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domingo, 11 de octubre de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 15: Confrontaciones pre-destinadas. Parte III.

-Lunatic... Joseph está en la lavandería y Carl está durmiendo en la banca que está a un lado de la entrada principal, cerca del bote con fuego que ilumina la puerta. Desprende un olor muy fuerte a alcohol, creo que está ebrio de nuevo...- respondió Deino, quien llegaba con paso apurado después de investigar.
-Es más fácil mover a Joseph hacia Carl... tráelo. Inventa alguna excusa buena, utiliza el fuego y luego duérmelo.- ordenó el vigilante y el chico asintió.
-¡Hey! ¡Esperen! ¿Quién es Joseph y quién es Carl?- preguntó Kaede confundida, mientras buscaba entre su equipaje algún abrigo que le cubriera del frío, ya que aún no habían ingresado a la fábrica.
-Son NEXTs que vinieron hace como seis días. Joseph puede cambiar de rostro, casi como Origami Cyclone, pero Joseph sólo tiene que ver el rostro al que se transformará y no tocarlo. Además de que sólo puede hacer que sea su cara la que cambie, su cuerpo no. El interrogatorio que el Maestro le hizo fue muy duro. Tenía que asegurarse de que no era ningún espía; Jason le hizo crecer pequeños campos de fuerza dentro de la piel haciéndolos explotar. Fue muy cruel, pero después de que confirmaron que sus intenciones no eran ésas, el propio Maestro le curó y le acogió. Carl por su parte puede convertir cualquier objeto en arena...- explicó el peliblanco.
-Lo que quiero hacer es que copies esos dos poderes. Que toques a ambos hombres al mismo tiempo...- Lunatic hizo una seña a Deino para que fuera a por Joseph.- Necesitas cambiar tu rostro para que Frank no te reconozca, ya que el tiene registro de los familiares y seres cercanos a los héroes. Pero si quieres unirte te pedirá que le muestres tu poder y obviamente no puedes hacer éso teniendo sólo el de cambio de rostro. Así que mientras mantienes un rostro diferente, vas a mostrarle la otra habilidad, la de Carl. No quisiera que tuvieras dones muy poderosos, porque así te enrolarían en las filas de combate primarias y corres el riesgo de salir lastimada. A los NEXT que no tienen habilidades muy dañinas o peligrosas se les asignan tareas de limpieza y administración de provisiones. Me parece que desde ahí podrás tener una vista más amplia de lo que deseas averiguar acerca de Ouroboros.-
-Entiendo tu plan, pero... ¿el rostro de quién copiaré?-

Ah... juventud, divino tesoro. La época en donde la belleza estética reina entre los mortales. Origa Petrov era la prueba de que en la juventud, uno se encuentra en su máximo esplendor. No sólo por aquella belleza de Origa poseía de niña, sino que la energía de aquellos años, la vida le llenaba de frescura y jolgorio constante.
Lunatic se descolgó un pequeño guardapelo de plata que se sacó de entre las ropas, lo abrió y la imagen que se encontraba ahí le estrujó el corazón... un pequeño retrato de Origa Petrov a la tierna edad de trece años.
-Te confiaré el joven rostro de mi madre. ¿Podrás cuidar bien de él?- preguntó Lunatic a la chica mientras le tendía la reliquia con cierto recelo. Ella lo tomó con el debido respeto que el hombre exigía para su progenitora y lo miró con decisión.
-¡Lo haré! ¡No te decepcionaré!-
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-... y pues como tú y Carl parecen llevarse bien, pensé que podrías ayudarme a cargarlo al interior.- explicaba Deino. Joseph le dirigió una mirada escéptica.
-Te daré una cobija para que lo cubras. Carl se molesta si lo perturbas mientras duerme...- respondió un poco indiferente mientras buscaba entre la ropa doblada una manta.
-Es que...-
-¿Qué?-
-Lunatic está vigilando fuera y dice que el olor de Carl es un poco repulsivo y ordenó que lo llevara dentro, pero yo solo no aguanto el peso, y si se despierta, se molestaría menos si te ve a ti.- dijo mientras improvisaba aquellas líneas, ocultando su nerviosismo a la perfección. Joseph suspiró pesadamente.
-Tienes razón... ni hablar. Vamos.-
Mientras caminaban hacia el exterior, Deino ocultó sus manos de la vista del hombre que lo acompañaba e hizo crecer entre ellas un generoso racimo de salvia. El rubio platino le indicó a Joseph dónde estaba el NEXT ebrio, caminaron hacia a él pasando por un costado del bote con fuego y Deino incendió la punta de las plantas que llevaba, provocando que la dirección del viento impregnara de humo la cara de Joseph.
-Veamos... yo lo sostendré de los hombros, tu toma sus pies y a la cuenta de tres...- el hombre se empezó a tambalear y dobló las rodillas intentando sostenerse.- Yo, me siento...- y sin salir de su papel, Deino adoptó un semblante preocupado, mientras ocultaba detrás de su cuerpo la salvia humeante.
-¿Qué le sucede, Joseph?- a lo que el hombre se echó a reír como nunca, soltó una carcajada que era hasta contagiosa.
-Me siento... muy... bien...- dicho eso, se desplomó, dándose un golpe directo en la cara mientras seguía riendo.-El piso, se siente... fenomenal.- decía mientras hacía ademanes muy raros.

Lunatic y Kaede se acercaron viniendo desde las sombras, el vengador le explicó a la chica las propiedades de la salvia: es algo así como la hermana menor de la marihuana, cuando se inhalan grandes cantidades el efecto es similar al de haber consumido LSD sintético, es menos nocivo, más rápido en hacer efecto pero menos duradero. Les compró el tiempo suficiente como para que Kaede se acercara a tocar el pie de Carl y la cabeza de Joseph al mismo tiempo; Deino levantó a Joseph del suelo y lo dejó dormir junto a su amigo, cubriéndolos con la misma cobija que le habían ofrecido hacía unos minutos atrás.
Kaede abrió el guardapelo de Lunatic y analizó el rostro de Origa, para después concentrarse y hacerlo propio; al vigilante se le escaparon algunas lágrimas, pero nadie más que él lo supo.
-Ahora intenta convertir algo en arena.- dijo Deino, después creció en la palma de su mano una rama de roble y se la tendió a la castaña que ahora poseía el cabello casi blanco, como la chica en la foto de la reliquia.- Ten, intenta con esto.-
Kaede la tomó y sólo con el contacto la rama se desvaneció entre sus dedos cayendo al piso, haciendo que después el viento se llevara aquellos granos de arena. Lunatic sintió como una sensación de orgullo le inundaba, pero se deshizo de ese pensamiento y se mantuvo objetivo; le tendió una prenda a la chica, una de cuerpo completo que sólo dejaba al descubierto la cabeza, algo parecido a un traje de buzo.
-Tendrás que usar todo el tiempo esto.- mientras Kaede (en el rostro de una joven Origa) la tomaba y examinaba cuidadosamente.
-¿Qué es?-
-Cuando tenía tu edad no podía controlar muy bien mis dones. Mi padre me obsequió esto antes de morir. Es un traje de cuerpo completo que aisla las células NEXT para que se contengan en tu cuerpo; podrás usar la habilidad de convertir objetos en arena si desprendes la abertura de la mano para tocar las cosas. Este traje es para que no te preocupes por que alguien te toque, ya que al estar tus células aisladas, no tendrán contacto con otras para imitar habilidades. Tu único punto vulnerable será la cabeza, no debes de permitir ningún contacto.- la chica asintió.- Póntelo y vayamos con Frank antes de que sea más tarde.-
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-Jason... ¿revisaste el reporte del inventario?- preguntó Frank desde su escritorio mientras daba un sorbo a su taza de café.
-Si, Maestro.- respondió el chico a su vez que revisaba algunos papeles sostenidos en una tabla de mano.- Al parecer los almacenes de todas las áreas tienen exceso de existencias. Nos llegan más cosas de las que podemos guardar.-
-¡Ésa mujer...!- dijo, maldiciendo por lo bajo.
-¿...Maestro?-
-Hace algunos años, en mis viajes para reclutar elementos para nuestra causa, me encontré a una mujer que decía haberse enamorado de mi. Una mundana humana que se ilusionó por los actos de una noche. Meses después de que mi hermano muriera me enteré que ella era la líder de una empresa, nada importante en ése momento. Ella ha estado financiando Ouroboros desde entonces, pero a cambio tengo que reunirme con ella una vez al mes. Es muy molesto, pero hasta que no podamos ser autosustentables...-
-No has cambiado, entonces. Usar a las personas para conseguir lo que el Creador desea... suena muy propio de ti.- dijo una voz familiar a la vez que abría la puerta dejando entrar a un par de rubios platinos.- El Creador te ha puesto un tablero de ajedrez gigantesco y has sabido aprovechar todas las piezas ¿Cierto?-
-¡Así es, Lunatic, amigo mío! El Creador tiene muchas formas de hacernos probar límites, es lo maravilloso de él.- decía mientras le daba un efusivo abrazo al vigilante, quien con un poco de culpa, lo devolvió de igual manera. Jason no perdió la vista de Kaede, viéndola con una mirada absolutamente gélida.- ¿Quién es la chica?-
-¡Oh, Maestro!- decía Deino con alegría.- Ella es una NEXT que encontré. Estaba desprotegida y la traje para que se nos una.-
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó prácticamente aullando el castaño Jason.
-Me llamo... Kae.- respondió la chica, un tanto nerviosa, pero intentando controlarse.
-Bien, Kae... ¿y qué te trajo hasta aquí?- preguntó Frank, mientras volvía a tomar asiento tras su escritorio.
-Mi familia... ellos...- decía nerviosa al tratar de inventar algo para el momento.- ...me maltrataban. Huí de casa y encontré a Deino.-
-¿Qué es ese traje que usas por dejo de las ropas?- espetó Jason al percatarse de que la chica no traía guantes nada más, sino que estos le seguían por todo el brazo y eran de la misma tela que tenía en el cuello. Con impresionante habilidad para improvisar, la chica contestó sin vacilar ni un momento.
-Mis padres pertenecían a un grupo de odio contra seres NEXT y cuando supieron lo que podía hacer, incendiaron mi recámara mientras dormía. Este traje sirve para cubrir mis quemaduras... mi piel llena de cicatrices.- dijo fingiendo tristeza.
-¿Y cuáles son tus dones?- preguntó con más interés el líder de la organización.
-Puedo convertir las cosas en arena, por eso fui capaz de apagar las llamas. Convirtiendo todas mis cosas en arenas para apaciguar el fuego.-
-¡Demuéstralo!- chilló el castaño. Frank le tendió la taza de café que bebía, Kaede desprendió la abertura del guante para dejar al descubierto la palma de su mano y con facilidad volvió el recipiente en aquel fino polvo color beige.

-¡Kae, eres más que bienvenida a nuestra causa! Incluso creo que hay otro sujeto por aquí que también convierte cosas en arena...- dijo el Maestro mientras le tendía la mano, ella volvió a acomodar el guante y estrechó la mano de Frank.- Ahora quítate el traje, como señal de mi confianza, voy a curarte esas feas quemaduras.- Kaede se frenó en seco y se le hizo un nudo en el estómago.
-Señor, de verdad no es necesario que...-
-No me respondas.- dijo Frank con una expresión gélida.
-Es que... estas cicatrices las llevo con un propósito.- fue lo único que atinó a decir la chica.
-¿Y cuál es?- preguntó ya irritado el Maestro.
-Me recuerdan el odio que le tengo a los humanos... piensan que son superiores por ser más numerosos que nosotros. Cada vez que las vea, me recordarán porqué estoy aquí, porqué tienen que ser exterminados... Maestro.-
-Niña... ¡te he subestimado! Tienes la pasión que se requiere para estar en las filas de la nueva legión del Creador. Dejaré tus cicatrices para que no pierdas esa vehemencia, pero quiero que sepas que cuando hayamos ganado esta guerra, si aun quieres hacerlas desaparecer, aquí estaré. Deino te mostrará las tareas que desempeñarás aquí, puedes retirarte.-
-Gracias, Maestro.- dijo Kaede haciendo una reverencia y retirándose junto con los dos hombres con los que llegó. Una vez que subieron a la planta principal y bien alejados de los oídos curiosos, la chica preguntó. -¿Salió bien?-
-¡Salió perfecto!- exclamó Deino con efusividad.
-Mantente en bajo perfil por mientras, encontraré la manera de avisarle a tu padre que estás a salvo.-
La chica tomó la mano del centinela y le dirigió la mirada de agradecimiento más sincera de su vida, y Lunatic al ver el rostro de su joven madre... le llegó a lo más profundo del corazón.
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::Bonjour, Heroes! Ahora que los diez están disponibles y la primera liga está completa, espero un buen espectáculo el día de hoy ¿Entendieron?:: Agnes se sonrió mientras hacía algunas indicaciones a sus trabajadores ::La situación es esta: hace once minutos, ocho ladrones sustrajeron una pintura del Museo Estatal. La obra está valuada en diez millones de Sternbild dólares. Se dirigen al complejo sur de la ciudad en un camión de mudanzas. Quiero la pintura intacta y a los ocho maleantes.::
::¡Si, señora!:: contestaron los diez al unísono.

Kotetsu y Barnaby se encontraban más tranquilos, pero no menos preocupados por la pequeña Kaburagi; el tigre se repetía que tenía que confiar en su hija, ya que por lo poco que habían hablado hace una semana, si la buscaba o faltaba a cualquier indicación que su pequeña le había indicado, lo más probable es que conseguiría ponerla en peligro antes que alejarla de ello.
Tampoco había sido sencillo para el conejo. Se esforzaba lo más que podía en centrar a Tiger, no dejarlo perder la cordura. Largas pláticas, noches en vela y varios litros de lágrimas fueron necesarios para poder aliviar un poco el sufrimiento de un casi desahuciado padre. Barnaby no se quejaba de ello, su preocupación por los Kaburagi era totalmente genuina; fue él quien habló con los demás héroes acerca de la situación. Les advirtió que cualquier intento por contactar de Kaede con cualquier miembro de la Primera Liga se tenía que manejar con suma discreción y rapidez.

::¡Regresamos con más de Hero TV! Los ladrones siguen huyendo por la Avenida Principal a toda velocidad, están armados y ya han conseguido inhabilitar a tres patrullas. ¿Les dejarán escapar con la pintura? ¡Fire Emblem es el primero en aparecer en la escena! Con eso gana 25 puntos. Aún con la velocidad de su vehículo, todavía falta bastante distancia para poder acercarse al camión de mudanzas.Vemos que el Apollon Trío son los segundos en unirse a la persecución, sumando 5 puntos cada uno. ¡Los cuatro héroes ahora van a la par y se acercan cada vez más al vehículo de los maleantes! ¿Qué estamos viendo? Las puertas del contenedor se han abierto... ¡y la pintura salió flotando como si nada! Vemos a la Leona Siniestra, Black Xiaji por detrás del vehículo del héroe de fuego, sigilosa cual sombra. ¡Ha recuperado la pintura! La novata está desacelerando para entregar la obra a las autoridades para después seguir con la persecución. ¡Los ladrones se han enfurecido y están disparando a los cinco héroes que los persiguen! Black Xiaji hace todo lo que puede por detener las balas... ¡Vemos a Rock Bison listo para embestir el camión unos metros más adelante, justo por en medio del puente colgante! Nadie del vehículo se ha percatado de esto, así que se dirigen derecho a la fuerza del toro... ¡Y se estrellan! ¡El camión se empieza a levantar por el impacto y amenaza con caer al mar! ¡Vemos que ha llegado Sky High, el Rey de los Héroes! Es bueno verlo en acción después de tanto tiempo de inactividad, como Origami Cyclone que no lo hemos visto hasta ahora. ¿Asistirá a la persecución de hoy? El Rey de los Héroes ha salvado la parte del contenedor con seis maleantes dentro, quienes han iniciado carrera en huir, pero la cabina del conductor y del copiloto aún están balanceándose en el precipicio del puente... ¡Y han caído! Esperen... una gran mano de hielo se ha formado de las aguas del mar y ha atrapado la cabina ¡Es Blue Rose diciendo su famoso lema! Aun así los ladrones no se han dado por vencidos y han huido sobre las aguas congeladas para tomar el puerto y perderse en la ciudad. Vemos que Origami Cyclone ha llegado y junto con Dragon Kid les van persiguiendo. En cuanto a los que iban en el contenedor, el resto de la liga les está siguiendo la pista. Cuando las cámaras puedan ubicar a los héroes, les traeremos más información hasta sus televisores, mientras tanto, volvemos al estudio.::
::¡Qué maravilloso que tengamos de regreso a la Primera Liga completa nuevamente! Y por supuesto, no se olviden de comprar la revista mensual "Monthly Hero" para enterarse de todas las novedades de estos héroes. Está confirmado que para el siguiente número habrá publicada una entrevista con la más reciente (y única por ahora) pareja de héroes: Black Xiaji y Golden Ryan. Un poco de la entrevista la podrán ver mañana televisada por este mismo canal y a esta misma hora, por otro lado...::

El Apollon Trío se encontraba siguiendo la pista de tres ladrones que habían escapado por entre callejones muy estrechos que se conectaban entre sí, llegando a una construcción pendiente; mientras Barnaby tenía activada la mejora de su visor le pareció ver algo a lo lejos, pero no era ningún ladrón... o humano. La sombra de Lunatic sólo se revelaba por una pequeña flama que ardía en su mano izquierda.
-Kotetsu... ¡Kotetsu!- llamó la atención del veterano, quien aunque estaba buscando señal de los asaltantes, notó la alarma en el tono de voz del conejo.- ¡Por ahí!- el moreno se percató de la llama azul y de quién la portaba.
-¡Ryan! ¿Puedes ocuparte de esto?- preguntó el tigre al príncipe de la gravedad, pero una voz detrás de él contestó.
-Nosotros nos encargamos. Yo también quiero puntos.- dijo Annie con una sonrisa, emergiendo de entre las sombras.- Vi fuego azul por allá... vayan por él.- asintió la chica con seriedad esta vez.
-Junior, viejo... tengan cuidado.- dijo Ryan, tomó la mano de Black Xiaji y se perdieron en la distancia.
Tiger y Bunny se dirigieron veloces pero cautelosos hacia donde se ocultaba aquella pequeña llama de color contra natura; pero a unos metros de poder estar los suficientemente cerca, la llama se escondió un poco más, como si quisiera ocultarse de cualquier ojo. Dejó de moverse cuando encontró un espacio sumamente obscuro, tan sólo iluminado por un gentil rayo de luna; un pequeño cuarto incompleto de la construcción. Uno en donde ninguno de los tres podría atacar.

-¿Qué haces aquí, Lunatic?- preguntó Barnaby, en una pose defensiva, aunque ya había notado la imposibilidad de un ataque.
-Tengo algo que decirle a Wild Tiger, bueno, más bien a Kotetsu T. Kaburagi.- el moreno se extrañó por esto pero no bajó la guardia, después de todo, aún recordaba la última vez que casi le mataba arrojándolo al vacío desde un zeppelin.
-¿Ahora qué quieres conmigo? ¿Me darás otro sermón de por qué tu estás bien y yo mal?-
-Esto es totalmente ajeno a nuestros principios, Kaburagi. Lo que voy a decirte... es preciso que no te alteres.- esto sin duda despertó la curiosidad de ambos héroes... y claro, con la advertencia, empezaron a sospechar del único problema personal que enfrentaban en aquel momento.
-¿Qué es lo que pasa?- preguntó Tiger, sumamente serio.
-Tu hija... ahora es miembro de Ouroboros.-

sábado, 22 de agosto de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 14: Hundiendo el cuchillo.

NDA: De nuevo, más abajo manejo contenido religioso. REPITO: No es mi intención ofender a nadie ni dar a conocer mi punto de vista en éste aspecto.
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Lo odiaba. Ahora sí, Nathan podía decir con toda seguridad que odiaba el alcohol y no lo querría consumir nunca jamás en su vida.
Recordaba que cuando finalizó la persecución de los ladrones que atrapó Black Xiaji, regresó junto con PaoLin, Karina y Antonio al gimnasio privado de Hero TV para seguir con sus actividades; recordaba también que Antonio quiso hablar con él, pero en vez de eso quedaron de verse al día siguiente por la noche en un bar discreto para poder beber algo sencillo y conversar sobre lo que había sucedido la vez anterior. Recordaba haber acudido a dicha cita y que Tonio ya lo esperaba en el lugar, también haber pedido un martini de manzana; recordaba que la plática se tornó en una discusión y haber salido del lugar molesto. Antonio le siguió, discutieron un poco más en plena calle (que para su suerte estaba solitaria) y por alguna razón, Nate accedió a ir a casa del toro que quedaba relativamente cerca del lugar. Siendo sinceros, ni siquiera podía recordar de qué tanto discutían, ni tampoco todo el camino del bar al departamento de Antonio; muchas cosas estaban borrosas en su memoria.
Recordaba haber aceptado varios vasos de whisky mientras que el toro también lo acompañaba en la bebida; también que después de otra charla que tampoco recordaba, Tonio se le acercó. Le venía a la mente cómo le había besado al principio con torpeza, que se fue convirtiendo en destreza y lascivia. Cómo las enormes manos del hispano iban apretando sus muslos de una manera exquisitamente pecaminosa, cómo con los labios aún ocupados desabotonaba la camisa del de ojos aceitunados, cómo intercambiaban caricias furiosas, cómo sucumbió ante las exigencias de su cuerpo... cómo habían cruzado la línea.

Todo eso era lo que Nathan Seymore recordaba, mientras se encontraba sufriendo una molesta resaca al mismo tiempo en el que se reincorporaba en una cama ajena a la suya, envuelto en sábanas color carmín y el héroe toro a un lado, durmiendo tan pesadamente que hasta juraría que se encontraba en estado de coma.
Mientras el cerebro de Nate intentaba terminar de procesar el escenario, se levantó del lecho y tomó la camisa del hispano para cubrirse con ella y dirigirse al baño; abrió las llaves del lavabo y lavó su rostro con agua particularmente fría. Quiso tratar de recordar la plática que habían tenido él y Antonio la noche anterior, querer recordar los antecedentes de lo que había provocado que terminaran en una situación mucho muy comprometedora, pero todo intento fue vano; no había nada completamente claro, o bueno... claramente se había excedido con el whisky, éso sí que era claro. La idea de una ducha con agua helada no parecía mala idea en aquel instante... ya después lo encararía y "tomaría al toro por los cuernos".
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Antonio tenía la buena fortuna de poder embriagarse cómodamente sabiendo que al día siguiente, no sufriría resaca alguna. Muy probablemente se debía a que su familia lo acostumbró a tolerar bebidas alcohólicas a una edad muy tierna; él provenía de un pueblo de costumbres y tradiciones muy específicas, y dar a probar el alcohol a niños pequeños era fundamental para que supieran que este tipo de sustancias existían en el mundo: para que cuando maduraran, ya entendieran plenamente que hay vicios en los que está permitido darse placer de vez en cuando o la posibilidad de perderse de por vida dentro de éstos. Claro que admitía que últimamente lo había estado haciendo más de la cuenta y que necesitaba relajarse un poco.
El héroe toro se revolvía entre sus sábanas, un rayo de luz muy tenue le iluminaba directo en el rostro indicando que ya había amanecido, y un rastro de calor reciente a lado suyo le hizo recordar la noche que había pasado. Pensó que Nathan se había ido ya, pero disipó rápidamente ese pensamiento cuando escuchó el agua de la regadera caer.

Bueno... lo hecho, hecho estaba y tenía que enfrentarse al hombre que se encontraba duchándose en el baño. Se levantó y sin molestarse en cubrir la desnudez de su cuerpo, se dirigió al sonido del agua caer. Justo en ese momento, el héroe de fuego se cubría de espaldas con una bata.
-¿Nate...?-
-Antonio... ¿qué está pasando?- el moreno volteó a ver al hispano con una expresión amarga y escéptica.- Quiero decir... no sé qué es lo que quieres de mí. Llevamos tantos años de conocernos y otros tantos de ser amigos, para que de repente estemos en esta situación y por ideas mías que no puedo ni siquiera poner en claro. Yo necesito saber... saber qué es lo que esperas de "esto".- el toro adoptó la misma expresión que el de los ojos rosados y se recargó de espaldas sobre el lavabo cruzando los brazos.
-Nathan, tengo que ser muy sincero contigo. Yo... no busco nada serio. Me conoces, soy una persona con amoríos de una noche.-
-Entonces... ¿Me estás diciendo que sólo se va a quedar en éso? ¿En sólo una noche?- preguntó el héroe de fuego con genuina curiosidad; tal vez también con un poco de preocupación y amargura, pero para nada reprochando.
-Estoy muy confundido, Nate. Hasta hace unas horas yo hubiera podido jurar sobre la tumba de mi madre que yo era completamente heterosexual. Es justo como te decía anoche...-
-Hablando de eso, tendrás que refrescarme la memoria porque no recuerdo la mayoría de las cosas que hablamos ayer...- admitió con un poco de pena.
-Bueno, te decía que a partir del primer beso que nos dimos al salir del Hero Bar, he estado pensando mucho en este asunto y por consiguiente, en ti. No has salido de mi mente durante estos días; por primera vez en mi vida, me vi deseando a un hombre, y lo que es más importante: a un amigo. No estoy seguro de poder... o querer establecer algo serio, una relación. De lo único de lo que estoy completamente seguro es de que me estás volviendo loco. Te deseo... deseo tu cuerpo.-

-Tonio, no sé si podré ser capaz de ser sólo algo... casual. Hay veces en las que siento la necesidad de ser parte de algo, de una relación... de tener a alguien esperándome al final del día y al revés.-
-No quiero exigirte más de lo que puedas brindarme. Yo lo entiendo...- Tonio recuperó su posición erguida y se dirigió a la ducha, se detuvo antes justo al costado de Nate.- ¿Te parece si luego de ducharme te invito el desayuno? Hay un lugar por aquí donde cocinan unos waffles muy buenos...- Nathan sonrió un poco por lo bajo y asintió.
-Gracias.-
Lamentablemente, cuando Antonio salió de la ducha, lo único que pudo encontrar fue el lápiz labial de Nathan estampado en una pequeña servilleta y su embriagador perfume impregnado por todo el lado izquierdo de su cama; el hispano se sonrió triste y se vistió.
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La noche ya había caído. Kaede había escapado del pueblo con tan sólo las pocas cosas que guardó en su mochila; tomó el primer tren que salía a Sternbild y gracias a las mejoras al sistema ferroviario, llegó a la gran megalópolis en sólo un par de horas. Cuando arribó a la gran terminal de la más aún gran urbe, se aproximó a un teléfono público para llamar a Odine, haciéndole saber que ya estaba en la ciudad para que fuera a por ella a la estación. No pasó mucho tiempo, ella lo esperaba a las afueras de la terminal sentada en una pequeña banca, con las luces de los autos, edificios, espectaculares y dirigibles a su alrededor; no recordaba que Sternbild fuera tan hermosa ni que realmente le hiciera honor al apodo que los pueblerinos tenían de ella, "la ciudad que nunca duerme". Ya había permanecido varias veces, claro. Estaban entre las más memorables: la vez que tuvo una presentación sobre la pista de hielo y Barnaby la rescató, la vez que escapó para ir a resolver el asunto de su padre, cuando fue inculpado por Albert Maverick, y cómo olvidar el incidente de la Diosa. Tal vez estar bajo estrés en todas aquellas ocasiones, no le permitieron admirar realmente la belleza de la ciudad; ciertamente en ésta ocasión tendría más estrés sobre sus hombros, pero sabía que era para una buena causa y eso le relajaba un poco... tenía que serlo.

-¿Kae?- preguntó el muchacho, a lo que la chica subió su mirada para ver a quien la llamaba. Era un chico realmente rubio, demasiado. De ojos grises e inocentes, cosa que le llenó de tranquilidad. Ella asintió para afirmar su identidad, pero el chico simplemente no podía dejar de ver sus inmensos ojos marrones. Se perdió en la mirada de la castaña mientras esbozaba una tierna sonrisa con una expresión perdida.
-¿... Odine?- la chica se mostraba un poco confundida pero divertida a la vez. La mirada del rubio de algún modo u otro, la hacía sentir especial; después de un momento, el muchacho reaccionó.
-¡Oh, si! Lo siento. Es que, nunca imaginé que fueras tan... bonita.- esto último lo dijo en un disperso suspiro, a lo que Kaede se sonrojó y bajó la mirada, aún sonriendo. -Bueno, ya que estás aquí, déjame presentarme. Mi verdadero nombre es Deino.- dicho aquello, le tendió la mano a la chica, quien iba a estrecharla con gusto hasta que recordó el pequeño detalle de que no podía tocar a ningún NEXT y retiró la mano rápidamente.-¡Lo siento! Había olvidado que copias las habilidades con el contacto.-
-Está bien, es solamente que creo que debo conservar las habilidades que tengo hasta ahora.- respondió la castaña mientras tomaba sus cosas.
-¿Qué poderes tienes ahora?- preguntó el chico mientras le retiraba con cuidado la mochila para no tocarla y así cargarla él.
-No recuerdo a quién fue, pero alguien en el pueblo me tocó y ahora puedo incrementar mis capacidades físicas.- respondió. Al principio dudó un poco, pero si le pedía una prueba de sus habilidades, no podía mentir con ello.
-¡Ah! ¿Cómo Wild Tiger y Barnaby Brooks Jr.?- preguntó Deino con mera curiosidad.
-Supongo que si, aunque no sé si sea igual de potente. Antes de eso, podía escupir ácido.-dijo intentando desviar el tema.
-¡Suena genial!-
-Si tu lo dices... en realidad era muy molesto. ¡Derretí la mitad de los cubiertos en casa!- exclamó riéndose junto con el chico, que se imaginó el gracioso momento; los dos se encaminaron entre pláticas y risas a la fábrica al oeste de la ciudad.

Deino en el camino, había hecho crecer entre sus manos un pequeño racimo de unas florecillas púrpuras llamadas heliotropos para brindárselas a la chica, quien se encontraba totalmente fascinada por los cariños y atenciones de aquel rubio ojigris.
A unos cuantos metros de entrar, Deino alcanzó a ver no muy lejos, a una figura bastante conocida que se posaba sobre algunos contenedores apilados en su papel de centinela, bañado por la luz de la luna. El rubio, emocionado, le hizo una señal a Kaede de que le siguiera a hablar con dicho vigilante, ella le acompañó pero la castaña (como casi todo aquel que tuviera un televisor) ya conocía la identidad de aquel sujeto.
-¡Lunatic!- exclamó Deino, a lo que el vengador nocturno dejó su papel de centinela y bajó con el muchacho y su compañía. Kaede se asustó un poco, sabía un poco de los altercados que Lunatic y Wild Tiger en el pasado y le guardaba un poco de rencor por ello. Por su parte, el de las llamas azules miró a la castaña fijamente, su máscara no permitía que se notara cómo sus ojos se tornaban grandes como un par de platos.-Permítame presentarle a Ka...-
-Kaede Kaburagi.- dijo llanamente sin vacilar, interrumpiendo a Deino.- ¿Has traído a la hija de Wild Tiger al centro de Ouroboros?-
-¡¿Ouroboros?! ¿Éso no se había extinguido junto con Maverick?- preguntó alarmada la chica.
-¡¿La hija de Wild Tiger?!- Deino se mostraba asustado, inclusive. Qué clase de error había cometido en traer a la hija de uno de los enemigos de su Maestro.- Espera... ¡Es verdad! Estuviste en el techo de Apollon Media el día en el que inculparon a Kotetsu T. Kaburagi de haber asesinado a Samantha Taylor, y que después se supo que él era... Wild Tiger.- decía el rubio con estupefacción, sin poder creer lo que decía.

¡Maldición! Debió pensar en eso, que la reconocerían rápidamente por aquel incidente. Pero ya se encontraba en una posición muy arriesgada, no podía huir aunque quisiera. Así que optó por otra opción: intentar convencerlos de que su causa era justa.
-Yo... no puedo permitir que eliminen a los humanos. Mi familia es humana, mis amigos son humanos... nosotros mismos fuimos humanos antes de descubrir que éramos NEXTs. Hay mucha bondad todavía en este mundo, y no nos corresponde decidir quién vive y quién muere sólo por haber nacido privilegiados con estos dones. Lo único que hay que hacer es propiciar un cambio, los héroes así lo están haciendo. Con sus poderes ayudan a quienes lo necesitan, y con eso la gente aspira a ser como ellos; los inspiran a ser bondadosos, ayudar a quien lo requiere, alimentar al hambriento, curar al enfermo, alegrar al deprimido. ¿Por qué no podemos ser parte de eso también?- decía la chica mientras temblaba un poco, hablaba ansiosamente, asustada de no poder hacerlos cambiar de parecer.
-Ves al mundo con ingenuidad, niña. No conoces el lado oscuro de la sociedad, que a este punto, es más bien una suciedad. Ouroboros no murió ni con Jake Martínez ni con Albert Maverick, se regeneró con su nuevo líder: Frank Martínez. Él tiene un claro objetivo, y es eliminar a nuestros parientes menos desarrollados, que lo único que hacen es retrasar el proceso de selección natural, destruir y contaminar la pureza de la voluntad del Creador. Thanatos los acogerá en su reino, porque él habla con la verdad...-
-¿En qué clase de Dios creen que les aprueba matar a tanta gente? Dios se supone que debe ser amor, un refugio para todos aquellos que en vida no lo tienen. Siguiendo tu lógica... ¿quién te ha dado el derecho divino de arrebatar las vidas que tu no has otorgado? Le estás robando a él. Lo que tu Dios te premiará hacer será ayudar, tener compasión, ser misericorde... ser humano.- Kaede se acercó a Deino, quien la miraba sorprendido y hasta con un poco de temor. La chica tocó gentilmente la mano del chico para copiar sus habilidades; después hizo crecer otro racimo de heliotropos para tendérselas a Lunatic.- Esta es la verdadera belleza de vivir, poder enseñarles a otros el buen camino. Ofrecerles una salida, ver las cosas hermosas que tu Dios nos pone enfrente. Yo se que algún día todos tenemos que morir, pero hay que hacerlo a nuestro debido tiempo, cuando hayamos visto la verdadera pureza de la vida. No podemos negarles eso a la gente, nuestro deber como individuos, seamos NEXTs o no, es y siempre será ayudar...-

"...  nuestro deber como individuos, seamos NEXTs o no, es y siempre será ayudar..." justo de la misma manera que su padre se lo dijo alguna vez, la pequeña castaña se lo repitió. Lunatic tomó las pequeñas florecillas para contemplar que todos estos años, él mismo había tergiversado su propia redención. Los criminales merecían morir, eso le quedaba claro, pero ¿la demás gente también? Su misma madre era humana, y aunque ya sufría de un cierto grado de locura, siempre había velado por él; le había cuidado, le había curado de enfermedades, le había educado después de viuda... tal vez nunca le perdonó el hecho de haber matado accidentalmente a su padre, pero aún así cumplió con su rol de madre hasta que sus capacidades físicas y mentales se lo permitieron.
Había más madres allá en el mundo, más padres, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos, nietos... todos esperando seguir viviendo con sus familias. La niña tenía razón: ¿Quién era él para negarles aquella vida? Su padre, antes de pasar por la crisis del declive de sus poderes, le había enseñado que hay que defender la vida de los inocentes a toda costa... y definitivamente, ya no pensaba hacer lo contrario.
Observó aquel racimo con recelo, después se hincó y puso una pequeña flor por encima de la oreja de la castaña y le habló en un tono muy suave.
-Sólo he escuchado a dos personas hablarme con tal pasión acerca de la vida. Tu has sido la tercera, y has tenido más éxito que tu padre y mi padre juntos. Así que voy a ayudarte. Thanatos habla con la verdad... pero yo sólo he escuchado aquello que me convenía.-
-¡Entonces yo también! Confiaré en ti, Kae... que siguen habiendo personas que nos acepten... que nos quieran.- la castaña se sonrió y abrazó a los dos hombres delante de ella con mucho cariño, pero sobre todo, agradecimiento.
-Gracias... de verdad.- dijo casi llorando.- ¿Podría hacer una llamada? Tengo que avisarle a mi padre que estoy bien.-
-No puedes decirle en dónde estás, Kaede. Si viene a buscarte... Frank tiene a su lado a un NEXT muy poderoso. Eso sólo podría salir mal, además de que nos descubrirían.- dijo Lunatic, a lo que la niña comprendió y suspiró.
-De acuerdo. Tan sólo le diré que estoy bien, que estoy protegida y que... que confíe en mi.-
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Después de tan estresante llamada con su padre algunas lágrimas se le escaparon, una sensación de culpa inundó sus interiores pero se repitió que era una buena causa y que los ayudaría a disolver al renacido Ouroboros; Lunatic por su parte se encontraba pensando en qué harían. ¿Cómo infiltrar a Kaede en Ouroboros? Nadie entraba sin antes pasar por el ojo de Frank, pero claramente, Martínez sabía la identidad de la hija de Wild Tiger. No sólo por la vez que Hero TV la filmó en la azotea de Apollon Media, sino por los expedientes del sistema de la televisora a los que accedía usando la cuenta de Albert Maverick.
Kaede quiso distraerse un poco con los nuevos poderes que había adquirido (cortesía de Deino), así que intentó hacer crecer un par de dientes de león en cada mano, pero lo que sucedió.... dejó en shock a los tres presentes, haciéndolos voltear a ver al mismo tiempo.

En la mano derecha, creció un hermoso diente de león, que se fue desintegrando progresivamente a causa del viento a las afueras de la fábrica; en la mano izquierda brotaba una majestuosa llama azul que se alzaba con pasión sin inmutarse del aire.
-Cuando nos abrazaste, fue a los dos al mismo tiempo... copiaste ambos poderes.- dijo Lunatic, había que decirlo, un tanto muy impresionado. Deino tenía una cara estupefacta, como si estuviera presenciando el nacimiento de un nuevo mundo o algo parecido.
Kaede se puso a experimentar, primero tocó al chico y creó un poco de césped en la esquina de un contenedor. Después tocó al vigilante y con fuego entre sus manos, quemó la contra-esquina del enorme artefacto. Convencida de lo que hacía, tocó a ambos hombres al mismo tiempo y así, de una de sus manos, creaba varitas de madera y con la otra las incendiaba, formando una pequeña fogata. Lunatic se irguió un poco y se le ocurrió un plan que podría funcionar para mantener a la castaña sana y salva.
-Deino, ve a buscar a Joseph y a Carl, que nadie te vea, sólo debemos saber en dónde están... Tengo una idea.-

sábado, 25 de julio de 2015

ONE-SHOT: Aquel hombre francés...

NDA: Pues acabo de terminar de ver Jojo's Bizarre Adventure (Todas las temporadas que sacaron xD ) y pues me enamoré de uno de los protagonistas. Como bien saben, Annie en "Su Majestad: Rey(na) de los Héroes" es un OC inspirado en mi y justamente está emparejada con Ryan Goldsmith porque me enamoré de éste rubio prepotente; en este Shot voy a hacer algo parecido con un personaje en particular de JJBA Stardust Crusaders. NO ES YAOI, sin embargo, espero que lo disfruten.
(Por cierto, estoy pensando en hacer otros Shots con un genderbend de Annie para que pueda ser yaoi :D )

ADVERTENCIA ANTES DE LEER: MUY PROBABLEMENTE ESTE RELATO VAYA A SER EXPLÍCITO EN CUESTIONES SEXUALES, ASÍ QUE LO CALIFICARÉ COMO R18+
R18+
R18+
R18+
(Si, usualmente lo más que llego a escribir es Chan, ni al Lemon llego en yaoi, pero pues en este Shot si voy a sacar todo lo reprimida que he estado. Además de que sé que pocas personas de verdad leen mi blog, así que serán ustedes público selecto xD )
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Nunca me he considerado una persona muy dada a la aventura, es más, creo que mi vida se basa principalmente en la rutina y en actividades planeadas con anticipación. Esta es mi zona de confort.
Sin embargo, hay veces en que esta vida llena de monotonía me aburre en exceso, y parte de mí me incita a hacer algo distinto, sentir el riesgo de que algo salga de control me divierte... sólo de vez en cuando.
Mi nombre es Anaksha Kjolsrud, o simplemente Annie. Actualmente tengo veinte años y vivo tranquilamente en un departamento que mis difuntos padres me obsequiaron hace dos años, bien ubicado en una tranquila zona de alguna gran ciudad occidental. Siempre he sido una persona muy solitaria, la gente no me desagrada, sin embargo prefiero estar por mi cuenta.

El dinero nunca me ha representado un problema, mis padres me dejaron un fideicomiso bastante generoso además de que hablo seis idiomas (así que nunca me ha faltado trabajo ni dónde conseguirlo).
Un día como cualquiera, me encontraba en el papel de Intérprete en una conferencia entre diplomáticos nacionales y franceses en la embajada de dicho país, durante el receso entre sesiones me dispuse a admirar la galería del salón principal; París se veía deslumbrante y hermosa. Claro que había oído reseñas y visto películas e imágenes que retrataban a dicha ciudad, pero había algo en aquel arte de las fotografías... algo que me hizo salir de aquella zona de confort mía.
Salí de la embajada francesa y sin molestarme de ir por algún tipo de equipaje, sólo revisé que trajera encima mis tarjetas de crédito, mi pasaporte, identificaciones y un poco de dinero en efectivo.
Empecé a sentir emoción y cómo la adrenalina iba recorriendo mi cuerpo a través de mis venas a medida que el taxi me acercaba al Aeropuerto Internacional: Definitivamente iba a comprar un viaje a Francia. No sentía miedo de aventurarme a un nuevo país, el lenguaje no era un problema tampoco lo eran mis recursos económicos, simplemente quise hacerlo.

Inclusive mientras estaba sentada en mi butaca del avión y la azafata se me acercaba a ofrecerme bocadillos, mi estómago estaba lleno... lleno de emoción, de sentido de explorar. Algo que pocas veces he sentido. Hacer las cosas sin pensar. Después de todo, un gran músico ya lo dijo: "La vida es eso que pasa mientras haces planes."
El viaje duró siete horas, incluso un poco menos de lo que esperaba; a diferencia de las personas con las que compartí el vuelo, yo no esperé equipaje alguno. Después de haber pasado por el interrogatorio de los agentes de aduana francesa, salí frenéticamente del aeropuerto a respirar el fresco aire romántico-europeo.

Era de noche, pero las noches francesas son de las más hermosas que alguna vez vi; luminarias, la ciudad cobra vida con un ambiente tranquilo y seductor. El transporte privado que tomé me paseaba por la urbe, como si estuviera presumiéndome las delicias de la ciudad.
-Mademoiselle, es usted extranjera ¿cierto?- preguntó en un tono muy suave el bien vestido chofer del vehículo. Podía ver su pulcro gorro por el retrovisor.
-Oui, Monsieur... soy de occidente.- fue cuando aquel hombre volteo a verme con mucha dulzura, sus ojos azules casi grisáceos me atraparon, dejé de verla Torre Eiffel a la distancia como si se tratara de cualquier otra construcción para concentrarme en sus hermosos ojos. Me sonrojé un poco y aparté la mirada lentamente, estoy segura que él se percató de ello.
-Très bien, mon chérie! En ese caso, ¿me permitiría invitarla a tomar un crème glacée en frente del Arc de Triomphe?-
-¿Un helado, eh? Me parece una estupenda idea.- asentí. No me di el tiempo de pensar si podría tratarse de algún engaño o de un hombre peligroso... ni me importaba. Este hombre se dirigía a mí con tanta ternura que cada una de sus palabras me parecían totalmente encantadoras, como si embelesara mis oídos con su voz e hipnotizara mi mirada con la suya.

Aparcó el auto, bajó a abrir mi puerta y a cerrarla después de que salí, y compró en un pequeño carrito un par de "Glace au Chocolat" artesanal, cruzamos la hermosa calle y nos sentamos en una pequeña banca frente al imponente monumento. El se retiró la gorra y la puso a un lado suyo, dejándome admirar su cabellera plateada, peinada en un curioso peinado que nunca había visto. Un poco extravagante y ostentoso, pero de alguna manera lo hacía lucir muy bien. Además de sus grandes ojos y elaborado peinado, el traje del hombre no podía disimular lo bien formado de sus músculos; un hombre que medía casi dos metros y así de atractivo no podía pasarme desapercibido. Mi estatura es de 178 centímetros, así que aunque la mayoría de los hombres que he conocido son tan sólo un poco más bajos que yo, encontrar a este sujeto me pareció todo una revelación.
-Mi nombre es Jean Pierre. Jean Pierre Polnareff.- me dijo con otra de esas encantadoras sonrisas. Cada vez me convencía de que este sujeto era un total y absoluto caballero, no sólo por sus modales, sino porque tenía el encanto propio de uno.
-Un placer, Monsieur Polnareff. Soy Annie Kjolsrud.- respondí intentando disimular mi emoción lo mejor que pude, a lo que me tendió la mano y yo la tomé, pero no la estrechó, sino que la acercó a sus labios para rozarla, mas no besarla. De nuevo: un ademán propio de un caballero.
-Sólo Jean Pierre está bien, Mademoiselle Kjolsrud.-
-En ése caso, sólo Annie... Jean Pierre.-
-Debo disculparme por mi atrevimiento, usualmente sólo me limito a llevar a mis clientes a donde lo piden... pero no podía dejar pasar la oportunidad de compartir un poco de tiempo. Dime ¿es tu primera vez en París?- levemente sonrojada por sus palabras sonreí por lo bajo.
-Así es, sólo decidí venir sin pensar en lo que haría cuando llegara.- me reí un poco por lo absurdo que sonaba, a lo que aquellos ojos azules se iluminaron.
-¿Entonces no tienes planes para mañana? Si no te importa, podría mostrarte la ciudad.- se me hizo un pequeño nudo en el estómago, y sin mostrar mi emoción por el plan asentí delicadamente.
-Sería muy amable de tu parte, Jean Pierre.-

Hablamos mucho en aquella hora, hablamos de gustos musicales, de nuestras culturas, de logros, de aventuras, aunque ciertamente él tenía más cosas que contar que yo. Era un placer escucharlo hablar, su voz era tan melodiosa y tan vivaz... tan apasionada. Cayó la madrugada rápidamente, y aunque queríamos seguir hablando, ya no eran horas como para hacerlo.
-¿Tienes en dónde quedarte, Annie?-
-No, ni siquiera traigo equipaje. Tengo que pasar a comprar algo de ropa.- reí de nuevo.
-Mi hermana menor tiene una casa de huéspedes. No es muy lujosa, pero tiene todo lo que podrías necesitar, además de que te sentirás en familia, te lo aseguro.- He de confesarlo, al principio no me sentía muy convencida, pero me compró cuando dijo "familia". ¿Hace cuánto que aquella sensación se había desvanecido de mi vida? Soy hija única, mis padres también lo fueron, y mis abuelos murieron antes de que naciera. Supongo que mi preferencia por estar en soledad lo había heredado en lugar de haberlo escogido.- La casa es de nosotros, nuestros padres nos la heredaron antes de morir, pero es muy grande para nosotros dos, así que le dimos otro uso.-
-De acuerdo, pero necesito pasar rápidamente a un supermercado.- ahí compraría todo lo que necesitaba: prendas básicas de mi talla (ya sin importarme demasiado el diseño), cepillo dental, dentífrico, jabón y algunas otras cosas.

-¡Sherry! ¡Estoy en casa! ¡He traído compañía!- entré a una casa muy grande, con puertas de madera de unos tres metros de alto. Dentro del lugar se sentía un ambiente tan cálido y afectuoso que casi me sentí abrumada.
-Deux anges arrivèrent? ¡Bienvenidos!- decía una chica muy delgada, de rasgos muy finos, con el cabello largo igualmente plateado mientras bajaba por las escaleras con los brazos abiertos, para después envolvernos a Jean Pierre y a mi en un cálido abrazo.
-Annie, quiero presentarte a mi hermana menor, Sherry.- le tendí la mano pero en vez de eso, me sonrió y me dio varios besos en las mejillas, después se alejó un poco como si estuviera admirando un maniquí o algo parecido.
-Oh, Vous êtes une beauté! ¿Te quedarás esta noche?- asentí con la cabeza mientras una gran sonrisa se me asomaba sin ningún disimulo. Realmente me encontraba feliz y me era imposible dejar de demostrarlo.- ¡Te daré la habitación del segundo piso! Es la más bonita, además de que tiene su propio baño con boudoir, se ve que te cuidas mucho y te gusta lucir hermosa siempre. En fin, Jean Pierre, muéstrale su habitación, yo iré por algunas toallas y mantas.-

-Perdona a mi hermana, pero es como yo. Ve a una chica hermosa y no pude contenerse.- Me sonreí más de la cuenta y me sonrojé levemente, agradecí el cumplido con cierta torpeza y fuimos escaleras arriba para encontrarnos con la habitación en la que me iba a hospedar.
-Te dejaré para que te familiarices con el espacio. Si tienes alguna duda, mi habitación está justo al frente, y la de Sherry está al fondo a la derecha. Buenas noches...- terminó de decir, como si se estuviera conteniendo de algo.
-¡Jean Pierre! ¡Espera!- exclamé a lo que se volteó con cierta rapidez, con una mirada expectante.- Gracias, has hecho por mi lo que nadie haría.- él bajó la mirada y se sonrió.
-Si me permites, creo que haré una cosa más...- yo sabía perfectamente por dónde iba la situación, sin embargo, actué cómo si no lo esperara.- ¿Podrías cerrar los ojos?- así lo hice y sentí cómo se me acercaba, aspiré su exquisita colonia, sentí la tela de su elegante uniforme de chofer con la piel de mis brazos, aquello me indicaba que estábamos a menos de cinco centímetros de distancia, pero aún así yo permanecí inmóvil, relajada, esperando aquello.- Perdona mi siguiente atrevimiento...-

Eso dijo, yo sentí su aliento acercándose a mi, y para cuando me besó, me sonrojé como nunca. Un violento rojo inundó mis mejillas, porque aunque fue un beso tierno y cariñoso... no pude evitar sentirme excitada. Me deshice rápidamente de ese pensamiento con vergüenza y seguí con aquel roce de labios. Su gran y firme brazo se enroscó alrededor de mi cintura, haciendo que mi cuerpo se pegara más al suyo, mis manos subieron a sus hombros para sujetarlos con delicadeza, haciéndole saber que lo que estaba haciendo me estaba gustando... y tal vez en exceso.
Otra característica mía es que nunca fui una persona muy emocional. Sino más bien, carnal; entonces este sujeto que me estaba besando ahora con pasión, que nuestras lenguas bailaban una insonora melodía... me estaba provocando. Mi cuerpo empezaba a exigirme contacto, pero estoy consciente de la sociedad en la que vivimos: no es bien visto que una mujer sucumba ante sus deseos carnales en los primeros encuentros (y menos en el día y a unas horas de haber conocido a la persona). Un debate se formó en mi interior: Una parte de mí pensaba "¿Qué más da? No vas a volver a ver a este hombre en tu vida. ¿Qué importa lo que piense de ti?" mientras la otra parte me decía "No lo eches a perder... tengo un presentimiento de que este hombre te cambiará la vida."
Me di cuenta de que no podía decidir a qué lado hacer caso, así que opté sólo por cortar el beso y con mi mano, tocar el pecho firme y pecaminoso de Polnareff y alejarlo un poco.
-¿Acaso voy muy rápido?- me preguntó con cierto temor, yo le respondí con ese mismo sentimiento.
-Si, así es. Pero el problema conmigo es que me gusta ir rápido... es sólo que no quiero que pienses mal de mí.-
-¿Te refieres a que piense que eres una chica fácil o algo parecido?- preguntó con una ligera sonrisa, pero totalmente serio.
-Si... no quiero que tengas esa imagen de mi, en especial el día que nos acabamos de conocer.-
-Oh, mon chérie... ¿cómo podría pensar yo eso? Incluso si tu me dijeras que quieres tener relaciones justo aquí y ahora, no podría. Creo que lo que más valoro en una mujer es su honestidad y su decisión, que sepa definir qué es lo que quiere y lo exprese con libertad.- me sonreí ligeramente, aliviada de escuchar esas palabras salir de la garganta de Polnareff.
-Pienso igual que tu, son cualidades que busco en todas las personas. Me gusta hablar claro y que me hablen de la misma forma.-
-Entonces, si yo te dijera que quiero pasar la noche contigo ¿Me aceptarías en tu cama?- me preguntó. Su expresión no denotaba lujuria alguna, sino más bien esperanza, como si estuviera esperando una buena noticia. Sus ojos seguían calmados y me miraban con la misma dulzura con la que hasta ahora lo hacía.
-Definitivamente lo haría.- respondí sin vacilar.
-En ese caso, supongo que eso haré.- dijo con una sonrisa más amplia, mostrándome sus blancos y perfectamente alineados dientes, a la vez que cerraba la puerta con llave.

Su mirada seguía igual, yo tomé su mano y decidida a que aquel francés no se me iba a escapar, lo invité con mis movimientos a tomar asiento al filo de la cama y sin pensármelo dos veces, me acomodé sobre su regazo. El subió sus toscas, grandes y bien formadas manos hasta mi cintura tocándome con firmeza; su nariz acomodó mi mentón hacia arriba para dedicarse a besar con suavidad mi cuello, lamió el largo de aquella curvatura y después mordió un poco de mi piel, aquello me hizo estremecer y soltar un pequeño gemido.
Deseaba que Polnareff disfrutara de mi cuerpo, que lo besara y tratara a su gusto. Sus labios bajaron lentamente, comenzaba a besar mi pecho y sus manos se deslizaban ahora por debajo de mi ropa, en un movimiento rápido y suave me despojó de la blusa que portaba; él seguía besando y lamiendo mi piel, sus enormes manos ocupaban la dimensión de mis senos mientras los masajeaba con dulzura. Yo iba bajando sus tirantes y desabotonando su camisa, Polnareff se la retiró, dejándome admirar aquel fornido y musculoso pecho, paseando mis manos por sus firmes pectorales.
Con ternura, bajaba los tirantes de mi sostén y hábilmente con una mano, lo desabrochó. Fue cuando sus labios se encaminaron sin dudar hasta mi pezón izquierdo, succionando de vez en vez, jugando un poco con su lengua y mordiéndolo suavemente. Aquello se sintió tan bien, que me acerqué más a él, como si buscara más contacto; cuando me moví pude sentir cómo su miembro palpitaba a través de la ropa, sentía una muy alta temperatura en su entrepierna. Él me miró, vio cómo me reprimí mordiendo mi labio inferior... cambió su boca a mi seno derecho, mientras con sus dedos jugaba con el izquierdo. Yo bajé mi mano ansiosa por sentir el palpitante miembro de Polnareff, lo acaricié por encima del pantalón y él soltó un leve gemido de su garganta.
Ya era suficiente, yo iba a morir si no hacía algo al respecto: lo empujé contra la cama para recostarlo un poco, su espalda no estaba completamente plana, se recargó sobre los cojines y me siguió mirando. Como si se tratara de un pequeño espectáculo, bajé mis pantalones de una manera algo provocativa, me di la vuelta y me incliné un poco para que pudiera tener una vista generosa de mis glúteos. Tuvo el efecto que quería, Polnareff lamió sus labios como si tuviera mucha sed. Me acerqué gateando sobre la cama hacia a él y terminé de desnudarle, lenta y provocativamente; desabroché la hebilla de su cinturón y comencé a bajar sus pantalones despacio, me miraba sonrojado. Acariciaba su miembro sobre su ropa interior, estaba tan caliente que casi quemaba; ya era demasiado juego previo... mi cuerpo me estaba demandando acción.
Metí mi mano por debajo de la tela que lo cubría y saqué el miembro de Polnareff de su confinamiento, una parte de mi se sorprendió... era enorme, ni siquiera mis dos manos juntas podían cubrirlo completamente. Comencé a masajearlo pasando mis manos por toda la longitud, él parecía disfrutarlo y yo me sentía cada vez más excitada por ser capaz de hacerlo sentir placer.
-Tu... realmente sabes lo que quieres, chérie.- me dijo con la respiración entrecortada.
-Y por eso, lo tomaré completo.-

Cuando terminé de decir eso, no esperé que hubiera ningún tipo de reconsideración y tomé la delantera. Mi boca se encontraba llena del palpitante miembro de Polnareff, lo masajeaba usando mis labios y mi lengua, lamía la longitud del falo con entusiasmo a su vez que escuchaba la respiración agitada del hombre. Después de unos minutos podía escuchar cómo me decía que se encontraba casi en su límite, así que seguí succionando y lamiendo con mayor velocidad y al cabo de unos segundos después, mi boca se llenó de su abundante semilla. Polnareff soltó un pesado suspiro, me miró y sonrió maliciosamente.
-Oh, mon amour. Ahora seré yo quien te haga sentir muy bien.- se levantó y en un movimiento rápido volteó mi cuerpo contra la cama. Se apoyó en sus rodillas, tomó mis muslos y me acercó a él, me sonrió por última vez y hundió su cabeza entre mis piernas. Su boca y su lengua estaban haciéndome voltear la mirada al cielo y soltar gemidos de placer, lamía, besaba y succionaba mi piel íntima con tal pasión y atrevimiento que, justo al igual que él, llegué al orgasmo en poco tiempo.
Me erguí y me encontré de nuevo con sus ojos, tomó mi rostro con suavidad y me acercó lo suficiente para besarnos apasionadamente; nuestras bocas se separaban sólo por momentos, me recostó de nuevo para poder posicionarse entre mis piernas y entrar en mi cuerpo, al principio con suavidad, pero después de unos momentos, Polnareff empujaba dentro de mi con demoledora intensidad. Nuestros gemidos y respiraciones entrecortadas seguían el ritmo de sus embestidas, entraba y salía de mí con pasión, podía sentir como su gran miembro palpitaba dentro mío y abracé su cadera con mis piernas.
-A-a-annie.- decía con la respiración irregular.- Vous êtes merveilleux... Annie!-
-Jean Pierre... Ne vous arrêtez pas, s'il vous plaît, vous êtes merveilleux.- le pedí, rogando que siguiera penetrándome con aquella intensidad. Aferré mis manos a su pecaminosa espalda, bien trabajada y muscular.
Él irguió su cuerpo apoyándose en las rodillas, puso mis pantorrillas a la altura de sus hombros y continuó con ese increíble movimiento de caderas que me estaba volviendo loca. Mis manos ahora se aferraban a las sábanas, la apretaba entre mis palmas y mis uñas casi rasgaban la tela.
Usando el mismo movimiento que Polnareff antes, volteé su cuerpo contra el lecho y me coloqué arriba de él, apoyé mis manos en su delicioso pecho y comencé a moverme de forma hambrienta.
Notaba como aquello le gustaba, su expresión cambió a una demasiado lasciva y sus manos ahora se paseaban, apretaban y golpeaban traviesamente mis glúteos, siguiendo el ritmo con el que me movía. Yo seguía moviendo con ansias mis caderas a lo que Polnareff se levantó, y mientras yo llevaba el ritmo de las estocadas, el besaba, succionaba y lamía mis pechos con desenfreno.
-Annie... Je suis proche.- me dijo mientras mordía uno de mis pezones, yo me encontraba en una especie de frenesí. Era incapaz de detenerme aunque quisiera, y a decir verdad yo también estaba cerca de culminar. Con ayuda de las manos de Polnareff que seguían acompañando mi ritmo en mis glúteos, aumenté la velocidad con la que me movía. Me abracé de su cuello mientras mis gemidos iban directamente hacia su oído izquierdo.
-Jean Pierre... ¡Jean Pierre!- grité su nombre cuando sentí mis sentidos falsear ante el inminente orgasmo que tuve y un líquido caliente invadió mis interiores, él soltó un brusco gemido intentando pronunciar mi nombre sin éxito. Mientras eyaculaba en mis adentros me abrazó con fuerza, una mano invadía casi la totalidad de mi espalda y la otra se aferraba a mi glúteo derecho.

Moví mi cuerpo unos centímetros para atrás para permitirle salir de mí y sentarme en las suaves sábanas, viéndolo con un poco de sonrojo en mis mejillas. El puso sus manos alrededor de mi cintura, yo toqué su marcado abdomen y después su pecho; recargó su cabeza en mi hombro y soltó un pesado suspiro.
-Ce fut magique... fue simplemente magnifique, chérie.-
-Oh, Jean Pierre, me sentí como nunca...- dije abrazándolo, me sentía aliviada y satisfecha.- Acompáñame en una ducha ¿quieres?-
-Mon amour, te lo haré de nuevo bajo el agua y ya después nos asearemos como es debido.- dijo reincorporándose mientras me tomaba de la mano. Él sonreía y yo solté una risa divertida: me parecía una idea perfecta.
Al cabo de otra media hora que estuvimos en el baño, pude escuchar como llamaban a la puerta; seguramente debía de ser Sherry y no sabía cómo mirarle a los ojos. Sentía un poco de vergüenza, no por haber hecho lo que hice, sino de en dónde lo hice. Además de que no habíamos sido precisamente muy discretos respecto al volumen de nuestra voz. Polnareff salió a atender la puerta, cabe decir que no se vistió, simplemente salió de la ducha escurriendo un poco de agua y quitó el seguro de la puerta.
-Oh mon Dieu, Jean Pierre! Eres un desvergonzado.- dijo divertida la esbelta muchacha mientras entraba a la habitación y me veía a través de la puerta del baño que seguía abierta. Claro, yo igual estaba desnuda y no tenía con qué cubrirme.- Perdona a mi hermano, es un poco tonto. Al parecer no recordó que venía a traer las toallas para el baño.- me decía con una sonrisa, sin inmutarse ni un poco; como si aquello fuera lo más normal del mundo. Me sorprendí bastante, pero ya que ambos parecían totalmente cómodos, me uní a su humor, ella compartió unas cuantas risas más y dejó la habitación cerrando la puerta tras de sí.
-Eso fue... inusual.- repliqué un tanto divertida.
-Así somos nosotros, nos tenemos demasiada confianza. Mucha gente lo consideraría una desfachatez, pero aquí dentro de casa podemos ser nosotros mismos. Sherry y yo sabemos muy bien cómo y cuáles son los prejuicios que existen allá fuera.-
-Siendo tan encantador como eres, tampoco me sorprendería que trajeras a muchas chicas aquí.- dije y ambos nos cubrimos con las toallas que la chica había traído.
-Bueno, en realidad no muchas...- contestó riendo y yo correspondí.- Siendo sinceros, no es que considere un mujeriego. Simplemente me gusta disfrutar mi vida y sus placeres... las mujeres me vuelven loco, cherie.-
-Me pude dar cuenta.- respondí sonriendo y bajando la mirada sonrojada, notando la forma en la que me miraba.- Diría que yo... yo soy una persona fácil de complacer. Me gustan las cosas sencillas, sin complicarme demasiado. Me gusta hacer esto con quien me sienta atraída, aunque claro, mucha gente piensa que soy una mujerzuela sólo por disfrutar del sexo. Dicen que así no encontraré a nadie con quien compartir mi vida, pero yo se que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Busco la felicidad y no me martirizo por ello.-
-¡Oh, Annie! Hay sentido en tus palabras. Y si tu y yo saliéramos, como pareja me refiero... ¿Estarías bien con que yo me acostara con otras mujeres?- dijo seriamente. Su boca esbozaba una muy sutil sonrisa y supe que iba totalmente en serio, sin embargo su pregunta merecía ser contestada con una buena respuesta, no con otra pregunta como lo pensé.
-Jean Pierre, si tu me dijeras claramente desde el principio que quieres seguir durmiendo con otras mujeres, yo lo aceptaría. Yo te diría que yo dormiría entonces con otros hombres. Pero a mi me importa más la honestidad que la fidelidad... para mi modo de ver, la fidelidad no siempre va de la mano con el amor, y no por eso significa que no lo haya.- él se sonrió ampliamente y me dedicó de nuevo una de sus tiernas miradas.

-Hace un rato me decías que te gustaba ir rápido ¿no es verdad?-
-Así es... mi vida está llena de rutina y ya no suelo disfrutarla. Quiero hacer ahora algo completamente fuera de mis planes...-
-Entonces ven a vivir conmigo. Vives sola y no hay nada que dejes atrás... ¿o si?- y vaya que Polnareff tenía razón. No había nada por lo que regresar, no tenía amigos, sólo conocidos; mi departamento no tenía vida mas que la mía y si quisiera, podría dejar de trabajar. La única razón por la cual laboraba era porque tenía demasiado tiempo libre.
-¿Y si digo que sí?-
-Bueno, mi hermana te adora... y podríamos empezar a salir como se debe.-
-Entonces invítame a una cita mañana y te aceptaré la oferta.-
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Recuerdo que así fue como lo conocí. En un viaje encaprichado a Francia conocí a Polnareff y decidimos que haríamos vida juntos. Compramos un espacio junto a la casa y pusimos una pequeña cafetería, Sherry ahí conoció al que después se convertiría en su esposo, con quien años más tarde, criaría a dos adorables niños. Jean Pierre y yo decidimos que la alegría de los hijos de Sherry eran toda la energía infantil que necesitaba la casa y no tuvimos ninguno.
Todo pasó increíblemente rápido, pero incluso ahora, treinta años después, ninguno de los dos tiene arrepentimientos de ninguna índole; la gente seguía hablando de nosotros, decían que por haber empezado como lo hicimos nuestro amor se esfumaría tan rápido como llegó. Dejamos que las personas hablaran a su gusto, porque Polnareff y yo no teníamos nada que escuchar. Éramos felices uno con el otro y era lo único que necesitábamos.
Y será lo único que necesitemos durante los años que nos queden de vida...

                                      ....:::::Fin.

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NDA: Ok, eso fue super raro para mí, JAMÁS había escrito material erótico explícito xDDDD
Pero bueno, espero que les haya gustado, y si no, en realidad no me interesa xD Con lo demás sí tomo mucho en cuenta sus opiniones pero esto fue algo que de verdad me salió del alma y me importa muy poco que les agrade o no (Lo lamento, hoy ando muy hater xD)

domingo, 5 de julio de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 13. Las apariencias engañan.

-¡¿Sabes cuánto tiempo tardó en difundirse tu foto?! ¡Cuarenta minutos! ¡En cuarenta minutos todo Sternbild ya sabía quién eras!-
-Anick, por Dios. Cálmate un poco.- dijo Annie, intentando tranquilizar un poco a la casi iracunda CEO de SkullBunny.
-¿Cómo quieres que me calme? ¡Hiciste justo lo que te dije que no hicieras!- aulló prácticamente mientras daba vueltas desesperadas por toda su oficina (decorada en un estilo muy gótico y con remaches metálicos por doquier). Anick Lomawien era una mujer sumamente explosiva, un tanto visceral, con un muy mal genio y una voz particularmente chillona, lo que hacía que sus reclamos sonaran aún menos agradables de lo que ya eran.
-Se puede utilizar la misma estrategia que en Apollon, ellos luchan exhibiendo su cara; podríamos hacer lo mismo pero reservándonos mi verdadero nombre. Tampoco es como si yo tuviera familia a quien pudieran atacar, esto se puede...-
-¿Solucionar?- preguntó la jefa mientras veía con desespero a Annie, quien trataba de restarle importancia al asunto. Anaksha sólo trataba de ser paciente con las quejas sumamente exageradas de su jefa, conteniéndose lo suficiente como para evitar golpearle justo en la cara.- ¡Ya me tienes harta! ¡Has estado aquí sólo un breve tiempo y tengo crisis departamentales a cada momento! ¿Sabes el lío que hay en Administración por esto? ¡Todo por tus malditos escándalos!-
-¡Si soy un tamaño problema, entonces no entiendo para qué demonios me contrataste! ¿Sabes cuánto dinero te estoy haciendo ganar con mi "maldito escándalo"?- la semi pelirroja perdió los estribos por un momento y contestó en un tono muy altanero, siseando con desdén desde su superior estatura. Ella era más de la idea de respetar y estar agradecida con el empleador, pero esta mujer sabía sacarla de quicio, así que utilizó un poco de la "actitud empresarial" de Ryan (una que denotaba "Quiéreme o tírame").- Las ventas de SkullBunny en cuanto a la nueva línea de ropa se están disparando. Vi unos informes en el piso de abajo en donde mandaban a re-lanzar la producción de esta temporada con urgencia, aquella de la que YO soy responsable de promocionar. Te estás echando en el bolsillo algunos millones gracias a mí, así que podrás cuestionarme lo que quieras, pero parece que mis técnicas de ventas son mucho más efectivas que las tuyas.- dijo dándose la vuelta, finalizando con la discusión.
-Anaksha, no me dejes con la palabra en la boca... ¡Anaksha!- le gritaba Anick queriéndole obligar a que se quedara, pero la novata no hizo caso y salió azotando la puerta tras de sí.

Al cabo de un rato la chica salió a caminar un poco, la gente la empezaba a reconocer y se vio en la situación de complacer a algunos fanáticos con fotografías y uno que otro autógrafo; la Leona Siniestra ya comenzaba a ganar bastante popularidad y se sentía algo abrumada por ello. No sabía ser el centro de atención, toda su vida la había pasado en bajo perfil; estaba acostumbrada incluso a que la gente la evitara por su manera de vestir. También sucedía que en los conciertos de su banda le costaba trabajo asimilar el hecho de ser seguida con las miradas de las personas; necesitaba consejos rápidamente, así que acudió con quien siempre lo hacía. Segura, sintió que su novio sabría disipar sus dudas sobre este mudo del que aún era muy inexperta.
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-La buena noticia es que estás en boca de todos, Ryan. Apollon está teniendo muchísima publicidad gratis por esto. La mala, es que muy seguramente voy a tener que reunirme con esa horrenda mujer para ver a qué acuerdos llega la compañía con SkullBunny.- decía el CEO Alexander Lloyds con un ademán un poco irritado por esto último.
-No me imagino el regaño que le debe de estar dando su jefa...-
-Y no es para menos, siendo sinceros. Deben de estar ganando igual o más dinero que nosotros, pero controlar la situación en cuestiones administrativas y de publicidad debe de estar siendo el infierno terrenal para ellos.-
-Míralo de este modo: con la atención y el dinero que ganan por cada segundo que pasa, sus honorarios por las horas extras que se queden laborando van a ser bastante generosos.- dijo con una sonrisa, mientras tomaba asiento frente al escritorio del jefe.
El señor Lloyds tomó el control remoto de la pantalla de plasma y sintonizó todos los canales: noticieros, programas de chismes, shows de entrevistas y demás.
-En todo... ¡Están en todo! No me sorprendería que de un momento a otro estén sacando cajas de cereal con sus rostros plasmados en ellas.-
-Agnes debe de estar graciosísima justo ahora...- dijo el Príncipe de la Gravedad Errante, pensando en voz alta, más bien.
-¿Por qué lo dices?- preguntó Alexander curioso.
-Apostaría a que debe de estar furiosa porque esto se le haya salido de las manos, pero al mismo tiempo más feliz que un niño en navidad por toda la popularidad que esto está teniendo. Ya la puedo imaginar... saboreando todo ese rating.- dijo para romper a reír, a lo que el CEO lo acompañó de una breve carcajada cuando el intercomunicador del teléfono sonó.
::Señor, Black Xiaji está en el edificio. Solicita ver a Golden Ryan.:: dijo la gentil voz de la recepcionista. Ambos hombres en la oficina parecieron sorprendidos, así que dejaron que la curiosidad fluyera y dieron rienda suelta a la investigación, mirándose uno al otro con cierta complicidad.
-Envíala a mi oficina.-

-Buenas tardes, Señor Lloyds, con su permiso.- dijo Annie mientras abría la puerta de la oficina de la cabeza de Apollon Media.- ¡Ryan! Hola.- dijo al notar la presencia del héroe con una sonrisa en el rostro. El Príncipe de la Gravedad se acercó a recibirla con un discreto beso y la tomó por la cintura en lo que la invitaba a tomar asiento frente al escritorio del jefe, quien le tendió la mano para saludarla.
-Anaksha, qué bueno conocerte al fin. Ryan me ha hablado mucho sobre ti.- dijo con una sonrisa.- Espero que no te incomode estar en mi oficina, pero quería hablar contigo y con Ryan un poco sobre algo.-
-Ya puedo suponer de qué...- respondió la chica con una sonrisa melancólica y bajando los hombros.
-Oh, descuida. Yo no voy a regañarte ni nada parecido, me parece que con Anick ya tuviste suficiente, aunque no me explico como es que la has soportado tanto tiempo.- se cuestionó, a lo que la chica hizo una mueca que denotaba un poco de preocupación, y ni Lloyds ni Ryan lo pasaron por alto.
-En realidad... no lo hice.- dijo suspirando pesadamente.- Me temo que hoy me desesperé más de la cuenta y tuve una discusión con ella, incluso salí del edificio mientras ella seguía discutiendo y gritando. Me siento un poco mal por ello, pero no iba a poder controlarme si me quedaba...-
-Conozco a Anick Lomawien desde hace algunos años y jamás me agradó su actitud, por eso pocas veces Apollon Media accedió a distribuir la música de sus sellos discográficos. Por otra parte, tengo que admitir que me sorprendió que de un momento a otro decidió involucrarse en el negocio de los héroes, ella siempre trató de mantenerse alejada de eso; una vez la escuché decir que la idea de los héroes le parecía "banal e hipócrita". Supongo que vio el potencial de ingreso que este negocio representa.-
-A mí también me tomó por sorpresa que me contrataran tan de repente...- confesó la semi pelirroja.
-A propósito de ello, me gustaría hablar con ustedes dos de algo; esto es tan sólo una idea en proceso que me gustaría que se realizara la próxima temporada.- ambos héroes delante de Lloyds asintieron mirándose con curiosidad y se dispusieron a escuchar.- Ustedes saben que los contratos de los héroes con las compañías y patrocinadores se renuevan cada año dependiendo de la eficacia de los mismos ¿Cierto? Bueno, pues me gustaría que Annie dejara SkullBunny para la próxima temporada.-

Ryan y Anaksha abrieron los ojos tanto como pudieron, estaban entendiendo perfectamente lo que Alexander Lloyds les estaba queriendo decir. La chica que seguía sin poderlo creer, quiso preguntar algo:
-¿Para que yo pueda...?-
-Unirte a Apollon Media. Seríamos no sólo la primera empresa que implementó la idea de los dúos y tríos de héroes, sino que hasta podríamos patentar el concepto del primer equipo de héroes. El Apollon DreamTeam.-
-Whoa! ¿Es en serio?- preguntó el rubio, quien tenía la expresión más sorprendida de todas.
-Ya le he planteado la idea a Agnes y nos dio luz verde, aunque aún hay que hablarlo con Barnaby y Kotetsu. ¿Qué dices, Anaksha? ¿Te unirías a Apollon el próximo año? Saito te hará el mejor traje que podrás tener y estarás reunida con tu novio y amigos; y no es por presumir, pero yo no grito tanto como Anick.- dijo feliz Alexander Lloyds, riéndose de lo último. Annie se levantó del asiento con una sonrisa que iluminaba toda la habitación y esta vez, ella le tendió la mano al CEO.
-Señor... ¡Sería un honor!-
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-...te lo juro, me siento como la basura más grande del mundo. No merezco ser su hija.-
::Va a perdonarte, lo presiento; con lo que me has contado, se nota que te quiere muchísimo.::
Kaede había estado los últimos días recluida en su habitación, salía a la escuela y regresaba directamente a su hogar, sólo salía de su cuarto para lo estrictamente necesario. Sentía mucha vergüenza con su abuela y con su tío por cómo reaccionó cuando su padre le confesó estar teniendo un romance con su amor platónico. Y claro que sentía aún más vergüenza de hablar con su progenitor; varias veces cogió el teléfono pero sólo lo miraba, incapaz de poder hacer algo. Barnaby le atraía muchísimo e incluso ella misma sabía que sólo se quedaría en un cariño unilateral; aún así tenía la esperanza de que, por ser el compañero y amigo de su padre, ella pudiera tener una oportunidad de salir con el conejo. Después de todo... ¿la esperanza se pierde al último, no es así?

Desde hace algún tiempo, o para ser más precisos, unos dos meses después del incidente de la Diosa en Sternbild, Kaede había conocido a un chico en línea; tal vez unos cuantos años mayor que ella. Se toparon por casualidad en una página de conversaciones anónimas y parecieron llevarse tan bien que intercambiaron números de teléfono y desde entonces se comunicaban casi todos los días. El chico conocía a Kaede con el sobrenombre de "Kae" y ella a él como "Odine".
El tal chico Odine, sabía de los muchos problemas que tenía la chica, pero no a detalles completos, obviamente. Tan sólo sabía que su padre había empezado a salir con el sujeto que alguna vez ocupó un rincón en el corazón de la chica. Pero algo más había entre ellos, algo que los unió en momentos de solidaridad y empatía: ambos eran NEXTs. A Kaede se le había escapado mencionarlo en un momento de descuido y el interlocutor se emocionó al responder que él también lo era.

-Y justo ahora no sé qué hacer... me da mucha vergüenza estar aquí. No puedo ver a nadie a la cara.- se lamentaba la niña, mientras contaba sus preocupaciones a Odine, quien estaba al otro lado del teléfono.
::Se me ocurre algo... pero tal vez pienses que estoy loco.::
-Justo ahora soy toda oídos.-
::Ven a vivir conmigo a la ciudad. Hay un refugio para personas NEXTs en un lugar seguro y discreto.::
-¡Claro que estás loco! No puedo dejar mi casa... jamás me lo perdonarán.-
::Kae, porque te quiero... necesito que vengas. Con tus habilidades NEXT, el Maestro les puede ofrecer a ti y a tu familia seguridad.::
-¿Seguridad... de qué?- preguntó la castaña con un poco de escepticismo.
::Algo grande se avecina, Kae. Los NEXT que estamos refugiados aquí estamos formando un pequeño ejército para derrocar a los humanos..::
-¡No todos los humanos son malos! Se que tus padres te abandonaron desde muy pequeño al temer a tus poderes, pero hay personas buenas...-
::Lo sé, por eso te digo que el Maestro puede ponerte a ti y a tu familia a salvo.::
-¿Quién es el maestro?-
::Ven a Sternbild y averígualo tú misma.:: dijo divertido ::Lo siento Kae, tengo que irme. Hazme saber si contamos contigo.::

¡¿Pero qué demonios?! ¿Un ejército de NEXTs? ¿Los héroes sabrían de esto...? ¡Claro que no! Si así fuera ya habrían hecho algo al respecto. Era claro lo que Kaede tenía que hacer, tenía que alertar a la Primera Liga sobre esto. Pero... si lo hacía... sabrían que ella tiene una conexión cercana con ellos; tal vez si decía algo, todos los seres queridos de todos los héroes se verían afectados.
Kaede ya no quería causar más problemas, pero quizá causar problemas era la mejor forma de solucionarlos.
Decidió que se redimiría con su padre, que compensaría todas las heridas que le provocó aquel día con el filo de sus palabras; se disculparía de una forma en la que no hubiera modo de que le dijeran que no. Ya no decepcionaría más a su padre... nunca más.
Una mezcla de arrepentimiento, frustración, convicción y escepticismo inundó sus interiores al mismo tiempo en el que vaciaba algunos cajones de ropa para guardarla en una mochila mediana; comprimió tantas prendas como pudo, contó el monto de sus ahorros y se sentó a escribir una carta:

"Querida familia:
Perdón por irme así de la nada y en medio de la noche, he cometido muchos errores y los quiero enmendar. He dejado mi teléfono celular pero yo encontraré la forma de comunicarme con ustedes en cuanto pueda. Voy a estar bien, voy a un lugar seguro con gente de confianza pero por el momento no puedo decirles a dónde me dirijo.
Abuela, tío... no se  preocupen, por favor. No quiero causar más problemas a nadie, pero tengo que componer el lío que he causado. Si papá llega a leer esto... díganle que lo lamento, y a Barnaby también.
Estuve completamente fuera de lugar, ahora lo puedo ver. Desde que mamá murió, él jamás había visto con ojos de amor a otra persona; mantuvo un duelo durante tanto tiempo, que fue tan injusto de mi parte...

... quisiera decirle que lo lamento. Que lo lamento tanto. Decirle esas cosas estuvo muy mal, y me da gusto que por fin pueda compartir una vida con alguien que ama. Lamento que haya tenido que pasar esto para yo poder comprenderlo como ahora lo hago. Y me lamento muchas cosas más, pero no basta con ello; tengo que hacer algo al respecto. Por eso me voy, porque necesito enorgullecer a mi padre, necesito ser digna descendencia de Wild Tiger.
Los quiero a todos, pero esto es algo que debo hacer.
No me guarden rencor.
Los ama, Kaede."

-¿Entonces dice que encontró la nota sobre su cama?- preguntó Barnaby por teléfono a la desconsolada abuela, Anju Kaburagi. Kotetsu después de haber escuchado el texto de la carta, tuvo un ataque de nervios y corrió directo al baño para abrazar al inodoro y devolver el contenido de su estómago.
::Así es... encontré la nota hace unas tres horas, pero no les avisé de inmediato porque Muramasa salió a buscarla por todo el pueblo con la esperanza de encontrarla, pero no lo hizo. También llamamos a las casas de sus amigos y a los hospitales; no quise reportarla a la policía por que Kotetsu puede hacer más que las autoridades locales...  y justo ahora no sé qué hacer, no sé a dónde se dirige... no se si está a salvo.:: con esto, la anciana rompió a llorar.
-La encontraremos, no se preocupe. Estará sana y salva; justo ahora si no se ha topado con otro NEXT, tiene nuestros poderes. Nadie le hará daño.-
::Y además a estas horas de la madrugada... Barnaby, no dejes que le suceda nada.::
-Ella estará bien. Vamos a empezar las investigaciones lo más pronto posible.-
::Confío en ustedes para ello, pero ahora me refiero a Kotetsu. Él... no tiene estómago para esto, tienes que mantenerlo cuerdo... guíalo por el buen camino, no dejes que la desesperación lo sobrelleve.:: dijo la abuela, a lo que el conejo sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sintió un poco de temor al imaginar a Kotetsu en un estado irracional, así que le prometió a la madre de su amante y al él mismo que haría todo lo que estuviera en sus manos para ayudar al tigre. Ahora todos los Kaburagi se habían convertido en su familia, y no iba a permitir que ninguna situación los desquebrajara.

Kotetsu, por su parte, se levantó cuando sintió que su estómago no tenía nada más por devolver, enjuagó con un poco de agua su boca y cara para después correr a vestirse con un par de pantalones y una camisa, tomar sus llaves y celular; salió muy apresurado atravesando su hogar hasta la puerta, seguido de cerca por Barnaby, quien se vistió con asombrosa rapidez al ver la ansiedad del tigre. El moreno salió olvidando cerrar la puerta tras de sí. Fuera estaba oscuro como boca del lobo intensificando el malestar del ambiente, la luna era apenas visible como un creciente delgado en el cielo y con la prisa en el andar del veterano, éste se tropezó con una piedra cayendo de rodillas.
No se levantó, se quedó ahí contemplando su miseria, imaginándose hasta los más descabellados escenarios de peligro para su pequeña niña. Barnaby se abalanzó a abrazarlo gentilmente por la espalda.
-Kotetsu... va a estar bien.- el moreno lloraba ahogadamente al mismo tiempo que le costaba trabajo respirar. Sentía como si sus pulmones hubieran colapsado y estuviera a punto de hiperventilarse. Se volteó con Bunny para verle directo a los ojos y lo tomó de los hombros con leve brusquedad.
-¿Me ayudarás... a encontrar a mi hija?- articulaba con trabajo mientras las lágrimas escurrían de su rostro cayendo al piso, mojándolo.
-Ella es mi familia ahora, no dejaré que nadie lastime a mi familia. La vamos a encontrar... la vamos a encontrar.- decía el conejo, mientras abrazaba ansiosamente la cabeza del veterano asintiendo con cierto nerviosismo. Así estaban encontrando cierto consuelo uno en el otro, ahí, en medio de la abandonada calle a aquellas horas tan tardes que podrían ser tempranas a la vez, cuando el celular de Kotetsu sonó. Ambos hombres se espabilaron rápidamente y Tiger contestó de inmediato.

-¡¿Kaede?! ¿Eres tu?- preguntó casi gritando.
::Si, papá... lo siento.::
-¡¿Estás bien, hija?!-
::Papá... yo se que no puedo pretender nada de ti. No estoy en posición de hacerlo, pero necesito pedirte un favor.:: la voz de la niña estaba apagada y triste, además de que sonaba como si quisiera que nadie más la escuchara.
-¡Dime dónde estás, por favor! ¡Iré por ti de inmediato!- pidió el asustado padre ignorando casi por completo lo que su hija le acababa de decir.
::Eso es lo que tengo que pedirte... no me busques ni me reportes como desaparecida. Yo me comunicaré contigo, por ahora no puedo decirte en dónde estoy, pero te aseguro que estoy a salvo.::
-¡Kaede! ¡Por favor, hija! ¡Regresa a casa...!- la chica al otro lado del teléfono comenzó a llorar un poco al escuchar cómo su padre clamaba por ella. Barnaby al ver que la desesperación empezaba a adueñarse casi por completo de Kotetsu, le retiró el teléfono con delicadeza y le dio un suave beso en la frente, cosa que tranquilizó sobremanera al moreno.
-Kaede, soy yo, Barnaby. ¿Estás bien?- preguntó disimulando perfectamente la preocupación que él mismo también acarreaba.
::Si, Barnaby... necesito que por favor no me busquen por ahora. Confíen en mi, yo les estaré informando cada que pueda.::
-Estoy presintiendo que te metiste en un lío muy serio en bajo perfil... ¿estoy en lo correcto?-
::Algo así... por eso necesito que no den señal de alarma.::
-¿Tienes a alguien que te cuide ahí?-
::A dos personas... y una de ellas no creerías quién es...::

martes, 23 de junio de 2015

Su Majestad: Rey(na) de los Héroes. Capítulo 12. Existencias agridulces.

Tan sólo pasaron un par de días desde que Kotetsu y Barnaby habían visitado a la madre de los Kaburagi, pero Tiger estaba inmerso en un mar de emociones encontradas; estaba desconsolado, deprimido, destrozado por dentro. Su propia hija lo había negado.
Pero también entendía que no había nada por lo que tuviera que arrepentirse, ciertamente amaba más de lo que podía imaginar a Bunny, y esperaba que Kaede lo pudiera llegar a entender, pero le asustaba que no lo hiciera, ya que eso lo pondría en la posición de tener que elegir a uno de ellos. Por ahora no quería pensar en ello, así que intentó concentrarse en el trabajo lo mejor que pudiera, y aunque le resultó efectivo, no era nada agradable sentirse como lo hacía.
En tan sólo ese par de días, Wild Tiger había sumado 600 puntos en el marcador, Barnaby intentaba animarlo lo mejor que podía (aunque el conejo nunca se consideró bueno para ello), sus compañeros lo felicitaban por ya no hacer tantos destrozos al momento de hacer sus arrestos o salvar inocentes, y aunque la técnica que utilizaba era eficaz, el sentimiento que ésta le dejaba no era reconfortante.

Aquella noche en particular, el dúo se encontraba descansando en el hogar del tigre; tan sólo querían sentarse en el sofá a ver tranquilamente la televisión, donde anunciaban que una foto aficionada había logrado captar a Black Xiaji mostrando su verdadera cara. A ambos les preocupó un poco esto, ya que no sabían si Annie y Ryan sabían de esto, pero siendo honestos, Kotetsu sólo tenía cabeza para pensar en una cosa en particular.
-Has estado muy bien estos días... te estás tomando muy en serio lo de aprovechar el antídoto ¿no es así?- intentó distraer el rubio con esta pregunta al ver la expresión tan dispersa que el moreno tenía.
-En realidad es porque... sólo esto me queda... no... no puedo perder esto tampoco.- respondió con la voz quebrada y con un semblante amargo.- Bunny, sé sincero conmigo... ¿crees que me perdonará?- Barnaby comprendió lo que quería decir, así que se levantó de donde estaba para sentarse junto a Kotetsu y poner una de sus manos sobre las de el.
-¿Hiciste algo malo?- preguntó clavando su mirada en los ojos enmielados del moreno.
-¿Bunny...?-
-¿Te arrepientes de esto? ¿De haberme confesado que me amas?-
-¡Por supuesto que no!-
-Entonces no tienes que disculparte por nada, así como Kaede tampoco tiene que perdonarte nada. Sólo está en una etapa difícil y le va a tomar un poco asimilarlo, pero estoy seguro que lo entenderá.-
-Pensé que cada vez se estaría pareciendo más a Tomoe, pero esto fue distinto, ya no sé qué hacer o qué decirle... se me está saliendo de las manos.-
-Kotetsu, déjame preguntarte algo... ¿Alguna vez Tomoe tuvo algún desliz emocional? ¿Que de repente no se comportara como siempre lo hacía?- el tigre analizó la pregunta unos segundos y respondió.
-Ahora que lo mencionas, hubo un par de veces en las que ella explotaba por cualquier cosa, pero fueron muy pocas, quizás dos o tres. Inmediatamente asumí que se trataba de su... periodo o algo parecido.- contestó un poco sonrojado por decir este tipo de cosas.
-Bueno, estoy especulando, claro, pero... ¿y si Kaede reaccionó así por la misma razón?- dijo Barnaby, al mismo tiempo en el que sus mejillas se tornaban en un adorable tono rosado.
-¿Qué...? ¡Whoa! No quiero pensar si mi hija está, bueno... ya sabes, en "ésos" días.-
-Ya está hecha toda una adolescente, viejo. Tienes que tener más presentes sus estados emocionales y sus cambios corporales, manteniendo tu distancia para que no se sienta invadida.-
-¿Dándome consejos de paternidad, Bunny?- sonrió divertido el veterano. El conejo se acercó más a él, buscando un poco más de contacto acurrucándose en el pecho del moreno.
-Sólo te brindo ligeras recomendaciones.-

Por alguna razón, Kotetsu se sintió más aliviado con las palabras del rubio, tal vez Kaede estaba sufriendo caóticos cambios hormonales y a esa edad, usualmente las personas se convierten en bombas emocionales con un temporizador terriblemente impredecible. Hizo pequeños planes para la noche: llamaría a casa, hablaría con su madre y su hermano, y si su hija lo permitía, también conversaría con ella; no había considerado todo esto de la adolescencia azotando a su hija, y tal vez lo único que tenía que hacer era mostrarse más comprensivo con su pequeña niña, que se había vuelto toda una señorita ya.
-Gracias, Bunny.- dijo mientras cepillaba con sus dedos los rubios cabellos del conejo. Barnaby se limitó a asentir mientras disfrutaba las caricias en su cabeza. Probablemente nunca hubiera dejado que absolutamente nadie tocase su cabellera, y eso Kotetsu también lo sabía, pero en ése momento, sucedía algo muy íntimo que hacía que tanto el conejo disfrutara de las caricias, como el tigre de brindárselas.
Una de las manos del veterano bajó un poco más, abriéndose paso entre cabello y cabello, para tocar un poco de la hermosa piel perlada de Barnaby; pasando por el cuello, esa pecaminosa curvatura que lo podría volver loco, su palma se movía con ansiedad mal disimulada sobre el hombro del rubio, hasta que la tentación lo doblegó y se movió suavemente para depositar un suave beso cerca de la manzana de adán del ojiverde.

Barnaby disfrutaba de las caricias, su cuerpo se impacientaba por reaccionar y en su garganta se ocluía aquella desesperada petición que demandaba contacto; pero por primera vez, se veía sobrellevado por sus deseos y toda disciplina de autocontrol se desvaneció por completo al reflejarse un sonrojo notorio en las mejillas del conejo. El veterano le estaba dando a conocer nuevas sensaciones; y como pintaban las cosas, Kotetsu iba a seguir regalándole muchas primeras veces.
-Si quieres... podemos...- decía el ojiverde con una voz entrecortada, tratando de concentrarse en hablar y no en los apasionados besos que Tiger le propinaba en torno a su cuello.- puedo... hacerte sentir mejor.- ¡y vaya que se apenó al decir esto último! Pero no era mentira. El moreno se separó un momento y analizó lo que su amante había dicho.
-¿Tu...? ¿De verdad?- se sintió un poco extrañado que la mayoría de las veces en las que hacían el amor, eran propuestas del rubio. Claro que Barnaby con lo joven que era, tenía necesidades físicas que Kotetsu estaba dichoso de poder complacer.
-No me mires de esa forma, todo esto es tu culpa.- respondió el ojiverde mientras volteaba a otro lugar, más sonrojado aún.
-¡¿Qué?! ¿Mi culpa? ¿Y por qué?-
-Porque tú me estas volviendo adicto a esto...-
-¿Y te desagrada, Barnaby?- dijo con una voz grave y ronca, acentuando cuán varonil podría llegar a ser. Fue algo demencial y seductor, y Barnaby no lo dejó pasar.
El conejo no pudo articular palabra alguna y dejó caer con suavidad sus hombros; sin hacer contacto visual se levantó del sofá y se retiró la chaqueta, se acomodó el cabello refrescando un poco la piel de su cuello, a la vez que se dirigía escaleras arriba, ahí en donde se encontraba el lecho de Kotetsu.
El veterano por puro instinto siguió al rubio como si de una presa se tratara; lo seguía con un andar sigiloso, subiendo cada escalón pensando en qué se encontraría cuando llegara a su habitación. Su respiración se tornó un poco agitada y por reflejo se lamió los labios, era casi como si ya pudiera saborear la piel del conejo. Cuando entró a su habitación, vio a Barnaby desnudo, recostado en la cama de una manera muy tranquila y natural; yaciendo sin pena ni gloria, sin ninguna expresión facial... como el conejo en la pradera, esperando a que llegase el tigre y lo devorara.
Así lo entendió Kotetsu, con ese mismo sentimiento se acercó a Barnaby para besarlo tiernamente, pero de sus ojos brotaban discretas lágrimas que ninguno de los dos esperaba.

-¿Te encuentras bien para esto...?- preguntó el rubio preocupado, mientras sostenía el rostro del moreno.
-Sí, es solo que esta situación... y verte así como estás ahora...- Kotetsu limpió su rostro y puso su mano sobre la del ojiverde en su rostro y la besó.- Nunca pensé que me dejarías verte así, y que lo hagas me pone muy feliz. Creo que estoy hecho un sentimental justo ahora... Bunny.-
El conejo sentía que sus ojos se aguaban igualmente, pero reprimió las ganas de llorar y se acercó a besar con dulzura y pasión los labios del tigre.
La noche envolvió a los hombres en un manto de amor carnal, expresado con formas y figuras casi cinésicas; sentían como si fluyera entre sus cuerpos una rebosante sinergia que se dejaba abandonada al vicio y la concupiscencia. Las llamas lascivas ardían con subjetividad provocando un frenesí dentro del mismo éxtasis en donde se encontraban en total sumersión.
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Cuando Barnaby despertó desnudo, envuelto en sábanas y se percató de que se encontraba solo, se levantó, y cubriéndose con la camisa del tigre salió de la habitación; notó que Kotetsu estaba sentado en las escaleras, sosteniendo el teléfono y mirando a la ventana, sin hacer nada más.
El tigre contemplaba la espesura de la noche, viendo las pocas luces de la megalópolis que se alcanzaban a ver desde su ventana, aunque "pocas" era un término sumamente relativo. La ciudad era realmente hermosa y peligrosa; suponía que ése era el principal factor por el cuál Kaede no vivía con él. El pueblo, por otra parte, era sumamente tranquilo y el negocio familiar iba bien, aún mejor cuando su familia no tuviese que preocuparse por emergencias económicas; la paga de héroe ciertamente era generosa, pero había algo que Anju Kaburagi había dicho en alguna ocasión, que sin ninguna duda era bastante verdadero: ¿De qué servía tanto dinero si Kotetsu resultaba herido? Intentaba no pensar demasiado en ello, aunque a veces se consideraba un total egoísta, ya que colocaba como prioridad su trabajo en la Primera Liga que su rol como padre; todos en su casa lo comprendían y no se lo reprochaban, pero no podía dejar de culparse de que tal vez fue por esa misma falta de apoyo que su hija hubiese reaccionado de tal manera con la noticia de su amorío con Barnaby.

-¿Qué haces?- la voz del rubio rompió con el silencio y sus pensamientos se callaron de igual manera.
-Yo... quiero llamar a casa, pero por alguna razón no puedo.- dijo sonriendo melancólicamente por lo bajo, el ojiverde tomó asiento junto a él.
-¿Crees que debes hacerlo? Si es así, entonces sólo tienes que marcar el número.- dijo el conejo, mientras tomaba la mano del moreno y la acercó al teléfono.- Lo haremos juntos ¿de acuerdo?- se sonreían uno al otro con cariño.
-De acuer...- decía el veterano, pero se vio interrumpido por un ruido proveniente del mismo teléfono que sostenían. Curioso... el número que se registraba era el mismo que planeaban marcar, el de la casa de Kotetsu. Se miraron con extrañeza y el moreno puso el altavoz.
-¿Mamá? ¿Qué suced...?-
-¡¡Kotetsu!! ¡¡Gracias al cielo que contestas!!-
-Mamá, tranquilízate... ¿Qué es lo que pasa?-
-¡Es Kaede...! ¡¡Se ha escapado!!-
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-... sólo recuerde comer sanamente y no hacer ejercicio excesivo. Tendrá que acudir a revisión una vez cada quince días por tres meses y si presenta alguna molestia, venga de inmediato.- decía el doctor Halsey mientras terminaba de llenar el papeleo correspondiente para el alta del hospital de Keith.
-Gracias, doctor. Y de nuevo, muchas gracias.- dijo el héroe del aire muy contento con el trato que se le había brindado en la sala de urgencias del Centro Médico de Sternbild. Un par de siluetas se asomaron por entre las puertas de su habitación en el hospital, aquellas lo recibían con júbilo, y se alegraban de que ya estuviera dispuesto de ir a casa; el actual Rey de los Héroes les devolvió una sonrisa llena de su particular carisma y su entrañable alborozo.
Keith no se consideraba a sí mismo una persona complicada, de hecho, hasta podría describirse como una persona extremadamente fácil de complacer; a él lo único que realmente le hacía feliz era el simple hecho de estar vivo y todo lo que ésto implicaba. Poder respirar, sentir, escuchar, saborear, ver... volar. No era como si tener sus poderes NEXT fuera parte fundamental para que disfrutara la vida, ya que pensaba que podría hacerlo incluso siendo sólo humano, pero también agradecía la bendición de haber nacido con sus dones.
-Gracias por traer a John, Ivan. Es muy amable de tu parte.- decía el Rey mientras acariciaba efusivamente la cabeza y orejas del labrador que lo lamía y lamía devolviéndole los cariños.
-Es lo menos que puedo hacer, Keith. Me alegro de que ya se encuentre mejor.- contestó el joven Origami, quien aún se sentía responsable y apenado por los sucesos ocurridos aquella ocasión en la mansión Goldsmith.- Sólo hay que pasar a la recepción a firmar el alta y nos podemos retirar. ¿Le parece bien?-
-¡Me parece perfecto! Ya siento que mi cuerpo extraña mi cama.- bromeaba el Rey, mientras clavaba sus grisáceos ojos en los amatistas de Ivan.

Cuando salieron del centro médico habiendo terminado con todas las formalidades, llegaron al hogar de Keith; el chico Ivan no estaba muy seguro de querer adentrarse, ya que estar ahí junto al héroe del aire lo consideraba algo muy íntimo. Claro que ya había estado en aquel domicilio antes para mantener la limpieza del lugar y atender a John, pero ahora era diferente. Compartiría el espacio personal del Rey y se preguntaba si el monarca se lo permitiría. No sabía qué era lo que estaba pasando, pero sentía como rápidamente le iba inundando una sensación de impotencia y desesperación.
-¡Pasa, por favor! ¡Siéntete libre de considerar mi hogar el tuyo!- decía con regocijo, a lo que el chico, al ser una petición del hombre de ojos grises, obedeció con cierta ansiedad en sus modos.- ¿Puedo ofrecerte algo de beber?-
-¿Se siente bien? Yo podría hacerme cargo de todo en lo que usted se toma un descanso...- Ivan se percató de sus sudorosas y temblorosas manos, intentó disimular pero la voz se le quebró.
-¡Me siento genial! Ya has hecho demasiado por mí, Ivan.-
-¡¡No es verdad!!- gritó el chico Origami inconscientemente, pero no se detuvo. Algo era cierto: la culpa lo estaba carcomiendo por dentro, quemaba sus interiores con remordimiento, quería detenerse pero su cuerpo ya no le respondía.- ¡Deje de ser tan amable con el hombre que casi hace que le asesinen! ¡Usted sabe que fui yo el responsable de su incapacidad! ¡Por lo menos diga que no me soporta! ¡Que me quiere dejar de ver un tiempo!-

Keith se frenó en seco mientras terminaba de servir un vaso con agua, y con los ojos estupefactos lo comprendió todo. Se sintió como un verdadero estúpido y sí, hasta culpable. El chico le había estado mostrando todas las señales: pasear a John dos horas dos veces al día, no presentarse a las persecuciones de Hero TV al permanecer cuidándolo, las constantes preguntas al doctor de cuándo sería que sanaría, las interrogantes de si el Rey necesitaba algo... era obvio. Ivan se sentía culpable y él mismo se lo había dicho cuando despertó el primer día. Pensó haberle disipado esa duda (ridícula, a su parecer), pero si él mismo se vanagloriaba de querer expresar mejor sus sentimientos, tendría que ser más empático con el joven rubio. Dejó el vaso en la barra y se acercó al chico quién ya estaba soltando algunas pequeñas lágrimas frustradas, Keith le tomó por la mano y ambos tomaron asiento en el sofá.
-Ivan... ¿Tú quieres dejar de verme?-
-¡Por supuesto que no! Pero entiendo que todo esto pasó por mi culpa y estoy dispuesto a aceptar cualquier escarmiento que quiera darme...-
-Esto no fue tu culpa, Ivan. Frank Martínez de cualquier manera habría hecho esto. Deja de responsabilizarte por cosas que suceden ajenas a tus decisiones.- dijo bajando la cabeza, como buscando que Origami le mirara. Hizo una pausa al ver que el chico se sentía muy apenado como para hacer contacto visual, y suspiró pesadamente dejando caer sus hombros, esbozando una sonrisa triste.- Por otro lado, disfruté mucho que hayas permanecido a mi lado y me gustaría que siguieras haciéndolo, pero ahora porque lo desees así y no impulsado por la culpa ¿Puedes?-
-Yo... no quiero causarle más problemas.- dijo mientras se encogía de hombros, reprimiendo unas cuantas lágrimas más y sonrojado levemente.
-Quédate a mi lado y así no los causarás. Tu presencia me hace feliz.-

Había pasado ya un buen rato desde que el par de rubios se quedaron en silencio, sólo sosteniéndose de las manos y mirándose a los ojos; Ivan sentía como si quisiera decir mil cosas, pero al mismo tiempo su boca no sabía cómo articular palabra alguna. De un momento a otro, Keith rompió con el silencio, tomó las manos del chico con más fuerza y las llevó a su rostro para acariciarlas con su mejilla como si de un objeto precioso se tratara.
-Gracias por todo Ivan, y de nuevo...- dijo para después soltar una pequeña sonrisa por lo bajo y dejar su habitual frase inconclusa para llevar su rostro frente al de Origami, rozando suavemente sus labios, muy gentilmente. Después se alejó un poco y se recargó en el respaldo del sofá; John subió para acomodar su cabeza en el regazo del Rey y hacerse un ovillo para dormir, a lo que Keith sólo cerró los ojos manteniendo esa plácida sonrisa en su rostro. Se encontraba agotado, era de esperarse.
En aquel momento, Ivan se encontraba perplejo e incapaz de reaccionar, así hubiera irrumpido en la habitación todo Ouroboros para atacarle, él se encontraría indefenso. El chico se encontraba en un total blanco. Con esta misma inercia que hacía que siguiera respirando sin pensar, se llevó la mano a los labios que todavía parecían recordar el contacto. El leve sabor y el sutil aroma de Keith se veían impresos en él, las palabras dichas esa noche volvieron a retumbar en su mente... "Quédate a mi lado" "...pero ahora porque lo desees así..." ¿Qué sería todo aquello? Ciertamente no se hubiera molestado en que aquel beso hubiese sido más profundo...
¡Era de verdad! ¡No estaba soñando! ¡El Rey le había besado! ¿Qué habría hecho que provocara que lo hiciera? ¿Y... podría repetirse? Su corazón latía con abrumadora fuerza, casi se podían escuchar sus latidos si se quedaba en silencio. Calló esos pensamientos en su interior y miró al bien formado y amable rostro de Keith; no sabía qué hacer, estaba como ausente y pensaba que debería marcharse a su hogar. Pero decidió ser un tanto más atrevido de lo que era habitualmente y tomarle la palabra al Rey: "Siéntete libre de considerar mi hogar el tuyo." Así que sólo se limitó a juntar su cuerpo un poco más al de Keith y cerrar los ojos. Tan simple como eso... y tal vez, de igual manera descarado.
No le importó ya demasiado, él mismo se encontraba también muy cansado y había gastado toda su energía restante en el asunto del beso... aquel hermoso beso...