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domingo, 29 de mayo de 2016

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 22. Brigada 731. Parte II.

::Primera Liga de Héroes de Sternbild, queremos negociar una oportunidad considerable a su posición actual...::
-Vaya que tienes bolas al llamarnos, imbécil.- dijo Ryan evidentemente enojado.
-¿Te llamas Vaako, cierto?- preguntó Barnaby, tomando al Príncipe de la Gravedad Errante por el hombro dirigiéndolo tras de sí, intentando no dejarse llevar por la impotencia y desesperación que sentía al considerarse rehén (como cuando Jake Martínez tomó la ciudad, aunque con métodos un tanto menos complejos, a su parecer).- ¿Qué quieres de nosotros? Tal vez si discutimos un poco podamos llegar a un acuerdo, que puedas mirar desde nuestra perspectiva que nuestra causa también es justa...-
::No me interesa.:: respondió Vaako de una manera muy gélida.:: Lo que sí me gustaría que consideren es la oferta que les propongo, es simple y realmente objetiva.::
-¿Y cuál es?- preguntó Agnes con nerviosismo perfectamente camuflado de enojo.
::Ríndanse en este preciso momento, entréguense a mi gente y se les concederá una ejecución rápida e indolora. Niéguense a esto y la Brigada 731 los cazará y asesinará de la manera más inhumana posible. Aunque después de todo... no somos humanos ¿cierto?:: asintió con frialdad, como si las emociones y sentimientos fueran conceptos totalmente ajenos a él, la falta de luz en sus ojos sólo lo convertía en un personaje digno de temer. Kotetsu sintió la furia recorrer su cuerpo ante la última afirmación de este misterioso personaje.
-¿Eso nos crees de verdad? ¿Diferentes a la gente común? Tal vez en el sentido estricto de la palabra ya no se nos considere humanos, pero seguimos siendo personas. Respiramos, amamos, sentimos... ¿por qué a ustedes les fascina remarcar las diferencias que tenemos en lugar de ver todo lo que poseemos en común? ¿Que acaso ya no te sientes parte de algo? Tu vida debe ser muy triste como para que te consideres ajeno a todo esto.- decía con la mandíbula fruncida el veterano de Apollon.
::¿Sabes...? Admiro que sientas tanto cariño por esa raza, la empatía no es un sentimiento difícil de perder, sin embargo uno tiene que aprender a suprimirlo y en cierto punto, deshacerse de él.:: decía el moreno de barba poblada, el tigre casi pudo ver como una expresión de melancolía se escapaba de los ojos del cabecilla.
-¿Qué dices? ¿De qué hablas...?- preguntó desconcertado, a lo que Vaako se espabiló un poco y siguió objetivo a lo que era su meta principal.
::A partir de ahora, cuentan con cinco segundos para darme una respuesta a nuestra oferta.::
-¡¿Qué?! ¡Espera...! Aunque nos detuviéramos a considerarlo siquiera, ¡cinco segundos no bastarían para tomar una decisión de este tipo!- contestó Tiger de forma alarmada, intentando hacer al hombre en la pantalla entrar en razón.
::¿Qué es lo que necesitas para decidir? ¿Un incentivo, acaso?:: preguntó con lo que casi parecía ser genuina curiosidad y nada de sarcasmo en su voz.
-¡Ya lo dijo Tiger! ¡Es poco tiempo!- gritó desde el fondo una joven y asustada Karina, su voz llena de temor se dejó escuchar por toda la sala.- ¿Qué mejor incentivo que nuestras vidas quieres que consideremos?-
::Me alegro que preguntes, Blue Rose. Así que en ese caso, permítanme hacer mi oferta un poco más... considerable.::
-¿De qué diablos hablas?- preguntó Antonio, dejando ver cómo luchaba por contener el sentimiento de ira que le inundaba hasta ahora.
::Tienen razón, cinco segundos son poco tiempo para decidir algo de este calibre, pero no puedo permitirles más. Me dieron la orden de que la Brigada 731 los hiciera sufrir... ¿Nunca se han preguntado por qué sus identidades de civil no han sido reveladas a la humanidad, su más ferviente público admirador? Claro, me refiero a los que no son integrantes de Apollon Media.:: decía con su particular acento el misterioso hombre en la pantalla.
-Tenemos un equipo de ingenieros informáticos que desactivó el sistema por donde Frank Martínez ingresaba, además de que rastrean, monitorean y están altamente capacitados para contener ésta y cualquier fuga de información que se nos pudiese adelantar.- contestó Agnes, con la frente bien en alto mientras presumía de su gran equipo de inteligencia.
::¿Hablas de tu software de seguridad que cambia de códigos de acceso cada cuarenta y ocho horas? ¿De ése es del que hablas?:: preguntó el hombre Kovalevskaya con evidente sarcasmo en su voz, a lo que Agnes dio un paso para atrás, impresionado de que contara con esa información que era estrictamente confidencial.:: Aquí tengo una pantalla en donde, con el toque de mi dedo, podría hacer públicos todos estos registros y archivos si estuviera de humor.::
-Mientes.- dijo la castaña en un gélido susurro, negándose a creer que se encontraban tan vulnerables.
::¿De verdad? ¿Lo hago?:: el hombre cambió su expresión por una un poco más suave, como si se estuviera divirtiendo de algún modo.:: ¿Acaso en algún otro lugar, fuera de Hero TV, te hicieron firmar un acuerdo de confidencialidad acerca de tu cambio de nombre... Marié?:: la mujer se desplomó sobre una silla, con el rostro pálido, como si con esa última palabra su mundo se viniera abajo. Tantos años habían pasado, tantas cosas que se había propuesto olvidar como para que ese nombre la persiguiera como un espíritu maligno alimentándose de su alma cual parásito esotérico.
-¿Agnes...? ¿De qué está hablando?- preguntó Barnaby evidentemente sorprendido del curso que la situación tomaba, intentaba hacer contacto visual, pero Joubert no se lo permitía.
-... cállate.- fue lo único que la castaña atinó a decir, su rostro desprendía una expresión furibunda como nunca lo había hecho, pero sus ojos contradecían aquella furia mostrándose tan frágiles y endebles.
::¿Esa es la confianza que depositas en tu gente? Les ocultas tu pasado, tu verdadero yo y no les permites conocer a su líder, Marié.:: la mujer se levantó de golpe del asiento, aún sintiendo sus piernas flaquear.
-¡Mi nombre es Agnes, imbécil!- gritó con la voz quebrada, haciendo obvia la desesperación que sentía.

::Eso es tema para otra ocasión, lo que me interesa es que ya pudieron notar que tengo toda la información, todo el control sobre la inteligencia que necesito donde quiero que esté, y puedo suprimir todos sus filtros y protocolos de seguridad cuando me plazca. ¿Creen que son rivales para nosotros que hemos neutralizado y reducido a un código binario de cuatro dígitos, sistemas de carácter militar? Si el Maestro estuviera de humor, podría ordenar un ataque nuclear en cualquier momento, pero él no quiere eso ni revelar sus identidades por una simple y poderosa razón: no les hará el favor de convertirlos en mártires, sino en ejemplos para los NEXTs rezagados.:: el hombre de la barba poblada sacó una hoja de papel y comenzó a leer de ella.:: "Les admiro ser la alineación de héroes más fuertes a nivel mundial, no sólo por la fortaleza de sus poderes, sino por su trabajo en conjunto que les permite unirse por una causa, sin embargo esa causa es errada. Me encantaría poder contar con sus dones dentro de mi organización, pudieron llegar a ser pilares de esta nueva era, pero conozco a los de su tipo, una vez rezagados al deseo humano siempre lo estarán; por esa misma razón me corresponde a mí en el papel del NEXT supremo y mensajero del Creador, eliminarlos para abrir paso a los deseos del Señor, la evolución." Así el Maestro lo dice::
-Pues dale un mensaje a Frank Martínez de parte de todos nosotros: ¡Púdrete, hijo de perra!- espetó Ryan, ofendido por aquellas palabras en más de un sentido, reprimiéndose para no escupir en la imagen de la cara de Kovalevskaya.
::Afortunadamente pude anticipar una respuesta negativa de su parte, héroes. Sin embargo, les concederé los cinco segundos que prometí para hacerlos cambiar de opinión... vean a la distancia y contemplen el conteo final.::
El rostro de Vaako dejó de transmitirse aunque su voz seguía escuchándose, en su lugar mostró la parte superior de un edificio. Todos observaron con cautela y llegaron a la rápida conclusión que aquella construcción les parecía extrañamente familiar; el edificio que se veía en la imagen del proyector se encontraba en diagonal del de Hero TV, podía observarse claramente desde la ventana del salón en el que se encontraban.
Simultáneamente se observaba tanto en la imagen como a la distancia, al filo de la azotea y entre hombres, mujeres, ancianos e incluso infantes que sumaban diez personas; sus rostros se veían igual de enfermos que el del especialista en cuchillos de la Compañía Circense Nacional. Con aquello, los héroes entendieron de qué se trataba la amenaza, mientras la voz de Vaako emanaba especial temor al iniciar el conteo.

::Cinco...::
-¡Keith! ¡Rompe la ventana y vuela hasta ellos!- exclamó Agnes con desespero, con un sentimiento de impotencia que casi parecía pesar.
-¡No puedo! ¡No cuento con mi jetpack! ¡Sólo flotaría!- respondió con el mismo sentimiento.
::Cuatro...::
-¡Annie! ¿Puedes controlar mi vuelo?-
-¡No tanto! ¡El edificio está a unos cuatrocientos metros y mi rango máximo de distancia es de doscientos cincuenta!-
::Tres...:: la gente en el edificio comenzaba a colocarse sogas alrededor de sus cuellos, ajustando el diámetro del círculo que formaba un fragmento de ésta y el nudo, asegurándose que estuvieran perfectamente anudadas y apretadas.
-¡Antonio, lánzame!- gritó la semi pelirroja.- ¡Voy a saltar con una silla y levitaré en ella al llegar!- el toro arrebató un asiento con brusquedad a lo que la chica subió a ésta con rapidez, en una pose defensiva en cuclillas.
-¡Sostente!- gritó el hispano.
::Dos...::
-¡¡Doddón!!- exclamó Ryan al activar su poder de manera concentrada y romper el vidrio ultra resistente.
::Uno...::
-¡¡Antonio!!- grito Annie con la voz quebrada, a lo que el toro tomó la silla y con un veloz impulso aventó el asiento con gran precisión, con la chica sobre de ésta disparándose con velocidad al objetivo.

Los nueve héroes restantes miraron a la pantalla y vieron a aquella personas... aquellos niños colgar del edificio como si se trataran de adornos de las decoraciones de fiestas navideñas, aquellas a las que ya no llegarían figurándose los regalos bajo el árbol quedándose ahí para siempre como tributo a la pérdida de sus vidas libres de culpa alguna; sus pequeños rostros, y también los demás veían hacia arriba sin mirar, con el rostro carente de expresión. La semi pelirroja estaba de espaldas a la cámara, de pie sobre la silla que levitaba en el aire, contemplando la escena sin hacer nada mas que observar, permaneciendo inmóvil en las alturas. Después de unos segundos, mostró su rostro que estaba un poco húmedo y sus ojos un tanto hinchados, y con una expresión amarga negó con la cabeza y desapareció de escena, volviendo a la sala de Hero TV, flotando suavemente sobre el asiento.
-¡Annie! ¿Qué fue lo que sucedió?- preguntó Ryan evidentemente preocupado, mientras la ayudaba a bajar de su transporte inusual y la envolvía en un posesivo abrazo.
-Fueron diez metros de soga, el edificio mide 250 metros, el peso de la fuerza de gravedad, es un cálculo sencillo... sus cuellos se rompieron al momento de dejarse caer. Llegué muy tarde...- respondió cabizbaja.
-Oye, no fue tu culpa.- dijo el Príncipe de la Gravedad Errante, mientras la separaba de su pecho y levantaba el mentón de la chica obligándola a verle a los ojos.
Los héroes contemplaban la escena horrorizados por completo, la impotencia y la culpa les carcomía violentamente, los cuerpos sin vida se movían y chocaban sutilmente entre sí a causa del viento; de pronto notaron algo que en su momento no había parecido nada relevante. Las camisas de los diez coincidían en color, así como que todas tenían una letra grabada a la altura del pecho, una serie de caracteres en la que ahora se leía "BRIGADA 731".

::Como dije antes...:: sonó la voz de Vaako y su rostro volvió a transmitirse, gélido como nunca.:: Si intentan huir de Sternbild, diez humanos morirán, Y por cada día que sigan en resistencia, diez más lo harán, este fue un claro ejemplo de lo que verán los siguientes días si no se rinden a la brevedad. Podrán pensar que darían sus vidas por la gente de esta ciudad ¿Pero sacrificarían las de ellos...?:: dijo para transmitir nuevamente aquella perturbadora imagen con los cuerpos colgantes.
-¿Quién demonios eres...?- preguntó Kotetsu con el poco aliento que le quedaba, intentando no pensar que entre esas personas podrían estar su madre, su hermano... o su hija.
::Somos la Brigada 731 y éste es nuestro mensaje.::
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-¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntó Ivan, casi rendido incluso antes de que la lucha comenzara.- No tengo idea de cómo lo hacen... no creo, más bien, estoy seguro de que no son militantes suicidas de la Organización.- Keith se acercó por detrás del menor de los rubios y le dio un pequeño y tierno beso en la cabeza, los demás estaban tan concentrados en el asunto de la Brigada 731 que ni siquiera notaron ésto; la verdad era que el Rey de los Héroes estaba más que aterrorizado por el reciente suceso. Tantas muertes en una sola exhibición era horrendo, pero que inclusive niños de no más de doce años hubieran sido víctimas de esta suborganización era tan terrible que las palabras no bastarían para describir la naturaleza del acto; sin embargo, al ver que el espíritu de su zorro albino estaba queriéndose quebrar, tan frágil y vulnerable, supo que tenía que sobrellevar la situación, no con indiferencia, sino con valor. Su espíritu debía permanecer fuerte para Ivan, y no sólo para él, sino para sus amigos, después de todo, poseía el título de Rey de los Héroes y debía comportarse como tal.
-Nuestras familias... dijo que nos haría sufrir... ¡Tengo que volver...!- lloraba Dragon Kid inundada en un sentimiento de desesperación, su cerebro no terminaba de procesar tanta monstruosidad cuando ya estaba imaginando el peor de los escenarios para su familia, allá en su tierra natal.
-PaoLin, no te preocupes. Están a salvo.- dijo reconfortante Agnes, con una actitud maternal en la que nunca se le había visto antes.
-¡¿Cómo lo sabes?! ¡Los padres de PaoLin estarán en su país, pero los míos viven en Sternbild! ¡Si ellos averiguan en dónde viven...!- gritaba Karina con lo que parecían más balbuceos que palabras, Nathan la sostenía para que no se desplomara del shock en el que se encontraba.
-Cuando empezamos a percibir la entrada en la base de datos de Hero TV con la cuenta de Albert Maverick después de su muerte pensamos que se trataba de algún tipo de historial de sesión rezagado, pero como medida de prevención hice que los técnicos eliminaran los archivos que contenían registros personales. Empezó desde los datos de sus familiares hasta sus registros financieros, se supone que la purga terminaría con sus identidades verdaderas; después se iniciaría un proceso en donde se capturaría esta información nuevamente en una base de datos más confidencial. Sin embargo, era un proceso que llevaría tiempo ya que no sólo ustedes estaban dentro de este sistema, sino todos los héroes anteriores y se purgaría conforme al tiempo de antigüedad, por lo que la Primera y Segunda Liga de héroes actuales serían los últimos en desaparecer de éste. Cuando Frank Martínez irrumpió en la casa de Ryan me di cuenta de que por ser el penúltimo héroe su información no había sido del todo eliminada y por lo tanto había conseguido obtener su domicilio, después seguía Anaksha, pero ella no tenía tanta información cargada en el sistema como el resto de ustedes. En resumen, para cuando Frank Martínez empezó a acceder al sistema sólo se concentró en sus identidades de civil, y cuando apareció, la información de sus parientes ya no existía.-

-Entonces es verdad. No confías en nosotros.- espetó Ryan molesto. Annie quien era quien lo conocía mejor pudo darse cuenta que sus ojos derramaban decepción, más que molestia.
-¿Disculpa...?- preguntó Agnes evidentemente desconcertada.
-No espero que me consideres tu amigo y la verdad no me importa serlo, no soy alguien al que puedas llegar y contarle cómo estuvo tu día porque la verdad es que no me interesa en lo más mínimo. Ni si quiera voy a preguntarte por lo que mencionó el imbécil acerca de tu nombre, pero lo que sí me parece totalmente injusto es que nos hayas mantenido tan ajenos a los temas que involucraban nuestra seguridad. Creo que sabemos que en nuestro trabajo podemos perder la vida en cualquiera de los llamados, pero me niego a hacerlo como civil; si nos hubieras avisado de lo que estaba pasando en el momento, ciertamente no hubiera hecho aquella fiesta en mi casa y ésta no hubiera terminado destrozada, o lo que es más importante, Keith pudo haberse ahorrado el susto de muerte.- terminó diciendo Ryan con el rostro completamente carente de expresión, como si la fe o aquella chispa de esperanza se hubiera extinguido de su cuerpo. El rubio monarca inconscientemente llevó su mano hasta su hombro derecho sintiendo por encima de la camisa una pequeña cicatriz de forma redonda que todavía lastimaba, recordó el dolor y la agonía que le provocó la ponzoña de Frank, la desesperación de sentir que su vida escapaba de su cuerpo; asimismo Ivan se quebró por dentro al recordar y dejarse inundar nuevamente por aquel violento sentimiento de culpa del cual había estado tratando fuertemente de deshacerse, considerándose el único culpable de aquel incidente.
Ryan había sentido decepción de su líder y aunque había dicho que no esperaba ser cercano a Agnes, en realidad ya no esperaba nada de ella; Keith iba contagiándose de aquel sentimiento, empezaba a sentir algo que hacía mucho no sentía. Enojo, tal vez una chispa de rencor arraigándose en su interior con el nombre de Agnes Joubert grabado en él; Origami simplemente no quería hacer contacto visual con nadie, menos aún con su jefa, que por la falta de comunicación, sentía que había sido él el único responsable por lo sucedido con el monarca. Nathan, Antonio, Karina y PaoLin se encontraban sumamente defraudados por Agnes, ellos confiaban plenamente en las decisiones de la castaña, siempre habían pensado que ella velaba más por ellos que ellos mismos, ya fuera por bien de su preciado rating o porque los consideraba amigos, no sabían con certeza pero de una u otra forma se sentían protegidos, sentían que podían confiarle sus vidas y las de sus familias, pero ahora pensaban que tal vez aquello no era del todo cierto.
-Sabes que nunca fue mi intención que pasara eso.- ella dijo firmemente, aunque el peso de las palabras de Ryan era más que abrumador, no sólo pesaban, sino que dolían, ardían, quemaban... lastimaban y laceraban su espíritu en más de un sentido.
-A mí ya no me tienes que convencer, porque simplemente ya no confío en ti.- dijo el Príncipe de la Gravedad Errante para darse media vuelta y marcharse. Annie no podía creerse lo que pasaba, miró a los ojos de todos los presentes, y con la expresión más amarga del mundo dejó salir un pesado suspiro, respiró hondo y con los ojos vidriosos se despidió.
-Disculpen...- dijo y se marchó para seguir a Ryan, a lo que Antonio, Nathan, Keith, Ivan, Karina y PaoLin hicieron lo mismo.
-Chicos, no se vayan...- dijo Agnes en un susurro, estirando un poco su mano como si quisiera alcanzarlos y una muy sutil lágrima recorrió su mejilla.

-¿Agnes...?- preguntó Kotetsu, tomando por detrás a la castaña del hombro, a lo que ésta hizo lo que nadie pensó jamás que haría. Subió los brazos hasta el cuello del veterano y empezó a llorar con tal desesperación que el moreno sentía como la fuerza se iba del cuerpo de la mujer, como si en cualquier momento fuera a desfallecer. Barnaby se acercó para brindarle más apoyo y calidez, la castaña estiró un brazo y también lo incluyó en su abrazo; para cuando se tranquilizó, Orlando, quien había estado en la cabina todo el tiempo, salió para ofrecerle una palmada en la espalda ya que siempre se había considerado torpe para reconfortar a alguien en pena, pero era su jefa y habían pasado más de una aventura juntos... la quería como si fuera familia, Mary Rose y Cain salieron por un momento de la sala y para cuando regresaron, llevaban consigo una taza de té caliente para su superior, compartiendo el mismo sentimiento que su compañero. Si bien era cierto que Agnes no tenía un carácter fácil o sencillo de soportar, con tanto tiempo juntos habían desarrollado una relación fraternal que casi nadie entendía, pero que ellos apreciaban con mucha gratitud. La castaña levantó la cabeza, secó sus lágrimas, les sonrió genuinamente aunque aun con un poco de tristeza y tomando asiento, supo que era el momento de la verdad.
-Nosotros les daremos privacidad.- dijo el Doctor Carter Halsey mientras le hacía señas a Saito, ambos inclinaron un poco la cabeza en señal de despedida y se marcharon de la sala, dejando solos al equipo principal de Hero TV y al original Apollon Dúo.
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-Acerca de mi cambio de nombre... sí les debo una explicación al respecto.- dijo la castaña en un suspiro.
-Agnes, presiento que es un tema delicado para ti. No tienes que explicarnos nada si no quieres hacerlo. Está bien.- dijo Barnaby, sentado frente a ella y a un lado de su compañero sentimental.
-Es verdad, Agnes. No estás obligada.- afirmó Kotetsu.
-No, es algo que quiero que sepan. Ustedes... Orlando, Mary y Cain, son como mi familia.- los presentes sonrieron tristemente, felices por la confianza que Agnes depositaría en ellos y tristes porque sentían que la historia que estaba a punto de contarles no tendría un final feliz.
-De acuerdo, te escuchamos.- asintió Bunny.
La castaña respiró hondo varias veces, cerró los ojos y dejó que aquellos sentimientos tan tristes surgieran desde lo más profundo de su alma, emanando de sus adentros permitiéndole iniciar con su relato.
-Mi nombre de nacimiento... es Marié Rosseau.-

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