-¡No me puedes hacer eso! ¿Acaso no estamos destinados a estar juntos?-
-Eso pensé, pero me queda en claro que no es así. Ya no me busques más, o tendré que tomar acciones legales.-
Luka frenó en seco, y vio como el samurai tomaba el elevador y desaparecía del centro comercial.
"Esto no se va a quedar así... Me las vas a pagar."
Gakupo bajó al sótano donde había dejado su auto, subió en el, lo puso en marcha y condujo hacia casa. En el camino, iba apretando los puños contra el volante, estaba enojado.
¿Por qué siempre tenía que pasarle este tipo de cosas? La verdad es que, aunque nunca amó a Luka, si la quiso mucho, aún dolían sus heridas. Pero lo que le molestaba en realidad es que ella no consideraba gran cosa el hecho de haberlo engañado. Gakupo nunca fue partidario de la poligamia, y cuando Megurine y el se juntaron, ella tampoco. ¿Qué había cambiado en ella? ¿Qué le había pasado a aquella chica tan firme pero tan dulce?
La fama y la atención de la gente la habían cambiado, volviéndola la típica niña mimada.
Dio un gran suspiro y se tranquilizó, ya nada podía cambiar. No es que pretendiera volver con ella, pero extrañaba a la joven Luka debutante. Su personalidad era tan genuina y hermosamente enigmática, qué sólo quería ver de nuevo a esa chica... pero ya se había perdido.
Llegó al edificio, con enormes ganas de besar a su amante y obsequiarle la bufanda que había comprado. Entró al departamento, pero se escuchaba demasiado tranquilo. Dejó el regalo en la mesa, y vio una pequeña nota:
"Mi amor, mis padres me llamaron. Al parecer tienen algo importante que decirme. Te contaré cuando llegue a casa, pero tal vez llegue un poco tarde.
Kaito."
Oh, los padres de Kaito. Gakupo recordaba las cosas que le había contado Shion acerca de sus padres. El azulado desde niño tuvo aptitudes para las artes, pero su gran sueño era ser pintor (de hecho, pintaba uno que otro cuadro en su tiempo libre), pero sus padres... bueno. Ellos eran de la idea de buscar la fama fuese como fuese. Así que buscaron maestros privados que enseñaran a Kaito canto y baile, y así tomó clases desde que tenía seis años.
Mientras Kaito se encontraba tomando clases, ellos se hacían de conexiones en la industria de la música y del teatro, para poder presentar a su hijo cuando estuviera listo.
Cumplidos los diecisiete años, a Shion lo obligaron a cantar y bailar frente al señor Fujimori, el cual por supuesto estaba encantado con el talento del chico. Le pareció buena idea hacer un dueto, llamado Vocaloid (que después pasaría a ser un grupo musical), se inició con Kaito y con la propia hija del señor Fujimori, igual de diecisiete años, Meiko. Y así se convirtieron en los dos primeros Vocaloid.
Gakupo, recordó todo eso, y que le guardaba rencor a sus padres, no por impulsarlo a una vida de fama y fortuna, claro que no. Si no por haber tomado las decisiones que a él le correspondían a lo largo de su vida.
Incluso con quién se debería de casar, pero aquella chica tampoco estaba de acuerdo y escapó con su novio. Así que eso le había facilitado muchas cosas a Kaito.
El samurai se quedó divagando mucho en ello, y se durmió unas dos horas, hasta que el sonido de la puerta azotándose, lo despertó.
-Los odio... ¡LOS ODIO!- gritó, se sacó la chamarra y la aventó, para luego hacer pucheros en ése lugar a tres metros de la puerta.
Kamui se levantó de golpe y fue a ver qué pasaba, cuando vio a su amado, ya estaba hecho bolita en el piso, y llorando.
-¿Qué pasa, mi amor?- dijo mientras iba a su lado a abrazarlo.
-Por estas cosas, nunca voy a verlos...-
-¿Qué hicieron?-
-Me acaban de comprometer... otra vez.-
A Gakupo se le paralizó el corazón por un momento, preguntó con mucho temor y lágrimas en los ojos:
-¿Hay posibilidad alguna... de que te desentiendas de ese compromiso?-
-¡Por supuesto que lo voy a rechazar! ¡Me importa un bledo lo que esperen de mi! Ya no me van a controlar. No más.-
-¿Y con quién te comprometieron?
-Con alguien de UTAU.-
-¿UTAU? Es el grupo imitación de Vocaloid ¿No?-
-Así es.-
-Espera, ¿será posible que la prometida que te eligieron sea...?-
-Si, Teto Kasane.-
La dinastía Kasane, era aún más antigua que la Hatsune, e históricamente hablando, databa desde hace setecientos años. Hasta la fecha, son la familia más antigua y reconocida mundialmente. Más aparte, cuando Teto se volvió una celebridad, los Kasane tenían el suficiente poder adquisitivo como para comprar media Europa.
Cuando estalló la guerra civil de Tokyo, cuando todavía se llamaba Edo, los Kasane no tenían a los mejores samurais, pero eran muy disciplinados, y eso les permitió hacerse de las estrategias más ingeniosas para arrasar con los bandos enemigos.
Incluso, en Edo (la comuna), habían algunos parientes lejanos de los Kasane, pertenecían al clan de los Tokugawa. Gakupo incluso recordaba haber matado a uno de ellos durante su segundo torneo, defendiendo Chôshû.
-Al parecer, los Kasane aceptaron mi compromiso... la idea de unir nuestras famas y fortunas les pareció más importante que el pasado que podía ofrecerles. Quieren un legado de poder.-
Kamui sentía que lo encendían, otro supuesto legado iba a arrebatarle lo que más amaba. Pero ahora no lo iba a permitir. Por primera vez era feliz y amado, y se iba a aferrar a eso con uñas y dientes.
-¡No voy a permitirlo! Si es necesario, me enfrentaré a ellos, uno a uno y...-
-No. No lo harás. Regresarás a la violencia, por algo sin sentido. Y así es, porque no tengo ni la mínima intención de entablar relación alguna con Teto. Si normalmente es muy infantil y caprichosa... no quiero imaginarla como algo más.
Mírame a los ojos, y no dudes de mi cuando digo que te amo desde lo más profundo de mi corazón. Te amo y nada ni nadie va a cambiar eso, Gakupo. De aquí a la eternidad...-
El samurai levantó la mirada, posó sus ojos en aquellos grandes y hermosos ojos azules. Sostuvo su rostro con gentileza y depositó un beso en su frente.
-Yo se que me amas, y que yo te amo con locura. Cada vez que veo tus ojos, mi corazón confirma la intensidad de mi amor por ti. Y no quiero que eso se acabe nunca, desde ahora y para siempre, eres mi razón de vivir, Shion. Tienes mi alma, te pertenece. De aquí a la eternidad.-
Kaito se abrazó de Gakupo mientras compartían un desesperado y apasionado beso, seguían abrazados en el piso, recargados sobre la pared que hacía esquina con la puerta de la sala de estar.
Kaito jaló de la camisa del samurai, botando los botones y dejando al descubierto ese hermoso pecho. Separó el beso, y con sus dedos siguió la forma de la cicatriz que le había hecho Kyosuke Kamui.
-Yo se que has sufrido mucho, y por eso, quiero que me ames con locura. Quiero mostrarte que no importa todo lo malo que hayas vivido, siempre hay luz al final del túnel.-
A Gakupo se le escapó una pequeña y muy sutil lágrima de felicidad, mientras entrelazaba sus dedos por el hermoso cabello del azulado, y lo acercaba cada vez más para reanudar aquel beso.
-Muéstrame la felicidad, aunque con ver tu rostro, estoy más que seguro que existe un cielo para mi.-
Gakupo se sentó recargado sobre la pared, y Kaito sobre de el acariciaba sus hombros mientras le besaban profundamente la curva del cuello. Kamui llevó sus manos hacia la camisa del azulado e hizo lo mismo. Con desesperación, botó los botones y con gentileza, le besaba el pecho.
Shion bajó sus manos, buscando desabrochar la hebilla y el pantalón de su hombre.
-Ahora me toca hacerlo a mi.-
Y con amor y lujuria creciente en su mirada, bajó a probar lo que tanto deseaba. Gakupo echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. la sensación era aún más placentera de la que el esperaba, puso una mano sobre la cabeza de Kaito, indicándole que lo estaba haciendo de maravilla. Incluso ambos soltaron un gemido al unísono.
Kaito se irguió, se acercó a la oreja del samurai y la mordisqueó un poco:
-Hazme tuyo una vez más. Ámame con todo tu ser.-
Ayudó al azulado a deshacerse de sus pantalones, que en ésos momentos no hacían mas que estorbar. Con cuidado, Shion se colocó encima de Kamui, y suavemente se deslizó, acomodándose perfectamente en el cuerpo del otro.
De un sólo movimiento, Gakupo se levantó del piso, cargando a Kaito a la vez, y lo recostó sobre el sofá.
-Te prometo que ahora será diferente. Hoy no te voy a dejar dormir.- dijo el samurai entre jadeos.
Comenzó a moverse, con embestidas suaves al principio, hasta irse intensificando. Kaito gemía y sudaba al ritmo de las estocadas que empujaban con una demoledora intensidad.
Las gotas de sudor de Gakupo caían sobre el pecho del azulado, la sensación era tan placentera. Todo se acoplaba de una manera magnífica. Ellos dos, los dos amantes perfectos, haciendo el amor de la manera más poética, simplemente parecía un sueño. El mundo se podría acabar, y ellos morirían felices, llevándose hasta el éxtasis de la pasión.
-Ya no aguanto... más.- dijo Kaito, con placer abrumador saliendo de se garganta.
-Creo que voy a....- se escuchó un gran alivio, mientras el samurai daba la última, pero poderosa embestida..
Ambos se habían liberado, y después de aquello, solo se podían escuchar aquellos suspiros de dos enamorados diciéndose "Te amo".