti, deja de distraerlo. Ya tiene bastantes responsabilidades aquí como para preocuparse con cursilerías de cuarta contigo. Reúnete con los demás en El Vínculo e intenta cooperar en lugar de ser un estorbo.- finalizó y se dio media vuelta para continuar su camino. Ambos adolescentes soltaron un pesado suspiro y el chico le dio la piedra a la peliblanca.

-¿De verdad tu la hiciste?- preguntó Kaede evidentemente sorprendida.
-Sí, pero me cuesta mucho trabajo, me canso mucho y si hago varias en poco tiempo me empiezan a doler los huesos, no se por qué, pero en fin. Pienso que será mejor si ocultas el teléfono y en cuanto veas al Juez se lo des, si Jason empieza a sospechar de mí no creo poder guardarlo más.-
-De acuerdo, deberíamos apresurarnos. Iré al Vinculo con el resto.- dijo Kaede mientras ocultaba el teléfono en su bolsillo, dispuesta a irse se volvió por un momento y se asomó por encima del hombro.- Gracias... por el topacio. Es hermoso.- Deino se terminó de tranquilizar y sonrió ampliamente.
-Sólo lo mejor para mi princesa.- dijo sonrojándose, la chica adoptó el mismo color de piel.
-¿Tu princesa?- preguntó escéptica pero con una ligera sonrisa.
-Bueno, sólo si tú quieres...- respondió el platinado encogiéndose de hombros, dándose cuenta de lo que había dicho sin querer.
-De acuerdo.- respondió Kaede con una sonrisa mucho más amplia y tomando camino al Vínculo.
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::"¿Crees que ahora podrás redimirte? Mira lo que has construido, Yuri... ellos tiemblan al escuchar tu nombre, se resignan a la muerte al ver a tu personaje. ¿Lunatic, eh? Nunca pensé que te identificaras con la locura, después de todo, sólo eres un muchacho estúpido. ¿Sabes lo que es la verdadera locura? Es lo que sufres cuando ves todo por lo que vives caerse a pedazos, es verse desahuciado frente a una botella de alcohol pensando que podrás olvidar, es ver a la única mujer que de verdad te amó desfalleciendo en tus brazos por tu causa, es no tener la voluntad como para detener la violencia... es ver a tu propio hijo usar los dones que pensaste haberle inculcado para bien, quemándote a carne viva y saber que morirías por su mano. Tú fuiste el responsable, hijo. Me asesinaste sin reconsiderarlo y ahora crees que podrás ganarte mi perdón; es más fácil pedirle disculpas a un muerto sabiendo que no puede negarse ¿No es verdad?"::
-Tú me orillaste a hacerlo. No quería y no lo hice deliberadamente, es sólo que estabas tan ebrio y no había manera de detenerte... Ibas a matar a mamá.-
::"Excusas siempre para tapar tus errores. ¿Qué acaso no te enseñé a ser un hombre y aceptar tus faltas con dignidad? ¿O acaso no me concediste el suficiente tiempo como para poder hacerlo? Siempre has sido tan débil, tan frágil, tan lleno de mentiras. Te mientes a ti mismo creyendo que al unirte a la causa de la niña y de los héroes vas a libertar tu alma de la cadena del fuego eterno. Tu pecaminoso pasado siempre te perseguirá haciéndote de una cruda realidad; esta guerra buscará derramar tu sangre y seré yo quien te entregue a las puertas del averno..."::
-Padre, basta...-
::"Tú fuiste mi tumba, yo seré tu final. Descenderás al abismo... Thanatos te ha olvidado."::
-¡¡Padre!!-

-¿... Juez?- preguntó una voz familiar. Yuri se espabiló bruscamente de sus pensamientos y regresó a la realidad para ver unos ojos grises que le contemplaban con preocupación.- ¿Se encuentra bien?-
-Ten cuidado, Deino. No puedes llamarme así en público.- dijo el vigilante mientras masajeaba su cuello en señal de cansancio.
-Perdone, realmente me preocupó, es que usted... hablaba solo.-
-Lamento que hayas visto eso, usualmente me alejo para pasar por esto por mi cuenta.- decía Lunatic mientras se ponía de pie y bajaba a nivel de suelo después de haber estado teniendo una discusión con aquella voz que atormentaba su cotidianidad; las alturas significaban un consuelo para él, no había nadie que pudiera alcanzarle ahí, representaban la libertad que eran bien ejemplificadas por las aves que veía todo el tiempo pasar. Volar sin ninguna molestia u obligación, sentir el aire más puro que en la superficie, observar las horas correr sin tomar en cuenta las horas.
-Escuche, tal vez no pueda ayudar de mucho, pero si alguna vez necesita de alguien que lo escuche...- dijo el platinado, bajó la cabeza un poco y mostró gran comprensión en sus ojos esperando una reacción, una respuesta.
-Gracias, Deino... eres un buen muchacho.- dijo sonriendo, pero sólo él lo supo.
-Lo admiramos, señor, Kae y yo. Es usted nuestra fortaleza, sin usted estaríamos perdidos.-
-Lo mismo me dijo ella hace un rato cuando me dio el teléfono para guardar. Lo aprecio de verdad muchachos, pero ahora soy yo quien les pedirá un favor: manténganse en bajo perfil. Tengo el presentimiento de que las cosas se tornarán delicadas y los necesito lo más quietos que se pueda.- decía el vigilante mientras ponía una mano en el hombro del chico y éste le miraba directo a los ojos de la máscara asintiendo con una gran sonrisa.
-¡Lo olvidaba! El Maestro me envió para llevarlo al Vínculo. En diez minutos dará su anuncio especial, y ya sabe, no podemos faltar.-
-Vayamos, no queremos llegar tarde.-

"Thanatos, haz que me equivoque..." decía para sus adentros esperando que la sensación de peligro que sentía fuera errada.

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