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miércoles, 23 de diciembre de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 17. Reunión, el momento.

Desde aquella discusión, Anick había intentado hablar lo menos posible con Anaksha; le era totalmente insoportable aquella semi pelirroja... ahí, creyendo que el mundo estaba a sus pies.
Así como también disfrutaba de la compañía de uno de los hombres más codiciados del mundo entero, aprovechando la fama que se había ganado con la única gracia de ser capaz de mover objetos con la mente. ¡Qué vulgaridad! Sin embargo ella... bueno, la compañía la había colocado gracias a la herencia que le dejó su finado marido (el cual había sido mayor que ella por tan solo cuarenta y siete años, así que su matrimonio fue relativamente corto).
Pero ella había sido la responsable de haber hecho a SkullBunny prosperar... su gran equipo de administradores, publicistas y mercadólogos no importaban ¿Cierto? ¡Cierto! Sin su liderazgo, de seguro esos profesionales con todos sus estudios y conocimientos no sabrían qué hacer por su cuenta.
Sin embargo no podía permitirse perder la confianza de la chica Kjolsrud, ella era los únicos oídos que tenía dentro de la Primera Liga de Héroes; porque claro, una cosa eran los archivos y expedientes a los que ella tenía acceso (limitado, cabe mencionar, ya que Anick no formaba parte de los grandes directivos de Hero TV), y otra muy distinta lo que los propios héroes mantenían entre ellos, asuntos de interés que no comentaban a sus jefes directos, patrocinadores ni a Agnes Joubert.

Ése día en particular fue cuando Anick sabía que no podía procrastinar esto más tiempo, así que tomó su orgullo y su odio, los reprimió lo mejor que pudo y mandó a llamar a la chica Kjolsrud a la oficina central de la corporación SkullBunny, su oficina.
Un par de minutos después alguien llamó a la puerta y la CEO permitió el acceso a quien esperaba del otro lado; Anaksha entró con el rostro carente de expresión y su cabello recogido en una coleta no disimulaban en nada este aspecto, sus pasos sonaban discretamente a pesar de usar tacones altos lo cual indicaba que caminaba de puntillas, como con cautela. Hizo una pequeña reverencia con la cabeza hacia su jefa, ofreciendo un amable pero frío saludo a la rubia sentada tras el escritorio; Anick, tratando de conservar su rostro inexpresivo de todo aquello que pudiera indicar desagrado, señaló con cortesía uno de los sillones de su oficina para que la Leona Siniestra tomara asiento. La heroína así lo hizo, Lomawien se levantó de su silla para acompañar a su empleada al otro lado de aquella pequeña sala quedando frente a frente, separadas por la pequeña mesa entre ellas.
-¿Qué... qué tal te va?- preguntó la rubia, con una sonrisa mal disimulada mientras tomaba la pequeña tetera de la mesa y servía dos tazas de té negro. Anaksha se percató de ello, pero más que curiosa, le pareció perturbadora la sonrisa de su jefa... como si se encontrase en un intenso dolor.
-Bien, gracias. ¿Cómo estás tu? ¿Te... encuentras bien?- expresó la chica con un poco de preocupación, y había que decirlo, cierto desagrado (esto no pasó desapercibido por la rubia, quien poco a poco sentía que perdía la paciencia).
-Sólo quería decirte que lamento lo del otro día.- dijo amablemente, al mismo tiempo que sentía como si tuviera una hemorragia interna. El coraje y enojo de tener que decir algo que no sentía y más aparte hacia una persona que ella despreciaba era casi insoportable.- Pero debes entender que me gusta saber en lo que estás metida, después de todo te contraté porque siempre me gustó tu sinceridad directa y valentía.- la rubia empezaba ansiosamente a rasguñar el asiento del sillón mientras el resto de su puño se apretaba furiosamente, pero su expresión facial seguía igual.
-Tienes razón, Anick. Debí habértelo dicho, también lo lamento.- admitió la chica notando los ansiosos ademanes de su jefa, pero se limitó a asentir.- No quiero sonar descortés pero tengo que terminar unos reportes en mi cubículo. ¿Necesitas algo más?-
¡Demonios! Esta mujer era tan directa y no se andaba con rodeos... de verdad no quería, pero Anick necesitaba alargar un poco más la conversación, por lo menos hasta que Anaksha dijera algo remotamente interesante. Intentó disimular su desagrado por la semi pelirroja un poco más y seguir conversando como si de amigas se tratara.
-¡Oh, vamos! Toma otra taza de té conmigo y cuéntame un poco más de ti. ¿Has hecho amigos dentro de la liga?- preguntó en un tono más jovial, pero al mismo tiempo rasguñaba el asiento un poco más fuerte. Annie se sintió desconcertada con el repentino cambio de actitud, sentía que esta mujer quería ganarse su confianza, pero hacerlo no sería tan fácil, de hecho dudaba que algún día pudiera confiar en Anick plenamente. Había algo que se lo impedía, no sabía con exactitud qué era, tal vez fuese sólo una corazonada... y esperaba no equivocarse.
-Bueno, tu conoces mi pasado con respecto a lo de mis padres y Wild Tiger, así que el hecho de que ahora pueda trabajar en el mismo ámbito que él, es todo un sueño. Además, mi novio también está ahí y junto con Barnaby, bueno.... se podría decir que nos hemos hecho amigos.- contestó la semi pelirroja. Barnaby Brooks Jr. y Kotetsu T. Kaburagi... justo a lo que Anick quería llegar.
-¿El Apollon Trío, eh? ¿Algo interesante que valga la pena comentar?- preguntó la rubia, acercándose a la chica inconscientemente, abriendo los ojos como a la espera de algo emocionante.
-Claro que si. Si sigo sumando puntos así, podría quitar a Apollon Media y a Poseidon Lines de marcador y hacer renombre a SkullBunny en nuestra temporada debut.- dijo evadiendo el tema, era obvio que la rubia deseaba información personal de los héroes, información que nunca obtendría de Annie.- ¿Acaso eso no es muy interesante?- dijo para sonreír ella después.
La falsa felicidad desapareció por completo de Anick, simplemente se limitó a asentir con una expresión enojada, pero queriendo sonreír de todos modos. Apretó los dientes reprimiendo un arranque de ira y empezó a hablar con una voz más grave de lo usual.
-Ciertamente. Si me permites, acabo de recordar que tenía que hacer unas llamadas... muy importantes.-
-Por supuesto, gracias por el té.- dijo la chica Kjolsrud mientras se levantaba y hacía otra reverencia.- Con tu permiso.- finalizó y se retiró de la oficina sin más.

Uno de los jardineros que trabajaba plantando algunas rosas negras en el jardín frontal del edificio de la compañía se llevó un buen susto cuando un jarrón de cristal cayó a escasos diez centímetros de donde éste se ubicaba, desconcertado alzó la mirada para poder ubicar de dónde habría caído este recipiente; se dio cuenta de que de todas las ventanas que había, sólo la de la CEO Anick Lomawien en el piso 23 estaba abierta. No era secreto entre los empleados y demás subordinados que cuando la mujer enfadaba su mejor manera para expresarlo era arrojando objetos fuera de su ventana, por esta misma razón los jardineros de la compañía hacían rondas y apuestas para que, quien perdiera, fuera quien se ocupara del jardín que quedaba exactamente bajo el ventanal y bajo este muy frecuente riesgo.
La rubia daba vueltas en su oficina, ya no sabía qué podía hacer; no quería volver a hablar nunca con aquella mujer semi pelirroja, pero no tenía más opción. No pudo obtener ningún tipo de información útil que pudiera ayudar a la causa de... ¡él!. Tenía que llamarle, era verdad. Aquella era la importante llamada que debía de hacer; volvió a sentarse frente al escritorio como cabeza de la compañía, tomó el teléfono y digitó aquellos números que sabía de memoria al derecho y al revés. Mientras el tono de espera sonaba, se sonrió pícaramente recordando el motivo de la llamada.
::¿Ahora qué es lo que quieres?:: escupió aquella voz al otro lado del teléfono, con un tono que denotaba fastidio.
-Sólo quería escuchar tu voz, me encanta. Te extraño.- decía Anick con una sonrisa dibujada en su rostro, un tono de voz demasiado gentil y suave y un sonrojo evidente que le iluminaba todo el rostro.
::¿Eso es todo? A diferencia de tu mediocre ocupación, yo sí tengo cosas que hacer, así que...::
-¡No! ¡Espera!- exclamó preocupada.- Quería preguntarte algo. ¿Las provisiones que mandé son suficientes? Por que si no lo son, puedo mandar otro contenedor hoy mismo...-
::Detente, Anick. Por ahora es suficiente, si mandas más no voy a poder almacenarlas. Ya tengo un exceso alarmante de existencias.:: refutó secamente.
-Bueno... sólo quería que tu gente esté bien aprovisionada.- contestó suavemente con semblante enamorado.
::Lo están. ¿Eso es todo?:: contestó con seriedad, casi impaciente de finalizar con la conversación.
-Sólo una cosa más: sé que estás muy ocupado pero... ¿cuando vendrás a verme? Ya casi se cumple el mes.-
::Cuando se cumpla el plazo iré, mientras tanto, no te metas en mis asuntos ni me molestes con llamadas innecesarias. ¿Entiendes o tengo que explicarlo como si fueras un infante?::
-De acuerdo.- asintió la rubia sonriente y con alegría.- Te amo, Frank.- pero la única respuesta que recibió fue el sonido de la llamada siendo finalizada del otro lado de la línea. Soltó una risa aguda y muy chillona que expresaba emoción, mientras se llevaba el teléfono al pecho y lo abrazaba como si de un objeto precioso se tratase; daba vueltas en su silla y miraba al techo, dejando que su imaginación volara, proyectándose a sí misma escenarios que para ella eran posibles, pero para Frank no eran más que retorcidas fantasías.
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La espesura de la noche se hacía presente sobre Sternbild, siendo cortada tanto por la luz de la luna como con la de las incesantes luminarias de la imponente megalópolis. La luminosidad de aquel astro parecía envolver suavemente el departamento de Barnaby, entraba gentilmente por la gran ventana y se mezclaba con el resto de la materia. En un par de horas tendrían que reunirse con los miembros confesados más recientes de Ouroboros; Kotetsu veía la ciudad desde la amplia ventana del hogar del conejo, caminaba de un lado a otro con inquietantes ansias recorriendo incesantemente su cuerpo entero y sus manos no dejaban de sudar y de apretarse en movimientos que reflejaban cierta impaciencia. La voz del rubio interrumpió, cortando con filo el silencio.
-¿Estás bien?- Kotetsu suspiró pesadamente, dejó caer los hombros y contestó con una sonrisa triste.
-Sólo quiero verla, Bunny.-
-La verás, y todo resultará bien. Lo prometo, no dejaré que nada malo le suceda a Kaede.- y fue finalmente con esas palabras que Tiger pudo dominar sus peores temores, como si las palabras del conejo emitieran algún tipo de garantía de la que pudiera fiarse ciegamente. El veterano se irguió y asintió con seguridad al rubio, quien se sonrojó por un momento apartando la mirada para después depositar un suave beso en los labios del moreno.- Ryan y Anaksha ya deben estar esperándonos, habrá que darnos prisa.-

Por su parte, el Príncipe de la Gravedad Errante y la Leona Siniestra se encontraban sentados en una viga en las alturas sostenida por una grúa de construcción, convenientemente situada exactamente por encima del punto de reunión a unos ochenta o noventa metros sobre el nivel del piso; Ryan volteaba algunas veces a los lados para cerciorase de que no hubieran invitados indeseados y reconocer la zona en caso de tener que intervenir, se concentró más de lo que imaginaría en la situación que no se percató del inusual silencio de su novia sino hasta haber terminado de explorar el área con la mirada.
-¿Estás bien? Estás muy callada.- preguntó con cierto interés.
-Sí, es sólo que hoy tuve una charla con Anick que me dejó bastante desconcertada.- Goldsmith la miró en silencio, esperando el desarrollo de la historia, indicándole sutilmente que le platicara lo sucedido.- Para empezar me pidió una disculpa por haberme gritado el otro día aunque tenía una expresión muy rara y sonaba como si alguien la hubiese obligado a disculparse... después me insistió un poco en que le platicara sobre mi vida en la liga y me pareció que mostraba cierto interés en Apollon Media. Como si quisiese ganarse mi amistad y que le contara mi día a día con ustedes... pero evadí el tema y me retiré; tengo una mala corazonada con respecto a ella.-
-Tal vez tengas razón, aunque me parece que es una persona muy temperamental como para planear algo... pero dado a que tú estás más cerca de ella, debes conocerla mejor. Sólo ten cuidado de qué información le confías. Aunque sólo será por lo que resta de la temporada, porque la próxima te nos unirás en Apollon ¿cierto?- el rubio sonrió ampliamente dejando que su perfecta dentadura fuera iluminada por la luz lunar. Anaksha le devolvió la sonrisa con el mismo ímpetu.
-¡Por supuesto que si! Bueno... me encantaría formar parte del equipo como lo llamó el Señor Lloyds. "Apollon DreamTeam" ¿Te imaginas? Sólo que aún tengo que consultarlo con Kotetsu y Barnaby. Sólo me uniré si la totalidad del Apollon Trío me acepta.-
-No creo que sea problema, después de Sword estoy seguro de que confían en ti, después de todo, fue por eso que Wild Tiger recuperó sus poderes... ¿Cuándo les diremos?-
-Por ahora creo que voy a esperar a que lo de su hija se solucione. Me gustaría que Kotetsu esté más tranquilo y bien concentrado para tomar esta decisión. Lo importante ahora no es mi salida de mi compañía para entrar a la suya, sino que su pequeña esté a salvo.- contestó la del cabello rojo y negro, Ryan pensó por un momento cómo formularía su siguiente pregunta.
-Realmente te sientes en deuda con Tiger... ¿cierto?- Annie entendió perfectamente lo que el rubio quería decir con ello.
-Ya no, creo que saldé mi deuda en Sword. Pero lo que sí siento hacia él es muy fuerte... lo veo como una figura paterna. Lo veo como el padre que me rescató después de que el mío fue asesinado. Además entiendo lo que está en juego, tanto Kaburagi padre como hija están en riesgo en sus respectivos extremos; no quiero que Kaede sufra lo que yo perdiendo a su padre, o lo que mi padre sintió antes de que lo mataran... que su hija moría.-
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Kotetsu y Barnaby se encontraban en el punto de reunión, habían confirmado por mensaje de texto que Ryan y Annie los estarían cubriendo por si algo se saliese de control, Bunny salió del pequeño lugar para ver alrededor, mirando hacia arriba para ver a sus colegas en las alturas y para intentar avistar algún tipo de llamas color antinatura a la distancia. El rubio regresó al pequeño e incompleto cuarto tomando su lugar como compañero justo a lado del Tigre, quien tenía un ritmo respiratorio bastante ansioso; Kotetsu bajó su mano de su rostro para entrelazarla fuertemente a la del conejo, buscando algún tipo de consuelo o seguridad. Barnaby, con su otra mano, tomó el rostro del veterano y le hizo voltear para que pudiesen verse a los ojos. Las brillantes esmeraldas del rubio penetraron en lo más profundo del alma del tigre, diciéndole en silencio que no se preocupara... que todo estaría bien. Con esa misma vehemencia e intensidad lo interpretó el moreno, destensando un poco su cuerpo, confiando en la seguridad de su compañero.
-¿Papá...?- se escuchó suavemente a lo lejos. Ambos hombres se levantaron de golpe de la pequeña viga en donde se recargaban. Kotetsu sabía que no podía gritar o alzar demasiado la voz, así que se reprimió y contestó en un tono moderado, aunque con bastante desesperación todavía.
-¿Kaede? ¿Eres tu?- una chica peliblanca de no más de catorce o quince años emergió de las sombras, detrás de ella caminaba otro chico de cabello casi blanco y ojos grises, y detrás de ellos, la sombra del vigilante nocturno más renombrado en Sternbild. Kotetsu se quedó mirándola durante algunos segundos. -Es verdad que tu rostro no es el mismo... pero la expresión de tus ojos sigue siendo delatora... sigue siendo la de mi pequeña.- dijo para sollozar suavemente, con la voz quebrada; Kaede se acercó llorando a él. Por primera vez en mucho tiempo se encontraba deseosa de darle un fuerte abrazo, pero la ironía de la vida era fuerte; justo ahora que quería estrechar a su padre fuertemente, era cuando se veía imposibilitada de hacerlo por el riesgo que ésto conllevaba, perder su coartada y estrategia. Kotetsu lo recordó también, pero se hincó ante su hija y abrazó su abdomen con fuerza y amor, evitando a toda costa su cabeza. El veterano lloraba desconsoladamente, aliviado de poder abrazar a su hija, Kaede abrazó la cabeza de su progenitor contra su pecho, evitando también el roce de piel, buscando la aprobación de Lunatic con la mirada para poder regresar a su rostro original. Kotetsu levantó la cabeza, había abrazado y llorado arrodillado ante una niña peliblanca para erguirse y poder ver a los ojos de su niña castaña, los ojos que brillaban no sólo por las lágrimas, sino por la misma fuerza y ferocidad que los de su madre antes que ella.
-Papá... perdóname...- decía la castaña entre lágrimas, aquellas que caían directamente en la nuca de su padre.
-Ya no tiene importancia, lo único que necesitaba era saber que estabas bien...- decía el moreno al pegarse con más fiereza al pequeño cuerpo de su hija. La chica alzó la mirada buscando a Barnaby, quien tenía un semblante aliviado pero también amargo al pensar que la hija de su compañero estaba envuelta en un asunto demasiado serio.
-Barnaby... de verdad, lo lamento.- admitió muy avergonzada, recordando lo que en su momento de ira le confesó.
-Ya lo dijo tu padre, no tiene importancia. Sólo nos importa que te encuentres bien, Kaede.- dijo esbozando una pequeña sonrisa hacia la castaña, diciendo aquellas palabras de corazón.
-No me importa lo que pueda pasar, si quieres puedo llevarte de nuevo al pueblo, no necesitas regresar a ese lugar...- la voz de Kotetsu denotaba cierta ansiedad que era casi imposible de disimular.
-No puedo hacer eso, papá... tengo que acabar esto.- decía cabizbaja, incapaz de soportar la preocupación de su padre mirándola tan directamente.
-Kaede... no estás obligada a quedarte. Yo ya estoy orgulloso de quién eres y de lo que te has convertido...- su padre la miraba convencido de lo que decía.
-Podemos sacarte de esto, Kaede. Sólo tienes que pedirlo.- asintió Bunny.
-De verdad no... tengo que acabar esto...-

-Tu hija tiene razón, Kaburagi. Te conviene tener más ojos y oídos dentro de la Organización. Deino y yo somos más cercanos a Frank pero tu hija puede saber de la opinión de los militantes. Sin ella, será imposible ganar esta guerra.- admitió el vigilante, abriendo paso con el gutural sonido de su voz.
-¿Cómo sabemos que te podemos confiar a Kaede? Ayer nos dijiste muchas cosas, Lunatic.- resopló Barnaby evidentemente molesto.
-Yo no estuve involucrado en Ouroboros para cuando pasó lo de tu familia, Barnaby Brooks Jr. Se que no confían en mi, si fuera de otra manera, Ryan Goldsmith y Anaksha Kjolsrud no nos estarían vigilando desde las alturas.- el Apollon Dúo original se frenó en seco al escuchar esto último.
-Eso... fue sólo... una medida preventiva.- reprochó Bunny, con un rojo iluminando la piel de su rostro.
-Sin embargo, yo confío en ustedes, si no fuera así, al ver a sus compañeros me hubiera dado media vuelta y los hubiera dejado esperar a nada en este lugar. Pero Thanatos así lo quiso y cumplí con mi promesa.-
-Respóndeme una última duda y si lo haces, juro que confiaremos en ti... total y absolutamente.- decía Barnaby, Lunatic se quedó en silencio esperando a que el rubio siguiera hablando.- Ayer dijiste que habías faltado a tu promesa a Frank. ¿Eso de qué va?-
-Es una historia un poco larga.- admitió el vigilante.
-No tenemos nada que hacer hoy.- dijo con seguridad el rubio, carente de expresión.

Lunatic les había dicho que confiaba en ellos, así que tenía que ir a por todo. Lo sintió desde lo más profundo de su alma y supo que era el deseo de Thanatos que así fuera.
-¿Han oído hablar de Mr. Legend...?-