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viernes, 27 de junio de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capitulo 30 / Epílogo.

El salón de fiestas... con esa hermosa decoración en rojo y dorado. Aquella que de verdad se había teñido de rojo en un encuentro emocionalmente devastador.
Ya no era más una fiesta, la celebración había muerto. Miku era trasladada al hospital Allenworth donde Ritsu iba atendiéndola lo mejor que podía dadas las posibilidades y circunstancias desde la ambulancia, y a decir verdad, no estaba segura de poder mantener su cuerpo con vida.

-Comandante, Megurine Luke y Hatsune Mikuo ya han sido arrestados. A primera hora mañana un juez de la Suprema Corte les dictará auto de formal prisión.- dijo la policía de la placa VY1.
-Gracias, Mizki. Kiyoteru se encargará de los asuntos con la fiscalía. Asegúrate de que lleguen a la estación y nos veremos mañana.- ordenó VY2 y la mujer subordinada a él obedeció.
-¿Yüma?-
-¿Estás bien, Meiko?-
-¿Qué pasará con Mikuo y el hermano de Luka?- preguntaba aún con algunas lágrimas recorriendo sus mejillas.
-Por ahora, sólo se les va a retener en la estación, les haré el interrogatorio correspondiente y mañana el juez dictará la sentencia. Unos veinte años... por cada persona que mataron. Y diez por cada herido.-
-¡Eso lo haría una cadena perpetua!-
-Lo es, Meiko. Lo es... hazme un favor ¿quieres? Diles a los demás que ya todo está bien y que Miku va a tener seguridad de la policía hasta que salga de Allenworth. Su novio Vladimir va a estar atendiéndola, ya no se preocupen.-
-¿Crees que salga de esta?-
-Hay que tener fe.- fue lo último que el comandante dijo.

Meiko se reunió con sus colegas, les explicó el asunto y propuso un after-party en su casa para bajar el estrés del momento con un poco de alcohol. Claro que nadie ya estaba de humor para festejar nada pero unos buenos tragos podrían ayudar a aliviar la tensión.
En el camino al hogar de la castaña, Kaito notó que Gakupo iba muy callado, tal vez era por la misma situación, o por haber golpeado a Mikuo casi hasta la muerte, o la sensación de que el amor de su vida se iba a ir una vez más. La reacción del samurai no era para nada la que esperaba Kaito, no se miraba triste o dolido por lo de Miku, tampoco enojado por Mikuo quien había tratado de matarlo... se le miraba serio y con una gran decepción desbordante de sus hermosas ventanas amatistas. Tal vez... muchas preguntas, pocas respuestas y tantas posibilidades.
-¿Te encuentras bien?- preguntó el azulado.
-No.- fue la única y tajante respuesta de Gakupo.
Kaito ya no dijo nada más. Comprendía que la estabilidad emocional de cualquiera estaría afectada después de lo que había pasado, pero el samurai siempre había soportado muy bien estos asuntos por su pasado... definitivamente, algo pasaba. Y se veía que el de amatista no podía dejar de pensar en aquello que lo estuviera torturando.
Cuando llegaron a casa de la castaña, Teto y Akaito permanecían inseparablemente abrazados. Ya después de superar esto podrían tener su luna de miel como era debido pero por mientras, necesitaban consuelo emocional de su familia... sus amigos. Rin y Len se sostenían tiernamente y se repetían que todo iba a estar bien una y otra vez, Lily e IA se preguntaban qué harían ahora ya que ellas lo único que querían era volver a Hungría por Oliver y no el desastre que había sucedido, Gumi y Meiko estaban preparando té y bebidas en la cocina cuando Kaito se acercó a ellas.
-¿Han visto a Gakupo?-
-Está arriba, fumando en el balcón. Creo... que deberías hablar con él. No lo veo con buen semblante.- dijo preocupada la joven Megpoid.
-Lo sé...- suspiró y se dirigió a la parte alta de la casa a hablar con su prometido.

-¿Gakupo?- preguntó el azulado.
El samurai estaba recargado en las barras del balcón, sostenía un cigarrillo mentolado entre sus dedos y veía fijamente el horizonte contemplando la luna y las pocas estrellas que vislumbraban la ciudad. En Edo, las estrellas reflejaban todo su esplendor, se veían cientos... o miles, tantas que apenas contara diez ya no sabría dónde continuar. Le recordaban a diario lo mucho que quería salir y ver el mundo, pero ahora veía que el mundo que creyó conocer, el mundo que creyó la escapatoria del lugar donde era explotado mental y físicamente estaba plagado de la misma violencia de la que él tanto huía.
Sin quitar la vista del hermoso cielo y después de dar una calada al cigarro, hizo la pregunta que más temía, la que le carcomía lentamente el corazón.
-¿Aún la amas?- Kaito sintió un nudo en el estómago. Aún cuando estaba lejos de su prometido mientras le decía aquellas palabras a la CV01 y en un tono de voz muy bajo, éste lo había escuchado. No era algo que le preocupara mantener en secreto, pero tampoco creyó en ése instante las consecuencias de sus palabras. Gakupo no estaba sufriendo por nada más que por aquellas palabras.
-Yo... aún la amo. Pero no lo entiendes...- decía quebradamente el azulado. Kamui dejó caer el tabaco y se volteó agresivamente a encararlo.
-¿Entender qué, exactamente? ¿Que entonces todo esto que hemos pasado juntos ha valido absolutamente nada?- dijo en un tonó mucho más demandante.- ¿De qué sirvió todo lo que pasamos si aún sigues amándola?-
-No es eso. Fue mi primer amor y la amo por eso, pero no como te amo a ti. No quiero pasar el resto de mi vida con ella como lo quiero hacer contigo. El día en que nos encontramos, aquel en donde descubriste la infidelidad de Luka y a mi me había rechazado Miku, acepté que nunca podría pasar nada entre nosotros, pero estos sentimientos son preciosos. No me pude deshacer de ellos tan fácilmente en ése entonces ni ahora...-
-Perdóname, pero no puedo seguir escuchando esto. No puedo seguir con la idea de que no soy al único al que amas.- dijo el samurai listo para marcharse.
-¡Tu mismo lo dijiste! ¿Eso es todo? ¿Así van a ser las cosas? Si no te amara no hubiera perdonando que me pusieras en coma.-
-Tu me apuñalaste.-
-¡No te atrevas a echarme eso en cara! ¡Fue un accidente y lo sabes!-
-¡Igual lo fueron las razones que me orillaron a cometer aquella atrocidad!-
-Aún así nos perdonamos... porque nos amamos, Gakupo.- el hombre de amatista soltó un resoplo.
-Necesito pensar...-
-¿Pensar qué? ¿Ahora no crees que te amo? ¿Ya no me crees?-
-Estuviste conmigo todo este tiempo sin decirme que aún sentías algo por ella, ya no sé qué creer.-
-¡No me digas que tu olvidaste todos aquellos momentos con Luka! Mírame a los ojos y dime que no la extrañas.- dijo Kaito desafiante.
-¡Aún la extraño y aún lloro su muerte! Fue la primera persona en enseñarme la vida fuera de Edo, pero también se corrompió de poder y lujuria, fue cuando la descubrí con Mikuo que mi amor por ella murió.- Shion se quitó la hermosa argolla de oro blanco y la puso frente al rostro de Gakupo.
-No, no lo acepto. Esto... esto significó algo. No pienso dejar que eches todo por la borda.- y así con esas palabras Kamui se vio entre la espada y la pared, quería buscar culpables, pero esto estaba muy lejos de involucrar este asunto con Luke o Mikuo.
-No puedo... no ahora. Perdona, pero tengo que irme y acomodar mis pensamientos.- dijo mientras se marchaba, pero antes de bajar las escaleras y cruzar la puerta principal se detuvo para escuchar una voz que lloraba.
-De aquí a la eternidad.- dijo Kaito. Gakupo bajó la cabeza y se fue sin responder o decir nada más.
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-Perdóname, Lily. Sin la ayuda de algún tercero dentro del consulado, no te puedo ayudar. ¿No habías dicho que tenías a alguien que podría interceder por ti?- preguntó Kiyoteru.
-Lo tenía, pero... salió mal.- respondió IA quien abrazaba a la devastada rubia.
-¿A qué te refieres?- preguntó el abogado. Ambas chicas se vieron y con la mirada, concluyeron que lo mejor era hablar. Ya no tenían mucho que perder.
-Cuando fuimos contratadas por Fujimori.... Luke nos contactó. El trabajaba en el consulado de Hungría y nos prometió que nos ayudaría con nuestra situación si le decíamos lo que averiguáramos de Gakupo y Kaito. Al principio no sabíamos cómo acercarnos a ellos, pero cuando nos pidieron fingir ser sus novias y pasar tiempo con ellos, las cosas se nos facilitaron mucho... Kiyoteru, no lo hicimos con malas intenciones. Dios sabe que sólo fue para poder ir a ver a mi hijo, pero ahora todo parece en vano.- contestó Lily.
-Yo no diré nada, pero cómo veo las cosas, me parece que le deben una explicación a los chicos. Estoy seguro de que ellos entenderán la situación en la que estaban y sabrán perdonarlas.-
-Eso espero, Yotu...-
-Volviendo a tu problema, no creo que todo esté perdido...- dijo con la cara resplandeciente, como si la respuesta a todo lo hubiera iluminado.
-¿Qué quieres decir?- preguntó la peliblanca.
-Tal vez ustedes no puedan volver a su país, pero podamos traer aquí el pedacito de Hungría que quieren ver.- Lily secó sus lágrimas, se levantó de su asiento y comprendió lo que el castaño quería decir...
-¿Traer a Oliver aquí?-
-Mira, yo podría viajar a Hungría y contactar a tus padres, según tengo entendido ellos tienen la custodia del niño. Les explico la situación, que tu estás viva e Ibolya, perdón, IA es inocente y vive contigo. Lo único que tendrían que hacer ustedes es pagar el traslado de tus familiares aquí. Yo me ocupo de los papeles para que vivan aquí sin problemas con la oficina de migración. Allá sus nombres están muertos y en tinta roja, pero aquí significan algo.-

Un rayo de sol iluminó la habitación, haciendo resaltar la felicidad del momento. Las chicas no podían asimilar por completo lo que el abogado iba diciendo. Sólo... se quedaron ahí, viendo fijamente los ojos de Kiyoteru quien se preguntaba si había algún problema. Las chicas mostraban una total falta de expresión en sus rostros y era prácticamente imposible descifrar lo que estuvieran pensando. Pero Lily rompió el silencio con una expresión que ahora se tornaba atónita.
-¿Tu... puedes hacer eso?-
-Sí, yo me encargo de que pasen y vivan en el país sin problemas. Sólo tendrían que ocuparse de los gastos; aparte del sueldo que ganan, también tengo entendido que antes de morir, Oliver Rayquuz dejó estipulado que toda su fortuna pasaría a manos de Oliver Rayquuz Jr, tu hijo. Así que prácticamente son millonarios a gran escala.-
-Yo... de verdad, gracias. Muchas gracias, Kiyoteru.- dijo Lily para después abrazarlo como a nadie nunca había abrazado.
-No se preocupen. Ya cerré el caso de Luke y Mikuo, así que puedo disponer de algunas semanas. Iré a preparar todo y saldré a Hungría lo más rápido posible.- dijo correspondiendo el abrazo de la rubia y recibiendo un beso en la mejilla por parte de la peliblanca.- Con su permiso.-

Con un gran sentimiento de benevolencia, salió del apartamento de las mujeres, se subió a su auto y condujo por la ciudad hasta la estación de policía.
Cuando llegó y entró por la puerta principal saludando a todos sus colegas, VY1 lo interceptó.
-¡Hiyama!-
-Hola, Mizki.-
-Este... quería saber... si pudieras decirme en qué terminó todo con Hatsune y Megurine. Me da un poco de vergüenza preguntarle al Comandante.-
-¿Por qué te daría vergüenza?-
-He estado ocupada con un asalto que hubo hace unos días. El día siguiente del incidente de la boda, un convoy asaltó uno de los bancos Aberdeen y aunque ya capturamos a los responsables, ya no pude saber qué fue lo que pasó con aquel asunto. Me da vergüenza porque no quiero que piense que soy distraída y pongo más atención a algunos incidentes que a otros, eso y porque los involucrados son cercanos a ustedes.-
-Ya veo... no te preocupes. Estoy segura de que puedes hablar con el Comandante sin ningún problema. Pero ya que te has tomado la molestia de preguntarme, te lo explicaré: Lamentablemente, Luke y Mikuo tomaron la vida de siete personas y también dejaron heridas de gravedad a tres. También se les agregó el cargo de conspiración y posesión de armas ilegales no registradas. A eso se le suma que Leon Aberdeen y la doctora Ritsu hicieron una denuncia anónima contra ellos, al parecer secuestraron por un día al señor Aberdeen y a la doctora la amenazaron. A pesar de tener sus rostros cubiertos, se dieron cuenta que se trataba de ellos haciendo una lógica en el incidente el día de la boda. El veredicto fue de dos cadenas perpetuas para cada uno sin posibilidad de fianza ni libertad condicional por buena conducta. Por lo que sé, se han adaptado bien al aislamiento y son compañeros de celda. Después de los golpes que recibió ése día, a Mikuo lo atienden periódicamente en el servicio médico de la prisión.-
-¿Y qué sucedió con la señorita Hatsune Miku? ¿Y los recién casados?-
-Ritsu me informó que ya está estable, muy débil por la pérdida de sangre que sufrió y que la bala casi le perfora un pulmón. Pero con tratamientos y terapia podrá salir adelante, es una chica fuerte y de corazón noble. El señor Kradgoff me dijo que tenía la intención de perdonar a su hermano y visitarlo en prisión. En cuanto a Akaito y Teto, ya visitaron a Miku en el hospital y cuando supieron que ya estaba fuera de peligro y con ánimos de recuperarse decidieron irse a su luna de miel a Dubai, y me parece que estarán ahí tres semanas.- dijo el abogado. El radio de Mizki sonó para avisar que debía efectuar el interrogatorio al líder del convoy de ladrones que había atacado el banco Aberdeen.
-Y pensar que todo esto sucedió hace apenas una semana...en fin, te dejo, Kiyoteru. El deber me llama. Muchas gracias por la información.- decía la de la placa VY1 mientras tomaba unos expedientes del escritorio y se iba.
-No hay de qué, cuídate, Mizki.-

-¿Puedo?- preguntó el castaño al tocar la puerta de la oficina principal de la estación.
-¿Yotu? ¿A qué se debe tu visita, mi amor?- preguntó Yüma quien lo recibió literalmente con los brazos abiertos.
-Necesito pedirte un favor, uno que nos ayudará a nosotros y a dos personas mas.-
-Ya me tienes intrigado. ¿De qué se trata?- preguntó Yüma curioso, mientras abrazaba íntimamente al castaño.
-¿No crees que Mizki se está encargando de todo últimamente? Se ha vuelto más capaz.-
-Así es, si sigue a este paso tendré que cuidar de cerca mi trabajo, jaja. ¿Pero qué tiene que ver con el favor que querías pedirme?-
-Bueno, ahora que las aguas se han calmado, creo que puedes tomarte unas vacaciones. Has estado trabajando durante algunos años sin descanso, así que ya has acumulado muchos días pagados (y obligados) de vacaciones.-
-¡Oh! Un descanso ¿eh? Ahora que lo pienso, tienes razón. No me he tomado uno en mucho tiempo, y parece que Mizki tiene todo bajo control. ¿Ya tienes alguna idea?-
-Budapest es muy hermoso en esta época del año ¿sabes? Quiero ir porque voy a contactar a los padres de Lily para después arreglar su estancia permanente en éste país.-
-¿Lo del asunto con su hijo, cierto?-
-Sí, pero me llevará un día o dos. Lo demás podemos viajar por el Puente de las Cadenas y disfrutar de la ciudad más hermosa del Danubio. ¿Qué dices?-
-No me importa a donde vaya mientras sea contigo.- dijo Yüma finalmente.
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"Lo entiendo bien, lo arruiné todo. Pero ahora que tuve tanto tiempo para pensar, no entiendo porqué dije eso. Claro que la amo por ser mi primer amor, pero ahora es una amor fraternal. Ya no puedo visualizar a Miku de otra forma que no sea como mi hermana pequeña o mi mejor amiga. Y sin embargo, dije algo como aquello sin pensar."
Había pasado ya una semana ya desde aquella discusión. Y para cuando Kaito volvió a su departamento ésa noche, muchas de las cosas de Gakupo ya no estaban. Realmente lo había herido, pero aunque no lo hubiera hecho con esa intención era una verdad que no pensó que podía doler tanto.
"¿Tanto? Si él me hubiera confesado que seguía enamorado de Luka, después de tantas cosas que hemos vivido y de todas esas veces en la que hemos hecho el amor tan sinceramente... creo que yo no querría ver su rostro otra vez."
"¿Entender qué, exactamente? ¿Que entonces todo esto que hemos pasado juntos ha valido absolutamente nada?"  Las palabras que dijo el de amatista retumbaban violentamente en su cabeza... "¿De qué sirvió todo lo que pasamos si aún sigues amándola?"

Había intentado buscarlo desde entonces, pero de repente desapareció. Nadie sabía en dónde estaba o qué había sido de él. Kaito se encontraba tan desesperado por encontrarlo que incluso pensó en buscarlo en Edo, pero eso sería un suicidio seguro y tal vez deshonrara el nombre de la familia Kamui; el bien sabía que a Gakupo no le importaba ese honor, pero no quería ni imaginar cómo le habría ido a su samurai si volviera a la comuna. La última vez que Gakupo fue a ver a su padre terminó con una herida de treinta y dos centímetros en el pecho.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando su teléfono comenzó a sonar con un número conocido.
-¿Gumi? ¿Qué pasa?-
::Kaito... perdóname.:: dijo un poco triste la joven Megpoid.
-¿Por qué? ¿Qué te sucede?-
::Es Gakupo...::
-¡¿Gakupo?! ¿Sabes algo de él?- preguntó mucho más demandante.
::Yo... no te dije en dónde estaba antes porque él me lo pidió.::
-¡¿Tú sabías en dónde estaba y no me dijiste?!-
::Entiéndeme, por favor. Le prometí que no le diría a nadie en dónde se encuentra y al decirte estoy faltando a mi promesa.::
-Está bien, está bien... lo siento. ¿Puedes decirme en donde está?- dijo en un tono mucho más calmado e intentando respirar.
::Está en el hotel Yoshiwara, la habitación 105. Los primeros dos días sólo lo veía deprimido, pero ahora está demasiado demacrado. Hace unas horas que fui a ver cómo estaba, pero sólo pasa el tiempo tirado en el piso, bebiendo cerveza y fumando cigarrillos. Yo... nunca lo había visto así. No voy a preguntar qué pasó en la casa de Meiko porque no me incumbe, pero si puedes hacer que mejore...::
-No creo que quiera verme, he estado buscándolo pero creo... mas bien, sé que de quien huyó fue de mi. Perdona, Gumi, pero no creo poder ayudar mucho. Aún así iré a verlo, no puedo quedarme sin él.-
::Por favor, haz lo que puedas. Mucha gente cree que la depresión no es una enfermedad, pero lo es. Y como toda enfermedad, tiene un punto de inicio y si no se trata, una fase terminal.::
Kaito supo muy bien lo que quiso decir Gumi con aquellas palabras, y con miedo evidente preguntó:
-¿Quieres decir que puede llegar a... quitarse la vida?-
::Yo rezo porque no. Pero tienes que ayudarlo porque a mí no me deja ni acercarme.::
-De acuerdo. Iré enseguida.-

El hotel Yoshiwara era ciertamente inconfundible, en especial cuando él mismo tuvo un viaje en helicóptero hasta la gran azotea del edificio. Kaito llegó al hermoso hotel y preguntó en recepción por la habitación 105.
Subió al tercer piso y al abrirse el ascensor, vio la puerta grabada con tal número hasta el fondo del pasillo; caminaba con un paso tembloroso y reflexionando qué era lo que quería decir. Tenía miedo, mucho miedo; de lo que fuera a decir Gakupo, de que ya no quisiera verlo nunca más, del estado en el que lo encontraría o de simplemente ya no encontrarlo. Ahora que se encontraba frente a la dichosa puerta con una mano en el aire dispuesta a llamar, su cuerpo no respondía. Sus nervios habían llegado a limitar sus movimientos, pero tenía que hacer algo; si se encontraba tan mal como Gumi lo había descrito, no se podía dar el lujo de perder más tiempo. Tenía que salvar los momentos, los recuerdos, las palabras y sobre todo, salvar a Gakupo de sí mismo. Respiró profundamente, normalizó un poco su ritmo cardíaco y tocó la puerta.
-Váyase.- dijo la voz detrás de la puerta. Una voz muy familiar para el azulado, pero en un tono a la vez desconocido. Sonaba desganado a más no poder.
-Gakupo... soy yo.-
-¿Qué necesitas?-
-Hablar. ¿Podemos hablar?- decía Kaito prácticamente pegado a la puerta.
-Estamos hablando.-
-Gakupo, por favor: Déjame entrar.-
Pasó un momento donde ya no se escuchaba nada, el silencio inundaba todo el ambiente para después romperse levemente con el sutil sonido de los pasos de Gakupo acercándose, ahora también se escuchaba como muchos seguros eran removidos de la puerta para que después la perilla girara y dejase ver al hombre que se escondía en la habitación.

Gakupo estaba total y absolutamente irreconocible. Además de que estaba descalzo y sólo usaba un pantalón demasiado flojo, su cabello estaba terriblemente enredado y alborotado. Sus ojeras remarcaban exageradamente las cuencas de sus ojos, su piel se tornó violentamente pálida al punto de remarcar sus venas y cicatrices, y la habitación desprendía con vehemencia un fuerte olor a alcohol y tabaco.
-Entra.-
Kaito entró a la 105 y concluyó que como Gumi había descrito el asunto, era una definición muy amable de la condición del samurai y de la habitación.  Había latas de cerveza por todos lados, algunas vacías y otras no tanto; colillas de cigarros por aquí y por allá, la cama llena de la ropa desordenada del hombre de amatista y un espacio en blanco junto a la cama donde Gakupo veía los días pasar sin hacer otra cosa mas que contemplar la ciudad ebrio y deprimido.
El samurai dejó que el azulado cerrara la puerta para después sentarse en aquel lugar en el piso y hacer lo de siempre, Kaito se sentó a un lado suyo en el filo de la cama sin saber que hacer o decir; se sentía extremadamente mal saber que la situación en la que estaba Kamui era su culpa.... su culpa por no saber poner en claro sus sentimientos y que quien lo pagara fuera la persona que el más amaba en este mundo.
-¿De qué quieres hablar? Creo que... está claro todo entre tu y yo.- decía en un tono que no parecía molesto ni que guardase rencor. Era aún peor, sonaba roto y desalentado.
-Gakupo, por favor. Vine a explicarte, a querer remediar las cosas... no puedes seguir así, ni yo.-
-¿Explicarme? No creo que tengas que hacer eso, tu tomaste tu decisión y yo la mía.-
-Yo no he decidido nada. ¿Tu decidiste dejarte morir de ebrio? ¿Ver por la ventana hasta que algo te suceda?- el azulado empezaba a molestarse.
-Nunca dije que haya tomado una decisión muy buena...- decía mientras daba un sorbo a la lata de cerveza. Kaito la arrebató de sus manos y la arrojó lejos de el.
-Maldita sea, Miku estaba a punto de morir. En una situación así, tu más que nadie debe saber que los recuerdos lo inundan a uno... que yo sólo quería que se salvara, que no cerrara los ojos.-
-No te excuses con eso, Kaito. Yo he visto la muerte de cerca y si bien sé que tienes razón en eso, aún así me confesaste que seguías amándola. Y fue en ése momento cuando todos los recuerdos de las cosas que pasamos, cuando no sabías como pedirme que viviera contigo y yo no sabía como pedirte vivir junto a mi, la angustia que sufriste cuando yo estaba medio muerto y la desesperación que yo pase cuando te puse en coma, los días de temor cuando quería pedirte que te casaras conmigo y cuando fui a por la argolla para proponerme... todo eso regresó a mi y perecía haber sido en vano, porque siempre la quisiste a ella y a mi como tu amigo. No sabía que era eso que llamaban amor hasta que te conocí, cuando te puse por encima de mi mismo.- con esas palabras los ojos de Gakupo y Kaito se empezaron a inundar terriblemente de lágrimas, el samurai bajó su cabeza recargándose en sus rodillas.- No te estoy deteniendo, puedes hacer de tu vida lo que quieras, ve y sé feliz... con quien sea que te haga feliz.-
-No quiero, me niego. Por favor, comprende... a Miku la amo, si lo hago. Pero la amo por ser el recuerdo de mi primer amor, la amo por ser mi mejor amiga, por ser como una hermana pequeña a la que tengo que cuidar de los novios que le rompen el corazón. Sólo eso. No la amo como te amo a ti.- Gakupo empezó a levantar su cabeza poco a poco, la voz quebrada de Kaito y sus manos hechas puño reflejaban su desesperación por decir la verdad, lo que realmente sentía.- Sólo hay una persona con la que quiero estar el resto de mi vida, y eres tu, si no esa vida ya no valdrá nada. Te amo, amo como cepillas tu cabello cuatro veces al día, amo todas tus historias, tu voz, tus cicatrices, la forma en la que hablas; amo como te apasiona vivir, como pones el corazón en cada cosa que haces, amo la forma en la que me miras cada vez que hago algo tonto y tienes que ayudarme, cada vez que me hablas, cada vez que pronuncias mi nombre. Amo tu pasado porque te hace ser la persona que eres hoy y por sobre todas las cosas, amo que me ames.-

Silencio... ese incómodo silencio de nuevo. Pasaron algunos minutos y ni Gakupo ni Kaito dijeron palabra alguna, la tensión y el estrés se adueñaban rápidamente del azulado quien estaba a punto de tener un colapso nervioso. Estaba a punto de gritarle al demacrado hombre que dijera algo, que no se quedara callado, pero entonces la voz de ése hombre se hizo sonar de una forma muy sutil.
-¿Entonces... si?- dijo Gakupo.
-¿Qué?- exclamó Kaito evidentemente confundido.
-¿Te casarás conmigo?- esta vez levantó completamente la cabeza y miró a los llorosos ojos azules del hombre en la cama mientras esbozaba una pequeña y muy tierna sonrisa. Shion fue quien no contuvo el llanto de felicidad y se abalanzó sobre Gakupo, asimismo él lo recibió estrechando el cuerpo del azulado fuertemente entre sus brazos.
-Nunca más te vuelvas a alejar de mi, por favor.-
-No lo haré... jamás.- dijo Gakupo para después besar a su amado de una manera demandante y posesiva.
Ambos hombres pasaron la noche juntos en el hotel Yoshiwara. La noche fue suya y los recibió en un infinito de amor, pasión, lujuria y sobre todo... amor.
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*~.25 años después.~*

-¿Estás listo?-
-Ya te he dicho que yo no tengo dudas sobre lo que hago. Después de todo, eso fue lo que nos condujo hasta aquí.-
-No me arrepiento de nada, Luke. Haberte conocido fue lo mejor que me pasó en la vida.-
-Yo tampoco tengo arrepentimientos, Mikuo. Si bien no logramos lo que queríamos ése día, se me permitió quedarme a tu lado.-
-Disfruté el tiempo que se nos concedió, mi amor. Ahora estoy preparado para pasar mayor vida. Aunque vayamos al infierno, será un paraíso si estoy junto a ti.-
-Pasemos a mayor vida, amor mío. Esta ya no tiene nada que ofrecernos.-

Habían pasado veinticinco años desde que Megurine Luke y Hatsune Mikuo habían sido encarcelados por lo que la prensa llamó "La Dorada Matanza" el día de la boda de Akaito y Teto. Los primeros cinco años habían sido tolerables para ambos, sin embargo los abusos dentro de prisión por parte de los demás reclusos, las burlas que se le hacían a diario a Mikuo por ser la "estrellita" del lugar y los acosos sexuales sin ceso hacia Luke eran muy recurrentes. Hasta que Mikuo una vez casi murió por defenderlo cuando uno de los reclusos más peligrosos quiso poner las manos sobre Megurine cuando hacía sus deberes en la lavandería. En la pelea con aquel hombre, Hatsune resultó herido cuando le perforaron el estómago con un fierro oxidado de una de las lavadoras; estuvo tres meses hospitalizado y por supuesto que en ese tiempo más de uno satisfizo sus deseos carnales con Luke.
Los siguientes años no fueron distintos, lo único que los motivaba a seguir, era que seguían siendo compañeros de celda y podían verse en la noche y algunos momentos en el patio de la prisión.
No había día en que a Mikuo no lo golpearan por ser "el rico de clase alta", "el amigo abandonado del Comandante de la policía"; y en cuanto a Luke, todos los demás hombres de la prisión lo violaban incesantemente fantaseando con el hecho de tener sexo con la sensual Megurine Luka.
Las prueba médicas periódicas un día llegaron con malas noticias... para ambos. El recluso número 263 había dado positivo en las pruebas de VIH. Y el recluso 263 abusaba de Luke tres veces por semana.
Mikuo ahora también estaba contagiado y las condiciones del aislamiento no podían mejorar su condición, sino empeorarla. La falta de higiene, de servicios médicos... de libertad.

Veinticinco años sufrieron incansablemente encerrados en una pocilga de metal y piedra, pero ya no más.
Las duras y rasposas sábanas que habían sido testigo de su desesperación con otros reclusos, y que los habían acogido también en sus íntimos momentos de pareja ahora eran sus mejores aliadas.
Las mejores aliadas si se anudaban de la manera correcta, haciendo una larga tira y el bendito nudo hasta el final de cada una. Aquel nudo que los salvaría de su realidad.
Tomaron una mesa pequeña de la cocina y la llevaron a su celda sin que los guardias se dieran cuenta; amarraron el otro extremo de la tela a las tuberías que pasaban por encima de ellos, subieron a la mesa, se colocaron uno al otro el nudo de la sábana alrededor del cuello como si se tratase de una corbata hasta apretarlo un poco y se dieron un hermoso beso, lleno de lágrimas por ser el último roce de labios que tendrían en ésta vida.
Entrelazaron sus dedos y al decirse "Te amo" por ultima vez, ambos saltaron de la mesa.
Ambos saltaron y ambos se fueron, juntos como debía de ser.

"Morir, ¿eh? Creo que sólo me falta vivir una experiencia para poder haber vivido lo suficiente... el sentimiento de amor es tan extraño para mí. Si tan sólo pudiera permitirme amarlo... sería tan feliz. Pero ahora que lo se bien, que sé que es el amor, que lo amo, y que nunca amé a nadie más en mi vida, puedo irme sin remordimientos."
.................................................................................

-¡Buenos días! ¡Ya levántate, Gakupo! Tienes que llevar a las niñas la la escuela.- decía Kaito mientras abría las cortinas de la habitación para que el sol la iluminara. El samurai se retorcía entre las sábanas, pero el azulado tenía razón.
-Ya voy... ¿Has visto mis pantalones negros?-
-Están en el armario.-
-Gracias.-
Kaito había preparado ya el desayuno y servido cuatro platos alrededor de una hermosa mesa redonda, mientras la televisión sonaba en el noticiero; al parecer Oliver Rayquuz Jr. con sólo veintinueve años, había comprado las acciones de Crypton, que era la empresa que se ocupaba de los Vocaloids convirtiéndose así en su nuevo dueño y supliendo al Señor Kato Fujimori.
-¡Niñas! ¡Bajen ya a desayunar que se les va a hacer tarde!- gritó a las escaleras de la casa que habían comprado hace diez años, casi al mismo cuando decidieron adoptar a dos hermosas gemelas de cinco años de edad para convertirlas en sus hijas; y hace quince fue que decidieron retirarse del mundo del espectáculo, al verse carcomidos por la presión de la prensa con el asunto de Luka y su matrimonio.
Al principio de su retiro, sólo se dedicaban a viajar y conocer el mundo, pero después, cansados de no sentar cabeza, optaron por llevar una vida normal, de bajo perfil en otra ciudad, comprar una casa y sí, armar una familia.
-¡Ya vamos!- gritaron las quinceañeras desde su cuarto para después ponerse sus zapatillas escolares bien lustradas y bajar al comedor. Gakupo también iba bajando y terminando de abrocharse la camisa.
-Buenos días, papá.- dijeron las gemelas rubias al unísono dirigiéndose al hombre de amatista quien les dio un beso en la frente.
-Buenos días, Anon. Buenos días, Kanon.- dijo y las niñas continuaron degustando su desayuno de cereal con leche.- Buenos días, mi amor.- decía mientras abrazaba por detrás a Kaito quien untaba un poco de jalea a un pan tostado.
-Buenos días.- respondió volteándose para besar a su esposo. Al padre de sus hijas.

"¿Sabes? nunca pensé que la vida me sonreiría de esta manera como lo ha hecho. Mi vida es plena teniéndote a ti y a nuestras preciosas hijas. ¿Recuerdas hace veinticuatro años, el día de nuestra boda? Una ceremonia sencilla en el viñedo de tu abuelo, cómo Akaito estaba demasiado ebrio pero aún así quería seguir bailando con Teto. Recuerdo también a Miku y su ahora esposo, Vladimir... como te llevó mil flores para que aventaras y tu te opusiste alegando que no eras una mujer. Como Gumi terminó aventando esas flores y Rin se las arregló para conseguirlas todas y pedirle matrimonio a Len ése mismo día. El señor Fujimori riendo a carcajadas junto a tus padres y Meiko amenizando la fiesta con todas nuestras canciones.
El primer baile que hicimos como recién casados, el primer beso... todo fue demasiado perfecto, que ya no puedo pedir nada más a la vida. Estoy feliz y completo.
Una vez dije: No sé si voy por un buen rumbo, deambulo por la noche solo como un ave hacia aquello que llamamos hogar. Pues lo encontré, encontré mi hogar; no me importa en donde pueda parar, sólo me importa tenerte a mi lado porque éste siempre fue nuestro destino.
De aquí a la eternidad.
Fue... nuestra aventura."

                                                ~Fin.

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