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miércoles, 23 de abril de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 26.

Por fin.
Por fin era el día del gran evento, después de tantos líos y problemas, se iba a concretar finalmente la Saga de los Pecados Capitales, lo malo vendría después en la noche, ya que tendría que darse la (molesta) conferencia de prensa acerca del estado de salud de Gakupo y Kaito (dicho ese asunto por ellos mismos), y se iba a aclarar la muerte de Luka (explicado por el representante legal de ellos).

Y con eso, vendría también la gran propuesta de Gakupo. Pero aquellos dos amantes ya habían discutido ése asunto la noche anterior:
-¿Listo para mañana?- decía el samurai, con un gran suspiro y una sonrisa sincera dibujada en su rostro.
-He pensado mucho este asunto ¿sabes?, desde que escuché que ibas a pedirme...-
-¿Tu no quieres que yo...?- iba pronunciando con miedo.
-¡No! ¡Digo, sí! Si quiero, pero he estado pensando que el calor del ambiente sería más... lindo.-
-¿A qué te refieres, cariño?-
-Intento decir que me gustaría que tu proposición fuera en la recepción de la boda de mi hermano... sería muy especial porque, digo, ahora yo seré tu familia, y mi familia se convierte en TU familia. ¿Entiendes lo que quiero decir?- decía el azulado mientras sonreía tiernamente.
-Entiendo perfectamente lo que quieres decir, y no podría estar más satisfecho con esa decisión.-

Ambos se encontraban en la elegante recepción del evento, alfombras rojas y meseros ofreciendo champaña de la mejor calidad y selección, mesas pulcramente adornadas de blanco con unos centros de mesa fantásticamente arreglados con rosas de colores, cada una simbolizando a cada participante de la saga.
Vestidos con unos lujosos trajes de diseñador que remarcaban la esbelta y torneada figura de ambos, Kaito se había peinado su azulada cabellera elegantemente hacia atrás con pequeñas ondas que simulaban pequeñas olas, y Gakupo pensó que la ocasión era lo suficientemente especial como para llevar el cabello suelto.
El samurai había pensado en todo lo que iba a hacer en el momento; lo que iba a decir, cómo lo diría, qué movimientos haría... todo. Incluso recordando la batahola que armó eligiendo el anillo perfecto para el hombre perfecto. Aunque ahora en lo que debía de pensar, era en la forma más coherente de enfrentar a la prensa.

(FLASHBACK)
-Bienvenido a "Le Manoir", señor Kamui ¿En qué podemos ayudarle?-
Akaito le dio muy buenas referencias de esta joyería en la cual había adquirido el anillo de compromiso para Teto, toda la mejor calidad en piedras y metales preciosos, para cualquier ocasión.
-Buenas tardes, pienso pedir la mano de mi actual pareja, y no quiero ningún anillo que demuestre sólo amor. Quiero un anillo en donde se vea reflejada nuestra vida entera. ¿Tiene algo de éso?- dijo en un tono propio y muy altivo.
-Por supuesto, por supuesto. Permítame mostrarle nuestra más fina selección de anillos. ¿Tiene algo en mente?-
-Zafiros. Los más azules que tenga. No quiero un anillo femenino, quiero una argolla de oro blanco con incrustaciones de zafiros, aproximadamente de mi talla.-
-¿Va a regalar una argolla masculina, señor?-
-No es su trabajo hacer preguntas ¿cierto?- respondió Gakupo evidentemente molesto a un asustado vendedor.
-N-no, señor, por favor, discúlpeme.- dijo el hombre y bajó la cabeza.
Viendo la amplia selección de anillos, se decidió por una brillante argolla forjada en oro blanco con diez pequeños pero brillantes zafiros y una sola amatista. Las piedras amatistas son púrpuras y con ésa, representaba en el anillo lo presente que quería estar en la vida de Kaito.
(FIN FLASHBACK)

La fiesta estaba muy tranquila, el ambiente ameno (aunque los paparazzis se apretujaban por entrar antes de tiempo), y con todo y que los muchachos habían contado ya toda la historia de sus respectivas hospitalizaciones a su familia Vocaloid, todos lo tomaron con calma y no hicieron preguntas innecesarias. Claro que al explicar la historia, excluyeron la parte de que eran pareja,. Esa sorpresa se las darían hasta el día de la boda.
Todos estaban platicando alegremente, Kiyoteru fue a la fiesta acompañado de Yüma, presentándolo ahora como su pareja; Miku por fin pudo presentar a su novio que venía desde Rusia, el famoso actor de cine independiente, Vladimir Kradgoff; Rin y Len juntos como de costumbre, Akaito y Teto compartiendo copas con Meiko y Gumi... pero definitivamente se sentía la falta de Luka. Había una mesa en el centro del salón, la cual nadie ocuparía en la noche, y el centro estaba adornado con rosas color rosa pastel, como homenaje a la finada CV03.
Mikuo se presentó solo, sonriendo con hipocresía a todo mundo pero sin hablar con nadie, esperando a las nuevas chicas de Fujimori y buscando a Yotu con la mirada.

-¡Kiyoteru!- gritó Hatsune llamando la atención del abogado una vez que lo encontró a solas. No iba a acercarse si Yüma estaba cerca. Todavía dolía el vacío que Luka había dejado.
-¿Mikuo?-
-Yo... quería disculparme por mi actitud en el cementerio. Estaba muy dolido y me desquité completamente contigo, así que... perdón.- dijo aguantándose la rabia que recorría sus venas, porque por supuesto que era una falsa declaración.
-Claro, te comprendo. No hay necesidad de disculparse, es agua pasada.- respondió Yotu con una sonrisa.
-Gracias... ¿Irán ustedes dos a la boda de los tórtolos?- dijo señalando a Akaito y a Teto.
-No creo. Yüma saldrá ése día de la ciudad, y me temo que voy a acompañarlo.-
-Ya veo... yo creo que tampoco iré. No he sido propiamente invitado, así que prefiero evitarme problemas.-
-Oh, entiendo.-
-Bueno, te dejaré solo. Tengo que hacer unas llamadas, gracias de nuevo por aceptar mi disculpa.- dijo Mikuo, haciendo una pequeña reverencia.
-No es problema. Disfruta la velada.-

Hatsune se ocultó de la multitud y se arrinconó en el fondo del salón, tomó su teléfono y llamo a Luke.
::¿Qué te dijo, amor?::
-No irán a la boda. Tenemos el camino libre.-
::Bien hecho, corazón. ¿Las chicas ya llegaron?:: dijo Luke, y Mikuo se apresuró a buscar con la mirada al señor Fujimori. Lo vio saludando a todos, recién llegaba acompañado de ambas chicas, las nuevas estrellas del grupo.
-Si, ya están aquí.-
::Perfecto. Ve que hagan su trabajo.::
-Si...-
::¿Si, qué?::
-Si, mi amor.-

Gakupo y Kaito se encontraban con los demás chicos bebiendo y bromeando, cuando Fujimori irrumpió en el círculo llamando la atención de todos.
-Chicos, que gusto verlos de nuevo y recuperados. Se que han pasado cosas difíciles, su estado de salud no había sido el mejor sino hasta hace poco, también con la partida de nuestra niña Luka... pero debemos recordar que no importa lo que pase, hay que continuar con esto. Y por esa misma razón, quiero presentarles a las dos nuevas integrantes del grupo: Lily e IA.-
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-¿Te dijo algo más?-
-Nada... que en cuanto el señor Fujimori nos presentara, nos acercáramos a ellos.-
-¿Pero te dijo exactamente qué quería que averiguáramos?-
-No, sólo que nos acercáramos y nos ganáramos su confianza. Tu con Kaito y yo con Gakupo.-
-¿Yli?-
-¿Si?-
-¿Estás segura de que podemos confiar en él?-
-No, Ibolya. Pero ése hombre es nuestra única esperanza de volver a casa.-

Yli Lujza e Ibolya Angyalka eran dos chicas nacidas en Hungría. Yli nació en una zona privilegiada de Budapest, la capital del país.
Cuando por fin se volvió toda una señorita, cumplidos los catorce años, sus padres la introdujeron a la sociedad con la intención de que algún joven adinerado y de estatus la pretendiera.
Lo que no pensaron, fue que llegó alguien con muchísimo dinero y muchísimo estatus... pero para nada joven. El pretendiente era nadie más ni nadie menos que el Ministro de Justicia del país, con sus cuarenta y ocho años a cuestas.
Una vez el compromiso establecido, el señor Ministro invitó a su prometida y a sus padres a su gran mansión a compartir una comida y pasar la velada, pero cuando llegaron, los ojos de Yli se perdieron profundamente en la mirada de la hija de la sirvienta, quien era medio año menor que ella misma.
El nombre de aquella niña de cabello blanco y largo era Ibolya Angyalka, y era el "amor" enfermizo y retorcido del Ministro, aquel "amor" a quien visitaba por las noches dos veces por semana, y le había robado su niñez y su virtud desde hacía dos años.

La boda entre la pequeña Yli y el señor Ministro se hizo presente, y ella también tuvo que ponerle fin a su niñez y a su virtud esa misma noche.
Pero una vez viviendo en la casa, y confirmar que dos veces por semana Ibolya seguía teniendo la compañía del amo de la casa, Yli intentó acercarse a ella. Las dos pequeñas estaban sedientas de amor y comprensión, así que su sincera amistad nació en el instante en que se dirigieron la palabra.
Cuando Yli cumplió los diecisiete años, en su vientre estaba creciendo el fruto de la consumación del matrimonio. El Ministro realmente amaba a Yli y al hijo que crecía en su interior, pero su cuerpo pedía a gritos a Ibolya.
El pequeño nació y se llamó Oliver, como su padre. Un pequeño niño rubio y hermoso como su madre, pero tenía un ojo muy sensible a la luz, así que desde pequeño, usó un parche que le cubría de la iluminación.
Ibolya adoptó enseguida a ése niño y se convirtió en su nana, a todo mundo le convenía: alguien cuidaba del bebé, Yli tenía a su mejor amiga cerca y el señor Ministro podía seguir disfrutando de ella.

Un día, el Ministro tuvo algunas situaciones difíciles en la Suprema Corte y para relajarse un poco, su mejor idea fue embriagarse, pero lo único que logró la bebida fue volverlo demasiado agresivo.
La primera persona que se cruzó en su camino, fue la joven Ibolya con Oliver en brazos. Maldijo a todas sus deidades por haberle dado un hijo "tuerto" y picó el ojo del niño hasta volverlo efectivamente, tuerto.
Ibolya gritó y tomó al niño, mientras el Ministro se daba cuenta de la atrocidad que había cometido.
Cuando Oliver regresó a casa después de una hospitalización, Yli le pidió a Ibolya que escaparan juntas con su hijo a otro país pero el Ministro escuchó por malas lenguas de los planes de las mujeres. Movió sus hilos en la administración interna del gobierno húngaro y las acusó de traición a la patria; su castigo fue ser exiliadas del país... sin el niño. Oliver se quedaría en la custodia de aquel mal padre que le arrebató una de sus ventanas al mundo.

Tres años pasaron y ellas vivían en una patria ajena a la suya. Ambas, Yli e Ibolya trabajaban como meseras en un bar karaoke en el que a veces cantaban para sacar una propina extra. Intentaban ahorrar lo más que pudieran de sus salarios para volver a Hungría por el pequeño Oliver.
Un día, la televisión del bar estaba sintonizada al noticiero del canal siete y la conductora Akita Neru informó:
-Y en los espectáculos: después de la muerte de la cantante Megurine Luka (la cual, seguimos esperando la declaración oficial del representante legal de Vocaloid, el licenciado Hiyama Kiyoteru) las audiciones se abren una vez más para el grupo musical. La convocatoria es mañana a primera hora en el centro de la ciudad, donde los ejecutivos de la compañía dueña de Vocaloid, elegirán a dos nuevos integrantes.
Y en las internacionales: El Ministro de Justicia de Hungría, Oliver Rayquuz, fue encontrado muerto esta mañana por la servidumbre de su mansión. La causa de muerte aún es desconocida. Su hijo pasó al cuidado de los padres de su fallecida mujer, Yli Lujza, quien fue muerta a manos de la nana del niño: Ibolya Angyalka, que también fue la culpable de la discapacidad visual del menor.-

Si, además de ser exiliadas de su país, sus nombres habían muerto junto con su nacionalidad y su honor.
¿Qué harían ahora? No cantaban nada mal, así que el plan era audicionar para intentar entrar al grupo musical aquel, ganar fama y fortuna, e intentar volver a Hungría para recuperar a su niño. Después de todo, el mundo les había enseñado que si tienes el suficiente estatus y el suficiente dinero, puedes mover un país entero... todo, por la cuota correcta.

Al día siguiente, se presentaron a la hora y el lugar indicados.
-¿Nombres?- dijo el muchacho que atendía las inscripciones a la audición.
- Yli e Ibolya Angyalka-
-¿Te importa si en el segundo nombre sólo pongo las iniciales?- preguntó un poco confundido por lo que acababa de escuchar, la mujer aceptó y el muchacho continuó.- Muy bien, Lily e IA. Suerte.-
-Es Yli, no Lily.- quiso decirle, pero la multitud la arrastró hacia otro lugar, aunque después de pensarlo un poco, se dio cuenta de que en realidad no estaba tal mal. Sonaba casi como su nombre, pero era distinto... de acuerdo, podía aceptarlo.

Esperaron pacientemente su turno, pasando el tiempo imaginando cómo sería cuando volvieran a tener a su pequeño Oliver en brazos. Las llamaron por sus nuevos nombres, pasaron a un pequeño escenario desmontable y cantaron juntas una canción que era muy recurrente dentro del bar.
Un señor de barba y canoso, como de unos cincuenta años se levantó de la mesa de jueces, y se presentó como el señor Sakine, pero que se cambió el nombre a Fujimori porque sonaba más "artístico".
Se acercó a ellas, les dio un apretón de manos y llamó a un portavoz para que cancelara todas las demás audiciones, porque ya había encontrado a sus nuevas estrellas.

Instalaron a Lily e IA en un lujoso departamento, les dijeron que las iban a introducir formalmente el la fiesta de cierre del último proyecto del grupo y ahí conocerían a todos sus nuevos compañeros, les hablaron de una suma muy fuerte de dinero y ellas aceptaron.
Hicieron uso del abogado de emergencia, el señor Hiyama Kiyoteru que hizo formal su nueva nacionalidad y su cambio de nombre, pero aún así no podrían entrar a Hungría.
Aún con su nuevo nombre, este sólo sería artístico porque el verdadero siempre las perseguiría. Incluso aunque aparecieran como fallecidas en los registros populares de Hungría, sus nombres estaban remarcados con tinta roja como enemigas de la nación.
Lo único que podían hacer, es que alguien que trabajara dentro del consulado húngaro de su nuevo y actual país intercediera por ellas... pero nadie iba a meter las manos al fuego por un par de mujeres enemigas de un país entero.
Hasta que algo pasó: el hermano de la fallecida cantante que ellas remplazaron trabajaba ahí: en el consulado de Hungría... las contactó diciéndoles que las había mandado a investigar con un detective privado y se había enterado de su problema.
Les ofreció ayuda por un simple precio: que cuando conocieran a dos de sus nuevos compañeros, llamados Gakupo y Kaito, se volvieran sus mejores amigas... se ganaran su total confianza y ya después el intercedería por ellas frente a los líderes húngaros.

Por supuesto que aceptaron, era un minúsculo precio por un bien mayor.
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Mientras las chicas llenaban de preguntas a las recién llegadas, Lily e IA buscaban el momento perfecto para escapar con los chicos. La seguridad del lugar dejó entrar a la prensa para tomar asiento en una sala contigua al salón de fiestas y así que empezara la rueda, aprovechando la confusión del momento las amigas pudieron escabullirse hasta los dos hombres de azul y púrpura respectivamente.
-¿Podemos acompañarlos un momento? IA no está acostumbrada a tanta atención, se pone nerviosa fácilmente y ustedes parecen ser muy tranquilos...- preguntó Lily tomando a su amiga de la mano.
-Por supuesto.- asintió Gakupo.
-Así podremos conocernos más rápido ¿cierto?- sonrió Kaito.

Las chicas rápidamente se encariñaron con los muchachos, tenían tantas cosas en común y Lily se identificaba bastante con Gakupo... había oído por boca de Fujimori la difícil infancia del samurai, y aunque eran muy diferentes las historias, era el mismo el sufrimiento.
IA por su parte, intentaba leer a Kaito a través de sus ojos azules. Tenían historias similares en cuanto a que encontraron la fama sin buscarla, y que ambos (a su diferente manera) habían sido vendidos por sus padres.

Mikuo observaba todo desde una distancia segura para que no lo notaran, tomando notas mentales del progreso de las mujeres. Sonriendo satisfecho de que el plan siguiera su curso justo como se había planeado.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 25.

Mikuo llegaba cada día desde muy temprano a casa de Luke, ya se habían ganado cierta confianza, así que Megurine le dio una copia de la llave de la cerradura a Hatsune.
Ése día, particularmente, llegó muy temprano, a las siete treinta de la mañana. Desde luego, con lo perezoso que era el chico de rosa, no se encontraba despierto a dicha hora.
Mikuo avanzó directo hacia la habitación, y tomo asiento en una silla frente a la cama de Luke, quien permanecía con los ojos cerrados. Lo observaba dormir con tanta paz y delicadeza que no pudo evitar soltar un suspiro y sonrojarse un poco. Pasó una de sus manos por la mejilla del durmiente, acariciándola suavemente hasta que la mano de Megurine tiró de ella con fuerza y lo obligó a tumbarse a un lado suyo.
¿Pero cómo era que aquel muchacho tan delgado y delicado tuviera esa fuerza?

-¿Me espías mientras duermo, Mikuo?- dijo a la vez que se encimaba en el y lo aprisionaba con la fuerza de sus piernas.
-¡S-suéltame! Yo sólo vine para planear lo de Aberdeen.- pero el chico hizo caso omiso y siguió ejerciendo su aprisionamiento.
-Pensé que ya habíamos cerrado este asunto, cariño. El plan ya está hecho, sólo hay que esperar a mañana.-
-¿Estás seguro de esto, Luke?-
-¿Y tu? Yo no dudaré ni un segundo, mi hermana era todo lo que me quedaba...- decía con una seguridad abrumadora. Incuso Hatsune podía sentir como el calor subía progresivamente por el cuerpo de aquel chico, para llegar a reflejarse en unos ojos grandes y azules de los que brotaba ira y pasión. El de cabello azulverdoso frunció el ceño, tomando un poco de la seguridad del otro y asintió.
-Si, yo siempre termino lo que empiezo.- Luke se sonrió y se acercó un tanto demasiado al rostro del otro.
-Me gusta tu disposición, y estoy dispuesto a recompensarla....-

Lo hizo... de verdad, lo hizo ¡Luke estaba besando a Mikuo!
Era un bálsamo, un suave refugio... ¿Por qué demonios se estaba dejando llevar? ¿Por qué no estaba poniendo un alto? ¿Por qué lo estaba disfrutando...?
La tensión que al principio tenía, ahora era una relajación monumental; sus manos que se habían tornado puños, ahora reflejaban lo indefenso que se encontraba, como si con ese beso, Luke estuviera succionando sus preocupaciones y dudas.
Instintivamente sus manos subieron por debajo de la camiseta de Megurine, acariciando firmemente la piel que había bajo ella.

Eran bajos instintos. Tenía que admitir, aunque tal vez no en voz alta, que desde que Luka murió y conoció a su hermano había estado deseando a Luke tanto o incluso más de lo que la deseaba a ella. Esos rasgos delicados, ese cuerpo tan delgado pero no indefenso... podrían volverlo loco.
-¿Te gusta? ¿Te gusta lo que sientes?- decía el chico de rosa, mientras bajaba su mano a la entrepierna del otro.
-Si...-
-¿Me quieres? ¿Me deseas?- seguía diciendo mientras excitaba cada vez más a Mikuo, quien no podía dejar de ver aquellos ojos tan grandes y confidentes, no podía dejar de acariciar aquella suave piel perlada, no podía dejar de...- ¿Lo quieres?-
-¡Si!- gimió finalmente Mikuo, quien se dedicó a devorar con desesperación los labios del otro, quien entre gemidos y susurros decía "Entrégate a mi".

"Escúchame con atención: a partir de ahora, eres sólo mío. No te entregarás a nadie más que no sea yo.
Tu cuerpo, tu alma y tu espíritu son míos, cualquier acción o decisión que tomes, me afectará a mi por igual. Desde este mismo instante, estamos unidos para siempre y no podrás romper esta promesa, Mikuo. Nunca..."

Luke ahora había ganado. Su tablero de ajedrez ahora estaba completo: por fin se había adueñado completamente de la pieza que le faltaba, la última pieza...
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-¿Ya están listos?- dijo Akaito asomando la cabeza dentro de la habitación.
-Ya, sólo falta que ya me quiten esta estúpida intravenosa.- decía a regañadientes el joven azulado Shion.
A un lado de el, se encontraba Gakupo, quien lo ayudó a vestirse con sus habituales ropas de civil.
Había llegado el día en que darían de alta a Kaito, el samurai fue al departamento, consiguió una muda de ropa y regresó para llevarse a su amante de vuelta al mundo.

Los prometidos pelirrojos y los dos hombres amantes se reunieron en la habitación del azulado. Estaban esperando a que la última bolsa del medicamento se terminara y así Kaito podría irse.
-¿No era su boda ya por estas fechas?- preguntó Gakupo, mientras Shion levantaba la cabeza en señal de duda, igualmente.
-Si, pero decidimos postergarlo para un mes después de la fiesta de cierre de la Saga. Así nos aseguramos de tenerlos a todos presentes.- dijo Teto guiñando un ojo a los dos hombres.
-Jejeje, claro que sí. ¿Van a ir a la fiesta?-
-¡Claro! Aunque no participamos, somos invitados de Fujimori. Mi compromiso con Teto le hace ganar dinero. Piénsenlo: Vocaloid y UTAU juntos. No sólo nos hacemos de más renombre, sino que puede haber posibles duetos y más lucro.-
-Pero Fujimori se puede ir a la mierda. Nosotros vamos a ir a divertirnos, y a verlos a ustedes ¿Cierto?-
-Por supuesto, cariño.- dijo Akaito con una gran y sincera sonrisa.

Ritsu entró al cuarto, le indicó a Akaito que bajara a la recepción a terminar el papeleo del alta de su hermano y quitó la aguja que había estado tanto tiempo invadiendo las venas de Kaito.
-Con esto ya deberás de estar bien, sólo lleva la dieta y el ejercicio que te indiqué, no bebas ni fumes durante los próximos veinte días y ven a revisión general una vez al mes ¿entendido?-
-Gracias, Ritsu. Por todo...- dijo mientras se abalanzaba a abrazar a la joven doctora.
-Oh, claro...- dijo correspondiendo el abrazo.- Sólo cuídense, muchachos. Cualquier cosa, cuenten conmigo.-
Ambos hombres agradecieron como era debido y salieron del hospital, los prometidos les siguieron y cada quién salió para su hogar.

La jornada de Ritsu estaba por terminar, como siempre, se dirigió a su casillero dentro del hospital, se retiró la bata para guardarla y se retocó un poco el maquillaje.
Después de algunos pacientes y días testarudos, por fin podría ir a casa, descansar y estar junto a su esposo.
Conoció a Leon Aberdeen en el aeropuerto de Nueva York, ella estaba en un intercambio de la facultad de medicina y se conocieron en un choque accidental. Amor a primera vista (o Visa).

Se despidió de todos sus compañeros y amigos del hospital, y salió a la entrada principal, que estaba bellamente iluminada por la luz de la luna.
Pasó el automóvil de Leon, y ella subió, pero no era su marido quien iba conduciendo.
-Buenas noches, Doctora Ritsu. Si intenta gritar o dar alarma, su marido y usted misma correrán peligro.- dijo un hombre desconocido. Llevaba una máscara de látex que desfiguraba sus rasgos y lo hacía imposible de reconocer, Ritsu se asustó como nunca lo había hecho, pero no tenía opción, tenía que obedecer.
-¿Qué quieres de mi?-
-Yo, nada. Mis jefes quieren preguntarle algunas cosas, pero si se rehúsa a responder... bueno, Leon Aberdeen podría morir.- Namine se enfrió, sintió como un nudo se iba formando en su estómago.- Por favor, colóquese esto.- dijo el hombre que conducía, tendiéndole un antifaz negro, con el cuál no podía ver. Una vez que se lo colocó, sintió como el hombre le ponía unas esposas alrededor de las muñecas.
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Mikuo estaba totalmente embobado con Luke, si éste le decía "salta", el saltaba. Era como si alguna especie de hechizo o encantamiento hubiese caído sobre Hatsune impidiéndole pensar por su cuenta.
Pero esto le convenía a Luke... el de azulverdoso era su más importante y fiel pieza en su juego.

El atardecer había caído sobre la ciudad, y estos dos hombres se encontraban en una bodega abandonada, no muy lejos de Allenworth. Llegaron dos camionetas negras con seis hombres vestidos de negro (obviamente, contratados por los dos cómplices), seguidos de un automóvil particularmente especial.
El vehículo de Leon Aberdeen era pilotado por el séptimo hombre, y el gran e importante banquero iba amarrado e inconsciente en uno de los maleteros de una camioneta.
-Interceptarlo no fue tan difícil, menos si es tan rutinario como dijiste. Uno de mis muchachos se hizo pasar por uno de los de Valet Parking y así pudo conseguir al auto y al hombre.-
-Muy bien.- dijo Luke satisfecho, mientras Mikuo lo escuchaba con mucha atención.- Repasemos el plan. Todos nos ponemos un pasamontañas, menos el que va a ir por Ritsu al hospital. Cuando regrese con ella, empezamos las preguntas, y que vea a su marido. Eso le va a gustar.-
-Cuando llegues- dijo Mikuo, refiriéndose al hombre que llevaba el vehículo de Leon- esconde el auto dentro de la bodega. Amarren a Aberdeen en una silla y tengan lista otra para la mujer. Por si las cosas se ponen difíciles ¿Están armados?-
Los siete hombres asintieron y el plan se puso en marcha. Mientras el auto iba a por Ritsu, dos hombres (ya todos con los pasamontañas puestos) sacaron a un todavía inconsciente hombre rubio del maletero y lo ataron violentamente a una muy incómoda silla.

No pasó mucho tiempo para que el vehículo llegara nuevamente, y con el, la doctora Namine Ritsu. Con muy poca, o casi nula delicadeza, otro hombre la obligó a salir del vehículo y la arrastró hasta otra silla, donde aseguraron sus manos y piernas.
Por supuesto que Luke y Mikuo iban a hacer las preguntas, pero no eran tan estúpidos como para dejar que sus voces se escucharan y las pudieran identificar. Así que cada uno iba a tener un intérprete que hablara por ellos.
-Doctora Ritsu, póngase cómoda, por favor. Necesitamos que nos diga algunas cosas que queremos saber.- dijo el representante de Luke.
-¿Qué quieres?-
-Sólo que nos diga algunas cosas de dos peculiares pacientes suyos.- dijo el intérprete de Mikuo.
-Vete al diablo. No voy a violar la confidencialidad médico-paciente.-
-Creo que no entiendes la situación, zorra.- dijo "Mikuo" y ordenó que uno de los hombres quitara el antifaz de sus ojos, sólo para que ella contemplara a su marido atado a una silla con otro sujeto apuntándole con un revólver justo en la sien.- Ahora, por cada respuesta que no me sirva, le meto una bala.- Luke veía a Mikuo orgulloso, como si fuera una creación que resultó perfecta.
-Sólo... dime qué es lo que quieres saber.- dijo Namine llorando.
-Quiero saber qué tuvo que ver el accidente de Kamui Gakupo, la muerte de Megurine Luka y el coma de Shion Kaito.-
-P-pero, yo no sé mucho de eso...- el sonido del cilindro del revólver apuntándole sin ninguna duda a su marido la enfrió y cuando el hombre que sostenía el arma le propinó un muy fuerte golpe a la boca del estómago del banquero, empezó a decir- ¡De acuerdo! Yo... la verdad no sé mucho, sólo los atendí. Quien tiene la información completa es la policía y el abogado de ellos, Hiyama Kiyoteru. Yo sólo podría describir todo a grandes rasgos, yo...-
-Pues empieza a hablar, que no tengo todo el día y me puedo aburrir de escucharte. Y si me aburro, puedo empezar a disparar.- dijo el portavoz de Luke.

-Gakupo llegó herido de gravedad, lo único que supe fue que Luka había cambiado algo en la utilería de unos videos que estaban en rodaje y que por eso Kaito lo apuñaló... de ése incidente ya no sé más. Al día siguiente, Luka llegó al Allenworth, habló con Gakupo y le dijo que Kaito había sido el que lo apuñaló con alevosía y ventaja, pero cuando ella bajó a la recepción... yo, sólo me enteré que se resistió a un arresto y le disparó a un policía, que sus compañeros respondieron y así murió.-
-¿Y el coma de Kaito? ¿Qué con eso?- preguntó el intérprete de Mikuo.
-Cuando pasó lo de Luka, Kaito llegó junto con la policía; al parecer él estuvo en la línea de fuego junto con el abogado y la compañera del detective encargado, VY1 Mizki. Después de eso, Kaito subió a hablar con Gakupo, pero éste ya había sido envenenado por las palabras de Luka, y cuando entró lo golpeó. En el momento en el que yo llegué, Kiyoteru estaba conteniendo a Gakupo de su ira y yo me dediqué a atender a Kaito que ya estaba totalmente inconsciente; los golpes causaron un traumatismo cerebral grave y estuvo en coma por un tiempo... Shion Akaito, Kasane Teto y el mismo Gakupo se quedaron al pendiente de él todo el tiempo hasta su recuperación. Es todo lo que sé.-
Luke y Mikuo se miraron uno al otro y con la mirada, Hatsune dio la orden para que el hombre le diera otro gran golpe a Leon, que como ya había despertado, estaba violentamente amordazado. Cuando Aberdeen se retorció de dolor, Namine empezó a llorar más.
-¡¡Se los juro!! ¡Es todo lo que sé...!-
Megurine dio la indicación de que se les liberara a ambos, pero antes, les advirtió a través del portavoz:
-Si acuden a la policía o alertan a alguien de lo que acaba de pasar aquí, no sólo los secuestraremos con una pequeña amenaza. Esta vez, los mataremos y ni con una lupa van a encontrar sus restos ¿De acuerdo? Porque si lo hacen, si llegan a hablar de esto con alguien, lo sabré. Que no les quepa la menor duda.-
Los esposos se abrazaron y asintieron con mucho miedo, tomaron el auto de Aberdeen y se fueron a toda prisa.
"Lo único que pude guardarme, es el hecho de Gakupo y Kaito que son pareja. Podrían usar eso en su contra... si bien les dije casi todo lo que sucedió, no decirles ese detalle podría ganarles algo de tiempo. No puedo advertirle a nadie de esto, así que sólo puedo esperar a que todo salga bien... Tiene que salir bien, pero bien sabe mi Dios que dije todo eso para salvar al hombre que amo, así que espero me perdonen. ¿Quién querría saber esto? ¿Y por qué...? ¿Para qué?"

Los hombres contratados se dispersaron, Luke y Mikuo regresaron a casa del chico de rosa y continuaron con su plan.
-¿Y ahora qué? ¿Crees que la zorra ésa nos haya contado todo lo que sabe?- preguntó Mikuo.
-Si... no se atrevería a mentir con la vida de Aberdeen en juego. Pero, aún así, presiento que no es todo lo que pasó ahí... hay todavía cosas que incluso ella no sabe. Lo se...-
-Mencionó que Kaito y Kiyoteru estaban en la línea de fuego cuando Luka murió. ¿Por qué?-
-Eso nos toca a nosotros de investigar, pero sólo podemos averiguarlo con Kaito.- dijo Luke.
-¿Por qué con Hiyama no?-
-Tu lo deberías de saber, cariño... Recientemente, tu abogado y el Comandante de la policía salieron del clóset, que aparte de que son hermanastros, son pareja.-
-Es verdad... ¿Y eso qué tiene que ver?- refunfuñó el chico azulverdoso.
-Bueno, que aparte de que Kiyoteru es hermanastro del Comandante, ya con eso cuenta con la protección de la policía, y la cosa se pone peor haciéndolos amantes. ¿No recuerdas hace algunos años? Esos tipos son algo fuerte, disolvieron el clan yakuza más importante de la ciudad.-
-Ah, es cierto, el incidente de Yowane Haku...-
-Así es, si esos dos tuvieron algo tan importante entre manos y pudieron resolverlo, debe de ser que el asunto entre Gakupo, Kaito y Luka es grave. La verdad, no dudo que mi hermana haya hecho todo eso, la creo muy capaz, pero lo que no creo es que lo haya hecho sin razón alguna. Algo debieron de haberle hecho para orillarla a hacer lo que hizo.-
-Totalmente de acuerdo. Pero... ¿qué vamos a hacer ahora?- preguntó confundido Mikuo
-Pasar al plan B.-
-¿Te refieres a...?-
-Si, IA y Lily entran al juego.-

miércoles, 5 de marzo de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 24.

-Empieza el día despertando junto a Namine, desayunan en casa y el la lleva al hospital. De ahí, va al centro, al edificio del Banco Aberdeen y hace trabajo de escritorio durante tres horas. Toma el almuerzo y sale a fumar durante siete minutos a su terraza personal y atiende a varios ejecutivos en la sala de conferencias. Básicamente, la mitad del día trabaja en papeleo y la otra mitad en juntas. Sale de la oficina, sube al auto y pasa por su esposa al Allenworth. Se van juntos a casa y no vuelven a salir (a no ser que Namine tenga un paciente urgente). Lo único variado es el domingo, este día no tienen rutina estable. Tiene una vida demasiado tranquila para ser millonario. No viaja, no va a conferencias en otros países ni nada. Siempre manda a alguien que lo represente. Le gusta mantener un perfil bajo, de hecho, muy pocas personas lo conocen físicamente. Tuvo una invitación a una revista de negocios debido a su gran poder adquisitivo, pero rechazó la sesión de fotos y sólo dio la entrevista por teléfono.-
Luke, Mikuo y Caeles habían quedado en un bar al sur de la ciudad, el detective pasaría el informe completo de Leon Aberdeen.

Habían pasado ya dos semanas desde que Kaito había superado su coma. Luke ya tenía planes, y aunque de verdad podía hacer todo él solo, encontraba en Hatsune la sensación de seguridad, como si nada fuera a salir mal siempre y cuando estuvieran juntos.
Pero Mikuo era otra historia. La presencia de Luke empezaba a parecerle... indispensable. Cuando Megurine lo dejaba solo, empezaba a sentir un vacío interior, como si no estuviera completo hasta que estuviera junto a él, nuevamente.
Pero era distinto, con Luka... simplemente no era así. Sólo sentía esa necesidad de amarle, de estar con ella. Pero con Luke... empezaba a necesitarlo, o más bien, QUERÍA necesitarlo.

-Eso es todo.- dijo Caeles en un tono propiamente serio y se levantó de la pequeña mesa que compartían. Luke hizo lo mismo, se acercó al detective y acarició su mejilla.
-Gracias, cariño. Si necesito algo más, te lo haré saber.- Caeles tomó la mano de Luke con delicadeza pero a la vez, con mucha frialdad. En su papel serio e imperturbable, asintió, hizo una pequeña reverencia a Mikuo (quién parecía notoriamente molesto) y salió del lugar.
Megurine volvió a tomar asiento y notó que Hatsune lo miraba con reprobación.
-¿Qué?-
-¿Cuál es tu problema? Insinuándote sin ningún recato...-
-¿Te molesta? ¿Es porqué nunca te me he insinuado "sin ningún recato"?- dijo 
-... ¡Claro que no! Sólo... que no apruebo que las personas se vayan ofreciendo sin ningún pudor.- aún recordando que justo fue así como "conoció íntimamente" a Luka. Quizás habían celos despertando por lo bajo... pero no podía ser posible. Eso implicaba que sentía "algo" y más aparte, por un chico. Y no sólo un chico, si no el hermano de su enamorada.- Mira, no tengo cabeza para cosas tan estúpidas como estas. Empecemos cuánto antes y terminemos con esto.-
Luke se levantó tomando entre brazos el reporte del banquero, se acercó peligrosamente a la cara de Hatsune, y le dio un pícaro beso en la punta de la nariz.
-Vamos, pues.- dijo en un brinquito y se dio la vuelta.
-Maldita sea...-
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-¿Tienes un ocho?-
-No. ¿Tienes un tres?.-
-Tampoco... esto es demasiado aburrido,  Akaito.- dijo el azulado, aventando su mano de cartas a un lado y recargó su cabeza sobre su mano. Kaito se veía un tanto demacrado, estaba pálido y tenía bolsas en los ojos tan grandes, que incluso pesaban; se podría decir que se veía hasta moribundo.
El ambiente de hospital se estaba haciendo demasiado tedioso y sobre todo la silla donde se tenía que sentar diariamente para esa maldita semi-quimio, al principio no era tan malo, todo mundo atendiéndolo y teniendo atenciones... pero ya era demasiado. Extrañaba sobremanera su departamento, llegar y quitarse los zapatos, ir a la habitación... y que ahí ya lo estuviera esperando aquel hombre de cabello largo y púrpura.
Después de dos semanas de ya haber despertado, ya no estaba tan enojado con Gakupo, aún sentido, si. El dolor del medicamento le recordaba constantemente el rencor que sentía hacia el samurai, y sobre todo el color del líquido que goteaba incesantemente de la bolsa a sus venas.
-¿Dónde... dónde está?-
-En donde siempre: justo aquí afuera de la habitación. ¿Cierto?- ambos voltearon a la entrada del cuarto, y observaron como una mano se asomaba en señal de hacer alusión a su presencia.
-Ven, por favor.- dijo Kaito, con una voz apenas audible. Claro que al samurai no se le dificultaba oír aquel volumen, y mucho menos si se trataba de la melodiosa voz de su amor. Gakupo entró con la cabeza un poco baja, pero sin perder su elegante y varonil porte, Akaito le tocó la espalda en señal de relevo y tomó asiento frente al azulado.

-¿Necesitas algo?- preguntó el samurai.
-En realidad... no. Sólo quería estar contigo.-
-De acuerdo.-
-¿Sabes? Ya no... no estoy molesto. Sólo un poco sentido, y el dolor de esta porquería no me está haciendo más fáciles las cosas. Me mantiene con un humor muy malo estos días.-
-Lo sé. Y de verdad, me castigo cada día por haberte hecho sufrir esto.-
-Ya no lo hagas, en algunas de mis pláticas con Akaito he podido darme cuenta de varias cosas. Muchas parejas son eso y ya. Claro, los une el amor y las cosas en común y viven sus historias juntos. Pero ¿cada cuánto son celebridades como nosotros? ¿y cada cuándo tienen anécdotas tan interesantes para contar como esta? Lo he estado pensando de esta manera... y cuando seamos viejos podemos tratar esto como un mal chiste, soltaremos una risa nerviosa y rápidamente cambiaremos de tema.- dijo el azulado, sonriendo por lo bajo.
-Supongo que si... gracias.- dijo también sonriendo por lo bajo. El cuello de la camisa de Kamui dejaba ver una cicatriz con una peculiar historia.
Una de esas malas noches en Edo, los clanes enemigos querían acabar con el arma principal del Chôshû, así que mientras Gakupo dormía, quisieron rebanarle el cuello. Afortunadamente reaccionó rápido, y aunque el corte fue un poco profundo y largo, los "médicos" del clan intervinieron rápido.
Kaito se acercó para acariciarla (si hubiese sido alguien más, se habría llevado una reacción demasiado violenta por parte de Kamui), repasó sus dedos por toda la longitud, mientras el otro sólo se estremecía con el contacto, disfrutando cada milímetro que era tocado.
-Ayúdame con esto ¿quieres?- dijo el azulado refiriéndose a la intravenosa.

Se levantó del sillón con mucho cuidado, le dolía el cuerpo, pero estar con su amor hacía todo más tolerable. Se recostó en la cama, y Gakupo puso el perchero que traía colgando el medicamento a un lado.
Una vez bien acomodado sobre el lecho, hizo una seña para que el hombre se acercara y le propinara un delicado y profundo beso.
-Cierra la puerta.- así lo hizo el samurai y volvió a acercarse. -¿Sabes que es lo único bueno de las batas de hospital? Que se pueden quitar fácilmente, así que ayúdame un poco.-
Gakupo se sorprendió.... el azulado permitiría contacto. Aún con lo estupefacto y feliz que se encontraba, obedeció sin rechistar, y con extrema delicadeza despojó al hombre de sus prendas; admirando esa hermosa desnudez que no sólo extrañaba, sino que añoraba con ansias.
Con la mano que tenía libre de agujas, Kaito empezó a desabotonar la camisa de Gakupo, botón por botón, dejando a relucir ese pecho tan bien formado que era digno de competir con los dioses griegos. Una vez esa prenda fuera, el azulado empezó a explorar con la mirada y su mano cada rincón de aquel bien formado pecho, bajando al abdomen, acariciando cada cicatriz marcada.

Con Shion todo era diferente. En los momentos íntimos que Gakupo tuvo alguna vez con Luka, y ella hacía lo mismo, él sólo alejaba sus femeninas manos a otro lado. Se sentía demasiado incómodo cuando ella pasaba sus dedos sobre aquellas viejas heridas de guerra, pero con él... incluso lo disfrutaba.
Un contacto cálido y amable del hombre al que amaba no podía ser despreciado por nada del mundo. La sensación era abrumadora, y hacía que todas esas imágenes de muerte y violencia se desaparecieran y en su lugar quedara un suave bálsamo para remendar su alma.

Cuando ambos se encontraron totalmente desnudos uno frente al otro, Gakupo se acerco a la hermosa curvatura del cuello de Kaito besándola, mientras éste acariciaba la espalda de su hombre con suavidad y ternura. Así el samurai bajaba, besando y lamiendo cada centímetro de la hermosa perlada piel del azulado, pasando por el pecho, el abdomen, sujetando las bellas caderas de su amante, para por fin llegar a lo que deseaba probar; Kaito tomó la cabeza de Gakupo, enterrando sus dedos por entre los cabellos del samurai, haciéndole saber que lo que estaba haciendo lo disfrutaba. Ahogando un gemido en su garganta, recordaba las veces tan magníficas e inolvidables en las cuales los dos amantes disfrutaban de sus cuerpos con pasión, amor y lascivia.

-Kaito... déjame amarte de nuevo.-
-Con toda seguridad... te amo.-
Gakupo se acercó para depositar un suave beso en los labios del azulado, quien sintió como una lágrima del samurai caía directo en sus mejillas y escurría directo a aquellas sábanas que iban a ser testigo de su amor.
Una vez posicionado, Kamui entró en el cuerpo del otro, con mucho cuidado y esperando un poco para no lastimar a su amado y que éste se acostumbrara un poco a la invasión.
Comenzó a moverse poco a poco, el ritmo se fue incrementando progresivamente, hasta llegar a la abrumadora intensidad propia del samurai; ambos sostenían atorados en la garganta aquellos gemidos, ahogándolos en besos desesperados. Gakupo empezaba a moverse más rápido, se aferró a su amante con cuidado y cuando Kaito sintió sus sentidos falsear ante él, el otro hombre soltó un brusco gemido, haciendo evidente que había terminado.

Se recostó a un lado del azulado, sosteniendo su mano y mirándose muy tiernamente, Kaito se acercó y hundió su cabeza bajo el cuello de Kamui, descansando un poco de lo que acababan de hacer. Placentero como nunca, pero aún así el medicamento lo agotaba demasiado; así igualmente hizo caso omiso del dolor que le provocaba. Estaba tan ocupado en su amante, que no sentía el desgaste físico. Sin saber a qué hora, Kaito se quedó dormido, minutos después, Gakupo hizo lo mismo y ambos viajaron en Morfeo.
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-¿Cuánto tiempo ya llevan ahí?- preguntó Teto a Akaito, quienes esperaban en la cafetería del hospital.
-Unas tres horas... Kaito le estaba diciendo cómo se sentía al respecto. Sólo espero que su plática se haya quedado en eso y no se haya salido de control. Mejor vayamos a ver.-
La joven Kasane asintió, se levantaron, se dirigieron al quinto piso y fueron directamente a la habitación 515.
La doctora Namine también se dirigía para allá, en sus manos cargaba otra bolsa del medicamento púrpura, pensando en que ya era hora de hacer el cambio cuando se encontraron los tres en el pasillo, justo en la puerta de Kaito.
-Ritsu ¿vas a cambiar la bolsa?-
-Así es, ya es tiempo... ¿Gakupo está dentro?- dijo mientras alzaba la vista por el pasillo y no vio señales de Kamui.
-Si, llevan unas tres horas dentro.- dijo Teto
-Veníamos a ver si no habían discutido, porque estaban teniendo una plática un poco seria.-el pelirrojo se rascó la cabeza en señal de duda.
-Bueno, entraré y si veo que están discutiendo, les avisaré.-
-Gracias.- dijeron los prometidos.

Ritsu puso la mano en la perilla de la puerta, la giró con calma y entró cerrándola nuevamente detrás de sí.
-Kaito, el medic... ¡¡!!- dijo sin despertar a los durmientes. O mejor dicho, a los COMPLETAMENTE DESNUDOS durmientes. Tomó un respiro al filo de la entrada, intentó desviar la mirada hacia otro lado, pero tenía dos "grandes" distracciones frente a ella. Aún siendo médico y conocer el cuerpo humano a profundidad, estaba sufriendo un ataque de pena dado a que eran sus amigos los que estaban ahí. El pudor la sobrellevaba. Lo único que atinó a hacer fue tapar sus ojos con una de sus manos.- ¡P-por favor, d-despierten!-
Gakupo abrió los ojos poco a poco, llevaba algunos días sin dormir, así que estaba evidentemente agotado y cayó fácilmente en sueños. Tardó un poco en darse cuenta de la situación, pero cuando por fin pudo distinguir a Ritsu, pegada a la puerta, roja como un tomate y tapándose los ojos... pues, reaccionó.
Primero, su cara se tornó del mismo color que la de la doctora, tomó la bata de hospital y se la puso a Kaito de nuevo (quien difícilmente iba a despertar, ya que realmente estaba cansado), tomó rápidamente su ropa interior del piso junto con sus pantalones, y se vistió.
-Ya puedes mirar, Ritsu... disculp...- decía el samurai cuando fue interrumpido bruscamente.
-¿Estás loco? ¡Kaito no puede hacer tanto esfuerzo! Ya me imaginaba la relación de ustedes dos ¡pero no quería atestiguarla! ¿En qué demonios estabas pensando? Aunque el cuarto de Shion sea sólo para él, esto sigue siendo un hospital, no un hotel ¡Es un espacio público!- recriminaba con la cara roja, sonrojada violentamente y sin hacer contacto visual.
-El no se movió, todo el trabajo lo hice yo, te lo juro.- decía un tanto avergonzado el hombre.
-Bueno... supongo, que no afectará su condición si todo lo hiciste tu... ¡pero aún así! Este no es el lugar.-
-Lo siento. no volverá a suceder.-
-Eso espero. Yo... sólo venía a cambiar la bolsa.- dicho esto, se apresuró a hacer el cambio de medicamento y salió (todavía un poco colorada de las mejillas).

De nuevo, cuando salió cerró la puerta tras de sí, evitando que la gente pudiera ver como Gakupo buscaba su camisa por todos lados.
-¿Y qué tal?- preguntó Akaito. Ritsu se recargó en la puerta, como indicando que no pasaran a la habitación.
-Eh... Bien, todo... tengo que... paciente... ya saben.. yo... doctora.-estaba tan nerviosa y colorada que balbuceaba lo que intentaba decir con palabras.
-¿Te sientes bien, Ritsu?-
-¿Yo? ¡De maravilla! Eh... yo... me tengo que ir.- dijo finalmente y huyó de las miradas acosadoras de los prometidos tan rápido como pudo.
-Eso fue extraño... ¿No crees?- dijo el hombre a su mujer. Pero Teto era un poco más intuitiva. "Intuición femenina" podríamos llamarle.
-¿Notaste como tartamudeaba y lo sonrojada que estaba?-
-Si... ¿qué habrá pasado allá dentro?-
-No lo captas aún ¿verdad? Es obvio que los encontró ahí dentro subidos de tono.-
-¿A qué te refieres?- Akaito Shion podría ser el más brillante o el más ingenuo, Teto rodó los ojos y le susurró la palabra "sexo" en el oído. El otro se escandalizó en su interior y abrió de un portazo la habitación 515 (con tal ruido que Kaito despertó). Miró a Gakupo abotonándose apenas la camisa, si no hubiese sido porque Kasane lo sostuvo, Akaito se le hubiera ido encima.- ¿Qué te crees, pervertido? ¿Te follas a mi hermano en pleno hospital? ¡¿Y en su estado?!-
-No hagas tanto drama, ni que hubiera hecho algo que yo no quisiera.- dijo el azulado, recuperándose de su sueño.
-Tu ni me hables, maldita pasiva.- dijo el pelirrojo en un puchero mientras cruzaba los brazos.
-Tranquilízate, ya sabías de esto.-
-Si, pero...-
-Sólo cálmate ¿de acuerdo?- dijo con una breve risa ("Jaja, pasiva" pensaba).
-Como si nosotros dos nunca lo hubiéramos hecho aquí, amor. Y tienes que admitir que una habitación es un ambiente mucho más cómodo que un baño.- dijo Teto, el rojo de los Shion soltó un suspiro pesado, encogió los hombros y soltó una risa breve.
-Supongo que tienes razón.- decía mientras tomaba a la mujer en brazos besándola.
Gakupo tomó la mano de Kaito, y ellos compartieron un beso igualmente. Las cosas estaban tomando orden nuevamente, todo se estaba arreglando y ya nada podía salir mal.
Todo iba a salir bien.
Ya nadie los iba a detener...

...Al menos, eso creían ellos.

viernes, 21 de febrero de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 23.

-Llegas tarde.-
-Lo sé. Pero no es como si tuvieras algo mejor que hacer para no esperarme ¿o sí?-
Mikuo ya no dijo nada.
Hatsune y Megurine habían quedado esa tarde para planear toda su investigación acerca de la muerte de Luka, y qué tanto tuvieron que ver con eso Gakupo, Kaito y Kiyoteru.
Quedaron de verse en el departamento de Mikuo y así revisarían toda la información que tenían hasta ahora, y hablarían de los medios para conseguir más.
-¿Qué tienes hasta ahora?- pregunto Luke.
-Algo que vi en el canal siete hace no tanto. Sólo que, cuando Kamui estuvo internado, lo atendió una doctora llamada Namine Ritsu. Por lo que me enteré, es la misma que está cuidando a Kaito. Apuesto a que ella sabe algo... el problema va a ser encontrarla y obligarla a decirnos lo que pasa.-
-No creo que sea tanto problema. Yo también sabía todo eso, así que contraté un detective privado para que la investigara, pero lo único importante que pudo descubrir fue que está casada con el dueño del banco inglés más importante del país... Leon Aberdeen.-
-¿Y eso de que nos sirve?- refunfuñó molesto Mikuo.
-Sabrás a su debido tiempo... por cierto: ¿Qué sabes acerca de las nuevas dos chicas de Fujimori? Las que van a entrar para intentar rellenar a mi hermana.-
-Ah, si. Una se llama Lily, y otra se hace llamar IA. Las va a presentar oficialmente en la fiesta de cierre de la saga, pero... ¿Ellas qué tienen que ver?-
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-Bienvenido de vuelta, compañero.- dijo Gakupo.
Akaito salió a avisar a Ritsu que Kaito había despertado ya, así que la doctora entró y empezó el chequeo.
-Shion... Ha pasado un tiempo. ¿Qué tal te sientes?- dijo mientras revisaba las pupilas del azulado con una lamparita.
-¿Un tiempo? ¿Qué pasó?-
-Como tu médico, tengo la obligación de decirte todo lo ocurrido, independientemente si soy su amiga o no. En un horrendo malentendido, Gakupo te golpeó muy fuerte... y caíste en estado comatoso algunos días. La verdad, empezábamos a dudar que te recuperarías, pero gracias a que Kamui pudo avistar un movimiento tuyo, pudimos intervenir rápido.-
-Espera, espera, espera... ¿Un coma?- dijo demasiado confundido, pero a la vez... todos esos sueños en los que escuchaba a Akaito, Teto, Gakupo, Ritsu e incluso Kiyoteru.... cobraban sentido.
-¿Hasta dónde recuerdas, Kaito?- el hombre volteó a ver a Gakupo con cierto rencor.
-Lo último que recuerdo... ¿De verdad creíste que yo pude haberte apuñalado a traición? ¿Y, además, hacerle algo a Luka? ¿De verdad creíste que yo sería capaz?- recriminaba con la voz quebrada.
-Creo que ustedes dos necesitan hablar a solas.- dijo Teto, mientras tomaba del brazo a su prometido y a la doctora, indicándoles que salieran todos de la habitación.

El samurai acercó una silla a la cama de Kaito, tomó asiento y comenzó a hablar.
-No voy ni siquiera a tratar de justificar lo que hice. Te traicioné, y eso no lo puedo cambiar, por más que quiera hacerlo. Yo... estaba tan herido, no sólo físicamente, sino que... cuando Luka me dijo que habías sido tu quién me había traicionado e intentado matar, estaba desesperado por una respuesta a todas las preguntas y dudas que tenía. Así que le creí.
Y después hice algo que jamás me perdonaré: dejé que la maldita bestia de Edo se desatara; y en contra tuya, que fue lo peor de todo... en contra de aquel al que amo. No merezco tu perdón, Kaito. De verdad, no lo merezco, pero te lo suplico: Perdóname... ¿Podrás hacerlo alguna vez?- acto seguido, dejó el guardapelo de oro en las manos de Kaito, quien lo tomó como si fuese la primera vez que lo veía.
-Maldición, Gakupo... Esto no es algo que pueda perdonar de la noche a la mañana. Sigue sin entrarme en la cabeza que le hayas creído a ella, que hubieras pensado que yo sería capaz de algo como eso..¡Maldita sea! ¡¡PUDE HABER MUERTO POR TI!! Luego tuve que soportar verla morir frente a mis ojos. ¡Yo no quería nada de esto! ¡Sólo quería poder amarte tranquilamente cada jodido día! ¡¡Sólo quiero eso!!- No quería estar cerca de Gakupo, no aún. Le producía demasiadas emociones encontradas mirar esos ojos color amatista. El azulado no sabía qué pensar, no sabía definir lo que sentía y eso le parecía ridículo.- ¿Sabes qué? Vete. Sólo... vete.- dijo finalmente. Tomando la joya desesperadamente entre sus manos mientras sollozaba con ahogo.

Kamui se puso de pie, con lágrimas recorriendo sus mejillas. Al menos ahora sabía que el azulado lo seguía amando, pero lo doloroso sería el tiempo que tendría que pasar hasta que el permitiera su contacto, nuevamente. Lo que tendría que esperar para que pudieran estar juntos otra vez.
Con una inclinación de cabeza, se encaminó a la salida de la habitación. pero la voz de su hombre lo detuvo en seco, y sin hacer contacto visual, volvieron a hablar.
-¿Cuándo es la fiesta del cierre de la saga?- preguntó Kaito, recordando lo que había escuchado en sueños.
-En dos meses y medio, según lo que Yotu me dijo.-
-Estaré esperando tu propuesta ése día.-
El hombre de pie abrió los ojos tanto como pudo... escuchó todo lo que le había dicho; realmente podrían volver a sus anteriores vidas, aunque a su debido tiempo... Se amarían de nuevo.
-No faltará.- dijo, y salió del cuarto.

Entraron a la habitación Akaito y Ritsu, el pelirrojo quería hablar con su hermano y la doctora, tenía que cambiar la bolsa de medicamento y explicarle a Kaito en qué iba a consistir su tratamiento.
Después de indicarle lo difícil, pero beneficioso del proceso, Ritsu se marchó, dejando a los hermanos a solas para hablar de un tema que tenía que aclarar Akaito.
-Me alegro tenerte de vuelta, estúpido.- dijo con una sonrisa.
-Me alegra ver que has cambiado para bien... me refiero a que, desde que te comprometiste con Teto, tu humor es más... tolerable, jeje.-
-Y si, pero hablando de mi compromiso con Teto, y el hecho de que ya estés despierto... Kamui me lo contó todo.- el azulado sintió un frío recorrer su espalda. Gakupo no le habría contado a su hermano acerca de ellos por ninguna razón ¿o sí? No, debía de haber algo.
-¿Qué te dijo?- preguntó antes de delatarse él mismo.
-Que mi compromiso con Teto se dio por un plan que el tenía; en donde involucraba zafarte A TI de los Kasane, porque... al parecer, ustedes dos se aman ¿Acaso es verdad?-
-Antes de contestarte, dime ¿Por qué razón te dijo eso?-
-Mira, no soy estúpido. Sabía que no era simple coincidencia su accidente en el plató, luego que la perra de Luka resultara muerta a mano de la policía, ¡Maldición! ¡Yotu me dijo que hasta un maldito helicóptero usaron para atraparla! y después el hecho de que cayeras en coma... Algo conectaba los tres incidentes. Y según todo fue por los estúpidos celos y mentiras de Luka, celos desatados porque tu y Gakupo están juntos. Yo no tengo ningún problema si eres homosexual o no, es tu vida; pero como tu hermano le exigí una explicación a todo al imbécil de tu novio y me terminó diciendo todo (después de algunas amenazas y unos golpes). Desde su problema con Megurine, lo tuyo con Miku, como se encontraron y cómo se desarrolló todo desde ahí hasta ahora.-
-¿De verdad... estás bien con ello? Es verdad todo eso, y aprecio muchísimo que te hayas preocupado así por mi.... Espera ¡¿Un golpe?! ¡¿Golpeaste a Gakupo?! ¡Carajo, Akaito! ¿Te das cuenta que peligroso hubiera sido para ti si te hubiera regresado el golpe? Bueno, no lo haría, tiene muy buen autocontrol, excepto con esta situación conmigo, claro, pero fuiste muy irresponsable al hacerlo.-
-¡No me cambies el tema! De todos modos, lo amenacé. Le dije que si no despertabas lo iba a matar yo mismo. Sólo me respondió que no iba a defenderse, que si tu morías, el también.-
-¿Que hiciste qué? Ay, espera... ¿Dijo eso?- mucha información y poco tiempo para procesarla, la cabeza de Kaito estaba a punto de explotar. Más aparte el dolor interno ya se estaba haciendo presente por el medicamento, tendría que calmarse y poner cada cosa en su lugar dentro de su mente.

Gakupo estaba fuera del hospital, fumando un cigarrillo y llamando a Kiyoteru desde su teléfono.
-¿Yotu? Llamo para ponerte al tanto. Kaito... ya despertó.-
::Woah! ¿De verdad? ¡Qué excelentes noticias! ¿Qué le va a pasar?::
-Le van a suministrar un medicamento un tanto agresivo durante un mes. Después de esos treinta días, estará como nuevo. Los golpes... ya casi sanan por completo.- dijo con un enorme nudo en el estómago.
::¿Quieres que les informe a los demás?::
-Si fueras tan amable.-
::Gakupo... ¿Cómo estás?:: preguntó el preocupado abogado.
-Aliviado, mucho. Pero, como era de esperarse, no me quiere ver. No por ahora, pero, en cuanto si seguirá habiendo un "nosotros", lo seguirá habiendo.- dijo con una sonrisa triste a la vez.
::Cualquier cosa, avísame ¿Quieres? Voy a convocar junta en el estudio y después una rueda de prensa. Por ahora sólo revelaré el estado de salud de ambos. Lo demás lo tendrán que esclarecer ustedes, tanto para sus compañeros como para la prensa::
-Así tendrá que ser.-
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-Podríamos usar a esas chicas para que se les acerquen a Kamui y a Shion y los seduzcan. Sacarles algo de información.- dijo Luke.
-¿Por si no llegáramos a obtener nada de Ritsu?-
-Así es, pero lo dudo mucho. Sólo es un plan B. Verás, estaba pensando que podríamos investigar la rutina de su esposo y así poder interceptarlo.-
-¿Pero que demonios tiene que ver él en todo esto?- preguntó Mikuo un tanto molesto.
-No desesperes, Hatsune. La mejor parte del plan, es planear. Después de todo... es Leon Aberdeen, dueño de un banco importantísimo. Estoy seguro que, por lo menos, más de una persona lo quiere ver muerto...-
-¿Lo vamos a matar?-
-No por ahora.-

El celular de Mikuo sonó, hizo una pequeña pausa y contestó. Era Kiyoteru, estaba convocando una reunión de Vocaloid para un asunto "urgente". Al parecer tenía que ver con Kaito.
-Hiyama llamó, algo pasó con Shion. Iré a ver que pasa, mientras pon en orden todas tus ideas, y para cuando regrese me vas a explicar tu plan concisamente. ¿De acuerdo?- dijo Hatsune, mientras se acomodaba una bufanda en torno al cuello. Luke se levantó de su asiento, quitó las manos del otro, y peligrosamente cerca de él, se aseguró de enderezar ese pañuelo. Haciendo algunos toques gentiles en torno al cuello del hombre y estremeciéndolo un poco.
-Te encantará, ya verás.-

Cuando se encontró solo en el departamento, Luke llamó a su detective privado. Nadie sabía su nombre, y la única manera de contactarlo era por recomendación. Lo único que se sabía, era que se hacía llamar Caeles. Un hombre muy alto, con cabello blanco, barba de chivo, ojos grises y profundos: tenía semblante de asesino profesional en lugar de detective privado, ya que tenía las facciones tan duras y frías que daba miedo mirarlo mucho tiempo. Pero atractivo... en exceso. Y es algo que a Luke no le pasaba desapercibido.

El chico Megurine era abiertamente homosexual, pero no partidario de la monogamia, en lo absoluto. Cuando se aburría de alguien, se iba con otro. Incluso el mismo se consideraba como "una zorra". Hatsune le parecía bonito, y no le importaría ilusionarlo con un poco de sexo para que se volviera su marioneta personal (obteniendo ventaja del excesivo parecido con su difunta hermana).
Su acelerado ascenso como traductor en el consulado de Hungría, se debía a que aunque si era un perfecto políglota, el hombre que tenía el puesto antes que él, renunció inesperadamente dejándole el camino libre. Caeles descubrió un fraude bancario que había cometido unos años atrás (cosa que tenía muy bien escondida), y así Luke lo chantajeó con exponerlo. Incluso si a Megurine le sucedía algún tipo de "misterioso accidente" Caeles tenía la indicación de revelar la información. El hombre sólo podía ceder, y así el de cabello rosa se convirtió en el traductor más joven con tan sólo diecinueve años.
Las veces que se reunía con su investigador, se le insinuaba sin recatos, pero el otro jamás cedía. Así que lo había clasificado como "un caramelo inalcanzable"; aunque Luke siempre fue de esas personas que se podrían acostar con quien quisiera y cuando lo quisiera. Había sido "la primera vez" de muchos heterosexuales y el amor platónico de los demás. Y claro que le encantaba aprovecharse de ello.

-¿Caeles, cariño?-
::¿Qué quieres?::
-Siempre tan agresivo- dijo en un puchero.- Necesito que me consigas algo de información.-
::¿Qué necesitas?::
-La rutina exacta de León Aberdeen, planeo amenazar a Namine con la vida de su esposo para que nos diga que pasa con Kamui y Shion. Y para eso, quiero saber lo que hace a cada minuto ése hombre.-
::Podría investigar y tener para mañana toda la información que quieras acerca de ellos dos::
-¿Y perderme la oportunidad de desenmascararlos yo mismo? ¡Y cuando pensaba que me conocías...! Sólo obsérvalo dos semanas y pásame el  reporte completo ¿Quieres, cariño?-
::De acuerdo. Quiero la cuota habitual::
-Sabes que sí. Hago mañana mismo el depósito, el dinero no es problema.-
::Que sea hoy:: dijo finalmente, y colgó el teléfono.
-Qué grosero... me encanta.- dijo Luke en una sonrisa pícara. Se sentó en una de las sillas del comedor, abrió su laptop e hizo la transferencia.
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-¿Por qué demonios duele tanto esta porquería?- dijo Kaito, que estaba sentado en un sillón individual con una intravenosa en el brazo izquierdo, en una pose de "me quiero morir".
-Ritsu dice que el activo del medicamento provoca mucho dolor interno, que es casi como una quimio, pero te va a ayudar mucho.- dijo el hermano pelirrojo. Lo que también había dicho la doctora, era que por el constante dolor estaría de mal humor hasta que se acoplara un poco.
-¡Ya sé lo que dijo! Pero... ¿por qué t-tiene que doler a-así?-
-¿Quieres que llame a...?-
-¡No! Bueno, si quiero verlo y quisiera que estuviera aquí conmigo, pero sigo enojado con ése pedazo de... imbécil.-
-Estoy de acuerdo. Es un imbécil, pero si su presencia hace que te sientas mejor, no dudaré en llamarlo. Además, si no quieres escucharlo, sólo basta con que no hable, y si no quieres verlo, sólo fija la vista hacia otro lado.- dijo poniéndose de pie.- Además, nunca deja el piso, anda rondando siempre cerca por si necesitas algo.- salió y le pidió a Teto que por favor fuera por Gakupo.
-Akaito... gracias.- dijo el azulado, con una mirada que reflejaba gratitud.
El pelirrojo quería decirle que no era nada, que para eso eran hermanos, pero dijo algo muy distinto, aunque Kaito supo interpretarlo. Después de todo, el tenía una singular forma de demostrar su afecto.
-Me la debes, tarado.- dijo, su hermano de azul sólo rió y el de rojo salió de la habitación.

-Akaito me dijo que me querías ver.-
-Yo no dije eso, pero piensa que contigo aquí me voy a sentir mejor de esta maldita medicina.-
-Bueno, me sentaré en una esquina y me quedaré por si necesitas algo.- dijo el samurai, un poco triste.
-... de acuerdo.-
Después de media hora de silencio, Kaito preguntó:
-¿Por qué razón la dijiste a Akaito lo que había entre nosotros?-
-Dijo que se merecía una explicación, y así era. Así que tuve que decirle, era lo más justo.-
-Ya veo...-
-Kaito... ¿Seguirá habiendo un nosotros?-
-¿Por qué lo preguntas?-
-Hice algo terrible, y estoy más que consciente de que es motivo suficiente para que me odies el resto de nuestras vidas, pero te seguiré amando incluso si tu a mi no. Incluso si alguien más te enamora.... pero soy egoísta, y te quiero sólo para mi. No soporto estar lejos de ti.-
-Lo sé.-
-Significa entonces que no ¿cierto?-
-¡Maldición! Sabes que te amo, y te lo dije. Sólo que ahora estoy enojado. Confío plenamente en que ya no volverás a dudar de mi, porque si lo haces, significaría el fin de todo ¿De acuerdo? Como te dije, estoy enojado, pero nada más. Te amo y te seguiré amando hasta el día en que deje de respirar... Será Nuestra Aventura ¿Recuerdas? De aquí a la eternidad.-

Con todo y que Kaito sentía mucho dolor, hizo una seña para que el samurai se acercara a el, quedando de rodillas frente al hombre de azul y abrazando sus rodillas.
-Gracias, amor mío...-
Con la mano derecha, tomó el mentón de Gakupo (que ahora estaba húmedo por lágrimas de arrepentimiento) y lo guió hacia arriba para así encontrarse con aquellos labios que tanto habían pasado sin probarse. Aún cuando Kaito estaba muy enojado, no pudo resistirse a un beso de su amor, quien respondía con ternura y delicadeza.

Desde un cuadro externo, el sol resplandecía por detrás de Kaito haciéndolo parecer una figura angelical. Y el otro hombre a sus pies, mas aparte unidos por aquel gentil y puro roce de labios, era toda una revelación espiritual de presenciar. Inclusive Akaito lo reconocía, quien estaba observando todo desde fuera de la habitación. Le pareció raro encontrar una epifanía esotérica en aquella escena, en lugar de una inconformidad... pero estaba bien con ello. Al menos por ahora.

jueves, 30 de enero de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 22.

NDA: Una pequeña aclaración, me refiero como "Luke" en vez de "Luki" al hermano de Luka (bueno, el genderbender) porque me gusta más cómo suena xD.
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Los paisajes verdes, la gentil brisa que acariciaba las mejillas de los presentes, la puesta de sol. Era una escena abrumadoramente hermosa... si no fuera por todas aquellas lápidas y criptas que adornaban constantemente esas largas explanadas de césped.
La familia Megurine no era muy extensa, sólo contaba con los dos hermanos, Luka y Luke (menor por un año); cuando la mujer fue muerta, su hermano decidió enterrarla junto a sus padres (los cuales habían fallecido hace unos pocos años atrás).

Kiyoteru asistió al funeral, Yüma lo hubiera acompañado, pero dado que fue su gente quien le dio muerte a la fallecida, decidió que lo más prudente era esperarlo en el automóvil.
Antes de que toda la formalidad empezara, Yotu se encontró con todos los Vocaloids a las afueras del cementerio.
-Buenas tardes, quise verlos a todos aquí primero para explicarles algunas dudas que tienen. Primero, con respecto a que nadie sabe todavía de los muchachos, Gakupo y Akaito les agradecen que hayan intentado visitarlos, pero se disculpan de no poder atenderlos y de no poder venir. Lo harán cuando estén en condiciones.-
-Me había preocupado mucho porque no nos habían dejado verlos. El accidente de Gakupo fue terrible, y nadie nos quiere decir porqué Kaito se encuentra en coma, ni porqué...- decía Rin, pero al final no pudo decir la última oración y se recargó sobre el hombro de Len, quién continuó lo que la rubia intentaba decir mientras rodeaba su cintura en un abrazo.
-El porqué Luka está muerta.- asintió finalmente el joven Kagamine. Todos palidecieron un poco con esa declaración.
-Kiyoteru, ¿será posible que tu nos puedas decir todo lo que está pasando?- preguntó Miku.
-Sólo puedo decirles algunas cosas, las razones no me corresponde a mi. Si Gakupo y Kaito quieren decírselas, lo harán a su tiempo. Les daré más bien un panorama general de la historia. Luka tuvo un arranque de celos en el plató, engañó a Kaito para que apuñalara de verdad a Gakupo, y cuando se enteró de que no había muerto, fue a verlo al hospital. Ahí la interceptó la policía, pero se resistió al arresto, desarmó a uno de los detectives y le disparó, estuvo a nada de dispararle a Shion también, pero... la policía no tuvo más opción que... bueno.
Acerca del coma de Kaito, no puedo decirles mucho al respecto, pero la verdad todo el mundo estamos pendientes si despierta.-
-¿Querrás decir "cuando" despierte, no?- preguntó un tanto alterada Miku, pero el abogado sólo se limitó a bajar la cabeza y poner un semblante triste.
-¿Cuándo y porqué se empezó a ir todo a la mierda?- dijo Gumi sin creerse lo que escuchaba.
-Es que... no puede ser...- se repetía Mikuo.- Luka no pudo haber hecho todo eso... tu... nos mientes, Kiyoteru. ¡Así es! ¡Ése es tu trabajo! ¡Mentir! No puedes arrojarle tanta mierda a Luka sólo porque sí. No la conocías, nadie la conocía mejor que yo. Ni siquiera Gakupo. Ese maldito imbécil nunca supo cómo tratarla y por eso terminó muerta... ¿Quién me asegura que no la estás calumniando? No me sorprendería que el imbécil la haya asesinado con su naturaleza animal, por eso estaba encerrado en esa comuna, ¡porque ese subnormal no encaja con nosotros!-
Gumi se sintió enfurecer. Estaban difamando la integridad de su amor imposible... no, de su mejor amigo.
-¡Cállate, Mikuo! No creas que conocías mejor a Luka que nosotros sólo porque te acostabas con ella o porque la amabas y ella nunca te quiso. Si es cierto que nos cuesta creer lo que Yotu nos está diciendo, no tiene razones para mentirnos. Y aquel "subnormal", como lo llamas, tiene más honor que tu, tanto que si Luka te hubiera escogido a ti, lo habría aceptado con la frente en alto, y no se hubiera metido con ella a escondidas. Más aparte, te recuerdo que todo lo hacías a sabiendas de que Miku y tu todavía tenían el compromiso hecho y derecho, así que deja tu mierda moralista a un lado y compórtate como la gente.-
-¡Me lo viene a reprochar la persona que estaba, o más bien, está enamorada de Kamui!-
-Si quiera tuve la decencia y el respeto propio de no rogarle migajas de cariño.-
Gumi terminó callando a Mikuo, ganando aquella pelea verbal que todo mundo escuchaba sin decir ni exclamar una palabra. Hatsune se dio media vuelta, y se alejó lo suficiente, acercándose a contemplar el ataúd donde yacía su amada, haciendo planes para averiguar todo lo que Hiyama les estaba ocultando.

Una voz un tanto similar a la de Luka lo sacó de sus desesperados pensamientos.
-¿Así que tu eres Hatsune Mikuo?-
-Tu debes de ser Megurine Luke-
Luke era demasiado parecido a Luka, hasta se atrevería a decir que era exactamente igual, a diferencia de que tenía el cabello corto (y, por supuesto, las curvas y la voluptuosa figura). Aquel muchacho representaba demasiado bien el concepto de androgínia. Y hasta con un poco de vergüenza admitía, que el de cabello rosado, era un hombre estéticamente hermoso.

-Escuché todo tu "espectáculo" allá atrás. Al parecer no crees la versión de aquel tipo castaño; fue muy similar a lo que aparece escrito en el reporte policial, el día en que me informaron de la muerte de mi hermana.-
-¿Y porqué demonios me estás diciendo esto? ¿A mi en qué me importa?-
-Probablemente, en nada. Por lo menos no esto que te estoy diciendo, pero tu quieres conseguir respuestas por ti mismo y yo también. Así como lo veo, podemos hacernos... "socios".-
-Con el dinero que gano puedo contratar a un detective privado que investigue y dejarte fuera, "socio".-
-Hablo siete idiomas, trabajo como traductor en el consulado de Hungría de la ciudad, y con el dinero que dejó mi hermana del fideicomiso a mi nombre, podría comprar el sistema judicial entero,"socio".-
-Si eres así de millonario, no veo porqué me necesitas.-
-No te necesito, pero no quiero que alguien más se lleve la satisfacción de descubrir lo pasa. Te doy esa oportunidad, que descubras por ti mismo lo que sucedió, pero si no la quieres, te dejaré de insistir en este instante.- dijo Luke, pero después de pensarlo unos segundos, Mikuo asintió.
-De acuerdo, estoy dentro.-
-Sólo te advierto: Estoy un poco loco ¿sabes? Si descubrimos algo que me moleste mucho, soy capaz de matar al responsable.-
-Correré el riesgo, ya no tengo nada que perder.-
-Me agradas, Hatsune.- dijo Luke, le plantó un beso en la mejilla a Mikuo (quien se sonrojó un poco) y se dio la media vuelta, dejando al otro admirando de nuevo el ataúd de Luka.
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Gakupo caminaba por los pasillos del hospital buscando a la doctora. Estaba asustado y preocupado, si Kaito no despertaba para el día siguiente, Akaito lo desconectaría. Incluso, él mismo se estaba dando por vencido, Shion no mostraba mejorías, y si moría, la propia vida del samurai también se extinguiría; no es algo de lo que estuviera preocupado, su vida en sí no importaba, sólo que el azulado se encontrara bien. Sólo eso.
-Ritsu, el medicamento de Kaito está por terminarse ¿te importaría cambiarlo?-
-Claro, en un instante iré.- Namine entró al almacén de medicamentos, tomó una bolsa con un líquido verde de una repisa y salió con Kamui.
-¿Y cómo estás, Gakupo?-
-Sólo... intento sobrellevar todo este asunto, Ritsu. Quiero creer que se despertará.-
-Gakupo... las probabilidades son...-
-Ya lo sé, pero si dicen que la esperanza se pierde al final, y yo ya la estoy perdiendo ¿significa que ya estamos próximos al final?-
Ritsu ya no dijo nada, sólo emitió un suspiro que destilaba desesperanza.

Entraron a la habitación donde yacía el azulado, mientras la doctora hacía el cambio de medicamento, Gakupo notó un pequeño y demasiado sutil detalle. Tan insignificante que pocas personas en el mundo podrían notar. Tal vez gente con desorden obsesivo compulsivo, o personas como él, que anteriormente revisaban cada detalle de cada cosa puesto que, en Edo, todos los clanes querían muerto a Kamui, y aprendió que hasta la cosa más insignificante, podría representar un peligro a su vida.

Kaito no estaba en la misma posición en la que Gakupo lo había visto antes de salir.
Tenía la boca abierta un poco más, pero sólo un poco; y el dedo índice de la mano izquierda se había desplazado aproximadamente 1.5 milímetros hacia afuera. Pero tendría que asegurarse que de verdad el azulado se hubiera movido y no que fuera el resultado de una contracción de músculos o algo así.
-Ritsu, dime algo... ¿Kaito, en su estado, puede realizar movimientos involuntarios o de reflejo?-
-Sería lo más normal.- El samurai sintió como se apagaba la única chispa de esperanza que había iluminado sus preocupaciones por un instante, y se dejó caer pesadamente en un asiento. -pero ahora que lo pienso, sólo sería posible si tuviera actividad cerebral. Pero como es el caso, y no la tiene, es imposible que se mueva, ya que su sistema nervioso también esta "dormido".-
Kamui se levantó bruscamente, como si las dudas del universo por fin hubieran tenido explicación.
-Es decir que ¿Si se moviera es porque su cerebro ya tendría actividad?-
-Así es... ¿a qué viene la pregunta?-
-Ritsu, llámame loco o lo que quieras, pero Kaito se movió. ¡Se movió! Su dedo, está más hacia afuera que hace unos instantes.-
-Gakupo... está igual que desde hace días.-
-¡No! Ritsu, créeme, por favor.-
-Es que, no es algo prominente. No podrías decir que se movió porque no se ve una diferencia. Es casi imposible que te des cuenta de detalles así de minúsculos.-
-Si puedo. Por ejemplo: La bata blanca de hoy, no es la misma que trajiste ayer, y la de ayer no es la misma de anteayer. Por todos los días que te he visto, puedo decirte que tienes cinco batas iguales, pero las puedo diferenciar porque todas tienen los botones cosidos en diferente forma y la de ayer, tenía una pequeña mancha de sangre en la orilla, muy vieja por la forma y el sutil color que quedó. Inclusive te puedo decir que en tus manos veo que, no hace más de tres días te hiciste la manicura, en la cual te lastimaron un poco ya que tienes una apenas visible cortada en el dedo medio de la mano derecha junto a la uña, y otra en el meñique de la izquierda.- Namine se quedó congelada. ¿Cómo demonios supo todo eso?
-De acuerdo, supongo que si puedes darte cuenta. ¿Qué es lo que sugieres? ¿Que hagamos los estudios nuevamente?-
-Es exactamente lo que sugiero, Ritsu.-
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-Te traje un poco de tarta, cariño.-
-No quiero.-
-¡Akaito Shion! ¡No has probado un bocado en dos días! ¡Así que, o te comes la tarta, o te obligo a tragártela!- regañó Teto.
-De acuerdo, de acuerdo, la comeré.- dijo el pelirrojo a regañadientes mientras tomaba un bocado de la tarta... Tarta de moras, la favorita de su hermano. No pudo contenerlo y comenzó a llorar ahogadamente.
Kasane sólo se limitó a abrazarlo, mientras Akaito se aferraba al cuerpo de su prometida, buscando consuelo en ese delicado cuerpo cálido.
-...¿Akaito?- preguntó una voz. El pelirrojo se incorporó nuevamente, se limpió las lágrimas y respondió a la interrogante con otra pregunta.
-¿Qué quieres, Kamui?-
-Ritsu mandó a realizar el electroencefalograma nuevamente. Kaito se movió un poco; dice que eso sólo sucede cuando...-
-¡Cuando hay actividad cerebral!... ¿Escuchaste, cariño? ¡Va a regresar!- gritaba feliz mientras tomaba las manos de Teto y las besaba frenéticamente.
-Estimo que en unos minutos, Ritsu tendrá los resultados.-

Se reunieron en la sala de espera del quinto piso del hospital Allenworth, todos nerviosos por lo que la doctora fuera a decirles a continuación. Parecía que los segundos se hacían minutos y los minutos se hacían horas.
Finalmente, Ritsu salió con unos papeles en la mano, leyéndolos con los ojos abiertos como platos y la boca ligeramente abierta, sorprendida de lo que fuese que estuviera impreso en aquellas hojas. Ya reunida con el samurai y los pelirrojos, comenzó a hablar.
-Yo no... nunca había visto nada similar. Digo, la posibilidad era menor al dos por ciento... yo, no sé ni qué decirles muchachos. Kaito se está recuperando a un ritmo increíble. Es un milagro médico...-
Teto se llevó las manos a la boca, emocionada y su prometido sonreía mientras las lágrimas recorrían sus mejillas adornándolas con un brillo cristalino.
Gakupo cepillaba su cabello con las manos ansiosamente, no sabía cómo reaccionar, sólo atinó a preguntar algo, con la voz un tanto quebrada.
-¿Y ahora, qué procede?-
-Pues lo primordial ahora, es cambiarle el medicamento por uno más agresivo. Sería casi como una quimioterapia, ayudará tremendamente al cerebro, pero el activo principal provoca bastante dolor interno y mucho desgaste físico. Si Akaito autoriza que se le suministre, yo personalmente garantizo que, después del tratamiento, con una buena alimentación y algo de terapia física, tendrá la mejor de la salud.-
El hermano Shion no lo pensó dos veces, la palabra de la pelirroja era más que suficiente. Autorizó inmediatamente el tratamiento.
-¿Por cuánto tiempo se le estará poniendo este medicamento?- preguntó Gakupo, apunto de arrancarse todo un mechón de cabello.
-Se lo pondré justo ahora, y es tan efectivo que cuando la primera bolsa se acabe (aprox. unas tres horas), ya despertará completamente lúcido. El tratamiento dura treinta días, cada vez con las dosis mas pequeñas, debo advertirles, necesita que estén con el a cada paso, ya que va a ser constante el paso de la medicina. 24-7, muchachos, no puede haber interrupciones, y por lo tanto, estará en un dolor constante. Tienen que apoyarlo mucho.- dijo finalmente la doctora, y así se dio la media vuelta a paso rápido para ya no perder más tiempo y comenzar de inmediato.

En sólo tres horas, tendrían a Kaito de vuelta.
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Se trasladaron al cuarto del azulado, Namine ya había puesto a correr el medicamento. Tenía un cierto color púrpura que se asemejaba un poco al color de cabello de Kamui.
La tensión de aquel lugar era tal, que casi podía tocarse. Los nervios, la incertidumbre, la esperanza y las dudas reinaban en ese espacio; esperando una señal, cualquiera. Todos pendientes a cualquier movimiento que el de azul pudiese hacer.

Gakupo no apartaba la vista de el lugar donde permanecía recostado su hombre, apretaba celosamente entre sus manos aquel hermoso guardapelo de oro. Casi como si ahí estuviera depositando toda su energía y esperanza, en aquel pedazo de metal precioso, que no era ni un poco mas precioso que los sentimientos que mantenía por Kaito; y que rogaba a quien fuese que escuchara sus pensamientos, que el azulado siguiera amándolo con la misma intensidad como cuando cayó en sueño.

Pasó la primera hora, que había parecido interminable. Akaito se quedó dormido sobre el hombro de Teto, ya no tenía el estrés de hace poco, pero aún así, aunque hubiera querido aguantar, la falta de descanso y de nutrimentos, lo derrumbó por un momento. El samurai seguía igual de imperturbable.

Pasó la segunda hora, y ahora era Teto quien comenzaba a cabecear de cansancio, hasta que terminó por rendirse ante Morfeo, igualmente. Gakupo llevaba tres días sin dormir, pero el ya estaba acostumbrado, así que era seguro que aguantaría. Pasó la segunda hora, y el seguía imperturbable.

Cuando pasó la tercera hora y unos quince minutos, Kamui estaba sudando frío, la desesperación de no ver ningún cambio... pero tenía que ser paciente.
Kaito movió un poco la cabeza, sutilmente. Gakupo se echó para atrás bruscamente, despertando a Teto y a Akaito.
Todos se pusieron de pie, rodeando la cama del azulado, viéndolo fijamente.
Comenzó a abrir los ojos, lentamente, pero con firmeza y seguridad de que no los volvería a cerrar por tanto tiempo. Dio un respiro profundo, oliendo conscientemente aquellos olores que su nariz ya extrañaba.
Sus ojos terminaron de abrirse, deslumbrándose un poco por la breve luz de la habitación... las voces que comenzaba a oír progresivamente se hacían cada vez más claras y familiares.

Kaito por fin pudo distinguir las tres figuras que se encontraban ahí, pero concentrándose sólo en una, en la de él. Aquel al que amaba y amaría toda la vida.
-Bienvenido de vuelta, compañero.-

miércoles, 29 de enero de 2014

Weekly Tips: Videojuegos/Música.

Hola, gente (:
Perdonen que me he estado concentrando más en el fic que en el demás contenido del blog, pero es algo que realmente me apasiona hacer.

En fin, ya estoy de vuelta con las recomendaciones C:
Esta vez, les recomendaré un juego que estuvieron regalando los primeros días de enero a los usuarios GOLD en Xbox LIVE.

El dicho juego es Sleeping Dogs.

En el juego tomas el control de Wei Shen, un policía encubierto chino-americano que se infiltra en la mafia china, los Sun On Yee, más específicamente, dentro de las triadas, que son  los que controlan todo el negocio ilegal en la ciudad de Hong Kong.
El juego ofrece una experiencia abierta, con uno de los mapas más grandes que haya visto. (Sin contar GTA xD). Ganas experiencia de Policía y de Triada con cada caso o favor que realizas. También te gana prestigio, lo cual te permite desbloquear nuevos atuendos y nuevos vehículo (Que, dependiendo la clase de vehículo que sea, desbloqueas nuevas carreras callejeras).

La música viene aquí, cuando subes a un automóvil, la radio suena y te permite cambiar las estaciones:

Boosey And Hawkes: (Classical music, opera)
Daptones Radio: (Funk, soul)
Kerrang! Radio: (Indie rock)
Ninja Tune Radio: (Electronic music)
Real FM: (Hip hop)
Roadrunner Records: (Metal)
Sagittarius FM: (Classic rock, new wave)
Warp Radio: (Electronic music)
H-Klub Radio: (Hong Kong hip hop)
Softly

Las estaciones que más recomiendo, son Roadrunner Records (ya saben que me encanta el metal) con las canciones de The Parlor Mob (After All y Take What's Mine), de Black Stone Cherry (Rain Wizard y Change) y Killswitch Engage (My Curse).
También H-Club (Con cualquiera de 24HERBS) y Real FM.

Este juego está disponible para Xbox 360, PS3 y PC.
Esas son mis recomendaciones, ya saben qué hacer:
Comenta.
Comparte.
Odia a todos (:



miércoles, 8 de enero de 2014

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 21.

NDA: Este capítulo, lo quiero dedicar a Sahara, que es y siempre ha sido buena amiga conmigo. Te quiero, Sahara-kun.
Pero también a todos ustedes, lectores y lectoras que me han inspirado a llevar este fic hasta este capítulo, cuando no tenía pensado más de seis. Gracias por leerme, y ojalá mis ideas sigan siendo de su agrado.
También, este capítulo tiene Chan de Yüma y Kiyoteru. Me estoy concentrando un poco en ellos porque ya no aparecerán mucho en lo que resta del fic, o al menos eso planeo.
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Ya habían pasado diez días, y Kaito no mostraba ninguna mejoría, ni señal de que lo haría.
Gakupo por su parte, estaba a unas horas de ser dado de alta del hospital, ya que por sus genes de combate naturales, sanaba muy rápido. Kamui quiso verlo desde aquel día, revisar su progreso y velar por el, pero Akaito no se lo permitió.
El entendió perfectamente sus razones, y aunque quiso refutar, no se sentía en la posición más adecuada para hacerlo.
No pensaba en otra cosa que no fuera en todo ese asunto, que tal vez todo se pudo haber evitado, que el no hubiera salido herido, ni Luka muerto, ni Kaito en coma... ni nada.
Pero ahora, lo que fuese que pensara, ya no importaba. Lo hecho, hecho estaba. Así que la mejor forma de ayudar era enfrentar la situación y tratar de enmendarla lo más posible. Redimirse consigo mismo, pero sobre todo... con Kaito.
Su vida ahora estaba en segundo plano ahora.
Gumi lo había visitado hace una media hora, le dejó algo de ropa para cuando saliera. Gakupo, por teléfono, le dio las instrucciones de cómo entrar al departamento que compartía con Shion. Confiaba plenamente en ella, lo suficiente como para permitirle entrar a la vivienda, después de todo, era su mejor amiga. Una vez saliera del hospital, el samurai no tenía idea de donde ir o qué hacer.
Mientras Gakupo pensaba todo aquello y se vestía para recibir su alta médica, un pelirrojo lo sacó de sus pensamientos.
-Kamui, tenemos que hablar.-
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Kiyoteru se encontraba en el sofá de su casa (la que antes, perteneció al jefe Yümio), debatiéndose entre sus pensamientos. Cuando Kaito entró al ala de radiología, era obvio que no podía llevar su ropa ni objetos metálicos. Así que Ritsu le entregó un paquete con sus pertenencias.
El problema no era dárselas a Akaito, si no que entre ellas se encontraba un hermoso guardapelo de oro. Su curiosidad lo llevó a abrirlo, y allí encontró una foto de los dos enamorados, y una hermosa frase grabada: "De aquí, a la eternidad. Será Nuestra Aventura."

Lo miraba una y otra vez, debatiéndose si se lo debía de entregar a Akaito o no.
-¿Qué pasa, cariño?- preguntó Yüma, que recién salía de la ducha, con una toalla alrededor de la cintura.
-Encontré un guardapelo entre las cosas de Kaito, tiene una foto de Gakupo y el. Siento que si le entrego todo a Akaito, vaya a enloquecer más contra Kamui... porque revela los sentimientos que se tienen.-
VY2 se sentó a su lado, tomó su cabeza entre sus brazos y le dio un tierno beso en la cabeza mientras le retiraba el guardapelo y lo colocaba sobre la mesa con las demás pertenencias del azulado.
-Si me preguntaras que haría yo, si fuera tu... Le daría todas las cosas de Kaito. Ritsu te las entregó porque ése día todavía no había llegado su hermano, y creo que después de verlo así, Akaito merece un explicación verdadera del porqué Kaito está como está. Ya lo que pase después, será necesario para esclarecer todo este asunto.-
-Creo que tienes razón... tampoco me corresponde a mi decidir eso.-
-Confío en que sabrás decidir lo que es mejor, pero cambiando un poco el tema... no te he dicho hoy lo mucho que te amo ¿o si?-
-Aunque no lo digas, yo lo sé. Pero me gusta escucharlo. Yo también te amo, Yüma...- dijo Hiyama con una sonrisa entre sus ocupados labios, que ahora entretenían a los del ojiverde.

¿Qué era lo que pasaba siempre con él? Cada vez que sus labios se encontraban en una delicia de intimidad, Kiyoteru se dejaba llevar y envolver por las caricias de VY2, quien a su vez, disfrutaba del cuerpo de su amante.
Yüma no se contuvo más, y mientras deslizaba su mano por debajo de la camisa de el castaño, su otra mano  la desabotonaba cuidadosa y lentamente. Yotu rompió el beso, para posar sus labios sobre la hermosa piel que cubría los hombros del ojiverde.
Años de entrenamiento, y el desgaste físico, no habían causado estragos en aquella suave piel perlada. VY2 sí que podía presumir de unos músculos muy bien formados entorno a todo su cuerpo; y cada que tenía oportunidad, a Hiyama le encantaba admirar ese cuerpo tan atlético y perfecto, así como recorrerlo con sus manos.
Una vez la camisa del castaño salió, Yüma desabotonó los pantalones de su amante, mientras las manos de Kiyoteru recorrían el bien formado abdomen del comandante, y retiraba gentilmente la toalla que envolvía su cuerpo para revelar esa hermosa desnudez.
VY2 hizo lo mismo con Yotu, lo ayudó para desprender aquella estorbosa ropa, que le impedía ver el masculino, pero aún así, delicado cuerpo del castaño.
Yotu se posicionó entre las piernas de Yüma, probándolo lo suficiente como para hacer que los sentidos de VY2 falsearan. Una vez listo, Hiyama se recostó sobre el sofá, y el comandante sobre el, mientras entraba en el cuerpo del otro con mucho cuidado de no lastimarlo.
Yüma comenzó a moverse ambiciosamente, mientras Kiyoteru aferraba sus manos a la musculosa espalda del otro; así ambos se encontraban en una catarsis de placer, donde ya ninguno de los dos podía detenerse o arrepentirse. Y por supuesto, no querían detenerse ni arrepentirse, ambos se amaban, y sólo ellos podían llevarse uno al otro hasta el éxtasis.

El sudor goteaba ansiosamente de la frente de uno, sólo para reflejar lo apasionado del acto. Yüma devoraba desesperadamente a Kiyoteru, que se encontraba fuera de sí. Estaba sonrojado y ahogando algunos gemidos que salían desde su garganta; el ritmo se fue intensificando y las embestidas se hacían cada vez más fuertes y profundas, y a su vez, el ojiverde lamia la curvatura del cuello del castaño.
Soltaron un último y tosco gemido al unísono, ya que ambos se habían liberado. El comandante dejó caer su cuerpo sobre del otro y besó tiernamente su oreja.
-Vamos a la ducha.- dijo VY2 mientras recobraba la postura y se ponía de pie para extenderle la mano a Hiyama.
-Te amo...- dijo tomando su mano.
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El abogado subió a su automóvil y se dirigió hacia el hospital, donde se encontraría con Akaito para entregarle las pertenencias de su hermano. En el camino, recordaba las palabras de Yüma, porque aún no se sentía convencido del todo de dar las cosas de Kaito, pero era como él había dicho: no le correspondía decidir eso.
Así que cuando llegó a Allenworth, subió por el elevador hasta el quinto piso. Fue a la habitación de Kaito, donde se encontraba con muy mal semblante. Tenía hematomas por toda la cara, una tablilla en la nariz (para enderezarla) e intravenosas en los dos brazos.
Akaito estaba sentado en una de las sillas contiguas a la cama, dormido y recargado sobre su hermano. Teto no lo dejaba nunca solo, atendía a su prometido en lo que fuese necesario para que nunca se apartara del azulado.
-Buenas noches, señorita Kasane.- dijo apropiadamente Hiyama, procurando hablar bajo para no despertar al pelirrojo. Teto se levantó de su asiento, y salió de la habitación junto al abogado cerrando la puerta tras de sí.
-Buenas noches Kiyoteru, pero por favor, dime Teto.- dijo sonriente.
-Gracias, Teto. Vine a dejarle esto a Akaito. Son las pertenencias de su hermano, no pudo entrar con esto a radiología y me lo dejaron a mi porque ustedes todavía no llegaban... en fin, si está muy indispuesto puedo volver mas tarde.-
-No creo que despierte en un buen rato, lleva todos estos días sin dormir, hasta hace una hora que ya no resistió y se quedó dormido junto a Kaito. Si quieres, puedes dejarme las cosas a mi, y yo se las daré cuando despierte.-
-Te lo agradeceré mucho si así lo hicieras.- dijo el castaño y le tendió el paquete a la pelirroja, quien lo tomó con cuidado.
-Por supuesto, no es nada.-

Así ambos se despidieron, Kiyoteru tomó su camino y Teto volvió a entrar a la habitación. Ella también estaba muy cansada, recargó la cabeza en el respaldo del asiento y cayó en un profundo sueño.
Despertó a la mañana del día siguiente, se enderezó y talló un poco sus ojos.
-Buenos días, cariño.- dijo Akaito quien veía con curiosidad el paquete que había dejado Hiyama.
-Buenos días... Oh, veo que ya viste esto. Kiyoteru vino a dejarlo anoche, son las cosas que tenía Kaito antes de que lo internaran. Voy por un café ¿Quieres uno?-
-Con tres de azúcar, por favor.- Teto se acercó a darle un beso en los labios, y después salió.
-Ahora vuelvo.-

Akaito abrió la pequeña caja en donde estaba la ropa de Kaito, pulcramente doblada, su cartera con respectivas identificaciones y un guardapelo de oro.
"Y me reprocha que yo despilfarro..." pensó mientras admiraba la pieza de veinticuatro quilates. No le dio mucha importancia, y la puso a un lado suyo; se estiraba después de un pesado, pero bien merecido sueño y el guardapelo se cayó del asiento abriéndose.
El pelirrojo lo tomó entre sus manos, vio la foto y leyó la inscripción. Ahora, era más que obvio que ellos dos tenían algo más que una simple amistad... pero no podía dar nada por sentado. Hasta donde el sabía, a Kaito siempre le habían gustado las mujeres. No le recordaba muchas novias, puesto que siempre fue muy tranquilo, sólo que su amor con Miku siempre fue imposible.
-¿Pasa algo?- preguntó Teto, quien sostenía dos vasos de café en las manos.
-Te contaré después... voy a hablar con Kamui. ¿Sabes si sigue aquí o ya lo dieron de alta?-
-Me parece que en unas dos horas lo dejan ir...-
-Bien... iré con el.- dijo mientras salía de la habitación con el guardapelo en mano.

El samurai se encontraba vistiéndose con una camisa, cuando Akaito entró.
-Kamui, tenemos que hablar.-
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Gakupo no sabía que decir, así que sólo asintió y se sentó al filo de la cama. Akaito le arrojó algo, para que pudiera atrapar con el brazo derecho, observó el objeto en su mano y palideció.
-¿Donde lo conseguiste?- pregunto el samurai con un nudo en el estómago y la voz un poco quebrada.
-Estaba entre las cosas de Kaito, antes de que lo internaran... Explícame que significa.-
-No creo que pueda, Akaito.-
-¡Maldita sea, Kamui! Estoy seguro que tanto tu como mi hermano no están en esta situación por mera casualidad, y ese guardapelo tiene algo que ver. Lo menos que merezco es una maldita explicación.-
Las palabras del pelirrojo eran ciertas, de verdad merecía una explicación.
-De acuerdo, pero no te va a gustar del todo lo que vas a oír. ¿Aún así quieres que te cuente todo?-
-Ya no me hagas esperar, Kamui.- dijo Akaito mientras tomaba asiento.
-De acuerdo. Una noche yo volvía de un ensayo con Len, y encontré a Mikuo y Luka teniendo sexo en nuestra cama...- y así empezó a contar todo desde el principio. La traición de Luka, el rechazo de Miku a Kaito, como se encontraron en la calle... y todo lo que habían vivido, desde cómo terminó Teto comprometiéndose con Akaito y la historia del guardapelo, hasta el incidente del día del rodaje. El nuevo incidente de Luka (y su muerte) y el malentendido que había puesto a Kaito en coma.

Akaito sólo escuchaba con cuidado, procesando cada palabra que salía de los labios del samurai, y cuando éste termino de hablar, sólo hubo un breve silencio.
-Entiendo... creo que debería de agradecerte. Gracias a tu plan, estoy comprometido con la mujer de mis sueños; por otra parte, creo que te entiendo. Si me hubiera pasado lo mismo, creo que no sólo lo hubiera puesto en coma, sino que de verdad, hubiera asesinado al que me traicionó. Sea como sea, no disculpo lo que hiciste, aunque entienda tus razones, sigue siendo mi hermano.
Y cuando despierte, o si despierta, espero que puedan resolver esto. Aunque debo confesarte que nunca pensé que Kaito fuera homosexual... o tu.-
-No lo somos, sólo que dio la casualidad que nos enamoramos uno del otro, aún siendo hombres.-
-Si quieres, puedes ir a verlo cuando quieras. Esta en la habitación 515.- dijo dándose la vuelta para salir.
-Gracias, Akaito.- dijo Gakupo haciendo una reverencia con la cabeza. El pelirrojo se detuvo antes de desaparecer por el pasillo.
-Kamui, una cosa más: Si no despierta, jamás te lo perdonaré y te mataré yo mismo.-
-Si eso sucede, no pelearé por mi vida. Si el muere, yo también.-
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Ahora, Gakupo llevaba siete días velando por Kaito. La doctora Namine Ritsu, quien había atendido al samurai, ahora cuidaba de la salud del azulado... pero los días pasaban y no mostraba ninguna mejoría.
Ritsu empezaba a desahuciarlo, los exámenes no mostraban muerte cerebral, pero no había actividad en el cerebro. Y si no hubo actividad en los primeros dos días, había sólo un 2% de posibilidades para que pudiera despertar.
El día anterior, Namine había hablado de esto con Akaito y Gakupo. El pelirrojo abandonó toda esperanza de que su hermano despertara y autorizó que lo desconectaran. Pero Kamui se opuso con firmeza, los dos hombres llegaron a un acuerdo: Si no despertaba en los siguientes tres días, Kaito sería desconectado y su cuerpo moriría.

Akaito se encontraba mal, no comía, no dormía, no hablaba con nadie mas que con Teto, y sólo para llorar. Aunque Gakupo lo puso en coma, él autorizó que desconectaran a su hermano. No podía dejar de pensar que la vida de Kaito iba a desaparecer por su culpa. Pero si no había despertado en los primeros días, no era probable que lo hiciera después.
Gakupo, por su parte, no se encontraba diferente. Se sentía incluso peor, nunca se separaba del lecho del azulado; pero estaba atento a cualquier cosa: ya fuera un sonido, o un movimiento. Lo que fuese que le indicara lo contrario del diagnóstico, pero no había nada... sólo era lo de siempre. Nada.

Como siempre, el samurai estaba cuidando de Kaito, se encontraban sólo ellos dos y Kamui no pudo evitar tomar su mano y besarla.
-Dicen que una persona en esta situación puede escuchar todo lo que pasa alrededor suyo, pero Ritsu dice que tu cerebro está dormido... aún así haré el intento.
Kaito, desde el primer instante que apareciste en mi vida, siendo mi mejor amigo, te convertiste en la persona más especial para mi. Solía pensar que la vida no tenía sentido, que era simplemente selección natural, que sólo sobrevive el más fuerte. Esa noche, cuando escapé de Edo, no tenía idea de que hacer una vez llegara a la ciudad; no tenía dinero, ni un lugar para quedarme o siquiera una identidad.
La vida fue buena conmigo, te puso en mi camino y fue contigo con quien aprendí a vivir y ser feliz. No fue ni Fujimori, ni Luka, fuiste tu.
Antes de ti, no había nada que valiera la pena. Pero vales más que mi propia vida, te amo y sé, que te empecé a amar desde aquel primer instante en el que te vi. En el rodaje, mientras yo gastaba tiempo, pensaba nuestra relación... llegué a la conclusión de que quería estar contigo por siempre, y no me bastaría con sólo anunciar nuestro noviazgo en la fiesta de cierre del proyecto. Ese día, planeaba pedirte matrimonio frente a todos nuestros amigos.
Tengo tu guardapelo ¿sabes?. No pensé que lo trajeras contigo todo el tiempo, pero las palabras que tiene dentro, son verdaderas. De aquí a la eternidad, mi amor.
De aquí a la eternidad... Sera nuestra aventura. Por favor, te lo suplico, cariño mío: DESPIERTA.- dijo finalmente.

La bolsa de medicamento estaba a pocos minutos de acabarse, así que se levantó de su asiento, depositó un suave beso en los labios del durmiente, y fue en busca de Ritsu para avisar que el medicamento se iba a terminar.
Kaito estaba tranquilo, recostado en la cama, pero no estaba inmóvil del todo. Comenzaba a mover el dedo índice de la mano izquierda... lenta y sutilmente.
Hasta parecía que intentaba decir algo, o tal vez si lo estaba haciendo. Con una voz apenas audible:
-Ga... ku...po...-