El día había llegado, al fin era la junta del proyecto de la Saga de los pecados capitales.
En la sala de espera, se encontraban Los hermanos Hatsune (algo distantes), los Kagamine ("fiesteando" como siempre), los Shion (Akaito ignorando a todos), Luka Megurine (Con ganas de asesinar a medio mundo), Gakupo Kamui (Formal, cual samurai) y Gumi Megpoid (Jugando con su celular). Meiko se encontraba en la sala de juntas presentando formal y oficialmente el proyecto.
Todos estaban un poco nerviosos, no sólo porque empezarían un gran trabajo, si no porque ese mismo día, el señor Fujimori los vería de nuevo.
A pesar de que le pertenecía la franquicia, era rara la ocasión el la que dejaba que las fuentes de sus ingresos lo vieran (salvo Meiko, después de todo, eran padre e hija).
Miku se veía algo distante de Mikuo, mientras hablaban. Ya no se le notaba ese brillo peculiar en los ojos, digno del enamoramiento. Se veía cálido, pero gélido al mismo tiempo. Fraternal, por fin.
Durante su estancia en Rusia, Miku se había enamorado a primera vista de un hombre que vio durante la filmación de su video.
Su nombre era Vladimir Kradgoff, un importante y reconocido actor del cine Ruso independiente. Al parecer, él se encontraba en la misma locación grabando una escena de su más reciente película.
Se divirtieron el tiempo que se les concedió, y cuando Miku tuvo que regresar, le prometió que iría a Japón cuando sus filmaciones hubieran acabado. Iba a regresar a hacer las cosas correctamente.
Mientras la CV01 platicaba con entusiasmo su historia de amor, Mikuo sonreía divertido. Era la hermana que siempre quiso. Una hermana que se quedara así por siempre: como hermana.
Pero Miku sabía que había dejado a alguien más malherido, así que cruzó la habitación para conversar con aquel hombre de azul.
-Kaito... ¿podemos hablar un momento?-
Kaito se encontraba reunido con todos los chicos (excepto Mikuo, claro), hace mucho que no conversaba con su hermano. Aunque Akaito tampoco era muy hablador, prefería sentarse en una esquina e ignorar a todos, cual rebelde de preparatoria. Miku se acercó al azulado, y pidió hablar con el.
-Claro.- dijo Kaito y se levantó para ir a un lugar un poco más privado.
Gakupo no pudo evitar sentir algo de celos, porque sabía que aún sentía algo por ella. Pero recordaba aquellas veces en las que se habían prometido amor eterno. Todas aquellas veces en las que se habían amado descontroladamente. Y aunque todavía sintiera algo por ella, era imposible que ellos dos se separaran. Porque se pertenecían.
-Kaito, primero que nada, quiero disculparme por todo lo que alguna vez sufriste por mi culpa.-
-Miku, escucha. Voy a resumir todo lo que me vas a decir. Lo que alguna vez hice por ti, lo hice con gusto y desinteresadamente. Y el hecho de que nunca te haya dicho lo que sentía, fue mi culpa. No quise imponerte mis sentimientos, más a parte porque sabía que estabas enamorada de alguien más.
Ahora todo eso es agua pasada, escuché lo que hablabas con Mikuo, y de verdad me alegro por ti. Yo lo único que siempre querré para ti es que seas feliz.
Por mi no te preocupes, he estado muy feliz estos días, y me alegra aún más que quisieras hablar conmigo. Quisiera permanecer como tu amigo incondicional ¿Qué dices?-
Miku se le abalanzó con emoción y lo abrazó fuertemente.
-¡Claro que si! ¡Era justo lo que quería! Pero... ¿entonces tienes a alguien? ¡Tienes que decirme quién es!-
-No puedo, no por ahora, pero ya sabrás.-
-Esta bien, pero tiene que ser una persona hermosa.-
-Lo es.- dijo sonriente Kaito.
Gakupo estaba un poco impaciente, quería saber porqué maldita razón Miku se le había colgado así a su hombre. No podía dejar que su mente volara imaginando cualquier cosa, después de todo, si se aceptaran y comenzaran algo, no lo harían delante de sus narices.
"Maldita sea, contrólate un poco, seguro no es nada." se regañaba a sí mismo.
Kaito de nuevo se sentó a lado suyo, y no pudo evitar preguntar.
-¿De qué hablaron?-
El azulado le contó todo lo que le había dicho, y el acuerdo al que habían llegado. Ser amigos, por fin.
Shion se sentía contento de verdad, su vida se estaba acomodando de una manera muy hermosa, en paz con todo, con todos y con el mismo.
Gakupo sintió como un peso le era quitado, se estaba preocupando por nada. Siempre fue muy posesivo con lo que fuese que le gustara, porque en su antigua situación, no era muy seguro si vivirías al día siguiente. Y aunque era muy consiente de que ya no estaba en Edo ni en Chôshû, se le había quedado la costumbre de anhelar las cosas y a las personas con su alma. Pero, a la vez era disfrutar de su vida al pleno y al máximo, así que no estaba tan mal, después de todo.
Las puertas de la sala de juntas se abrieron, y salieron algunos hombres de la junta directiva, al final salió el señor Fujimori hablando y riendo con Meiko. Ella se incorporó a sus demás compañeros mientras el jefe tomaba la palabra, dirigiéndose a todos sus Vocaloid.
Todos se pusieron de pie para escuchar lo que el Señor tenía que decir.
-Señores, señoritas. Han propuesto un magnífico proyecto. Meiko les indicará la mecánica de selección y otras cosas. Las grabaciones empezarán mañana. Con esto, serán reconocidos a nivel mundial, amigos míos. Vamos en grande. Les deseo mucho éxito y que me hagan ganar millones de dinero.- concluyó riendo.
Fujimori se disponía a irse, pero una voz familiar lo detuvo.
-Señor, ¿me permite unas palabras? En privado.- dijo Gakupo, mientras sus compañeros volteaban a verlo simultáneamente.
-Por supuesto, hijo.-
Entraron de nuevo a la sala de juntas, cerrando la puerta a su paso.
-Señor, nunca le agradecí la oportunidad como se debe.- dijo el samurai mientras se inclinaba un poco en señal de reverencia.
-¿De qué hablas, hijo? Mandaste muchas cartas...-
-Si, lo sé, señor. Pero nunca le dije qué tanto estoy en deuda con usted. Personalmente, me refiero.-
Fujimori suspiró, tocó el hombro de Kamui y dijo:
-No me debes nada, los dos buscábamos algo en ése momento, y sólo resulta que nos encontramos. Llámalo destino o como quieras, pero estábamos en el lugar adecuado a la hora adecuada. No puedo imaginarme todo lo que pasaste en aquella comuna. Y aquella vez que regresaste, y saliste con el pecho rajado... ni lo quise imaginar. Cantaras bien o no, sentí la necesidad de ayudarte, porque tus ojos lo pedían a gritos. En serio, hijo. No me debes nada. Sólo sigue regalándome esa prodigiosa voz que tienes y me daré por bien servido.- dicho eso, Fujimori abrazó al samurai.
-Gracias señor. Muchas gracias.- Gakupo correspondió el abrazo. Cuando se separaron, se dieron la mano y el jefe se marchó.
Los demás Vocaloid entraron a la sala, tomaron asiento y Meiko comenzó a explicar.
-La dinámica es simple. En esta pequeña bolsa, hay siete trocitos de papel. En ellos están escritos los siete pecados capitales. Obviamente, no todos podrán participar cantando, pero tendrán su lugar dirigiendo y editando los videos y las pistas.
Ahora, en esta otra bolsita, tengo nuestros nombres escritos. Los primeros siete nombres tendrán una canción asegurada. Sólo tendrán que sacar el pecado de la otra y empezaremos a grabar mañana.-
Salieron los primeros siete nombres: Kaito, Gumi, Miku, Gakupo, Rin, Luka y Meiko.
Y cada pecado: Avaricia, Ira, Pereza, Lujuria, Soberbia, Envidia y Gula, respectivamente.
-Bola de perdedores, sobra decir que no me dan participación alguna y encima quieren que haga el trabajo de edición... ¡Me largo!- dijo Akaito.
Desde que su nombre no salió, todos esperaban aquella reacción nada nueva del pelirrojo.
-Bueno, dejando aparte este drama, se grabará Ira, Pereza, Gula y Soberbia el día de mañana. Los restantes, pasado mañana. Hasta entonces, amigos.- concluyó Meiko.
Len y Mikuo se mostraban emocionados de dirigir los videos musicales, así que pidieron copias de todas las letras, para seguir las historias y apartar las locaciones. A Kagamine le brotaban ideas hasta por las orejas, pero Mikuo siempre había disfrutado más el trabajo de estudio, edición y grabación.
Todos tomaron sus cosas y salieron del estudio. Gakupo y Kaito tenían planeado ir a un balneario al terminar la junta, así que su ropa extra estaba en el auto. Mientras el azulado esperaba a que el samurai llegara con el convertible, escuchó que alguien lo llamaba.
-¡Kaito! Mis padres dicen que la boda podría hacerse en tres meses. Ya planee todo, espero no te moleste que la decoración sea roja, pero es que es mi color favorito ¿Pero no te importa verdad? También pedí algunos tulipanes para los centros de mesa, y sólo puedes invitar a pocas personas, porque los demás son familias de alto renombre y...- dijo muy emocionada la joven Kasane.
-Teto, no me voy a casar contigo. Les dejé eso muy en claro a mis padres, y si no les informaron a los tuyos que rechacé el compromiso, lo lamento. Pero te lo digo ahora.- dijo algo irritado.
-¿Te intimida mi familia? Ya verás como te llevarás bien. Ahora, como te decía, esa gente no se puede mezclar con otras personas comunes. Así que vamos a hacer una recepción VIP para los amigos de la familia, pero no podrás invitar a tus padres, por lo mismo de que son muy corrientes.-
-¡Teto! Escucha lo que la gente te dice...-
-Lo hago, siempre me dicen que soy bonita, y así pues ¿cómo contradecirlos?- decía la joven con un imparable entusiasmo.
-¡No me voy a casar contigo, Kasane! Primero que nada, madura. Haces berrinches incomparables, y eres testaruda. No podría casarme con nadie así.-
Gakupo vio desde lejos lo que pasaba y se apresuró a salvar de aquella situación a su novio. Kaito subió al auto y dejó a Teto llorando de coraje.
Le platicó lo sucedido a Gakupo, y cuando terminó dijo suspirando:
-Dios, ella y Akaito son iguales. Un par de divas.-
A Gakupo se le ocurrió el plan perfecto, un plan infalible.
"Teto y Gumi son mejores amigas..." pensó mientras su mente formulaba el "masterplan".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario