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lunes, 12 de agosto de 2013

Gakupo x Kaito. Nuestra Aventura. Capítulo 6.

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Mikuo iba llegando a un edificio alto, con departamentos muy grandes y lujosos. Buscó en el directorio "Shion", encontró el nombre en la fila del piso 25.
Se dirigió hacia el elevador, y presionó el respectivo botón, las puertas se iban cerrando cuando escucho un grito.
-¡Detengan el elevador!-
Mikuo puso una mano en la puerta del elevador hasta que vio una cabellera rosa ondular entrando al cubículo.
-Graci... Oh, Mikuo. ¿Qué haces aquí?-
-¿Tu que haces aquí?-
-Vine a ver a Kaito.-
-Yo igual-
-Eso no responde del todo mi pregunta... ¿Qué haces aquí, Mikuo?-
-Vine a convencer a Kaito de que regrese con Miku.-
-Pensé que era Miku quien no quería estar con el...-
-Por eso vine a convencerlo. ¿Y tu qué haces buscando a Kaito?-
-Vine a ver si sabe donde está Gakupo.- dijo con indiferencia mientras acomodaba su larga y rosada cabellera.
A Mikuo se le hizo un nudo en el estómago. Sus heridas, que tenían la firma de Megurine, seguían doliendo. Y su hermana partiendo a Moscú con Gumi, no mejoraban las cosas. Empezaba a pensar que se lo tenía bien merecido, después de todo, había lastimado a dos personas especiales para el de una sola vez. No merecía que le tuvieran consideraciones. Así lo pensaba, y esa idea recorría su mente 24-7.

El elevador llegó al piso 25 junto con el final de su "incómoda" conversación. Caminaron unos cuantos pasos y llegaron a una puerta con el número 47 y la leyenda "Shion" a la vista.
Luka presionó el timbre.
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-Vamos a dejar las cosas en claro, Kaito...-
El azulado bajó la cabeza, se regañaba a sí mismo por ser tan apresurado. A ambos les acababan de romper el corazón, y el ya se le estaba ofreciendo. Ahora, también echó su relación con el samurai a la basura, nunca se recuperarían de tan vergonzoso momento.
-Ya me conoces, sabes que soy celoso... y que si me tiras, jamás te lo perdonaré.-
Kaito abrió los ojos tanto como pudo, estaba más que atónito. Realmente estaba pasando... lo estaba aceptando.
-Gakupo, yo estoy sorpren...- se vio interrumpido al momento en que unos labios se unieron a los suyos.
Las manos del samurai bajaron de las mejillas a las caderas de Kaito, su beso se intensificaba a medida que el agua iba escurriendo por sus cabezas. Gakupo sostuvo de las caderas a su amante y lo giró, de modo que quedara recargado en el azulejo de la ducha. Bajó sus manos para sostener los glúteos del hombre y cargarlo, de modo en que Kaito lo aprisionara con sus piernas.
-¿De aquí a la eternidad?- Preguntó el azulado.
-De aquí a la eternidad. Siempre te he querido, pero nunca pensé que me correspondieras.-
-Yo tampoco lo pensé, pero aveces tener mis epifanías tiene buenas consecuencias.-
-Eres un idiota.- Gakupo se rió y aprisionó de nuevo esos labios, que pedían desesperadamente ser devorados,
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Ambos se encontraban en la habitación, con toallas amarradas en torno a la cadera.
Gakupo cepillaba su cabello, mientras Kaito se ponía unos pantalones de mezclilla.
-Voy a tener que regresar...- dijo Kamui con pesar.
-¿A qué, exactamente?-
-Por el resto de mi ropa y por mi auto... lo dejé en el estacionamiento del edificio.- sonrió torcidamente.
-Pues te puedo prestar ropa en lo que la tuya sale de la lavadora.-
-Soy un poco más alto que tu, no creo que me quede mucha de tu ropa...-
La verdad es que Gakupo era alto, muy alto. Sin sus habituales botas, medía un metro y noventa centímetros. Kaito medía veinte centímetros menos, así que era bastante notoria la diferencia de estatura.
-Y la verdad, si fuera por mi, te mantendría desnudo todo el día.-
Gakupo dejó el cepillo sobre la mesa de noche y se acercó provocativamente, levantó el mentón del azulado y le dio un beso en los labios. Kaito se abrazó de el, y tomando su cabello, se dio impulso a aferrarse más a ese cuerpo alto, esbelto, marcado... perfecto.
El timbre sonó. Kaito se despegó de su amado.
-Iré a atender...- dijo. Gakupo volvió a tomar el cepillo y siguió peinando su rebelde cabellera.

Kaito se olvidó de cubrirse arriba, iba tan atontado por los besos de su hombre que se olvidó de una camisa. Así es... suyo. De él y de nadie más. Lo habían dicho, "De aquí a la eternidad".
Abrió la puerta, sin siquiera tocar el intercomunicador, de verdad que iba distraído. Pero de repente, lo bajaron a su realidad violentamente.
-¿Luka? ¿Mikuo?-
Hatsune iba a empezar a hablar, pero la CV03 lo interrumpió.
-Sé que sabes en donde está Gakupo, así que debes decírmelo.-
-Y necesito que regreses con Miku, ella se va a ir a Moscú dentro de una semana ¡Quiero que ella esté contigo!-
Kaito no se consideraba alguien temperamental, no como Gakupo, pero ellos dos si que lo habían hecho enojar.
-Primero que nada, si lo sé o no, no me puedes exigir una mierda, Luka. Y con respecto a Miku... todo el mundo sabe qué pasó con eso, estuve tras de ella incondicionalmente, arreglando la mierda que le hacías, Mikuo. Recogiendo los pedazos de su corazón cada vez que te ibas con Luka, pero ya es tiempo de pensar en mi. Así que retírense.- dijo en un tono de voz que nadie nunca había escuchado. Era de verdad lo enfadado que estaba.
-Espera... nadie sabía de lo mío con Mikuo mas que Gakupo, y conociéndolo, no creo que lo haya ido contando por ahí como si se tratase de cualquier cosa. Ya has hablado con él. Así que te exijo me digas en donde está.-
-¡Te voy a decir una mierda, Luka! ¡Lárgate!- gritó Kaito.
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-Ya se tardó... ¿Quién habrá llegado?- se preguntó Gakupo.
Se levantó de la esquina de la cama y volvió a dejar el cepillo en la mesa de noche.
"Demonios, mis pantalones siguen lavándose, y no tengo nada que ponerme... sólo me asomaré a ver quién llegó y regresaré." pensó. Se dirigió a la puerta y escuchó un grito.
-¡Te voy a decir una mierda, Luka! ¡Lárgate!-
Salió con calma, cómo si no hubiese escuchado nada y preguntó:
-¿Quién llegó?-
Luka empujó a Kaito, permitiéndose entrar sin permiso, mientras Shion se quedó parado haciendo rabietas en la entrada. Megurine corrió a abrazar a Gakupo. El samurai se quedó rígido e indiferente, mientras la joven se colgaba de su cuello y depositaba un beso en sus labios. Aunque el no mostró señal alguna de devolverlo.
-Te extrañé, mi amor.-




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