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viernes, 27 de diciembre de 2019

ONE SHOT: Un último acto de piedad

La calle estaba sola, o por lo menos lo estaba aquel tramo en el que yo me encontraba. Recién me habían arrojado fuera de una camioneta, el sujeto rió mientras me aventaba al rostro un fajo de billetes, y yo trataba de levantarme del suelo. Pisó el acelerador mientras la puerta del vehículo se cerraba, y yo seguía escuchando su risa.

Me levanté, el pavimento estaba mojado por una reciente lluvia; y mientras me acomodaba la falda, aproveché la soledad de la calle para colocarme nuevamente la ropa interior... El negocio de la lascivia no es particularmente amable con sus obreros. Pero ya estoy acostumbrada, y ésta no ha sido la primera vez, ni tampoco la más terrible.

Volví a revisar que trajera todas mis pertenencias conmigo y conté el dinero en el fajo de billetes; este sujeto es un cliente habitual que tengo, si no pagase tan bien como lo hace creo que lo hubiera dejado desde hace tiempo.

Pero por ahora necesitaba descansar, dormir un poco y definitivamente tomar una ducha para quitarme la pestilencia de aquel hombre de la piel. Era un hecho que conocía esa zona de la ciudad, aunque no quedaba nada cerca de donde yo vivo u ofrezco mis servicios; sabía que cerca de esa calle había un hotel nada lujoso donde muchos de mis compañeros de oficio desarrollaban su labor, pero era barato y quedaba a pocos metros.
Mis rodillas estaban inflamadas por haber estado tanto tiempo en esa posición, y mis tobillos cansados por culpa de los zapatos de tacón tan altos que suelo usar para este menester; caminar demasiado no era una opción.

Fueron unos cuantos metros y cuestión de doblar una calle para llegar al lugar, abrí la puerta y me encontré con una fila muy larga de gente esperando por una habitación, muchas parejas, inclusive tres personas y pequeños grupos de gente aguardando por su turno.
La fila disminuía a buen ritmo, y no tengo muy claro cómo pasó pero una sensación de escalofrío muy familiar llegó a mí de repente; la gente al terminar la transacción en la recepción del hotel parecía la misma que cuando estaba esperando, a diferencia de que el brillo en sus ojos se había esfumado. Tenían las mismas actitudes y las mismas andanzas, pero el destello que iluminaba sus ventanas al mundo había desaparecido en un instante.

Fue entonces que el turno de las personas delante de mí llegó, y escuché una voz extremadamente familiar.
-El precio por la habitación es este...- dijo aquel detrás del mostrador, mientras señalaba un cartel pegado al vidrio de la ventana de recepción, su voz se tornó aterciopelada y seductora, totalmente irresistible para el oído no entrenado- ... y sus almas.-
Al momento que una de las personas tomaba la llave de la habitación, un pequeño y suave halo de luz se desprendió de su cuerpo y se integró al cuerpo del recepcionista, se sacudió un poco y sonrió con malicia.
Sonreí porque sabía que tenía que enfrentar lo que por mucho tiempo estuve evitando, pero si ese era mi destino lo haría con la mejor cara posible, sonriéndole a mi perdición.

-Yo también quiero una habitación.- dije con esa sonrisa que sabía que a aquel demonio le encantaba.- Pero yo ya no tengo alma que ofrecer, sólo dinero.- al íncubo se le borró la sonrisa maliciosa del rostro y le inundó una expresión de nostalgia y tristeza.
-¿Qué haces aquí?- me preguntó.
-Sólo quiero darme una ducha y dormir.- contesté con serenidad, mirándole a los ojos con esa ternura con la que solía hacerlo.
-Me refiero a este lugar... ¿Qué haces en un lugar como este?- me respondió con genuina preocupación.
-¿Qué puedo decir? Aquí acabé... Sabes que en este negocio no tengo opciones en algunas ocasiones, o bueno, la mayoría.-
-No sé ni porqué te empezaste a dedicar a esto.-
-Creo que eres el menos indicado para juzgarme, simplemente no tengo nada que perder ya.- dije algo molesta.- Escucha, sólo quiero la habitación por toda la noche ¿Es posible?- él suspiró.
-Aquí está la llave, está en el tercer piso.- dijo al tenderme el objeto y yo la tomé.
-¿Cuánto es por la habitación?- pregunté, ya que no alcanzaba a ver con claridad la lista de precios.
-Una charla.- dijo con seriedad, mirándome a los ojos. Sonreí y lo pensé un momento.
-De acuerdo.- asentí.- En media hora puedes subir.- respondí y me di media vuelta hacia el ascensor.


El agua me recorría con gentileza, mi cuerpo se sentía relajado con el contacto del incoloro líquido resbalando sobre mi piel a una temperatura perfecta; el olor del jabón retirando todo rastro de mi cliente habitual parecía una delicia frutal, y dejé caer toda mi preocupación por un breve momento. Por lo menos hasta que salí de la ducha, con una toalla alrededor de mi cuerpo, secándome gentilmente con el ruido de la TV de fondo, hasta que escuché cómo llamaban a la puerta; no tuve que preguntar quién era, yo lo sabía muy bien… lo sentía. Giré el picaporte, una figura alta y esbelta aguardaba al otro lado, una que conocía muy bien...
-¿Puedo pasar?- me dijo, recorriendo mi cuerpo con la mirada, nada que no conociera ya. Me moví a un costado para permitirle entrar y cerré la puerta tras de él. Lo miré con esa calma y ternura que lo sacaban de sus pensamientos y sólo atinó a preguntar.- ¿Y... cómo estás?-

Reí, divertida por la ironía que había en el ambiente, me parecía muy entretenida su incomodidad, considerando que hace apenas unos años atrás éramos íntimos amantes.
-¿Acaso el demonio que ha devorado cientos de miles de almas, incluyendo la mía, aún se preocupa por mí?- pregunté con un tono levemente sarcástico.
-Sabes que te devolvería tu alma si pudiera...- dijo un poco cabizbajo, con cierta vergüenza en sus palabras.
-No es tan malo vivir sin alma ¿Sabes? Lo cierto es que te quita un poco las ganas de vivir, pero... Dios sabe que no te di mi alma por avaricia o poder, sabe que fue un acto de amor.- dije segura de mis palabras.
-Nunca pensé que llegaras a amarme.-
-Nunca pensé que tú llegaras a amarme, y aun así hayas aceptado devorarla.-
-No es algo de lo que me pueda disculpar, no porque no lo sienta, sino porque no haría ningún cambio. Pero si sirve de algo, sí lo lamento, mucho...- me dijo el altivo demonio frente a mí.
-A pesar de todo, de yo haberme arrojado a esta vida después de que separáramos camino, hay algo que jamás nadie podrá tener de mi.- vi cómo alzaba una ceja, curioso de mis respuesta.- Mi espíritu.-
-¿Y entonces porqué sigues haciendo esto? ¿Dónde quedó ese espíritu?- demandó saber.
-Te lo dije, no tengo nada que perder. Estoy esperando mi hora y que Dios me juzgue. Él sabrá si aceptarme o no, muy a pesar de que mi alma sea tuya.-
-¿Así que de eso se trata? ¿De ir por la noche seduciendo a la muerte?- preguntó ciertamente frustrado, yo reí.
-Y la veré a los ojos sonriendo, para después descansar.-


El demonio suspiró pesadamente, me pareció percibir cierta impotencia de su parte. Abrió su saco y de uno de los bolsillos interiores sacó una licorera, desenroscó la tapa y le dio un trago generoso. Después me ofreció de la bebida, y yo sorbí un trago igual de vasto del whiskey. Me senté al filo de la cama y me retiré la toalla luciendo mi desnudez, y aunque varias marcas de quemaduras, rasguños, mordidas (entre otros) eran evidentemente visibles, no me avergonzaba de ninguna de ellas. Sin embargo, él me miraba detenidamente con una expresión profundamente amarga.
-¿Pero qué has hecho?- me dijo con la voz quebrada.
-¿Esto? Son sólo gajes del oficio.- respondí sin darle mayor importancia.- Además de que después de lo nuestro, nada ha podido lastimarme más.-
-Tú ya no eres la misma, no sé qué tomo tú lugar, pero sé que no eres quien recuerdo.- dijo ahogadamente. Me molesté por la recriminación, al final, yo tenía mucho que decir.
-Cariño, la persona a quién recuerdas murió hace tiempo, hizo un sacrificio que no debería de pedírsele a nadie. Muchos podrán vivir sin alma, pero nadie debería de perderla por propia voluntad a cambio de una vida de miseria y perdición. Yo te di todo lo que tenía porque ingenuamente creí que me amarías el resto de tu vida, y aun cuando descubriste que era amor puro y genuino, algo que no deberías sentir dada tu naturaleza, lo aceptaste. Decidiste amarme, pero también decidiste que no desobedecerías tus impulsos, y usaste tu magia en mí. No sé si de manera totalmente consciente te hubiera entregado mi alma de todas formas, pero lo hice y no me resistí... porque te amaba. Y tú me traicionaste.- para este momento, mis lágrimas deberían de correr por mi rostro desesperadamente, pero yo ya no tenía lágrimas que llorar.- Así que no tienes ningún derecho a decirme que no soy la misma de antes, yo creí conocerte y tu gula pudo más que tu amor. Seguiste con esa pantomima por seis años más, llegaste al límite en el que se supone debías de recolectar también la carne de la que te había dado su alma.-
-No pude… ¡Simplemente no pude hacerlo!- exclamó en desesperación.- Ya te había quitado el alma, no podía tomar tu vida también.-
-¿Mi vida?- pregunté con un sarcasmo hiriente.- Logré mantenerme cuerda por los seis años de gracia que me brindaste una vez devorada mi alma. Lo que seguía se supone era la eternidad en el más allá, junto al demonio del que me enamoré; pero en vez de eso ¿qué conseguí? Tuviste el valor suficiente para devorar mi alma, pero no para tomar mi vida cuando debías hacerlo y te alejaste en un descarado acto de cobardía… me dejaste. ¿Qué clase de vida podría llevar después de eso?- me levanté furiosa, empecé a caminar por toda la habitación, incapaz de sentir algo sobre la piel desnuda.
-¿Por eso es que buscas el peligro? ¿Que fortuitamente te cruces en el camino de alguien con humor para arrebatarte la vida?- en un instante todo fue claro para él. Pudo ver mis intenciones no como un desesperado escape, sino como una tortuosa búsqueda de paz; lo sentí y mi furia se convirtió en súbita calma.
-Lo sabes mejor que cualquiera. Que por más que lo deseé, por más que lo anhele, tu contrato no me permite morir por mi propia mano.- suspiré pesadamente y volví a sentarme a su lado.- Lo he intentado un sinnúmero de veces, pero siempre despierto sólo con una nueva cicatriz. Hace dos años que debiste terminar conmigo, he vivido en la inmundicia por dos años enteros cuando lo único que deseo es descansar. Deberías poder entender eso.-
-Si te asesinaba en ese entonces, sólo hubieras sufrido en el inframundo. No quería eso para ti… pensé que aun sin alma, podrías salvarte.-
-¿Y qué piensas ahora?-


Sabía que no era posible, que para el punto en el que me encontraba yo debía estar muerta. Pero podía sentir todo: cada pequeña corriente de aire, una lágrima bajando por mi mejilla, su mano izquierda sosteniendo mi espalda, y su diestra sosteniendo mi corazón latiendo fuera de mi pecho. Sentía que con cada trozo del músculo vital arrancado por sus afilados colmillos, él también sufría. Mi agonía se iba convirtiendo en paz, en tranquilidad.
-Esto es lo único que puedo hacer…- escuché casi como entre sueños.- … para que puedas descansar. Tu alma es tuya de nuevo.-
-Gracias…- dije con mi último aliento, sonriendo con una calma imperturbable.
-Te amo.- me dijo, con sangre en el mentón y abundantes lágrimas inundando sus ojos.


Vislumbré una hermosa luz que me susurraba con seducción y me dejé guiar hacia una frescura que llenó de quietud mi interior; donde nada era blanco o negro, bueno ni malo, puro o corrupto, sino pacífico y etéreo, de sosegado sentimiento.


Mi cuerpo reposó inerte sobre los brazos del demonio, mi rostro veía sin mirar.
Y por fin lo sentí.
Paz.

martes, 9 de abril de 2019

Mis recuerdos contigo.

El año era 2010, yo seguía en la secundaria, en mi último año para ser precisos. Tenía 14 años.
Vi que habías entrado en un grado menor al mío, yo en tercer año y tú en el segundo.
Aunque yo tenía novio en ese momento, no pude evitar fijarme en ti, un muchacho muy guapo de casi dos metros de estatura, tez clara y cabello rubio cenizo; algo que definitivamente no se veía con mucha frecuencia en la zona de clase media-baja en la que estaba nuestra escuela.

Mi novio había pasado ya a la preparatoria, pero yo sabía que me engañaba; él siempre fue así, y en realidad no me importaba porque me aferraba a la idea de estar a su lado. Pero fue en ese instante cuando te vi que la duda entró en mí, y quise hablarte, pero la vergüenza no me dejaba.
Les contaba a mis amigos lo mucho que me gustabas, y el dilema que tenía con mi novio lejos; me animaron a hablarte. "Se ve que le gusta el metal" me dijo uno de ellos, y yo siendo tan ávida del género me emocioné y le pregunté que cómo es que podía darse cuenta. "Se nota enseguida" respondió, con una mirada pícara, insinuando que fuera a hablarte.

Me parece que no fue en seguida, no recuerdo exactamente si tardé días o un par de semanas a armarme de valor y hablar contigo, pero lo hice, y de lo primero que fui a hablarte fue de música, yo estaba terriblemente nerviosa, pero me transmitiste una tranquilidad y serenidad, que logró calmarme e hizo que nuestra conversación fluyera sin problemas.
De ahí, empezamos a llevarnos mucho mejor, hablábamos todos los días, te juntabas conmigo y mis amigos, hasta que te invité a salir. Sólo a caminar, yo todavía quería guardarle ese respeto a mi novio en turno.

Salimos un sábado a caminar por la zona y al parque, me platicabas de las tensiones que habían en tu casa, y me enteré que aunque estabas en un grado debajo del mío, en realidad eras un año y fracción mayor que yo. Que habías tomado un curso de inglés entre la primaria y la secundaria y habías perdido otro año por todo el problema del divorcio de tus padres.
Que muchas veces te sentías solo, y te abracé en un impulso; me devolviste el abrazo y con una mirada seria, pero reconfortante dijiste "No suelen abrazarme". Mi corazón se hizo pedazos.

Pasó una o dos semanas y decidí romper con mi novio, dándome cuenta que me había enamorado de ti, consciente de no saber si me corresponderías. Así que antes de entrar a la escuela ese día, rompí con él en muy buenos términos (a él no le importó demasiado, probablemente porque ya tenía otras chicas esperándolo). Crucé el portón y te vi, te saludé como siempre y te dije lo que había sucedido, y antes de formarnos para ir a nuestras respectivas clases, sólo me respondiste con otra pregunta y una sonrisa que iluminaba tu serio rostro: "¿Entonces ya quieres ser mi novia?". 

Fui la chica más feliz en la tierra por ese breve instante, y con otra sonrisa te respondí que sí. Me diste un pequeño beso en los labios y te marchaste a la fila de tu grupo.
En el receso ya nos tomábamos de las manos, y te notabas feliz. Sonreías de una manera pícara y sutil, siempre tuve dificultad para leer tus intenciones.

La primera vez que viniste a mi casa acababan de operar a mi mamá, no podía salir o alejarme mucho por si algo se ofrecía, y aun así viniste a hacerme compañía. Pusimos música, jugamos con mis perros y hablamos puras pendejadas, algo de que Júpiter era rojo porque usaba pantalones, y cosas sin sentido que nos hacían reír mucho.
Cuando podíamos salir ya teníamos un punto de encuentro, era la contraesquina de la escuela, le llamábamos "La esquina de la mafia" porque el edificio era muy clásico, como de película de los 20s en esas escenas en donde el mafioso se para en una calle a esperar a su objetivo y se libra el tiroteo.
Fuimos a tu casa, me presentaste a tu perro, un schnauzer gris muy bonachón.

Recuerdo también que pasaba tanto tiempo contigo que mis amigos se enojaron, estaban muy ofendidos y no me hablaban porque ya me había olvidado de ellos, así que organicé una salida con mis amigos y contigo para que te conocieran mejor. Ese día jugamos muchos juegos arcade y caminamos grandes distancias Y YO TRAÍA TACONES, no muy altos, pero los pies me dolían muchísimo.
También recuerdo el día en el que te dije que mi familia iba a ir a casa de mi abuela en Cuernavaca, que nos acompañaras, habría comida, sol, alberca... todo para relajarse el fin de semana. Lo hablaste con tu madre y dijo que sí, aunque a regañadientes; te trajo a nuestra casa muy temprano, habló con mis padres y estuvo un poco más tranquila.
Nos recostamos a tomar el sol frente a la alberca después de desayunar, eras demasiado largo para las tumbonas, y sobresalía casi media pantorrilla tuya. Nos tomaron una foto, una que atesoré por mucho tiempo antes de perderla dentro de la computadora que terminó por descomponerse por el uso.
Regresamos y fuimos a dejarte en tu casa, ya en la noche. Conocí a tu papá, que él ya pasaba los dos metros de estatura, pero parecía tener algún tipo de problema porque usaba bastón, y me dio miedo que tu en algún momento fueras a padecer lo mismo.

Después de eso dejaste de ser tan retraído, hiciste amigos en tu salón; malas amistades que venían de ambientes problemáticos y te llevaron a faltar a clases, a pesar de la capacidad analítica tan sobresaliente que tenías, te influenciaron a consumir drogas, y tú dijiste que sí.
Yo estaba a nada de hacer mi examen de admisión para la preparatoria, tenía mucho que estudiar y prepararme para ingresar a la mejor escuela, la presión y altas expectativas de mi familia y profesores estaban sobre mí, no podía permitirme descuidar algo que quería tanto. Quería un mejor futuro para demostrarte que no era tan complicado, sólo era cuestión de constancia y esfuerzo, y que si yo lo conseguía, tal vez sería pan comido para ti cuando fuera tu turno de tomar el examen.

No lo logré, sólo conseguí distanciarte de mi. Y terminamos.
Por que me dio miedo que fuera por el mismo camino que el tuyo, porque me di cuenta de que te quería tanto que lo hubiera hecho.
A veces te veía pasear fuera de mi casa, tomado de la mano con tu abuela y tu madre, ya que la primera vivía muy cerca de mi casa; te veía voltear con cierta nostalgia hacia mi puerta y después pasabas de largo.

Y me aceptaron en la preparatoria, entré, conocí a la gente, pero no te pude olvidar, y aún me interesaba por lo que hacías y te preguntaba cómo estabas.
Vi que seguías por mal camino, y decidí distanciarme de nuevo. Por esas épocas te vi en un lugar que está a pocos metros de mi casa, era de noche y platicabas con una chica que tenía muy mala pinta, se veía que la vida la había tratado mal y que estaba enojada. Creí que era tu novia, aunque no los vi tomados de la mano o algo que lo indicara. Me saludaste y noté cierta pena o vergüenza mientras besabas mi mejilla, saludaste a mis padres que venían conmigo. Saludé a la chica que estaba esperándote con mucha educación y ella sólo hizo un gesto para devolverme el saludo (lo cual aprecié más que si me hubiera dejado hablando sola).

Pasó otro año y me enviaste un mensaje, yo ya tenía 17; me dijiste que querías verme y yo acepté. Hasta que me di cuenta que tus intenciones no eran las que yo esperaba.
Te cancelé y de nuevo me distancié.

Pasó otro año y quise volver a contactarte, checar qué tal seguías pero ya no te encontré. Fue como si te hubieras desaparecido del mundo. No me atrevía a ir a casa de tu abuela, a pesar de estar tan cerca de la mía. "¿Con qué derecho voy a ir a buscarlo?".
Después de eso, me concentré en trabajar, terminar de estudiar, empezar la universidad, entre otras cosas. Llegó una persona muy especial a mi vida que me hizo recordar ese amor que te tenía, me enamoré profundamente de esa persona. Me hizo la mujer más feliz durante el año y fracción que duró nuestra relación, pero de vez en cuando yo seguía pensando en ti.
Me preocupaba que estuvieras bien, pero no quería verme tan entrometida, en especial porque nuestra historia juntos había terminado hace tiempo.

Ahora que tengo 23 años, no sé por qué, pero ayer tus apellidos cruzaron mi mente como una epifanía y decidí buscarte en Google; me apareció tu perfil y lo que vi al entrar me enfrió el corazón.
Hoy saliendo de la oficina fui a la casa de tu abuela, algo que me resistí a hacer por mucho tiempo.
No había nadie, pero una vecina me vio tocando la puerta y me preguntó si buscaba a alguien.
Me dijo que tu abuela había muerto poco después que tú, y que ahora sólo vivía ahí tu mamá.
Le dejé mi número de contacto y espero poder contactarla, porque quiero visitarte y dejarte flores. Muchas flores.

Fuiste mi primer amor, y aún en la distancia siempre ocupaste un lugar especial en mi corazón.
Eras la única persona que me seguía preocupando a pesar de todo, y para ser completamente honesta, quería regresar a tu lado y volver a intentar mostrarte el lado bello de la vida. Digo, yo también salgo de fiesta, bebo, fumo mucho tabaco, pero quería mostrarte ese balance que encontré entre lo sano y lo malsano.

Sé que tomaste tus decisiones, pero no dejo de pensar en que tal vez no hice mi mejor esfuerzo cuando todavía estaba a tiempo de sacarte un camino que te costaría la vida.
Y te pido perdón, perdón por no haber hecho más.
De verdad, lo siento tanto.

Te amé en su momento.
Te sigo amando, y lo seguiré haciendo hasta que mi Señor nos reúna nuevamente.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 29: Lo que nos abrasa.

NDA: De nuevo, una disculpa por la tardanza entre las actualizaciones. Estoy prácticamente a nada de graduarme de la universidad, en el trabajo conseguí un ascenso que me costó sangre, sudor y lágrimas, tuve una relación, terminó, y pes cuando pasan todas estas cosas en tu vida de golpe es fácil olvidarte de las cosas que te hacen feliz en un principio.
Escribir es un de mis pasiones, así que mi promesa de terminar esta historia sigue totalmente en pie. De hecho, ya tengo toda la estructura terminada, sin embargo, el proceso de redacción siempre es lo complicado.
Les agradezco mucho a aquellos que siguen esperando mis actualizaciones, y espero que puedan acompañarme hasta el final de esta historia.
...............

Día 2 después de la primera aparición de la Brigada 731.

Ivan no se había movido de su lugar por casi una hora, impaciente del desenlace de la reunión del Apollon Trío, Black Xiaji y Agnes en la base militar de Sternbild; movía con calma y ansia a la vez la pequeña cuchara dentro de la taza del café que se había enfriado hace media hora.
-Estás intranquilo.-
-No es justo…- replicó el joven Origami, sin quitar la vista del vacío que contemplaba en la ventana.- Es en el momento en el que decido amar, cuando todo se va al carajo. ¿Crees que sea el destino? Que esta sea la manera que encuentra de decirnos que… no quiere que estemos juntos.-
-¿Y tú que crees que sea?- el Rey se sorprendió bastante con la duda de su compañero, sin embargo, también quería escuchar una respuesta un poco más pensada y no tan visceral. Así que lanzó su pregunta con mucha serenidad confiado de la contestación. Por su parte, Ivan pensó un poco, lo dicho y lo que diría, suspiró pesadamente y se concentró durante unos minutos en los que el silencio no era particularmente incómodo, pero tampoco tranquilizante. Finalmente las palabras se hicieron sonar.
-Esto es una prueba, no un mensaje.- dijo el zorro con firmeza. Keith sonrió levemente con satisfacción.- ¿Tú qué piensas?-
-Pienso que lo que está pasando entre nosotros es algo que funciona con base en una extraordinaria sinergia, es algo tan… puro.- el mayor tomó las manos del chico y le vio directo a los ojos cuando los suyos brillaban de manera peculiar, mostrando una muy amplia sonrisa.- Tu alma es enigmática, misteriosa, y sin embargo, es igual de transparente.-
-¿Qué ves en ella?- preguntó verdaderamente intrigado. El chico adoraba cómo el Rey hablaba con tanta vehemencia sobre el destino, admiraba la fe que conservaba a pesar de todas las cosas que se ven en el oficio de héroe.- ¿Qué ves en mi alma?-
-No sabría decirlo con certeza. Sólo sé que es algo muy intenso, algo que se fortalece cada vez más y más, pero no sé qué es.-
-Deberías de saberlo ya.- decía el chico mientras se acercaba más al rostro del hombre, le dejaba respirar su aliento de una manera exquisita, no soltó sus manos, sino que al contrario, las tomaba con fuerza negándose a dejarle ir.
-¿… debería?- preguntó Keith, envenenado por la respiración del chico, intentando pensar en lo se supone debía saber, y no en lo mucho que deseaba el contacto físico con Ivan.
-Son estos sentimientos que tengo por ti, los que se fortalecen con cada segundo que pasa. Es la energía del universo hablándonos de maneras misteriosas, dejándonos pruebas para que nuestro lazo se vuelva irrompible.-
-Ivan yo… no puedo. No puedo más. Voy a perder la cabeza si no puedo sentirte.- las manos del monarca se soltaron de las del chico, sólo para aferrarse fuertemente a la espalda de su compañero, acercándolo lo más que pudo. Fue imposible para Ivan no notar que el cuerpo de Keith estaba demandando atención, lo que hizo que el suyo también pidiera la misma consideración.

Ambos se vieron sonrojados sintiéndose avergonzados, no por la situación física en la que se encontraban, sino porque a escasos diez metros estaban Karina, PaoLin, Nathan, Antonio y los doctores Saito y Halsey. Si bien la sala de seguridad que Agnes había desconectado del resto del edificio de Hero TV era grande, no era un penthouse precisamente.
-¿Qué se supone que hagamos ahora?- decía Ivan, abrazado fuertemente a Keith para ocultar aquello que sobresalía a la vista en ambos cuerpos.
-No creo que se vea natural si salimos así…- el chico vio con cierto sarcasmo al Rey, quien se sonrió divertido.- Me parece que lo mejor que podemos hacer es soltarnos, dar la espalda y salir discretamente ¿de acuerdo?- Ivan asintió y se despegaron uno del otro lentamente para no llamar la atención e intentando no mirar hacia lo obvio de cada uno, para evitar sonrojarse más.
Dieron el primer paso hacia la puerta en silencio, dando la espalda a los demás, con cierta incomodidad al caminar.
Dieron el segundo paso, nadie parecía percatarse de que salían. Se dirigieron miradas de complicidad y caminaron con normalidad hacia la puerta, el Rey giró el picaporte con serenidad, pero éste rechinó por primera vez en su vida útil.
-Chicos, ¿a dónde van?- preguntó Karina, desde el otro extremo de la sala, alertada por el sonido. Todos los presentes voltearon a verlos al mismo tiempo, para su mala fortuna. Keith siempre se consideró un mal mentiroso y no dijo nada, viendo con los ojos bien abiertos al rubio que le acompañaba.
-Vamos por un café.- replicó Ivan por encima del hombro, negándose a voltear completamente.
-Aquí hay una cafetera, es más, ahí está tu taza.- Karina se levantó y vio que ésta todavía tenía bebida en su interior.- No terminaste ni siquiera este.-
-No me gusta ese café, está demasiado… tostado.- improvisó el chico, quien la mayoría de las veces no podía distinguir de un café de grano a uno instantáneo, qué decir de las especialidades. La joven lo pensó un poco y asintió concediéndole la razón.- Vamos a bajar con los chicos del tercer piso, los ingenieros tienen una máquina de capuchinos.-
-¿Ah, sí? Nunca lo había notado…- Karina vio por unos (eternos) segundos al zorro, un tanto escéptica, hasta que su expresión cambió y se encogió de hombros.- ¿Podrían traerme uno? Si hay espresso sería genial.- Ivan asintió y la chica volvió a tomar asiento junto a PaoLin.

El par de rubios salió de la habitación, cruzaron rápidamente el pasillo hasta el baño de hombres, cerraron la puerta tras de sí con seguro, se vieron uno al otro y soltaron una sonora carcajada.
-Buena improvisación, nunca lo hubiera pensado.- afirmó felizmente el monarca, limpiándose una pequeña lágrima de la mejilla, provocada por la risa.
-Ni yo sé cómo fue que se me ocurrió.- confesó el rubio y tomó asiento en la parte lisa de uno de los lavabos. Repentinamente, cuando sus ojos se encontraron con los de Keith, éstos tenían una mirada seria y un tanto indescifrable. -¿Estás bien?- el Rey se acercaba poco a poco a él, como con el paso sigiloso de un jaguar al acecho.
-Creo que imaginaba un ambiente un tanto más… romántico. Pero dadas las circunstancias, es muy arriesgado que volvamos a casa y para ser sinceros, no puedo contenerme más, Ivan.- el Rey de los Héroes volvió a aferrar sus manos a la espalda del chico, quien estaba sentado frente a él, cara a cara. Hundió su rostro en la curvatura del cuello del muchacho, éste soltaba gemidos ocasionales, disfrutando de las suaves y delicadas atenciones que Keith le daba. –Eres una prueba constante de qué tanto autocontrol poseo.-
-Yo… también lo imaginaba diferente. Pero si muero hoy o mañana, no quiero hacerlo sin haberte sentido antes… Keith.- el monarca detuvo sus cariños un momento y se incorporó, hecho que desconcertó un poco a Ivan.
-Es de las pocas veces que te he escuchado decir mi nombre.- dijo el Rey con una sonrisa, soltó un pequeño suspiro y un atisbo de malicia iluminó sus ojos. –No quiero sonar tan atrevido, pero me gustaría escucharte gritarlo.-
-¿Gritarlo? ¿Cómo?- preguntó aún desconcertado.
-Déjame mostrarte, Ivan.-
…………………………

-Ya se tardaron mucho ¿no crees?- preguntó Karina, impaciente por el espresso que había pedido, PaoLin reposaba sobre su hombro, emocionalmente agotada y durmiendo pesadamente con una expresión amarga, la pequeña dragón se acomodó ahora del lado contrario, recostándose sobre el pecho de Nathan.
-No fueron por café, Karina.- dijo el moreno por lo bajo, con una mirada pícara y una leve sonrisa.- Todavía eres muy inocente.- la chica pensó un momento las palabras de su amigo, y al caer en cuenta se sonrojó con esta afirmación.
-No lo sé, no me acostumbro a verlos como “algo”. –
-No todavía, por lo menos.- respondió Nate con un tono de voz suave y aterciopelado.
-Creo que todo esto llegó de sorpresa ¿sabes?- dijo la chica, se acomodó para ver frente a frente a su amigo, pasó sus dedos por entre su cabello y dejó salir un pesado suspiro.
-Lo voy a preguntar esperando no te molestes por ello, ¿pero cómo fue que aceptaste de repente que Kotetsu ya no podría estar contigo?- Nate hizo esa pregunta sin malicia, más que nada pensando en su propia situación, esperando poder extrapolar la respuesta en beneficio propio. Karina se sorprendió por lo directa que fue la pregunta, pero después de pensarlo un poco respondió.
-Creo que fue porque siempre supe que entre ambos nunca iba a haber “algo”. Para empezar, la diferencia de edades, que en su momento pensé que sería el más grande impedimento. Ahora que está con Barnaby, él siendo solamente un par de años mayor que yo, supe que tal vez el asunto no iba por ahí. Sino que el problema era yo… no como algo malo, más bien que mi camino apunta hacia una dirección distinta a la de Kotetsu. Él tiene que ver por una familia, y yo todavía no conozco ese nivel de compromiso; Barnaby por su lado, tampoco conoce ese compromiso pero la vida lo hizo madurar desde muy joven, y creo que por eso se acoplan tan bien, por eso van sobre el mismo camino. Él aceptó al hombre que ya venía con un pasado y lo ama por ello. Ahora que lo pienso, lo que yo quiero es alguien que construya un camino nuevo junto a mí, no sé si suene demasiado egoísta, pero es lo que deseo.- Nathan repasó las palabras de la joven, intentando desesperadamente de encontrar una respuesta a sus propias interrogantes.
-Ahora yo preguntaré, y tampoco me gustaría que te enojases.- Karina hablaba con cautela, esperando no herir la sensibilidad de un conflicto que había tomado lugar apenas hace un día.
-¿Sobre Antonio?- preguntó Nate, soltando un muy profundo suspiro.
-¿Qué fue lo que sucedió? No me refiero a los detalles, sino cómo es que también ustedes están juntos.-
-No lo estamos. ¿Acaso no lo dejó muy claro ayer?- bramó.
-Sabes de lo que hablo, Nathan.- el moreno volvió a suspirar fastidiado, no de Karina, sino de sus problemas en general.
-Me habló de cómo no quería una relación seria, yo le dije que yo sí estaba buscando una pareja estable. Creí que se quedaría en eso, pero de repente un día me llamó para ir a su casa, luego yo lo llamé para que él viniera a la mía… y desde entonces habíamos estado así. Creí que cuando fuimos al circo quería decirme que había cambiado de opinión y que me quería. Pero sólo fue mi mente resistiéndose a la realidad. Él sólo estaba experimentando conmigo.- dijo con tristeza, bajando un poco la cabeza en señal de vergüenza.
-¿Podría darte una opinión al respecto?- preguntó la chica, a lo que él asintió un poco escéptico.- Creo que ya lo sabes, pero Antonio no es malintencionado, sólo es torpe, muy torpe en lo que respecta a sus sentimientos. Creo que por eso nunca ha tenido una relación seria, tengo la impresión de que se siente vulnerable al aceptar que algo le mueve. Pero en fin, tú eres quien tiene el contexto, y por ende, la última palabra. Sólo recuerda que a pesar de todas las “relaciones” que se han estado dando últimamente, fuimos y somos amigos, y nunca nos haríamos daño unos a los otros.-

Nathan sintió una calidez recorriéndole el pecho, las palabras de Karina habían sido extrañamente reconfortantes. Y aquello era verdad, el toro no era una persona malvada ni malintencionada, simplemente venía de una cultura con muy pocas opciones y en donde la muestra de los sentimientos de uno era confundida con debilidad.
El héroe de fuego así lo quería entender, pero por el momento estaba muy herido, profundamente ofendido y sobre todo, confundido de cómo tendría que sentirse al respecto.
No pensó demasiado en la situación, no porque no lo deseara así, sino porque un muy alterado Cain entró de golpe a la sala; sudaba frío y respiraba de manera agitada.
-Necesito su ayuda, chicos. ¡Por favor!- dijo mientras trataba de recuperar el aliento.
-¿Qué sucede?- preguntó Antonio, haciendo sonar su voz desde el otro extremo de la habitación.
-Será mejor que bajen a la recepción y lo vean ustedes mismos.-
……………………………………

A pesar de sólo haber pasado dos días desde la primera aparición de la Brigada 731, la ciudad se encontraba desolada; no había ni siquiera gente que se atreviera a vandalizar los locales y establecimientos, de hecho, no había quien se atreviera a salir de sus hogares. El día anterior el movimiento público era poco, pero lo había. La gente se movía con recelo una de otra, y al segundo día, no se encontraba ni un alma por la urbe.
La gente no entendía cómo procedían estos suicidios masivos, mucho menos los familiares de las víctimas quienes afirmaban que muy a pesar de las situaciones, sus familiares (y por supuesto, menos niños) jamás intentarían atentar en contra de su vida.
La información del NEXT que influenciaba humanos al suicidio aún no se había hecho pública, ni prácticamente nada de información acerca del enemigo; esto con la intención de evitar el pánico colectivo y por el acuerdo de confidencialidad entre Hero TV y el ejército.

Y aun cuando el miedo se respiraba en la soledad de la vía pública, nadie se explicaba por qué un pequeño grupo de personas habían salido con determinación y paso firme hacia el edificio de Hero TV, aunque cuando llegaron todo se hizo más claro.
Era impresionante el escándalo que se escuchaba en las puertas del edificio sede de los héroes, era un sonido atronador a pesar de que el grupo que causaba los disturbios era bastante reducido.
La gente reunida llevaba pancartas en las que se podían leer mensajes como “Nos han abandonado”, “Héroes: Hagan su trabajo”, “¿Quién nos protege ahora?” y ciertas palabras más altisonantes y de carácter despectivo. Los reclamos sonaban al unísono con un propósito en particular: Demandaban una audiencia con los héroes.
-¿Qué está pasando aquí?- preguntó Blue Rose, acompañada de Fire Emblem, Dragon Kid y Rock Bison, todos en sus respectivos trajes. Los representantes de la Primera Liga de Sternbild observaban con cautela esperando no ser víctimas de una emboscada por parte del enemigo, sin embargo sólo se enfrentaron a una pequeña horda enardecida de gente desesperada con justa razón.
-¡Ahí! ¡Los “héroes” al fin se han dignado a dar la cara!- gritó con sarcasmo un muchacho moreno, no se notaba de más de veinte años de edad y al parecer era el líder de la pequeña revuelta. Detrás de él, su grupo le vitoreaba con gritos.
-Por favor, mantengan la calma…- decía Cain con la voz quebrada y temerosa, detrás de una barrera de guardias de seguridad que impedían el paso de los manifestantes a las instalaciones de Hero TV.- Nos intentamos encargar de esta situación, sólo les pedimos un poco de calma y comprensión…-
-¡¿Calma y comprensión?! ¡Ustedes se atrincheran en su fortaleza corporativa, mientras nos dejan al resto de nosotros morir en la cloaca en la que dejaron que Sternbild se convirtiera!- el chico reclamaba con fervor, con rabia contenida, los puños apretados y la voz quebrada.
-¿Acaso no les avergüenza? ¿Faltar así a la promesa que nos hicieron? ¿O sólo juraron protegernos por el bien del rating de Hero TV?- preguntó con recelo alguna de las voces del fondo, el resto de los inconformes hacían escándalo mientras afirmaban y reafirmaban las palabras de sus compañeros.
-¡No estamos escondiéndonos!- bramó Antonio con una voz particularmente gruesa, con un atisbo de desesperación.- ¡Estamos haciendo todo lo posible para saber cómo luchar!-
-¿Nos estás queriendo decir que no saben ni siquiera cómo defendernos?- preguntó el líder manifestante con indignación.
-¡Eso no es lo que ha dicho!- rezongó Fire Emblem mientras daba un paso al frente.- Lo que sucede es que no podemos hacer movimientos a ciegas, estamos investigando cómo proceder para no causar más daños.- Blue Rose se acercó por detrás y le tomó por el hombro.
-No podemos decirles más, “ellos” podrían estar escuchando…- decía la chica en un volumen de voz muy bajo refiriéndose a la Brigada, sin embargo el líder manifestante le escuchó perfectamente.
-¿Qué dices? ¿Quiénes?- demandaba saber.
-No podemos decírtelo, sólo te pedimos… a todos ustedes- dijo Rose ahora dirigiéndose al grupo.- que confíen en nosotros.-
-¿Cómo te atreves a pedirme que confíe en ustedes cuando cada día que pasa, dejan morir a diez personas más?- la voz del chico dejó de sonar furiosa por un momento para tornarse triste y desesperada. Sus ojos vidriosos lo confirmaban.- ¿Dónde… dónde están los demás héroes?- preguntó con calma y cabizbajo, dando la espalda a los NEXTs.
-Están haciendo su trabajo.- respondió Dragon Kid con una voz suave y reconfortante.
-Ni hablar…- el chico se incorporó y volvió a dar la cara a los héroes, sin embargo, su rostro había palidecido de repente y los ojos se enrojecieron violentamente.- Tendrá… que ser así. Sólo ustedes.-

El primer pensamiento de los héroes fue que los manifestantes iniciarían un conflicto violento, por lo que encendieron sus auras azules en un acto reflejo casi instantáneo, sin embargo Blue Rose notó la palidez en la expresión del chico y conjeturó que la situación no tomaría el camino que se esperaba, sino uno mucho más siniestro… confirmó sus pensamientos cuando notó que de repente cada miembro del grupo tenía consigo una bomba molotov encendida en la mano.
-¡Prepárense para el ataque!- gritó Antonio, esperando el primer impacto.
-¡Bison! ¡No nos van a atacar! - gritó la heroína con desesperación.- ¡Protégelos a ellos!- el latino volteó desconcertado y rápidamente el resto de los héroes entendió lo que estaba a punto de ocurrir, Rose corrió lo más rápido que pudo hacia el líder de los manifestantes, pero los guardias de seguridad que fungían como barrera ahora huían despavoridos al refugio que representaba el edificio de Hero TV y le impedían el paso a la chica.- ¡No lo hagas…!-
-Por cada día de resistencia… diez de nosotros moriremos. Las llamas de Thanatos nos purificarán…- dijo finalmente para sonreír con una mirada sádica y malévola. Rompió la botella de la molotov con un golpe en la cabeza y el líquido inflamable se expandió junto con el fuego abrasador por todo su cuerpo.- ¡RECÍBENOS AHORA QUE SOMOS PUROS, CREADOR!- gritaba en una mezcla de excitación y agonía, con la voz quebrada mientras el sonido y el olor de la carne quemándose se elevaba. Detrás de él, el grupo que le acompañaba hacía lo mismo.
Blue Rose intentó apaciguar las llamas que envolvían al chico con su hielo, sin embargo la exposición a ambas temperaturas extremas sólo logró provocar fallas en el funcionamiento de los órganos vitales, resultando en un fatídico final a la vida del chico.
De la nada, un rayo de una especie de espuma blanca pasó a un costado del rostro de Karina al mismo tiempo que el viento se hacía cada vez más pesado; Sky High apareció por los aires tratando de extinguir el fuego con ráfagas de viento direccionado mientras Origami Cyclone corría con un extintor en mano. Mientras Blue Rose intentaba recuperarse de la imagen del chico muriendo frente a ella, los demás héroes entraron al edificio, consiguieron extintores de diferentes habitaciones y se unieron a las acciones de Ivan.
Aun cuando la Primera Liga de Sternbild actuó con rapidez, supusieron que el líquido que los manifestantes habían usado para la combustión debía de ser increíblemente inflamable y alterado químicamente para soportar condiciones adversas, ya que resultó en extremo difícil de apaciguar.

-Karina… ellos están…- decía Dragon Kid, con lágrimas en los ojos e intentando comprender la atrocidad que acababa de suceder.
-Sí, PaoLin.- fue lo único que Rose atinó a decir, mientras abrazaba a su compañera que lloraba con hiperventilación.- ¿Cómo es que no me di cuenta?-
-No te culpes, Karina. No había forma de saber cuáles eran sus intenciones…- le decía Antonio, intentando reconfortarla. Se quedó mirando la escabrosa escena, intentando encontrar sentido a lo suscitado y al reflexionar unos segundos, algo fue lo que encontró.- ¿No habían dicho diez personas?-
-¿A qué te refieres?- preguntó Nathan, desconcertado.
-Tal vez los de la Brigada 731 no son tan inteligentes como creíamos. No saben contar. Aquí hay nueve cuerpos.-
-No porque sólo haya nueve cuerpos es menos trágico lo que acaba de suceder.- decía Ivan, intentando controlar la sensación que dejaba el nudo en su estómago.
-¡¿Y ustedes en dónde demonios estaban?!- reclamó Tonio con una voz imponente, que a decir verdad, sí que daba miedo.
-Creímos que podíamos alejarnos de esta situación un par de horas, pero…- respondió cabizbajo el joven Origami.
-¡No me interesa saber lo que estaban haciendo, hermano!- exclamó con disgusto el toro.
-Ahora resulta que te da asco imaginarte a dos hombres en la intimidad.- bufó sarcástico Nathan por lo bajo, pero en un tono de voz lo suficientemente notorio como para que el moreno le escuchara.
-Me importa un bledo si estaban teniendo sexo o no, lo que sí me incumbe es que nos dejaron protegiendo el edificio. ¡Y menudo trabajo que hicimos! Tenemos nueve cuerpos más a cuestas.-
-Diez.- dijo Cain por detrás, pero debido al conflicto verbal nadie le hizo mayor caso.
-No pretendo excusarme, Antonio. Pero creo que si al final del día hay una posibilidad de que me asesinen, sólo pido un momento con el amor de mi vida.- respondió el actual Rey de los Héroes, con toda la calma que le era posible mantener dadas las circunstancias.
-¿A expensas de qué, Keith? ¿De la vida de la gente?-
-Cometimos un error al retirarnos, lo sé. Pero la cruda realidad no cambia, Tonio. Estas personas tenían escrito su destino.- afirmaba con genuina tristeza en sus palabras.
-¡Por Dios, Keith! ¡Si te vuelvo a escuchar hablar del destino una vez más…!- el latino resopló bruscamente.- ¿No lo entiendes? Se supone que debíamos proteger a estas personas, y ahora tenemos nueve cadáveres en nuestra conciencia.-
-Diez.- repitió Cain por detrás.
-¡¿Diez qué, maldita sea?!- el toro se volteó exasperado.-Espera… ¿qué estás haciendo, Cain? No, espera… ¡Espera…!-