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miércoles, 26 de marzo de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 25.

Mikuo llegaba cada día desde muy temprano a casa de Luke, ya se habían ganado cierta confianza, así que Megurine le dio una copia de la llave de la cerradura a Hatsune.
Ése día, particularmente, llegó muy temprano, a las siete treinta de la mañana. Desde luego, con lo perezoso que era el chico de rosa, no se encontraba despierto a dicha hora.
Mikuo avanzó directo hacia la habitación, y tomo asiento en una silla frente a la cama de Luke, quien permanecía con los ojos cerrados. Lo observaba dormir con tanta paz y delicadeza que no pudo evitar soltar un suspiro y sonrojarse un poco. Pasó una de sus manos por la mejilla del durmiente, acariciándola suavemente hasta que la mano de Megurine tiró de ella con fuerza y lo obligó a tumbarse a un lado suyo.
¿Pero cómo era que aquel muchacho tan delgado y delicado tuviera esa fuerza?

-¿Me espías mientras duermo, Mikuo?- dijo a la vez que se encimaba en el y lo aprisionaba con la fuerza de sus piernas.
-¡S-suéltame! Yo sólo vine para planear lo de Aberdeen.- pero el chico hizo caso omiso y siguió ejerciendo su aprisionamiento.
-Pensé que ya habíamos cerrado este asunto, cariño. El plan ya está hecho, sólo hay que esperar a mañana.-
-¿Estás seguro de esto, Luke?-
-¿Y tu? Yo no dudaré ni un segundo, mi hermana era todo lo que me quedaba...- decía con una seguridad abrumadora. Incuso Hatsune podía sentir como el calor subía progresivamente por el cuerpo de aquel chico, para llegar a reflejarse en unos ojos grandes y azules de los que brotaba ira y pasión. El de cabello azulverdoso frunció el ceño, tomando un poco de la seguridad del otro y asintió.
-Si, yo siempre termino lo que empiezo.- Luke se sonrió y se acercó un tanto demasiado al rostro del otro.
-Me gusta tu disposición, y estoy dispuesto a recompensarla....-

Lo hizo... de verdad, lo hizo ¡Luke estaba besando a Mikuo!
Era un bálsamo, un suave refugio... ¿Por qué demonios se estaba dejando llevar? ¿Por qué no estaba poniendo un alto? ¿Por qué lo estaba disfrutando...?
La tensión que al principio tenía, ahora era una relajación monumental; sus manos que se habían tornado puños, ahora reflejaban lo indefenso que se encontraba, como si con ese beso, Luke estuviera succionando sus preocupaciones y dudas.
Instintivamente sus manos subieron por debajo de la camiseta de Megurine, acariciando firmemente la piel que había bajo ella.

Eran bajos instintos. Tenía que admitir, aunque tal vez no en voz alta, que desde que Luka murió y conoció a su hermano había estado deseando a Luke tanto o incluso más de lo que la deseaba a ella. Esos rasgos delicados, ese cuerpo tan delgado pero no indefenso... podrían volverlo loco.
-¿Te gusta? ¿Te gusta lo que sientes?- decía el chico de rosa, mientras bajaba su mano a la entrepierna del otro.
-Si...-
-¿Me quieres? ¿Me deseas?- seguía diciendo mientras excitaba cada vez más a Mikuo, quien no podía dejar de ver aquellos ojos tan grandes y confidentes, no podía dejar de acariciar aquella suave piel perlada, no podía dejar de...- ¿Lo quieres?-
-¡Si!- gimió finalmente Mikuo, quien se dedicó a devorar con desesperación los labios del otro, quien entre gemidos y susurros decía "Entrégate a mi".

"Escúchame con atención: a partir de ahora, eres sólo mío. No te entregarás a nadie más que no sea yo.
Tu cuerpo, tu alma y tu espíritu son míos, cualquier acción o decisión que tomes, me afectará a mi por igual. Desde este mismo instante, estamos unidos para siempre y no podrás romper esta promesa, Mikuo. Nunca..."

Luke ahora había ganado. Su tablero de ajedrez ahora estaba completo: por fin se había adueñado completamente de la pieza que le faltaba, la última pieza...
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-¿Ya están listos?- dijo Akaito asomando la cabeza dentro de la habitación.
-Ya, sólo falta que ya me quiten esta estúpida intravenosa.- decía a regañadientes el joven azulado Shion.
A un lado de el, se encontraba Gakupo, quien lo ayudó a vestirse con sus habituales ropas de civil.
Había llegado el día en que darían de alta a Kaito, el samurai fue al departamento, consiguió una muda de ropa y regresó para llevarse a su amante de vuelta al mundo.

Los prometidos pelirrojos y los dos hombres amantes se reunieron en la habitación del azulado. Estaban esperando a que la última bolsa del medicamento se terminara y así Kaito podría irse.
-¿No era su boda ya por estas fechas?- preguntó Gakupo, mientras Shion levantaba la cabeza en señal de duda, igualmente.
-Si, pero decidimos postergarlo para un mes después de la fiesta de cierre de la Saga. Así nos aseguramos de tenerlos a todos presentes.- dijo Teto guiñando un ojo a los dos hombres.
-Jejeje, claro que sí. ¿Van a ir a la fiesta?-
-¡Claro! Aunque no participamos, somos invitados de Fujimori. Mi compromiso con Teto le hace ganar dinero. Piénsenlo: Vocaloid y UTAU juntos. No sólo nos hacemos de más renombre, sino que puede haber posibles duetos y más lucro.-
-Pero Fujimori se puede ir a la mierda. Nosotros vamos a ir a divertirnos, y a verlos a ustedes ¿Cierto?-
-Por supuesto, cariño.- dijo Akaito con una gran y sincera sonrisa.

Ritsu entró al cuarto, le indicó a Akaito que bajara a la recepción a terminar el papeleo del alta de su hermano y quitó la aguja que había estado tanto tiempo invadiendo las venas de Kaito.
-Con esto ya deberás de estar bien, sólo lleva la dieta y el ejercicio que te indiqué, no bebas ni fumes durante los próximos veinte días y ven a revisión general una vez al mes ¿entendido?-
-Gracias, Ritsu. Por todo...- dijo mientras se abalanzaba a abrazar a la joven doctora.
-Oh, claro...- dijo correspondiendo el abrazo.- Sólo cuídense, muchachos. Cualquier cosa, cuenten conmigo.-
Ambos hombres agradecieron como era debido y salieron del hospital, los prometidos les siguieron y cada quién salió para su hogar.

La jornada de Ritsu estaba por terminar, como siempre, se dirigió a su casillero dentro del hospital, se retiró la bata para guardarla y se retocó un poco el maquillaje.
Después de algunos pacientes y días testarudos, por fin podría ir a casa, descansar y estar junto a su esposo.
Conoció a Leon Aberdeen en el aeropuerto de Nueva York, ella estaba en un intercambio de la facultad de medicina y se conocieron en un choque accidental. Amor a primera vista (o Visa).

Se despidió de todos sus compañeros y amigos del hospital, y salió a la entrada principal, que estaba bellamente iluminada por la luz de la luna.
Pasó el automóvil de Leon, y ella subió, pero no era su marido quien iba conduciendo.
-Buenas noches, Doctora Ritsu. Si intenta gritar o dar alarma, su marido y usted misma correrán peligro.- dijo un hombre desconocido. Llevaba una máscara de látex que desfiguraba sus rasgos y lo hacía imposible de reconocer, Ritsu se asustó como nunca lo había hecho, pero no tenía opción, tenía que obedecer.
-¿Qué quieres de mi?-
-Yo, nada. Mis jefes quieren preguntarle algunas cosas, pero si se rehúsa a responder... bueno, Leon Aberdeen podría morir.- Namine se enfrió, sintió como un nudo se iba formando en su estómago.- Por favor, colóquese esto.- dijo el hombre que conducía, tendiéndole un antifaz negro, con el cuál no podía ver. Una vez que se lo colocó, sintió como el hombre le ponía unas esposas alrededor de las muñecas.
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Mikuo estaba totalmente embobado con Luke, si éste le decía "salta", el saltaba. Era como si alguna especie de hechizo o encantamiento hubiese caído sobre Hatsune impidiéndole pensar por su cuenta.
Pero esto le convenía a Luke... el de azulverdoso era su más importante y fiel pieza en su juego.

El atardecer había caído sobre la ciudad, y estos dos hombres se encontraban en una bodega abandonada, no muy lejos de Allenworth. Llegaron dos camionetas negras con seis hombres vestidos de negro (obviamente, contratados por los dos cómplices), seguidos de un automóvil particularmente especial.
El vehículo de Leon Aberdeen era pilotado por el séptimo hombre, y el gran e importante banquero iba amarrado e inconsciente en uno de los maleteros de una camioneta.
-Interceptarlo no fue tan difícil, menos si es tan rutinario como dijiste. Uno de mis muchachos se hizo pasar por uno de los de Valet Parking y así pudo conseguir al auto y al hombre.-
-Muy bien.- dijo Luke satisfecho, mientras Mikuo lo escuchaba con mucha atención.- Repasemos el plan. Todos nos ponemos un pasamontañas, menos el que va a ir por Ritsu al hospital. Cuando regrese con ella, empezamos las preguntas, y que vea a su marido. Eso le va a gustar.-
-Cuando llegues- dijo Mikuo, refiriéndose al hombre que llevaba el vehículo de Leon- esconde el auto dentro de la bodega. Amarren a Aberdeen en una silla y tengan lista otra para la mujer. Por si las cosas se ponen difíciles ¿Están armados?-
Los siete hombres asintieron y el plan se puso en marcha. Mientras el auto iba a por Ritsu, dos hombres (ya todos con los pasamontañas puestos) sacaron a un todavía inconsciente hombre rubio del maletero y lo ataron violentamente a una muy incómoda silla.

No pasó mucho tiempo para que el vehículo llegara nuevamente, y con el, la doctora Namine Ritsu. Con muy poca, o casi nula delicadeza, otro hombre la obligó a salir del vehículo y la arrastró hasta otra silla, donde aseguraron sus manos y piernas.
Por supuesto que Luke y Mikuo iban a hacer las preguntas, pero no eran tan estúpidos como para dejar que sus voces se escucharan y las pudieran identificar. Así que cada uno iba a tener un intérprete que hablara por ellos.
-Doctora Ritsu, póngase cómoda, por favor. Necesitamos que nos diga algunas cosas que queremos saber.- dijo el representante de Luke.
-¿Qué quieres?-
-Sólo que nos diga algunas cosas de dos peculiares pacientes suyos.- dijo el intérprete de Mikuo.
-Vete al diablo. No voy a violar la confidencialidad médico-paciente.-
-Creo que no entiendes la situación, zorra.- dijo "Mikuo" y ordenó que uno de los hombres quitara el antifaz de sus ojos, sólo para que ella contemplara a su marido atado a una silla con otro sujeto apuntándole con un revólver justo en la sien.- Ahora, por cada respuesta que no me sirva, le meto una bala.- Luke veía a Mikuo orgulloso, como si fuera una creación que resultó perfecta.
-Sólo... dime qué es lo que quieres saber.- dijo Namine llorando.
-Quiero saber qué tuvo que ver el accidente de Kamui Gakupo, la muerte de Megurine Luka y el coma de Shion Kaito.-
-P-pero, yo no sé mucho de eso...- el sonido del cilindro del revólver apuntándole sin ninguna duda a su marido la enfrió y cuando el hombre que sostenía el arma le propinó un muy fuerte golpe a la boca del estómago del banquero, empezó a decir- ¡De acuerdo! Yo... la verdad no sé mucho, sólo los atendí. Quien tiene la información completa es la policía y el abogado de ellos, Hiyama Kiyoteru. Yo sólo podría describir todo a grandes rasgos, yo...-
-Pues empieza a hablar, que no tengo todo el día y me puedo aburrir de escucharte. Y si me aburro, puedo empezar a disparar.- dijo el portavoz de Luke.

-Gakupo llegó herido de gravedad, lo único que supe fue que Luka había cambiado algo en la utilería de unos videos que estaban en rodaje y que por eso Kaito lo apuñaló... de ése incidente ya no sé más. Al día siguiente, Luka llegó al Allenworth, habló con Gakupo y le dijo que Kaito había sido el que lo apuñaló con alevosía y ventaja, pero cuando ella bajó a la recepción... yo, sólo me enteré que se resistió a un arresto y le disparó a un policía, que sus compañeros respondieron y así murió.-
-¿Y el coma de Kaito? ¿Qué con eso?- preguntó el intérprete de Mikuo.
-Cuando pasó lo de Luka, Kaito llegó junto con la policía; al parecer él estuvo en la línea de fuego junto con el abogado y la compañera del detective encargado, VY1 Mizki. Después de eso, Kaito subió a hablar con Gakupo, pero éste ya había sido envenenado por las palabras de Luka, y cuando entró lo golpeó. En el momento en el que yo llegué, Kiyoteru estaba conteniendo a Gakupo de su ira y yo me dediqué a atender a Kaito que ya estaba totalmente inconsciente; los golpes causaron un traumatismo cerebral grave y estuvo en coma por un tiempo... Shion Akaito, Kasane Teto y el mismo Gakupo se quedaron al pendiente de él todo el tiempo hasta su recuperación. Es todo lo que sé.-
Luke y Mikuo se miraron uno al otro y con la mirada, Hatsune dio la orden para que el hombre le diera otro gran golpe a Leon, que como ya había despertado, estaba violentamente amordazado. Cuando Aberdeen se retorció de dolor, Namine empezó a llorar más.
-¡¡Se los juro!! ¡Es todo lo que sé...!-
Megurine dio la indicación de que se les liberara a ambos, pero antes, les advirtió a través del portavoz:
-Si acuden a la policía o alertan a alguien de lo que acaba de pasar aquí, no sólo los secuestraremos con una pequeña amenaza. Esta vez, los mataremos y ni con una lupa van a encontrar sus restos ¿De acuerdo? Porque si lo hacen, si llegan a hablar de esto con alguien, lo sabré. Que no les quepa la menor duda.-
Los esposos se abrazaron y asintieron con mucho miedo, tomaron el auto de Aberdeen y se fueron a toda prisa.
"Lo único que pude guardarme, es el hecho de Gakupo y Kaito que son pareja. Podrían usar eso en su contra... si bien les dije casi todo lo que sucedió, no decirles ese detalle podría ganarles algo de tiempo. No puedo advertirle a nadie de esto, así que sólo puedo esperar a que todo salga bien... Tiene que salir bien, pero bien sabe mi Dios que dije todo eso para salvar al hombre que amo, así que espero me perdonen. ¿Quién querría saber esto? ¿Y por qué...? ¿Para qué?"

Los hombres contratados se dispersaron, Luke y Mikuo regresaron a casa del chico de rosa y continuaron con su plan.
-¿Y ahora qué? ¿Crees que la zorra ésa nos haya contado todo lo que sabe?- preguntó Mikuo.
-Si... no se atrevería a mentir con la vida de Aberdeen en juego. Pero, aún así, presiento que no es todo lo que pasó ahí... hay todavía cosas que incluso ella no sabe. Lo se...-
-Mencionó que Kaito y Kiyoteru estaban en la línea de fuego cuando Luka murió. ¿Por qué?-
-Eso nos toca a nosotros de investigar, pero sólo podemos averiguarlo con Kaito.- dijo Luke.
-¿Por qué con Hiyama no?-
-Tu lo deberías de saber, cariño... Recientemente, tu abogado y el Comandante de la policía salieron del clóset, que aparte de que son hermanastros, son pareja.-
-Es verdad... ¿Y eso qué tiene que ver?- refunfuñó el chico azulverdoso.
-Bueno, que aparte de que Kiyoteru es hermanastro del Comandante, ya con eso cuenta con la protección de la policía, y la cosa se pone peor haciéndolos amantes. ¿No recuerdas hace algunos años? Esos tipos son algo fuerte, disolvieron el clan yakuza más importante de la ciudad.-
-Ah, es cierto, el incidente de Yowane Haku...-
-Así es, si esos dos tuvieron algo tan importante entre manos y pudieron resolverlo, debe de ser que el asunto entre Gakupo, Kaito y Luka es grave. La verdad, no dudo que mi hermana haya hecho todo eso, la creo muy capaz, pero lo que no creo es que lo haya hecho sin razón alguna. Algo debieron de haberle hecho para orillarla a hacer lo que hizo.-
-Totalmente de acuerdo. Pero... ¿qué vamos a hacer ahora?- preguntó confundido Mikuo
-Pasar al plan B.-
-¿Te refieres a...?-
-Si, IA y Lily entran al juego.-

miércoles, 5 de marzo de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 24.

-Empieza el día despertando junto a Namine, desayunan en casa y el la lleva al hospital. De ahí, va al centro, al edificio del Banco Aberdeen y hace trabajo de escritorio durante tres horas. Toma el almuerzo y sale a fumar durante siete minutos a su terraza personal y atiende a varios ejecutivos en la sala de conferencias. Básicamente, la mitad del día trabaja en papeleo y la otra mitad en juntas. Sale de la oficina, sube al auto y pasa por su esposa al Allenworth. Se van juntos a casa y no vuelven a salir (a no ser que Namine tenga un paciente urgente). Lo único variado es el domingo, este día no tienen rutina estable. Tiene una vida demasiado tranquila para ser millonario. No viaja, no va a conferencias en otros países ni nada. Siempre manda a alguien que lo represente. Le gusta mantener un perfil bajo, de hecho, muy pocas personas lo conocen físicamente. Tuvo una invitación a una revista de negocios debido a su gran poder adquisitivo, pero rechazó la sesión de fotos y sólo dio la entrevista por teléfono.-
Luke, Mikuo y Caeles habían quedado en un bar al sur de la ciudad, el detective pasaría el informe completo de Leon Aberdeen.

Habían pasado ya dos semanas desde que Kaito había superado su coma. Luke ya tenía planes, y aunque de verdad podía hacer todo él solo, encontraba en Hatsune la sensación de seguridad, como si nada fuera a salir mal siempre y cuando estuvieran juntos.
Pero Mikuo era otra historia. La presencia de Luke empezaba a parecerle... indispensable. Cuando Megurine lo dejaba solo, empezaba a sentir un vacío interior, como si no estuviera completo hasta que estuviera junto a él, nuevamente.
Pero era distinto, con Luka... simplemente no era así. Sólo sentía esa necesidad de amarle, de estar con ella. Pero con Luke... empezaba a necesitarlo, o más bien, QUERÍA necesitarlo.

-Eso es todo.- dijo Caeles en un tono propiamente serio y se levantó de la pequeña mesa que compartían. Luke hizo lo mismo, se acercó al detective y acarició su mejilla.
-Gracias, cariño. Si necesito algo más, te lo haré saber.- Caeles tomó la mano de Luke con delicadeza pero a la vez, con mucha frialdad. En su papel serio e imperturbable, asintió, hizo una pequeña reverencia a Mikuo (quién parecía notoriamente molesto) y salió del lugar.
Megurine volvió a tomar asiento y notó que Hatsune lo miraba con reprobación.
-¿Qué?-
-¿Cuál es tu problema? Insinuándote sin ningún recato...-
-¿Te molesta? ¿Es porqué nunca te me he insinuado "sin ningún recato"?- dijo 
-... ¡Claro que no! Sólo... que no apruebo que las personas se vayan ofreciendo sin ningún pudor.- aún recordando que justo fue así como "conoció íntimamente" a Luka. Quizás habían celos despertando por lo bajo... pero no podía ser posible. Eso implicaba que sentía "algo" y más aparte, por un chico. Y no sólo un chico, si no el hermano de su enamorada.- Mira, no tengo cabeza para cosas tan estúpidas como estas. Empecemos cuánto antes y terminemos con esto.-
Luke se levantó tomando entre brazos el reporte del banquero, se acercó peligrosamente a la cara de Hatsune, y le dio un pícaro beso en la punta de la nariz.
-Vamos, pues.- dijo en un brinquito y se dio la vuelta.
-Maldita sea...-
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-¿Tienes un ocho?-
-No. ¿Tienes un tres?.-
-Tampoco... esto es demasiado aburrido,  Akaito.- dijo el azulado, aventando su mano de cartas a un lado y recargó su cabeza sobre su mano. Kaito se veía un tanto demacrado, estaba pálido y tenía bolsas en los ojos tan grandes, que incluso pesaban; se podría decir que se veía hasta moribundo.
El ambiente de hospital se estaba haciendo demasiado tedioso y sobre todo la silla donde se tenía que sentar diariamente para esa maldita semi-quimio, al principio no era tan malo, todo mundo atendiéndolo y teniendo atenciones... pero ya era demasiado. Extrañaba sobremanera su departamento, llegar y quitarse los zapatos, ir a la habitación... y que ahí ya lo estuviera esperando aquel hombre de cabello largo y púrpura.
Después de dos semanas de ya haber despertado, ya no estaba tan enojado con Gakupo, aún sentido, si. El dolor del medicamento le recordaba constantemente el rencor que sentía hacia el samurai, y sobre todo el color del líquido que goteaba incesantemente de la bolsa a sus venas.
-¿Dónde... dónde está?-
-En donde siempre: justo aquí afuera de la habitación. ¿Cierto?- ambos voltearon a la entrada del cuarto, y observaron como una mano se asomaba en señal de hacer alusión a su presencia.
-Ven, por favor.- dijo Kaito, con una voz apenas audible. Claro que al samurai no se le dificultaba oír aquel volumen, y mucho menos si se trataba de la melodiosa voz de su amor. Gakupo entró con la cabeza un poco baja, pero sin perder su elegante y varonil porte, Akaito le tocó la espalda en señal de relevo y tomó asiento frente al azulado.

-¿Necesitas algo?- preguntó el samurai.
-En realidad... no. Sólo quería estar contigo.-
-De acuerdo.-
-¿Sabes? Ya no... no estoy molesto. Sólo un poco sentido, y el dolor de esta porquería no me está haciendo más fáciles las cosas. Me mantiene con un humor muy malo estos días.-
-Lo sé. Y de verdad, me castigo cada día por haberte hecho sufrir esto.-
-Ya no lo hagas, en algunas de mis pláticas con Akaito he podido darme cuenta de varias cosas. Muchas parejas son eso y ya. Claro, los une el amor y las cosas en común y viven sus historias juntos. Pero ¿cada cuánto son celebridades como nosotros? ¿y cada cuándo tienen anécdotas tan interesantes para contar como esta? Lo he estado pensando de esta manera... y cuando seamos viejos podemos tratar esto como un mal chiste, soltaremos una risa nerviosa y rápidamente cambiaremos de tema.- dijo el azulado, sonriendo por lo bajo.
-Supongo que si... gracias.- dijo también sonriendo por lo bajo. El cuello de la camisa de Kamui dejaba ver una cicatriz con una peculiar historia.
Una de esas malas noches en Edo, los clanes enemigos querían acabar con el arma principal del Chôshû, así que mientras Gakupo dormía, quisieron rebanarle el cuello. Afortunadamente reaccionó rápido, y aunque el corte fue un poco profundo y largo, los "médicos" del clan intervinieron rápido.
Kaito se acercó para acariciarla (si hubiese sido alguien más, se habría llevado una reacción demasiado violenta por parte de Kamui), repasó sus dedos por toda la longitud, mientras el otro sólo se estremecía con el contacto, disfrutando cada milímetro que era tocado.
-Ayúdame con esto ¿quieres?- dijo el azulado refiriéndose a la intravenosa.

Se levantó del sillón con mucho cuidado, le dolía el cuerpo, pero estar con su amor hacía todo más tolerable. Se recostó en la cama, y Gakupo puso el perchero que traía colgando el medicamento a un lado.
Una vez bien acomodado sobre el lecho, hizo una seña para que el hombre se acercara y le propinara un delicado y profundo beso.
-Cierra la puerta.- así lo hizo el samurai y volvió a acercarse. -¿Sabes que es lo único bueno de las batas de hospital? Que se pueden quitar fácilmente, así que ayúdame un poco.-
Gakupo se sorprendió.... el azulado permitiría contacto. Aún con lo estupefacto y feliz que se encontraba, obedeció sin rechistar, y con extrema delicadeza despojó al hombre de sus prendas; admirando esa hermosa desnudez que no sólo extrañaba, sino que añoraba con ansias.
Con la mano que tenía libre de agujas, Kaito empezó a desabotonar la camisa de Gakupo, botón por botón, dejando a relucir ese pecho tan bien formado que era digno de competir con los dioses griegos. Una vez esa prenda fuera, el azulado empezó a explorar con la mirada y su mano cada rincón de aquel bien formado pecho, bajando al abdomen, acariciando cada cicatriz marcada.

Con Shion todo era diferente. En los momentos íntimos que Gakupo tuvo alguna vez con Luka, y ella hacía lo mismo, él sólo alejaba sus femeninas manos a otro lado. Se sentía demasiado incómodo cuando ella pasaba sus dedos sobre aquellas viejas heridas de guerra, pero con él... incluso lo disfrutaba.
Un contacto cálido y amable del hombre al que amaba no podía ser despreciado por nada del mundo. La sensación era abrumadora, y hacía que todas esas imágenes de muerte y violencia se desaparecieran y en su lugar quedara un suave bálsamo para remendar su alma.

Cuando ambos se encontraron totalmente desnudos uno frente al otro, Gakupo se acerco a la hermosa curvatura del cuello de Kaito besándola, mientras éste acariciaba la espalda de su hombre con suavidad y ternura. Así el samurai bajaba, besando y lamiendo cada centímetro de la hermosa perlada piel del azulado, pasando por el pecho, el abdomen, sujetando las bellas caderas de su amante, para por fin llegar a lo que deseaba probar; Kaito tomó la cabeza de Gakupo, enterrando sus dedos por entre los cabellos del samurai, haciéndole saber que lo que estaba haciendo lo disfrutaba. Ahogando un gemido en su garganta, recordaba las veces tan magníficas e inolvidables en las cuales los dos amantes disfrutaban de sus cuerpos con pasión, amor y lascivia.

-Kaito... déjame amarte de nuevo.-
-Con toda seguridad... te amo.-
Gakupo se acercó para depositar un suave beso en los labios del azulado, quien sintió como una lágrima del samurai caía directo en sus mejillas y escurría directo a aquellas sábanas que iban a ser testigo de su amor.
Una vez posicionado, Kamui entró en el cuerpo del otro, con mucho cuidado y esperando un poco para no lastimar a su amado y que éste se acostumbrara un poco a la invasión.
Comenzó a moverse poco a poco, el ritmo se fue incrementando progresivamente, hasta llegar a la abrumadora intensidad propia del samurai; ambos sostenían atorados en la garganta aquellos gemidos, ahogándolos en besos desesperados. Gakupo empezaba a moverse más rápido, se aferró a su amante con cuidado y cuando Kaito sintió sus sentidos falsear ante él, el otro hombre soltó un brusco gemido, haciendo evidente que había terminado.

Se recostó a un lado del azulado, sosteniendo su mano y mirándose muy tiernamente, Kaito se acercó y hundió su cabeza bajo el cuello de Kamui, descansando un poco de lo que acababan de hacer. Placentero como nunca, pero aún así el medicamento lo agotaba demasiado; así igualmente hizo caso omiso del dolor que le provocaba. Estaba tan ocupado en su amante, que no sentía el desgaste físico. Sin saber a qué hora, Kaito se quedó dormido, minutos después, Gakupo hizo lo mismo y ambos viajaron en Morfeo.
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-¿Cuánto tiempo ya llevan ahí?- preguntó Teto a Akaito, quienes esperaban en la cafetería del hospital.
-Unas tres horas... Kaito le estaba diciendo cómo se sentía al respecto. Sólo espero que su plática se haya quedado en eso y no se haya salido de control. Mejor vayamos a ver.-
La joven Kasane asintió, se levantaron, se dirigieron al quinto piso y fueron directamente a la habitación 515.
La doctora Namine también se dirigía para allá, en sus manos cargaba otra bolsa del medicamento púrpura, pensando en que ya era hora de hacer el cambio cuando se encontraron los tres en el pasillo, justo en la puerta de Kaito.
-Ritsu ¿vas a cambiar la bolsa?-
-Así es, ya es tiempo... ¿Gakupo está dentro?- dijo mientras alzaba la vista por el pasillo y no vio señales de Kamui.
-Si, llevan unas tres horas dentro.- dijo Teto
-Veníamos a ver si no habían discutido, porque estaban teniendo una plática un poco seria.-el pelirrojo se rascó la cabeza en señal de duda.
-Bueno, entraré y si veo que están discutiendo, les avisaré.-
-Gracias.- dijeron los prometidos.

Ritsu puso la mano en la perilla de la puerta, la giró con calma y entró cerrándola nuevamente detrás de sí.
-Kaito, el medic... ¡¡!!- dijo sin despertar a los durmientes. O mejor dicho, a los COMPLETAMENTE DESNUDOS durmientes. Tomó un respiro al filo de la entrada, intentó desviar la mirada hacia otro lado, pero tenía dos "grandes" distracciones frente a ella. Aún siendo médico y conocer el cuerpo humano a profundidad, estaba sufriendo un ataque de pena dado a que eran sus amigos los que estaban ahí. El pudor la sobrellevaba. Lo único que atinó a hacer fue tapar sus ojos con una de sus manos.- ¡P-por favor, d-despierten!-
Gakupo abrió los ojos poco a poco, llevaba algunos días sin dormir, así que estaba evidentemente agotado y cayó fácilmente en sueños. Tardó un poco en darse cuenta de la situación, pero cuando por fin pudo distinguir a Ritsu, pegada a la puerta, roja como un tomate y tapándose los ojos... pues, reaccionó.
Primero, su cara se tornó del mismo color que la de la doctora, tomó la bata de hospital y se la puso a Kaito de nuevo (quien difícilmente iba a despertar, ya que realmente estaba cansado), tomó rápidamente su ropa interior del piso junto con sus pantalones, y se vistió.
-Ya puedes mirar, Ritsu... disculp...- decía el samurai cuando fue interrumpido bruscamente.
-¿Estás loco? ¡Kaito no puede hacer tanto esfuerzo! Ya me imaginaba la relación de ustedes dos ¡pero no quería atestiguarla! ¿En qué demonios estabas pensando? Aunque el cuarto de Shion sea sólo para él, esto sigue siendo un hospital, no un hotel ¡Es un espacio público!- recriminaba con la cara roja, sonrojada violentamente y sin hacer contacto visual.
-El no se movió, todo el trabajo lo hice yo, te lo juro.- decía un tanto avergonzado el hombre.
-Bueno... supongo, que no afectará su condición si todo lo hiciste tu... ¡pero aún así! Este no es el lugar.-
-Lo siento. no volverá a suceder.-
-Eso espero. Yo... sólo venía a cambiar la bolsa.- dicho esto, se apresuró a hacer el cambio de medicamento y salió (todavía un poco colorada de las mejillas).

De nuevo, cuando salió cerró la puerta tras de sí, evitando que la gente pudiera ver como Gakupo buscaba su camisa por todos lados.
-¿Y qué tal?- preguntó Akaito. Ritsu se recargó en la puerta, como indicando que no pasaran a la habitación.
-Eh... Bien, todo... tengo que... paciente... ya saben.. yo... doctora.-estaba tan nerviosa y colorada que balbuceaba lo que intentaba decir con palabras.
-¿Te sientes bien, Ritsu?-
-¿Yo? ¡De maravilla! Eh... yo... me tengo que ir.- dijo finalmente y huyó de las miradas acosadoras de los prometidos tan rápido como pudo.
-Eso fue extraño... ¿No crees?- dijo el hombre a su mujer. Pero Teto era un poco más intuitiva. "Intuición femenina" podríamos llamarle.
-¿Notaste como tartamudeaba y lo sonrojada que estaba?-
-Si... ¿qué habrá pasado allá dentro?-
-No lo captas aún ¿verdad? Es obvio que los encontró ahí dentro subidos de tono.-
-¿A qué te refieres?- Akaito Shion podría ser el más brillante o el más ingenuo, Teto rodó los ojos y le susurró la palabra "sexo" en el oído. El otro se escandalizó en su interior y abrió de un portazo la habitación 515 (con tal ruido que Kaito despertó). Miró a Gakupo abotonándose apenas la camisa, si no hubiese sido porque Kasane lo sostuvo, Akaito se le hubiera ido encima.- ¿Qué te crees, pervertido? ¿Te follas a mi hermano en pleno hospital? ¡¿Y en su estado?!-
-No hagas tanto drama, ni que hubiera hecho algo que yo no quisiera.- dijo el azulado, recuperándose de su sueño.
-Tu ni me hables, maldita pasiva.- dijo el pelirrojo en un puchero mientras cruzaba los brazos.
-Tranquilízate, ya sabías de esto.-
-Si, pero...-
-Sólo cálmate ¿de acuerdo?- dijo con una breve risa ("Jaja, pasiva" pensaba).
-Como si nosotros dos nunca lo hubiéramos hecho aquí, amor. Y tienes que admitir que una habitación es un ambiente mucho más cómodo que un baño.- dijo Teto, el rojo de los Shion soltó un suspiro pesado, encogió los hombros y soltó una risa breve.
-Supongo que tienes razón.- decía mientras tomaba a la mujer en brazos besándola.
Gakupo tomó la mano de Kaito, y ellos compartieron un beso igualmente. Las cosas estaban tomando orden nuevamente, todo se estaba arreglando y ya nada podía salir mal.
Todo iba a salir bien.
Ya nadie los iba a detener...

...Al menos, eso creían ellos.